Treinta y uno ~~> Ruptura mental
"¿Qué acaba de pasar...?" fue lo primero que se cruzó por la mente de Ezna cuando vio caer el cadáver de su mejor amiga al suelo. Le acababa de disparar, ella la había matado, a la única persona que, llegados a ese punto, podía salvarla de la locura. Y había muerto en manos de su propia pistola.
Sus pupilas se dilataron y temblaron, pero el brillo violeta que desprendían era cada vez mayor. Era como si, después de todo, una parte de ella hubiera estado deseando esto durante mucho tiempo, una parte que ahora estaba a punto de apoderarse por completo de ella.
Los brazos y las piernas de la chica se echaron a temblar, algunas lágrimas iluminadas de morado se formaron en sus ojos y cayeron al suelo, Ezna ni siquiera sabía cómo se suponía de que tenía que reaccionar ante la situación, y es que era la primera vez que su corazón latía tan rápido. Su vista se volvió algo borrosa, aunque sentía que podía ver colores que otras personas no, tonos rojizos y negros que simbolizaban el caos interno que estaba ocurriendo en ella, y empezó a tener una sensación de asfixia que poco a poco fue incrementando más y más.
No pudo aguantarlo más, no podía soportar seguir en la misma sala en la que se encontraba el cadáver de quien alguna vez fue su mejor amiga, no podía seguir viendo la sangre que ella misma había provocado. Y así, rompiendo en llanto, una chica ludópata huye de aquel lugar, escuchando las voces de Ágatha llamar su nombre, pero sabe que solo son alucinaciones.
- No... ¿Qué? - Preguntó Asmodeus en voz alta en el momento que pudo reaccionar, tardó varios segundos en simplemente decir esas dos palabras porque no era capaz de asimilar lo que acababa de ver. El cigarro se le cayó de la boca, y esta vez ni siquiera se preocupó en apagarlo con el pie, simplemente seguía mirando el cadáver de Ágatha con una expresión que cruzaba desde el pánico hasta la incertidumbre y la impotencia. Y entonces, una figura alta se mostró ante él.
- ¡Ese fue un giro de los acontecimientos bastante interesante, tengo que admitir! - Pronunció Lucifer con su ya clásico tono burlón y despectivo que, acompañado de lo chirriante de su voz, solo hacía que se exageraran dichos efectos; a Asmodeus, en cambio, sus palabras casi hicieron que sufriera un ataque cardíaco.
- ¡No, no, espera, no te acerques! - Gritó desesperanzado y envuelto en sudor a la vez que trataba de alejarse de Lucifer, con tan mala suerte que tropezó y cayó al suelo, así que empezó a arrastrarse contra una pared y acabó arrinconado por el demonio. - ¡Se ha dejado matar, por favor, sabes que no es justo, tú mismo pusiste normas para que no se dejaran ganar!
- ¿Ah, eso dices? - Susurró con una enorme sonrisa en su rostro, acercando este mismo al de Asmodeus. - ¡Pero fuiste tú quien quiso apostar su alma a la mejor amiga de la ludópata! En mi opinión, el resultado era tan predecible, ¡que hasta se me ha hecho aburrido! Ten en cuenta que te lo mereces por idiota...
- ¡Por favor, escúchame, solo escúchame por un minuto! ¡Puedo compensar la deuda si me dejas ir, tengo muchos contactos, puedo pagarte millonadas e incluso podrías acostarte con cualquiera de mis chicas si así lo deseas! ¡Puedes conseguir todo lo que quieras si tan solo me...! - Y de repente, un collar dorado se formó alrededor del cuello de Asmodeus y tiró de él hasta chocar su mandíbula contra el suelo y dejarla rota, dejando al demonio de rodillas frente a Lucifer, cuya sonrisa se había vuelto mucho más siniestra al escuchar sus palabras, como si sus dientes y sus ojos estuvieran cubiertos e inyectados en sangre.
- Creo... que no has terminado de comprender la situación - Estiró aquella macabra sonrisa todavía más al escuchar sus quejidos de dolor, y tiró más del collar para hacerle más daño. - Quién hubiera dicho que el tan poderoso Asmodeus, ¡el demonio que domina el arco de la lujuria!, iría a terminar como una rata acobardada y acorralada contra las cuerdas...
- ¿Y qué vas a hacer, matarme...? Sabes que él se dará cuenta tarde o temprano, y no será tan fácil engañarle...
- ¿Matarte? ¿Por quién me tomas, un sádico? - Preguntó entre risas flojas. - Ay, Asmodeus, sabes muy poco sobre tus compañeros. No soy la muerte porque me llaman Lucifer... ¡Y yo hago las cosas a mi manera! ¿De verdad crees que quiero matarte por capricho, o que quiero tener a alguna de tus chicas? ¡Si hago esto, es porque necesito tu alma! Ese era el acuerdo, al fin y al cabo... ¡Por cierto, ya que lo mencionas, estoy seguro de que Satán estaría encantado de apostar conmigo!
- ¿Qué cojones estás haciendo, Lucifer? - Preguntó Asmodeus, sin ya apenas fuerzas en el cuerpo y mucho menos en el habla después de que sus dientes se clavaran contra el suelo. - Has reunido el alma de 5 Demonios Capitales, y la máquina de antes... ¿También tienes algo que ver con el cambio de comportamiento de los Cadáveres...?
- No hables cuando no sabes nada, Asmodeus - Le susurró repentinamente al oído, y justo en ese momento las fuerzas terminaron de fallarle y el demonio cayó rendido en el suelo. Por suerte para Lucifer, aún respiraba, sería un grave problema si después de todo fallecía. - Nunca confíes en lo que esconde una sonrisa, creo que todo el mundo debería aprender esa lección...
|~~> <~~|
La oscuridad de las calles de Under-G es, a veces, un problema y, a veces, como ahora para Ezna, una salvación. La chica iba caminando, casi coja y arrastrando la mano por las paredes de los edificios, mientras trataba de controlar todos esos pensamientos intrusivos que parecían haber cobrado vida propia y le estaban gritando en su cara lo que ella no quería terminar de aceptar.
"¡Asesina!" escuchó entre todos esos gritos y llantos, se llevó la mano al pecho y trató de controlar su respiración, la cual empezaba a salirse de control; la sensación de asfixia se volvió tan grande que empezó a dañar su garganta desde adentro hasta fuera, hasta el punto de llegar a toser sangre, y a sus ojos la realidad parecía romperse en pequeños fragmentos llenos de odio y resentimiento, aunque ni siquiera sabía por quién.
El entornó empezó a girar para su vista, las mezclas de colores que captaban sus ojos de vez en cuando se habían vuelto mucho más vívidas y agresivas con la sensación de estar viendo el mundo entero partirse en un rojo tan intenso que le recordaba al rostro de Ágatha cayendo al suelo después de recibir el disparo. Su mente se separaba de su cuerpo, o así ella lo sentía, caminaba a palos y cada paso era un dolor tanto físico como mental que no estaba dispuesta a sufrir y, finalmente, entró en un callejón y se apoyó en la pared, agarrándose con fuerza la nuca y tirándose del pelo para frenar el dolor.
- ¡Basta, basta, basta! - Gritó para sí misma tratando de calmar las voces en su cabeza, pero estas hicieron caso omiso y más bien se multiplicaron en un coro ensordecedor de acusaciones y desesperación. "La has matado, ¡todo esto es tu culpa y de nadie más!". Ezna intentó gritar, pero de su boca solo salió la sangre que se formó cuando apretó los dientes con tanta fuerza que sentía que estaban a punto de romperse. "Deberías haber muerto tú, y lo sabes".
El aire se volvió escaso, Ezna sentía una especie de mano invisible agarrando su garganta y tratando de ahogarla para que callara por fin, pero por alguna razón no lo conseguía. El latido de su corazón se volvió más frenético incluso que cuando apostaba, en cualquier momento se le saldría del pecho, y esta vez no era una sensación agradable. Sus extremidades se tensaron, con tanta fuerza que cayó al suelo porque no fue capaz de mantener el equilibrio, un fuerte picor y escozor la envolvió con tanta fuerza que empezó a pensar que moriría en ese mismo lugar.
Trató de mirar al frente, pero en lugar de casas rotas y basuras en el suelo solo era capaz de distinguir la figura de Ágatha señalándola acusatoriamente, o figuras irregulares que no tenían ningún sentido, le indicaban que estaba terminando de perder la cabeza.
Sintió cómo algo le picoteaba la cabeza, no sabía si buscaba frenar el llanto o incrementarlo más, pero podría decirse que aquel picoteo acabó por completo con su cordura. Las imágenes del cadáver de Ágatha se mezclaban con los recuerdos que tenían juntas, fueron amigas desde hacía mucho tiempo cuando se conocieron gracias a Sera, y desde ahí sabían que había un vínculo especial entre ellas.
Ezna estuvo para Ágatha desde antes de que empezara a trabajar como prostituta, y Ágatha estuvo para Ezna antes de que esta se lanzara al mundo de las apuestas. Las dos habían visto cómo la otra caía al más profundo de los abismos, y quizás por eso mismo eran capaces de entenderse entre ellas. Pero, ahora, ¿qué le quedaba si no tenía a nadie?
Cada pensamiento se había vuelto una aguja que perforaba su conciencia... y, si la agujereas demasiado, esta deja de tener sentido.
- Esto no es real... - Susurró para sí misma, podía notar cómo las lágrimas se secaban poco a poco pero el brillo violeta de sus ojos incrementaba más y más, incluso con las pupilas dilatadas. - Nada de esto es real... - Seguía tratando de convencerse a sí misma, y creía que estaba empezando a funcionarle, porque dentro de lo que cabe, su mente empezó a relajarse o, como mínimo, le permitió usar los brazos de nuevo.
La realidad y la alucinación se cruzaron por completo en la mente de Ezna, hasta el punto que era incapaz de distinguir entre una y otra. Tampoco le molestaba, si eso le hacía sentir bien, ¿qué más daba si estaba loca? Todas esas figuras y colores que durante tanto tiempo estuvo viendo en su cabeza, ahora lo entendía todo. Le estaban avisando, gritándole que tenía que cambiar. Puede que no supiera del todo qué estaba pasando, pero sí tenía clara una cosa.
- Un nuevo yo ha renacido... - Susurró, respirando profundamente y mirando al frente, a todas esas figuras irregulares, aunque seguía sin levantarse del suelo, no era capaz y sentía que, en cuanto lo hiciera, se derrumbaría otra vez.
- De todos modos, ella quería suicidarse, ¿qué más da que haya muerto?
- Ya, y tampoco es nuestra culpa, solo somos unos títeres de Lucifer.
- ¡Y tuvo la oportunidad de matarnos! Le dijimos que no se contuviera, ¿cierto?
"Ágatha no era una buena amiga de todos modos..." con ese pensamiento, Ezna cesó la conversación que estaba teniendo lugar dentro de ella, y todos esos bonitos recuerdos que tuvo con su amiga se desvanecieron en la nada, quedando solo una realidad alterada por sus propias emociones.
Soltó una risa suave al aire que resonó en el eco de todo el callejón, una risa tan rota y desesperanzada como lo estaba su alma. "Sí, es verdad, necesito recuperar mi alma, cueste lo que cueste".
- Incluso si me cuesta mi propia vida, yo...
"...tengo que recuperarla".
Agarró con fuerza la pistola con la que había disparado a su antigua mejor amiga, ni siquiera se había dado cuenta hasta ahora de que aún la tenía con ella, no se esforzó en siquiera tirarla al suelo cuando salió corriendo, aunque ella recordaba sí haberlo hecho. Tampoco podía fiarse demasiado bien de sus recuerdos.
"Eres una mala persona y no mereces vivir" empezó a hablar uno de esos tantos pensamientos intrusivos de Ezna a los que tan rápido se había acostumbrado. "De hecho, espero que seas consciente de que todos estarían mejor si te suicidaras" continuó hablando, y como si fuera un acto reflejo, Ezna llevó lentamente la pistola a su sien, aún suponiendo que estaría cargada. "Pero, te diré una cosa; contra antes lo aceptes, antes podrás empezar a ser tú misma de una vez por todas. La verdadera chica ludópata, ahora puedes conseguirlo. Le demostraremos a Ágatha que no necesitamos de su ayuda".
Y entonces, apretó el gatillo.
Solo para darse cuenta de que sí que había tirado la pistola antes, y que no era más que una de sus alucinaciones. Y empezó a reír.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro