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» Capítulo XXXIII

TaeHyung da tres pasos hacia JungKook y le sonríe. Es una sonrisita ligera y aniñada que consigue que el pelinegro lo mire directamente, con una ceja alzada a la vez que se cruza de brazos.

     — ¿Hola? Me estás viendo demasiado raro.

     El castaño suelta un suspiro pesado y procede a sentarse al lado del pelinegro, quien por inercia se hace a un lado. Los ojos de JungKook caen directamente en la caja que tiene en las manos: es pequeña, pero no mucho, dorada y tiene un moño arriba de color rojo. TaeHyung se percata que JungKook mira la caja con atención, casi examinando cada parte de ella, así que la abre sin miedo. Dentro de esta hay chocolates.

     — Me dejaron esto hoy en mi mesa. —La voz de TaeHyung es neutra—. Supongo que no fuiste tú, aunque diga "Para Poochie".

     — ¿Eso es lo que te tiene tan raro?

     — No. —TaeHyung se lleva un chocolate a su boca, y suspira—. Mi mamá quiere que vayas a comer a la casa.

     Ante esas palabras, JungKook se queda callado... Más bien anonadado, tanto así que sus ojos se quedan fijos en un punto fijo del rostro de TaeHyung. Sin embargo, segundos después se encierra dentro de su cabeza y sus pensamientos para recapitular la situación.

     Oh... Esa señora Kim. Durante todo el tiempo que ha pasado con TaeHyung solo sabe dos cosas de su mamá: es buena y cocina bien. Puede que sea porque no la conoce que tiene un montón nervios por el simple hecho de pensar que iría a verla, que entraría a la casa de TaeHyung por primera vez y que, tal vez, el propio señor Kim estaría ahí.

     Uno de esos sentimientos que entran en el pecho lo abruma y siente su respiración fallar. Desde hace mucho tiempo que no siente en su anatomía ese tipo de nervios, de los que lo hacen temblar y generan distintas posibilidades dentro de su cabeza.

     Con un sentimiento indescriptible en sus ojos, JungKook mira a TaeHyung, que come felizmente los chocolates que él no le ha dado. Después mira su maletín en el suelo.

     — ¿Irás? —TaeHyung pregunta. JungKook alza la vista hacia los chocolates, TaeHyung se los extiende—. ¿Quieres? Hay unos que son amargos.

     El pelinegro, sin saber por qué, estira la mano hasta el chocolate con adorno rojo en la punta y le da una mordida.

     — No creo que a quien te esté dando estas cosas le agrade que se las compartas a su competencia —menciona JungKook, evadiendo por un momento el tema de la comida.

     Aunque sabe que no hay ninguna competencia, el comentario pretende evadir el tema de la cita con sus padres.

     TaeHyung le sonríe amistosamente y cierra la caja de chocolates. Al castaño le gustan los chocolates, eso es seguro. Por la mañana cuando llegó a su salón todos estaban sentados viendo el pequeño regalo, y, a pesar de que TaeHyung quiso ignorarlo al inicio, terminó por llevárselos a la hora de la salida. No se sentó aquella mañana a desayunar con JungKook pues él estuvo viendo cosas del club de básquet, por lo tanto, no le pudo contar nada hasta ese momentos.

     Sin importar qué, le parece raro que ese alguien le siga enviando regalos.

     — Lo sé. Pero si eres tú, realmente no importa.

     — Pfff —JungKook pasa la mano por el cabello del castaño y rueda los ojos—. Eres un sentimental.

     JungKook estuvo pensando cosas. Por ejemplo, si debe decirle a TaeHyung que vayan a la fiesta de SooYoung al día siguiente, que sería 31 de octubre para celebrar Halloween. Aunque no tiene tantas ganas, sabe que TaeHyung sí. Pero no solo pensó en eso, sino también en el admirador secreto de TaeHyung, pues eso sí es extraño y quiere saber quién es... De hecho se planteó muchas posibilidades. Ninguna de las personas que él cree realmente tienen una razón concreta para molestar a TaeHyung o a él; por ende, no está ni cerca de saber quién es.

     — ¿Vas a ir a comer a mi casa hoy?

     JungKook ladea la boca, y suelta un suspiro antes de mirar a TaeHyung con algo de recelo.

     — No —responde, provocando en el otro una mueca triste pero no reclama nada. Seguido de esto continúa—. Es broma. Sí, está bien.

     Ha visto algunas comedias románticas donde el papá de uno de los dos es un loco maníaco que saca una pistola para amenazar a la pareja de su hijo y no verlo de nuevo rondando por su casa. Espera que el señor Kim no sea así. Nunca se hizo una idea clara del señor Kim, no sabe si tiene una personalidad como la de Tae, o si más bien se acerca a la de su propio papá. Quizá ninguna de las dos y el señor Kim sea un diablo totalmente desquiciado. Ese pensamiento provoca que el nerviosismo, una vez más, se apodere de su mente. Supone que han entrado a esa etapa de momentos bochornosos.

     Después, ya no quedará mucho tiempo, porque el asunto terminaría de romperse.

     JungKook suelta uno de esos gruñidos que son como una queja, alertando a TaeHyung, quien le mira con una ceja alzada.

     — ¿Está bien que vaya así con mi uniforme?

     La madre de TaeHyung no es tan interesada en cómo se visten o actúan los demás. Ella es una mamá "cool"... Al menos es como ella se refiere a sí misma al creer que escuchar música nueva y vestir esos cabellos rojizos es ser "cool".

     — No creo que a mamá le importe tu ropa, es el uniforme —dice TaeHyung. Piensa un momento en su padre y agita la mano—. Pero mi papá...

     El señor Kim... Digno trabajador empresarial. No tiene el puesto más grande, mucho menos es el jefe de la más alta gama de jefes; no obstante, es un señor que tiene estereotipos muy arraigados. Cree que su hijo, su pequeño Kim TaeHyung, merece a la mejor persona en todo el mundo. El señor Kim espera una pareja digna, trabajadora, fiel, cariñosa y bien vestida... JungKook... Bueno, digamos que cumple con algunos de esos puntos.

     El pelinegro se rasca la nuca con frustración antes de morderse el labio y soltarlo con rapidez.

     — Entonces hay que irnos ya —dice JungKook—. Vamos a mi casa, pasaré a cambiarme.

     JungKook se pone de pie inmediatamente, recogiendo a la vez la mochila de TaeHyung, la cual curiosamente está menos pesada que de costumbre. La cuelga en su hombro junto con la suya, esperando a que el otro se pusiera de pie. Sin preguntar, Tae toma el brazo de JungKook, abrazándose a él y quedándose quieto. Hace sentir nervioso al pelinegro, pero no los suficiente como para reclamarle.

[...]

Después de pasar a la casa de JungKook y que este se cambiara de pies a cabeza, se peinara y se preparara para estar presentable a los ojos de los señores Kim, ambos chicos toman un taxi hasta la casa de TaeHyung. No conversan de muchas cosas durante el trayecto. El menor pregunta unas cuantas veces cosas que pudieran beneficiar la presentación, o datos esenciales sobre los padres. 

     Al llegar, JungKook se baja seguido de Tae, viendo la bonita casa del castaño.

     Decir que el pobre Jeon no se muere de nervios es una mentira.

     Ambos caminan hacia la puerta, alejados el uno del otro por obvias razones. Cuando Tae le da una última mirada a JungKook y este simplemente suspira incómodo, mete la llave en la cerradura para entrar.

     — Mamá, papá, ¡estoy en casa!

     Lo primero que JungKook piensa al entrar es: Demonios. El color de las paredes es demasiado amarillo. El tiritar de las ollas, los pasos apresurados de alguien y la voz de una mujer hacen que el menor abra más los ojos al ver a la señora Kim sonreír. No le falta observarla mucho para saber que es, técnicamente, una copia exacta de TaeHyung; tienen esa misma sonrisa y a ambos los ojos se les hacen pequeños cuando están felices.

     — ¡Y viniste con mi yer-...!

     — ¡Mamá! ¡No! —exclama TaeHyung antes de abrazar a su mamá intentando callarla.

     Mientras TaeHyung se entiende con su madre, Kook permanece quieto en su lugar, con un millón de imágenes complicadas pasándole por delante de sus ojos. No tiene claro qué es lo que sucede o lo que su mente está trabajando dentro de su cabeza. Antes de caer en cuenta de su posición, un dolor se siente en su corazón. Por inercia se toca el pecho y arruga la nariz. Sin embargo, mira a la señora Kim y le suelta una sonrisa tímida, que es más bien una mueca extraña que muestra en un intento desesperado por no lucir nervioso. Se inclina a modo de reverencia, mostrando respeto.

     — Mucho gusto, señora Kim. Soy Jeon JungKook. —El típico tono friolento hace aparición.

     La mamá de TaeHyung le sonríe y lo abraza. Es un abrazo complicado, un abrazo de cercanía y de conocimiento... Un abrazo que JungKook no espera. El pelinegro no puede moverse debido al tacto de la señora que sonríe feliz por encima de su hombro; es un tanto extraño y no se siente cómodo, por más que quiere aceptarlo de la misma forma en el que le es entregado.

     — Eres más guapo de lo que imagi-

     — ¡Mamá! ¡Deja de avergonzarme! —TaeHyung chilla estropeando el ambiente.

     La mujer se ríe bajito justo al lado de la oreja de JungKook, provocando que a este le den escalofríos, y se separa del abrazo. Unos pasos, más pesados que los de los demás, hace que JungKook suelte un suspiro... Ya sabe de quién son esos pasos. Comienza a pensar las miles de cosas que podría estar haciendo en vez de pasar vergüenzas y dolores de estómago dentro de aquella casa.

     E inmediatamente se retracta porque sabe que está ahí porque quiere estarlo.

     Sin tiempo de pensar en otras cosas, percibe su sangre helar cuando la imponente presencia de un hombre se presenta ante él. El señor Kim, de estatura medianamente igual a la suya, lentes y unas cejas juzgadoras, está delante suyo.

     Da miedo.

     — ¿Tú eres el novio de mi hijo? —escucha la voz del señor entrar por sus orejas.

     En definitiva, cambia la parte de los "celos" por la parte de "conocer a los padres" como lo que más odia del romance o estar enamorado o el amor o las relaciones. Es odioso... No, ¡es horrible! ¡Es molesto! Aún más molesto que el mismo TaeHyung. Quiere irse de ahí, pero no puede, de alguna forma tiene que salvar la situación.

     — Eh. Bueno, creo que...

     — Papá, no. —TaeHyung se va directamente a abrazar a su papá, hablando en voz alta—. No hagas ese tipo de preguntas.

     Las miradas de todos se cruzan. TaeHyung está feliz, al igual que su madre. Los dos tienen la misma expresión sonriente y se mueven de lado a lado con alegría. No obstante, entre su papá y JungKook hay una tensión descifrable. Todos están quietos, esperando a que un golpe de magia les indique cómo seguir con la reunión vergonzosa en la que están metidos. La señora nota que el ambiente cada vez se hace más pesado y suelta una risa.

     — Bueno, ¡vamos a comer! —exclama—. ¿Sí? JungKook espero que te guste la carne.

     — Claro. Me gusta la carne... De hecho, me gusta bastante.

     Todos se mueven rápidamente hasta la mesa. TaeHyung se encamina a la cocina junto con su papá. JungKook se sienta donde cree es conveniente; supone que el lugar que toma está un poco más cerca de TaeHyung, eso de alguna manera le haría sentir menos nervioso... O es lo que espera. Un escalofrío le recorre el cuerpo al continuar pensando constantemente en el futuro, imaginando las peores escenas en las que podría encontrarse si no tiene cuidado con sus palabras y acciones.

     La señora Kim también se sienta, y mientras su esposo va por la comida, intenta aligerar el ambiente. Desde su lugar, mira a JungKook y le habla con su tono dulce.

     — TaeHyung nos cuenta mucho de ti —admite la señora, sonriéndole al pelinegro—. Gracias por cuidar a nuestro hijo. No sabes cuánto te quiere.

     Por más que odie admitirlo, JungKook no encuentra qué responder a la frase "No sabes cuánto te quiere". ¿Qué es lo correcto? Es un poco más complicado de lo que parece. Se siente muy avergonzado en el momento exacto en el que se ve a sí mismo tardando responder de vuelta a la amable mujer, así que dice lo primero que se le viene a la mente.

     — No hay de qué.

     Oh, genial, JungKook. Al menos hace el mejor intento que su capacidad le permite.

     — Tae nos dice que eres algo callado, pero está bien. Eso es bueno porque TaeHyung habla como un perico recién entrenado.

     "Y que lo diga" es lo que quiere decir JungKook al escuchar aquel comentario. La primera impresión de TaeHyung fue que era un cien por ciento hablar, hablar y hablar. Nunca paraba y nunca para, no importa si habla de las nubes o del pasto creciendo o de la forma en la que hace su cuatro al escribir. Siempre tiene un tema de conversación y siempre habla de él con tanto maldito desenvolvimiento que es interminable.

     Pero no dice nada de eso. No es tan molesto como cree que lo es.

     — Su hijo me agrada bastante —admite JungKook, mirando a la señora directamente al rostro y con su tono característico—. Es bastante dedicado, e insistente. Tiene una manera peculiar de llamar mi atención.

     JungKook guarda silencio de inmediato cuando ve entrar el pedazo de carne en un refractario. Los platos y la jarra de agua los pone TaeHyung, y el señor Kim se sienta en su lugar con una expresión neutra. Curiosamente, JungKook no acierta porque termina estando más lejos de TaeHyung y más cerca del señor Kim, naturalmente su enemigo en esa situación.

     — ¿De qué hablaban? —pregunta TaeHyung tomando asiento

     — De nada —dice la señora.

     La comida transcurre normal después de eso. Comen tranquilos, sin molestias y en un ambiente ligeramente menos asfixiante. Además, increíblemente el señor Kim no es tan intimidante como cualquiera pensaría; de hecho hasta es un poco flexible con sus opiniones. Definitivamente, esa es la etapa más estúpida de todas... "Conocer a los padres", la más horrible, grande y bochornosa.

     JungKook tiene algo menos de qué preocuparse.

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