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❪ capitulo ochenta y seis ❫

┊ೃEIGHTY SIX. La vergüenza de un alma rota !!!

El rostro de Sabrina ardía mostrando la vergüenza que sentía en ese momento, era una cobarde, no se atrevía a ver a su madre y a si tía quienes se encontraban frente a ella. Harry la había llevado a la enfermería pues había tenido un ataque y no sabía que hacer para tranquilizarla, Madame Pomfrey le dio un calmante que la hizo dormir hasta el medio día. Para ese entonces las mujeres Sallow ya había sido llamadas por Dumbledore y recibido la carta de Harry.

Antes de poder ver a su hija, la Profesora McGonagall tuvo que tranquilizar a Thalía quien iba muy alterada, no estaba enojada con Sabrina, no la culpaba por tomar esa decisión impulsiva pues en por lo menos una ocasión todos lo habían pensado que el suicidio era la forma más fácil de salir de sus problemas. Estaba alterada por saber que había estado más concentrada en otras cosas que en su propia hija ocasionando que se sintiera culpable por no estar cuando la necesitaba y arrinconarla a qué tomara esa decisión, no quería perderla también.

La enfermería se encontraba en completo silencio. Delphy y Thalía no habían hablado, solo miraban a Sabrina quien se encontraba muy pálida y con las ojeras muy marcadas. A pesar de que la mirada que su madre le daba no mostraba rastro de estarla reprendiendo ella sentía que las había decepcionado.

— ¿Qué está pasando?— Thalía preguntó con suavidad— Por favor, cuéntanos

Sabrina mantuvo su cabeza baja, seguía en un estado de shock, podía sentir el miedo recorrer su cuerpo y el frío viento golpear su cuerpo manteniendo fresco el recuerdo de ella colgando del barandal. Segundos más tarde se atrevió a mirarlas. Delphy tenia los ojos rojos delatando que había estado llorando. No pudo evitar sentir culpa al instante.

— ¿En qué estabas pensando?— La pelirroja exclamó elevando la voz— ¿Por qué hiciste eso?

— Delphy, tranquila— Thalía habló cuando vio que comenzaba a alterarse y reprendia a su hija.

— Lo siento, Brina, lo siento es que...— Un sollozo salió de su boca— ya perdí a Hydrus, no puedo permitirme también perderte

— No debes de pasar por esto sola.— Thalía habló— Nosotras creíamos que estabas bien y... mi nena, habla conmigo por favor

— No quería estorbar.— Habló con voz ronca— Estabas muy ocupada con... con los asuntos del ministerio que no quería preocuparte con mis problemas, pensé que podía ser fuerte y resolverlo yo sola pero no puedo, no quiero seguir así

— Brina, tu bienestar jamás será menos importante que el trabajo.— Delphy habló colocando su mano cálida sobre la de su sobrina— Te amamos y no vamos a dejarte sola, jamás.

— Pero la gente está muriendo, hay una guerra fuera de Hogwarts y vivo con el miedo constante de que algún día lleguen a salir en el periódico anunciando sus muertes... o la de Remus— Sabrina comentó— Fui cobarde al hacer eso, perdón por decepcionarlas.— El llanto llegó nuevamente

— Jamás lo harías, no nos decepcionas— Thalía hablo sentándose en la camilla para abrazarla

— Es solo que ya perdí a papá, Draco me terminó y... creo que Apolo está muy enojado conmigo y termino nuestra amistad— Explicó entre sollozos

— Eres una adolescente y para tu mente esa era la manera más fácil de acabar con tu dolor,— Delphy le dijo— todos tenemos esos días en los que nos gustaría ya no seguir en este mundo pero siempre hay aunque sea un motivo para seguir aquí, no estás sola

— Lo siento, lo siento tanto— Sollozó

— No te disculpes, está bien, está bien— Thalía se quedó abrazando a su hija hasta que los sollozos cesaron y su respiración se hizo más pesada.

Cuándo la mujer estuvo segura de que Sabrina había caído dormida, dejó escapar las lágrimas de sus ojos.

Al despertar su familia ya no se encontraba junto a ella, otra vez estaba sola y tenía miedo de salir de la enfermería porque los rumores y chismes se esparcían como pan caliente en Hogwarts. Ciertamente a Sabrina jamás le importó lo que los demás dijeran de ella pero el accidente en la Torre era un tema delicado y no quería que la señalarán por eso.

— Señorita Sallow, tiene que ir a clases— Madame Pomfrey habló con un tono suave

— Si, ya... voy en seguida.— Sabrina pasó la puerta nerviosa y con miedo

Casi en cuanto cruzó el umbral vio al profesor Snape llevar a Draco a la enfermería, la chica se quedó estática en su lugar mirando al rubio que parecía agotado, con los ojos hinchados, el cabello alborotado y su ropa desarreglada y mojada. Sintió el alma salir de su cuerpo al ver las grandes manchas de sangre que habían en su camisa. Intentó preguntarle al jefe de su casa que había sucedido pero él la paso de largo.

— Potter lo ha atacado en los baños.— Escucho la voz de Snape detrás de la puerta

Las piernas de Sabrina volvieron a temblar pero se movieron rápidamente en dirección a la sala común de Gryffindor con la esperanza de encontrar a Harry. Pero cuando lo encontró el chico la ignoró por completo.

— ¿Por qué hiciste eso?— Exclamó con enojo— ¡Pudiste haberlo matado!

— ¿Crees que eso no lo sé? Ni siquiera sabía para que era el hechizo— le espetó Harry— Puedes ahorrarte el regaño, Thalía y McGonagall ya lo hicieron.

— ¡Esto no es un maldito juego, Harry! Era la vida de Draco, no puedes lanzar hechizos que no sabes para que sirven.— Intentó relajarse pero no podía, su primo casi mataba a una persona especial para ella, claro que no podía estar tranquila

— Me gustaría no haberlo hecho y no solo porque ahora tengo un montón de castigos por delante. Yo no habría empleado un hechizo como ese, ni siquiera contra Malfoy— dijo Harry

— Tengo que irme.— Sin decir más se fue de ahí

Quería ser prudente e irse de ahí lo antes posible pues sabía que en algún punto podía llegar a decirle cosas muy hirientes a Harry cuando estuviera cegada por el enojo.

Y no quería ser cruel con él cuando Harry literalmente le había salvado la vida. No podía ser mal agradecida

Sabrina había faltado a sus clases ese día, estaba segura que no afectaría mucho. Había pasado la mayor parte del día oculta en lugares menos concurridos de Hogwarts hasta que pudiera entrar a la enfermería a ver a Draco. Estaba realmente preocupada por él.

Sabrina supo que el universo la odiaba cuando se encontró con Apolo mientras ella iba de camino hacia la enfermería. Ninguno dijo nada por unos segundos, el pasillo estaba completamente solo a excepción de ellos dos, es por eso que el silencio era escalofriante.

Sabía que lo siguiente que haría sería una completa estupidez y terminaría oficialmente con su amistad pero ya no quería seguir sufriendo cada que miraba la pulsera.

— Toma.— La chica se quitó el accesorio para dárselo a Apolo

— Yo no la quiero— Respondió con frialdad

— Yo tampoco.— Sabrina respondió haciendo una mueca

Apolo jamás había sentido un dolor tan grande como aquel, él había pensado que su amistad con Sabrina sería eterna, pero ahí estaban rompiendo todas las promesas realizadas en un pasado.

— Bien— Fingió no sentir dolor y tomó con coraje la pulsera arrebatandola de sus manos

— Ojalá encuentres a alguien más para dársela y que esta vez si valga la pena.— La seriedad que había en el rostro de Sabrina asustaba a Apolo

Sin más que decir la Sallow siguió su camino sin mirar atrás, pero Apolo solo podía ver cómo ella se alejaba. Apretó la pulsera en sus manos sintiendo como las lágrimas resbalaban por sus mejillas pero rápidamente las secó, si ella estaba decidida a terminar con su amistad, él también.

La noche había caído y Sabrina seguía en la enfermería, ya no tenía fuerza para llorar, su mirada se había apagado y lo único que la ayudaba a escapar de todo eran las siestas.

— ¿Qué haces aquí?— La voz ronca del rubio hizo que Sabrina despertara de la siesta que estaba tomando en la silla frente a la camilla

— Quería ver cómo estabas.— Admitió con una leve sonrisa

— Potter es un idiota— Sabrina no dijo nada. Estaba tan enojada con Harry como para defenderlo pero no podía insultarlo.— ¿Quieres acostarte?

Ella no sé negó a la propuesta que Draco le había hecho por lo que se recostó en el hueco que había dejado en la camilla. El brazo de Draco la rodeo acercándola más a él.

— No quiero alejarme de ti.— Draco admitió— Pero...

— No digas nada,— Sabrina pidió en un susurro recostando su cabeza en el pecho del chico— por favor, solo quiero estar contigo mientras pueda.

Él sabía que era egoísta de su parte mantener a Sabrina a su lado hasta que el caos iniciara pero en los últimos días había sentido la necesidad de tenerla junto a él pues sin darse cuenta ella se volvió un pilar en su vida.

— Te amo— Se atrevió a decir

— Te amo— Sabrina repitió abrazándolo

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