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9._Susurros


Bills se limitó a hacer una expresión de desagrado. En presencia de ese sujeto tenía que comportarse. Mary no sabía quién era, pero él se presentó rápido como el señor Dai, el gerente de la empresa. Fue hasta ahí debido a que alguien filmó el vídeo de la discusión que ella tuvo con Bills y lo subió a internet. Algo que generó algunos problemas. Nadie quería mala publicidad y esa situación, sin contexto, estaba generando mucha controversia.

-Quiero oír su versión de los hechos, señorita- le dijo el señor Dai a Mary, cuando acabó con su monólogo.

Bills miró a la mujer con preocupación. Angustiado por lo que ella podía llagar a decir, intentó intervenir. Una mirada del gerente bastó para silenciarlo. Bills, no hace mucho, había tenido un gran conflicto con el señor Dai. Otro podía ser la excusa para su despido.

Mary miró de reojo a Bills. En esas pupilas la astucia y el resentimiento bailaban un tango soberbio. La mujer se tomó un momento. Unos cuantos segundos para concluir que decír. No podía negarse el gusto que sentía por tener a Bills entre sus manos y poder decidir si lo dejaba o no caer, sin embargo, ella iba a dejar esa empresa y lo que sucediera allí, tras su partida, no le importaba. Terminó contando los hechos tal y como pasaron. Sin agregar u omitir detalles.

Bills tenía una sutil capa de sudor en su frente, pero permanecía fijo en su postura. O lo intentaba porque el movimiento de su cola delataba su actitud. El señor Dai lo miraba a ratos. Pero contrario a lo que Bills podía creer, el gerente parecía haber empezado a ver el asunto de una forma un tanto cómica.

-¿Realmente eso fue todo lo que sucedió? ¿No hubo ningún otro acontecimiento?- intentó averiguar Dai. Mary asintió- Muy bien. En ese caso su respuesta fue bastante exacerbada. Puedo entender que se sintió presionada al límite de su paciencia y que el señor Bills tiene el don de terminar con la de cualquiera, sin embargo, no puedo aprobar su conducta. Razón por la que espero sea capaz de ofrecer una disculpa...

Nada de eso fue del agrado de Mary, pero el señor Dai tenía razón. No debió golpear a Bills. Si él hubiese regresado el golpe, muy posiblemente se hubiera metido en muchos problemas. Con ella estaban siendo condescendiente por ser mujer. Con él no hubieran mostrado la misma actitud. Mary se disculpó con el jefe de cartera ahí mismo. Lo hizo con un alto grado de honestidad, pero también con cierto resentimiento. Bills lo notó en esos ojos que se fijaron en los suyos un momento. Él también se vio obligado a disculparse. Después de eso la mujer le anuncio al gerente su renuncia, pero este le hizo ver que solo podía marcharse dentro de un mes o cuando apareciera para ella un reemplazo.

-Entiendo- exclamó Mary con resignación.

-No se preocupe. Estoy seguro de que el señor Bills sabrá comportarse durante estos treinta días- le dijo Dai y ella le sonrió de una forma amplia. Algo nada frecuente en esa mujer a la que Bills vio con un poco de disgusto.

Al jefe de cartera le tocó mirar como Mary hablaba animada y gentilmente con el gerente, frente a él que parecía un fantasma parado entre esos dos. Tras aclarar la situación aquel individuo se retiró y Mary se dispuso a ocupar su puesto entre los ejecutivos. Bills no se lo impidió. Simplemente la siguió con la mirada hasta que Whiss entró en la oficina preguntando porque su padre estaba ahí. Su jefe le explicó la situación mientras jugueteaba con la carta de renuncia de Mary, que terminó arrojando al papelero.

-Deberias haberla visto coquetear con tu padre- terminó por exclamar Bills- Si no tienes cuidado puedes acabar llamando madre a esa mujer.

-Pero que tonterías dice- sonrió Whiss- Posiblemente ella solo estaba siendo gentil.

-Pues conmigo nunca es gentil. Se lo pasa provocandome y después se hace la víctima- señaló Bills tomando uno de esos juguetes que la gente aprieta para disminuir el estrés.

-Le recuerdo que usted tampoco es gentil con ella- Whiss giro medio cuerpo hacia los cubículos para ver a la muchacha- La señorita Mary no es precisamente amable, pero tampoco es alguien hostil. Yo diría que es una persona espejo.

-¿Una persona espejo?- repitió Bills estrujando el juguete con más fuerza.

-Quiero decir que ella suele tratar a las personas del mismo modo en que la tratan a ella. Aunque es posible que aplique esto con la gente que no le interesa. Me parece alguien muy selectiva. No pierde su tiempo con con algo que no le provoque un genuino interés. Claro está lo que le digo es una impresión superficial. No he tenido la oportunidad de sostener un diálogo extenso con ella- aclaro Whiss.

-Tal vez no, pero si que le pones atención...

-¿Ahora está celoso de mí? Que adorable- se burló Whiss con la dosis justa de cinismo. Bills no le dijo nada al respecto y para cambiar de tema lo envío por un café.

En los siguientes dos días el jefe de cartera no molesto a Mary en ninguna forma. Se limitó a dedicarle una mirada fugaz de vez en cuando encontrándose siempre con ella absorta en su trabajo. Allí no había otra cosa que a esa mujer pareciera importarle. Bills concluyó que era mejor dejar su afán. Esa mujer era problemática y demasiado desagradable como para dedicarle su tiempo. Sin embargo, cuando le tocó anunciar a dónde irían el fin de semana, lo que salió de boca de Bills fueron las termas y no la playa como habían determinado los resultados de la votación. Whiss lo miró con curiosidad, pero se abstuvo de indagar en el motivo por el que su jefe hizo ese cambio.

El día jueves, Mary se quedó haciendo horas extras, por su cuenta. Habían otros cuatro ejecutivos. Bills también se quedó resolviendo esas cosas que solía dejar para después y en las que Whiss muy rara vez se involucraba, pues se marchaba apenas terminaba su turno. No es que esa tarea fuera complicada o requiriera un gran esfuerzo, sucedía que era la más aburrida a de todas sus ocupaciones y la más lenta. Ahí estaba medio dormido tecleando con el índice diestro los números, uno por uno, para después apretar Enter. A ratos daba largos bostezos qué sacaban lagrimitas a sus entrecerrados ojos. De no ser porque no quería que Herez se quejara de él con su superior hubiera dejado eso para el día siguiente. Whiss terminaba con aquel papeleo bastante rápido. Aunque él también podía hacerlo, solo que no tenía los ánimos para ello. Cuando iba por la mitad, alguien tocó a su puerta y para su sorpresa ahí estaba Mary viéndole con una mirada tranquila, pero inquisitiva.

-¿Qué quieres? ¿No ves que estoy ocupado?

-Un cliente me dió su número de cuenta y clave por equivocación- le dijo Mary que veía al jefe de cartera medio echado sobre el escritorio subiendo y bajando el dedo como una máquina de coser movida con pereza.

Al oír aquello Bills se levantó un poco. Se cubrió la boca para bostezar y descanso la espalda en el respaldo de la silla.

-¿Acaso no le dijiste que no puedes recibir esa información?

-Era una anciana. Se lo dije, pero posiblemente me ignoro o no lo entendió- contestó Mary- Le pedí que cambiará la clave, pero por protocolo...

-Sí, si, ya sé ¿y qué? ¿No sabes hacerlo?

-Es la primera vez que sucede- reitero Mary, pero sin ningún ánimo en particular.

Bills se le quedó viendo, bostezo y luego le señaló que se acercará, mientras él se levantaba de la silla para que la mujer ocupará su lugar.

-Te enseñaré que hacer- le dijo al ver que ella se resistía a sentarse.

Mary acabó accediendo y con cierto recelo ocupo aquella silla mientras Bills accedía al programa por el que controlaba toda la oficina.

-¿Cerraste la terminal?- le consultó el jefe de cartera viéndola de reojo. Ella solo movió la cabeza para decirle que no- No importa. Puedo hacerlo desde aquí.

Mary se quedó ahí viendo la pantalla del ordenador, atenta a todo lo que Bills le decía y hacia. La explicación fue breve. Una vez terminó, Bills le advirtió que no volviera a permitir le dieran ese tipo de datos.

-No volverá a suceder- le contestó la muchacha viendo la camisa blanca de ese sujeto que dada la posición que sostenía, para manejar el techado, estaba a menos de cinco centímetros de ella.

-Eso espero. Que te vayas en unas semanas no quiero decir que debas descuidar tus obligaciones- le señaló Bills.

-Claro- exclamó Mary e intentó ponerse de pie, pero él lo evitó.

-Acabo de hacerte un favor...- le dijo Bills con un tono un tanto juguetón- Estás en deuda conmigo así que... Termina de meter estos datos en el archivo ¿Quieres?- le pidió abriendo una nueva ventana en la pantalla

-Usted no me hizo ningún favor. Parte de su obligación es...

-Tú deberías conocer el protocolo que se usa en estos casos- la interrumpió Bills- Te tomara unos minutos. Yo hice casi todo...

Mary no tenía ganas de desatar una discusión y en vista del gesto de "buena voluntad" de su jefe terminó por aceptar.

-Sí terminas rápido te invitó a comer- agregó Bills.

-No tengo hambre, pero gracias- le contestó Mary.

-Contigo no se puede- gruño Bills- Tú eres capaz de matar las pasiones de Sade- agregó molesto y cruzando los brazos.

Mary dejó el teclado para mirar a su jefe, que se había sentado en el escritorio a su costado. Pareció un poco sorprendida, pero no por lo que Bills hubiera esperado.

-¿Qué me ves?

-Nada. Solo no esperé oír en su voz el nombre de Sade- confesó la chica y volvió su vista al ordenador.

-¿Acaso crees que soy un iletrado?- le cuestionó Bills apoyando una mano sobre el escritorio para inclinarse un poco hacia el costado, hacia ella.

-No. Por supuesto que no. Es solo que no asociaría a Sade con usted. Si bien no me parece alguien nesciente, ese tipo de...- la voz de la muchacha se fue apagando y dejó la idea a medias.

-¿Y a quién asocias al Márquez?

-A mí, pero no por lo que todos supondrían. Es más esa burla en sus historias que son predecibles. Como lo son los malos chistes.

-Así que eres una intelectual- comentó Bills y descanso su rostro en su mano- Con razón eres tan aburrida.

-Y usted es como el chico bullying del salón de clases. Ese que se lo vive intimidado a todo el mundo y del que los maestros quieren deshacerse, pero no pueden porque el infeliz tiene buenas calificaciones. De una manera molesta cumple su función- le dijo Mary.

-Y tú eres como esa chica sabelotodo que no agrada a nadie por ser una engreída y tediosa.

Mary terminó con lo que hacía y se puso de pie para plantarle cara a ese sujeto.

-Yo no soy aburrida- le dijo obligandolo a separar las piernas y echar la espalda hacia atrás, solo con la postura que tomo- Ocurre que no tengo motivos para mostrarles mis facetas más lúdicas y arrebatadas- agregó descansando sus manos sobre los muslos de Bills y acercando su rostro al de él.

-Solo estás alardeando- le dijo el con un tono incisivo.

-Al que le gusta alardear es a otro- le contestó Mary levantando su mano izquierda tan delicada y ligeramente cuál si fuera una mariposa que fue a descansar sobre el sujeta corbatas que llevaba su jefe, quien siguió el juguetón movimiento con su mirada- Yo prefiero que entren a ver qué hay. Que ya sabemos que todo el mundo vocifera lo que no es.

-Yo no soy como los demás- le dijo Bills sacando sus ojos de la mano de la mujer que subía por la corbata como un hilo de agua se arrastra sobre la tierra blanda.

-Tal vez sí, tal vez no- exclamó Mary para después tirar de la corbata obligando a Bills a inclinarse bruscamente- Me quedaré con la duda- le susurró al oído y lo soltó, mas la mano de él acabo sujetando su codo con la misma violencia que ella uso.

-Así que al fin entiendes que quiero de tí...

-¿Qué otra cosa podría ser?- preguntó Mary y el brillo ladino en su mirada se matizó con un toque de vanidad.

-Entonces...

-Entonces nada- lo interrumpió Mary y la sonrisa en labios de Bills se dió la vuelta.

-¿Por qué no? Somos adultos...

-Sí y no entiendo que tiene que ver eso con ir por la vida acostándose con alguien solo porque tienes la oportunidad.

-No se trata de eso- le señaló Bills haciendo ese gesto como de incredulidad- Se supone que entre adultos... ¿Por qué tengo que estarte explicando estás cosas?

Mary se sonrió divertida. Hubo un leve sonrojo en el semblante de su jefe. Ese gesto enfrió el enfado de Bills que le soltó el codo, para tomarla por la cintura y acercarla a él. No fue un gesto precisamente lascivo, aunque lo pareció. Por evitar una proximidad innecesaria, Mary puso sus manos en los hombros de Bills que se le quedó viendo callado, serio, tranquilo. Por lo general ella evitaba el contacto físico, pero ese...ese fue muy extraño. Se quedó colgando de esos ojos que la miraban sin permitirle saber que pensamientos pasaban detrás de ellos.

El aro entorno a ella se estrecho un poco más dejando su oreja al alcance de la larga boca de Bills quien le susurró dos palabras con esa voz ronca, casi aterciopelada:

-Dejame ver...

Por comodidad las manos de Mary acabaron en la espalda de él y las de Bills buscaron tierras más bajas, mas el sonido de unos zapatos de tacón los alertó de la presencia de Herez. Cuando la mujer de ojos de gato apareció en la puerta de la oficina, Bills estaba sentado en su silla y Mary del otro lado del escritorio con una carpeta entre las manos.

-Hasta mañana señor Bills- le dijo la muchacha.

-Adiós Mary- le contestó él y cada quien volvió a lo suyo.

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