Relaciones sobrenaturales (AU)
Tercera parte de Familiares sobrenaturales.
***
Si el mundo nos expulsa, nosotros creamos nuestro propio mundo.
Anna K. Franco,
Rebelión.
Había visto a su novio desnudo en muchas ocasiones, pero Magnus jamás lo había hecho por él.
Alec despertó en la cama de su hotel en París. Había imaginado que perdería su virginidad en la ciudad del amor?
Debía concederle a su novio puntos por originalidad. Una sonrisa se instaló en su rostro al recordar todo lo qué él y su brujo habían hecho esa cama en la noche.
Alec rodó en busca del calor del cuerpo de su novio y dio un gruñido de impaciencia al no encontrarlo. Abrió los ojos y las pupilas cambiaron de rasgadas a humanas. El familiar empezó a preguntarse en donde estaría Magnus. Después de todo, esa no era la forma en la que esperaba despertar.
Alec tensó las orejas al escuchar la puerta abrirse y luego sonrió. Allí, estaba Magnus con una taza de café con leche.
Alec sonrió al ver a sus dos más grandes amores juntos: el café con leche y Magnus Bane.
-Buenos día, pastelito- dijo Magnus mientras le alcanzaba la taza.
-Pastelito?- preguntó Alec mientras bebía el café. Una sonrisa nació en su rostro al probar la bebida.
-Tengo que intentarlo- dijo Magnus.
-Mejor no- dijo Alec, después de dejar la taza en la mesita de luz junto al lado de su cama- Pero puedes seguir haciendo este delicioso café.
-Aún recuerdo cuando los humanos crearon esta bebida- dijo Magnus- Te ponías loco por probarla.
Alec sonrió ante el recuerdo y antes de que se diera cuenta, Magnus empezó a cortar la distancia que había entre ellos y empezó a besar sus dulces labios. Alec pensó que el mejor día de su existencia fue el día en el qué ambos se habían confesado sus sentimientos, pero eso solo fue el comienzo de muchos días maravillosos con su Magnus Bane.
Alec empezó a emitir un cálido ronroneo y Magnus pensó, que debería hacerle café mas seguido.
***
Al ser inmortales, el tiempo era el menor de sus problemas. Habían países en los que se habían estado años, en el pasado.
Estuvieron mas de un mes en París, conociendo todos los cambios por los que había pasado.
Alec y Magnus no habían estado en París desde hacía mucho tiempo. Incluso, aún podían recordar la última vez que habían estado allí.
Alec podía recordar vagamente al conde Axel von Fersen pedirle ayuda a Magnus para sacar a la familia real de las Tullerias. Podía recordar como Magnus se había maravillado con la belleza del joven Fersen.
-No creo que sea buena idea ayudarlo, Magnus- le dijo Alec aquella vez. Después de qué Axel había partido- Podemos correr peligro con los vampiros revolucionarios si se enteran.
-Ya lo viste Alec?- preguntó Magnus- El es demasiado guapo y cuenta conmigo. No puedo decepcionarlo.
-Es guapo por qué tiene tu combinación favorita- dijo Alec con molestia- Yo tengo tu combinación favorita y aún así no te atraigo.
-Pero no puedo decepcionarlo, Alec- dijo Magnus- Además, puede que te agrade.
-Tu nunca me escuchas!- gritó Alec.
-No te enojes, Alec- le pidió Magnus- Sé qué te agradará Axel.
-Has lo que quieras, Magnus- le dijo Alec- Si quieres hacerle caso a esa cara bonita que conociste hace dos horas, es tu problema.
-Espera, Alec- le dijo Magnus. Su familiar había cambiado de forma humana a animal.
Esa había sido la pelea mas fea que habían tenido. La siguiente vez que se habían vuelto a ver, fue cuando Magnus encontró el departamento arruinado por los vampiros revolucionarios.
Magnus estaba en el piso, la cabeza escondida entre sus manos, como cuando era niño y tenía miedo.
Alec había llegado unos momentos después que Magnus. El familiar fue corriendo hacia el lado de su brujo y lo envolvió en un abrazo.
-Es mi culpa- dijo Magnus. Lágrimas empezando a caer de su ojos de gato- Debí escucharte. Debí...
-Shh- le decía Alec- Eso no importa ahora. Yo no debí irme. No debí dejarte.
-Las cosas siempre me salen mal si no estás conmigo- le dijo Magnus.
-Eso es porque somos un equipo tonto- le dijo Alec- Además, a mí tampoco me ha ido bien sin ti.
Ambos escucharon un ruido. Debajo de la cama de Magnus, salió un mono. Alec se le quedó viendo y Magnus le dijo que el animal era suyo y que se llamaba Ragnor.
Alec río. Tomó a Ragnor entre sus brazos y luego besó la frente de Magnus. El brujo sonrió al saber que las cosas entre él y Alec estaban resueltas.
Para Magnus, le daba igual que el mundo se quemase, mientras tuviera a Alec a su lado, todo estaría bien para él.
Alec siempre había sabido que Magnus era de aquellos románticos perdidos. Su brujo siempre se enamoraba de gente en las que tenía una mínima esperanza que no le rompería el corazón. Pero, que persona querría vivir una relación de tercera rueda?
Alec había sido la razón que muchas parejas de Magnus habían decidido alejarse. No podían tolerar aquella idea de que el familiar siempre estaría allí y nunca se iría. Por lo tanto, estarían condenados a compartir al brujo.
Alec sabía que la persona que estaría dispuesto a soportarlo a él para poder estar con Magnus, sería la persona indicada.
Pero nunca había pasado por su mente que él sería la persona indicada para Magnus.
Ambos estuvieron meses en Italia, España y Alemania. Terminado las vacaciones asistiendo a la opera en Viena.
Habían pasado las fiestas en Islandia y asistido al año nuevo chino.
Ambos no paraban de mandarle a Ragnor y Catarina fotos de sus vacaciones. Las imágenes solían traer un mensaje de saludo de ellos.
***
La noche antes de qué partieran a Nueva York, Magnus estaba leyendo un libro en la habitación del hotel, mientras Alec dormía en el sillón con su forma de gato. El brujo sonreía ante la imagen su adorable novio. Sabía que estaba cansado por caminar entre tantas tiendas de ropa.
Iba a guardar el libro para irse a dormir también, pero recibió un mensaje. Magnus leyó el mensaje y sonrió.
Fue al sillón y tomó a su novio entre sus brazos y lo llevó a la cama. El brujo se quedó dormido en cuanto sintió como un cuerpo humano se acostaba a su lado.
Lo último que vio Magnus antes de dormirse, era un par de ojos azules y una sonrisa llena de amor.
***
A
lec y Magnus atravesaron el portal. En un momento, estuvieron en su habitación del hotel en Viena y al otro, estaban en la sala de una casa londinense.
Esperándolos con una taza de té, estaban Tessa Gray y su familiar: James, un ruiseñor.
Familiares y brujos se saludaron con el dulce cariño que era su amistad.
-Cuanto tiempo, chicos- decía Tessa con una gran sonrisa en su rostro.
-Como cuanto pasó?- preguntó Alec.
-No mucho- contestó James.
-Solo un par de décadas- dijo Magnus.
Estuvieron toda la tarde hablando y llegó un momento en el qué decidieron salir y ver la ciudad.
Tessa era la única bruja historia que solo había tenido dos familiares.
Alec y Magnus recordaban cuando la conocieron a ella y a William, un familiar con forma de garza. En aquellos años, las relaciones entre brujos y familiares eran mas estrictas.
Alec admiraba el valor de ambos al ignorar lo que pensaba el resto de la gente y estar juntos.
P
ero la vida no siempre permite que la veamos con lentes de color de rosa. A veces, necesita recordarnos que es mas que un bello sueño y nos muestra la dura realidad en la qué vivimos.
Ambos estaban en su nuevo loft de Nueva York cuando Tessa llegó a su departamento con la triste noticia de qué Will había muerto. Había sido asesinado por otro brujo.
Tessa se había quedado con ellos por varios meses. Por un tiempo, Alec y Magnus pensaron que Tessa nunca se recuperaría. Hasta que llegó James.
Antes de regresar a casa, Tessa mantuvo una charla con Magnus.
-Nunca los había visto tan felices- dijo Tessa- Estoy tan orgullosa por los dos. Merecen ser felices.
-No sé como tarde en darme en cuanta por lo qué sentía por él- dijo Magnus.
-Lo importante es qué ahora lo sabes- dijo Tessa- Ve con él y sé feliz.
-Tengo que venir a visitarte mas seguido- dijo Magnus.
-Y yo los recibire con una buena taza de té- le respondió su amiga- Solo recuerda, que no tienes que dejar que Alec se vaya. Se feliz con él durante toda su eternidad.
-Y creeme, querida- dijo Magnus-
No pienso dejarlo.
***
Alec emitió un grito en cuanto vio el estado en el qué se encontraba el loft. Sintió a Magnus apretarle la mano, para poder darle fuerza.
Alec escondió su rostro en el cuello de Magnus. No podía seguir viendo el loft.
Los muebles estaban destrozados, los sillones en el piso, las plumas de los almohadones esparcidas en todas partes, los libros destruidos, las porciones desparramadas. La habitación también estaba en horrible estado caótico.
Alec empezó a usar su magia para reparar los libros y ordenar todo. Sus ojos de gato, llenos de pena y brillando por la magia.
Magnus estaba completamente molesto y arrojó una esfera de fuego azul a la pared.
Alec dejó lo que hacia y se acercó a Magnus, le dio un abrazo para ayudarlo. Magnus se dejó abrazar y rodeo con sus brazos a su chico.
-No té preocupes- le dijo Alec- lo solucionaremos. Siempre lo haremos.
-Cuál es el problema con esta gente?- preguntó molesto- Detesto que nos hagan esto.
-No es la primera vez que destruyen nuestro hogar, amor- le dijo el familiar- No me importa las cosas materiales, solo me importa que estemos juntos.
-Pero ellos lo hacen para lastimarte- le dijo Magnus- Y odio eso. Odio que quieran hacerte daño.
-Ellos también quieren lastimarte- dijo Alec- Pero podemos con ellos...
-Lo sé- dijo Magnus- Pero no puedo. No puedo estar aquí sabiendo lo qué te podrían hacer.
-Te amo- le dijo Alec- Y si quieres, podemos comenzar en otro sitio.
-No te molestaría?- preguntó Magnus.
-Ya te dije que mi hogar eres tu- le dijo Alec después de besarlo- Solo me importa que estemos juntos.
***
Alec admiraba el bello paisaje de su casa a las afueras de aquél pequeño pueblo de Inglaterra. Había pasado un tiempo después de que partieron de Nueva York y decidieran empezar de nuevo.
Con ayuda de Ragnor y Catarina, habían encontrado esa pequeña casa y la compraron de inmediato.
Alec podía sentir la brisa otoñal rozar sus piernas desnudas. Después de todo, solo llevaba una remera larga de Magnus que servía para cubrirle el cuerpo.
Sintió que alguien besaba su hombro. Se dio vuelta y encontró a Magnus tendiéndole una taza de café con leche. El familiar besó los labios de su brujo antes de tomar un sorbo de café. Un beso tierno y lleno de amor.
Magnus cubrió la cintura de Alec con sus brazos y besaba su despeinado cabello negro.
Se dieron una sonrisa y continuaron admirando el paisaje juntos.
Holaaaaaa.
Espero que les gustara esta tercera parte tanto como a mí. Estos Magnus y Alec me hacen hasta vomitar arcoiris😳
Que les pareció?
Besos😘
Caro.
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