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Beomgyu se despidió de Soobin. Y fue la cosa más difícil de hacer. Sus cuerpos eran como imanes, no queriendo soltarse, pero cediendo cuando la hora les advirtió de la llegada de Taehyun.

Beomgyu prometió que volvería, y Soobin que encontraría la manera de volver a ser su maestro.

Jungkook lo estaba esperando en el laboratorio. Su mirada perdida en algún lado imposible de señalar.

—Hola —saludó el mayor en tono neutro, sin mirarle.

—¿No va a preguntar por qué me pasé la noche fuera?

—Ya lo sé.

—¿Cómo? Todavía no lo he informado.

Jungkook movió su cabeza a un lado y luego al otro.

—Estar enamorado de Soobin. Ese es tu propósito de vida, estar junto a él, por eso tu sistema colapsó al encontrarte siendo alejado.

Beomgyu se descolocó completamente. Jungkook podía ser perspicaz, pero era demasiado saber todo eso de repente, entonces, recordó que no fue el único en encontrarse con alguien el día anterior.

—¿Qué pasó con Taehyun?

Jungkook apretó sus labios antes de animarse a hablar.

—Yo siempre lo supe, pero no quise admitirlo.

—¿Qué?

—Que él está enamorado de mi, y al igual que tu, no se encuentra bien tomando distancia.

Beomgyu entendió, rodeó el escritorio de hombre y apretó uno de sus hombros. Un poco de contacto físico tranquiliza a todo el mundo ¿no?

—¿Y usted lo ama?

Jungkook respondió una eternidad después.

—Muchísimo.