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Capítulo 20

La noche del 3 de febrero, Samuel había tardado más de la cuenta en dormirse. Daba vueltas en su cama constantemente, rememorando cada uno de los besos que había compartido con Lucas.

Se sonrojó de solo imaginarlo, habían permanecido recostados juntos, uno al lado del otro, Samuel le contó sobre su viaje a Hopefield y Miller lo escuchó sin interrupciones. Fue un momento bastante agradable.

Por la tarde, sus amigos aparecieron en la puerta con un pastel de cumpleaños para Lucas. Sam les había dado los detalles de su regreso y de la misma manera sabían lo que había sucedido entre ellos, motivo que tuvo a Oliver bastante contento durante su visita.

—Como ya le había comentado a mamá sobre la fiesta, quiso hacer el pastel de todos modos, aunque le dije que se había cancelado.

Le comentó Thomas esa tarde. Fue entonces que Lucas se enteró de la fiesta sorpresa, que, debido a las circunstancias, decidieron no llevar a cabo.

El castaño agradeció el buen gesto y todos continuaron platicando. Samuel pudo ver cierto esfuerzo por parte de él para entablar conversación con sus amigos.

Thomas también parecía hacer un empeño por tener algo que decir, así que fue feliz debido a que ambos lo estaban intentando.

De esa tarde ya habían pasado tres días. La relación entre Lucas y Samuel no había avanzado mucho luego de lo ocurrido, algo que tenía preocupado a uno de ellos; Sam pensaba que quizás el chico se había arrepentido y estaba intentando salvar la relación que tenían antes de que eso pasara.

Pero algo en todo eso era diferente, Lucas parecía más abierto en cuanto a la manera en que trataba con él, ya casi no peleaban, salvo en una ocasión que Samuel enfrentó a aquellos chicos groseros que siempre buscaban maneras para burlarse.

Lucas se molestó por armar un escándalo frente al edificio, alegando que no le importaba que siguieran burlándose de él, pero Samuel no estuvo de acuerdo, y se cercioró de que les quedara bien claro que él no permitiría más abusos.

Al menos la entrepierna de uno de ellos, y la mejilla del otro se habían rendido a la primera. Esperaba que eso fuera suficiente para manifestar su descontento.

Cerró sus ojos cuando la luz de la lámpara de techo comenzó a molestarlo. Eran ya las siete con quince minutos, necesitaba comenzar con los preparativos de la cena.

Cuando salió de la habitación escuchó el ruido de las notas, el teclado electrónico, Lucas solía practicar mucho más estos días, parecía estar de buen humor.

Sonrió, no tenía mucho tiempo para comentarle su anhelo de ir a la Universidad con él, las pruebas para nuevo ingreso comenzarían dentro de muy poco.

Él tenía también que prepararse y presentar un proyecto, necesitaba convencer a Lucas de hacer lo mismo, estaba completamente seguro de que él la tendría fácil, era muy talentoso y no tenía la menor duda de que lograría clasificar.

Por su parte, hacía mucho tiempo que no realizaba algún trabajo de pintura, no contaba con las herramientas ni el dinero suficiente, por suerte, de su hermana había nacido la idea de darle un poco de ayuda.

Como regalo de cumpleaños atrasado, Noelle le dio un pequeño sobre con dinero, el cual le permitiría comprar lo necesario para comenzar. Tendría que ir pronto por aquel caballete de madera que había visto en la vitrina de una tienda a unas cuadras del edificio.

—Necesito hablar con Lucas cuanto antes. Las clases comienzan en marzo.

El ruido de la puerta lo regresó a la realidad. Se preguntó quién podría ser, no solían tener muchas visitas, aunque Thomas había amenazado con visitarlos más seguido, lo cierto era que el chico no tenía el tiempo suficiente debido al proyecto que estaba realizando en la escuela, así que no podía tratarse de él.

—¿Quién ordenó comida? —le dijo Oliver a modo de saludo una vez que le abrió.

—Ollie, ¿qué es esto? —Samuel recibió la bolsa, dentro había dos platos con comida.

—River y yo estamos empacando las cosas importantes en cajas para llevarlas al nuevo departamento. Mañana vendrá personal de la mudanza para llevarse los muebles y demás. Compramos comida y decidimos incluirlos.

—Gracias, me ahorraste preparar la cena. No tenía idea de qué cocinar.

—¿Y ustedes cuándo piensan mudarse?

—No lo sé, Lucas no quiere. Me temo que será complicado. —Oliver pudo leer la preocupación en los ojos de Samuel—. Lo entiendo, es tener que adaptarse a otro lugar, abandonar el hogar donde vivió con su madre, donde tiene tantas memorias, aunque creo también que es momento de que cierre un capítulo en su vida. Un cambio le hará bien.

—Tú le harás bien, Samuel —lo animó—. Me tengo que ir, le dije a River que volvería pronto.

—Gracias por la comida. Te veo después.

Samuel miró la bolsa con comida, posteriormente en la dirección del pasillo hacia la habitación de Lucas.

El ruido de una lenta melodía traspasaba las paredes hasta llegar a sus oídos, y, por un momento, no quiso interrumpirlo, pero tenía hambre y quería comer en su compañía.

[...]

Mantenía los ojos cerrados, concentrándose en el tacto de las teclas bajo sus dedos.

De un momento a otro, sus recuerdos viajaron a aquella tarde que tuvo a Samuel entre sus brazos, todavía podía escuchar el ruido de su respiración y del sonido de sus labios, chocar con los suyos, aceptándose y pidiendo más de lo que podían llegar a obtener. Se mordió el labio inferior al grado de ser doloroso.

Pronto, el sonido de su propia voz retumbó en su cabeza.

"Y Samuel... creo que me gustas lo suficiente para perdonarte, que entres a mi baño mientras me ducho. Te libero de la culpa si vienes aquí ahora mismo y terminamos nuestro beso".

Golpeó las teclas causando un sonido abrupto. Se tomó de los cabellos mientras se preguntaba cómo había podido decir eso.

Fue un impulso, lo sabía, Lucas procuraba siempre tener el control de todo, pero ese día en particular sintió tal desorden en su cabeza que no soportó la idea de que Samuel sufriera por su falta de valentía hacia la situación.

Sam no merecía eso, merecía que lo quisiesen, pero ahora no estaba seguro si él era precisamente bueno para Samuel Styles.

Al final sentía que solo podía ser una carga.

—¡Diablos! —se tomó de los cabellos. Era vergonzoso el solo pensarlo, no le había dado uno, sino muchos besos que Samuel tuvo la cortesía de aceptar.

—¿Está todo bien? —Samuel apareció con la bolsa con comida sin anunciarse primero.

Lucas aparentó tranquilidad cuando se giró hacia atrás, permitiéndole a Sam observar su rostro.

Después de aquel día no habían vuelto siquiera a tomar sus manos, no tenía idea de cómo llevar su relación a partir de ahora, ¿Samuel esperaba que le pidiera salir juntos o ya lo había asumido? Ni siquiera le gustaba salir fuera de la calle, ¿cómo podía lidiar con una relación?

La cabeza de Lucas era un lío.

—Sí, me equivoqué, eso es todo.

—Deja eso, la cena está servida. Oliver nos trajo comida. Ven, comamos en la cama —Samuel tomó lugar y sacó los platos con la comida y cubiertos—. Está rica. Deberíamos invitar a Oliver y River a comer.

—No pienso permitir que River venga aquí.

—Pero...

—Es fácil para ti aceptarlo, pero él destruyó la confianza que le tenía. No es bienvenido —dijo sin arrepentimiento alguno—. Dime, ¿ya le dijo a tu amigo lo que me hizo?

Samuel no respondió, en realidad no tenía idea. Supuso que no. Eso había quedado enterrado en el ayer, y no tenía caso odiar a River por eso, incluso Samuel hizo un esfuerzo por olvidar lo que Brittany había hecho, no podía odiar a una persona por errores del pasado si se había arrepentido de todo, pensaba que quizás el enamorarse de River la tomó por sorpresa, no quería herir a Lucas y decidió alejarse; lo de su padre le costaba un poco de aceptar, posiblemente era demasiado, pero después de todo era su vida y ella se casaría pronto con el padre de quien una vez fue su novio.

—Sabes que no. Y no lo hará.

—Él está arrepentido. Sabe que cometió un error y quiere enmendarlo.

—Deberías estar de mi lado.

—Que me gustes no significa que tenga que estar de acuerdo contigo en todo —respondió mirándolo de mala manera, después se avergonzó al darse cuenta de sus palabras. Incluso desde aquel día, no le había dado abiertamente una confesión.

—Que me gustes no significa que tenga que aceptar que no lo estés.

Lucas acercó el plato y olió el contenido, después de cerciorarse de lo que era y que le gustaba, comenzó a probarlo.

Samuel, por otro lado, había permanecido callado mientras procesaba sus palabras. Odiaba esa forma de parecer siempre tan sereno, ¿acaso no experimentaba ningún tipo de inquietud por aquellas palabras? Lucas era imperturbable a su parecer.

Se perdió en aquel rostro. Ver comer a Lucas era bastante agradable, parecía realmente disfrutar de la comida, y esa manera en que lamía sus labios era adorable a sus ojos.

Si Samuel le hubiera dicho acerca de sus pensamientos, era probable que el joven lo tomara como una tomadura de pelo, pues una vez que el ogro gruñía, se perdía todo el encanto.

—¿Terminaste? Retiraré los desechables —Samuel comenzó a juntar todo en la bolsita cuando Lucas tomó su brazo con torpeza antes de halarlo hacia atrás y caer recostado en el colchón ¿Qué si le sorprendió? Estaba más que perplejo, eso había sido bastante inesperado— ¿Lucas?

Si pudiera pasar el tiempo suficiente con Samuel antes de que se aburriera de él, tenía que aprovecharlo.

Lucas había pensado mucho en ello, Brittany solo aguantó unos meses, ¿cuánto podría soportar Samuel antes de arrepentirse?

—¿Lucas? —volvió a llamarlo al reconocer que dudaba.

El castaño se alejó, y mientras se levantaba de la cama, sintió la bolsa que Sam había tenido segundos antes de que cometiera tal estupidez como pretender besarlo.

La tomó y le dijo:

—Yo llevaré esto junto con el resto.

Lucas salió de la habitación, dejando a Samuel en la misma posición. Cuando hubo llegado a la cocina buscó el contenedor de basura, pero al sentir lo ligero que era, supuso que estaba vacío. Tendría entonces que llevar esa bolsa hacia el compartimento de desechos que estaba por el pasillo del edificio.

Pero chocó con alguien al dar la vuelta.

Samuel lo había seguido, y ahora estaba justo enfrente, pues podía sentir su cuerpo pegado al suyo.

Sintió la mano de Samuel apoyarse a la altura de su pecho, después la sensación de su boca tocando la suya de manera lenta pero certera. La bolsa cayó en el momento en que pensó que debía abrazarlo.

Sus largos dedos tocaron su cintura por encima de su ropa, apretó la tela cuando escuchó salir de la garganta de Samuel un sonido parecido a una linda nota musical.

Se permitió jugar y morder su labio inferior con delicadeza un par de veces antes de atraerlo más hacia su propio cuerpo.

Terminaron sentados en el piso de la cocina, Samuel a horcajadas sobre él mientras besaba sus mejillas, sus párpados y volvía a su boca.

Lucas, en cambio, se aventuró a subir la tela de su suéter y tocar la suave piel de su cuerpo.

Glorioso. Podía estar así todo el día, solos los dos, el mundo podía esperar.

—¿Tenemos que hacer esto cada tercer día? —le preguntó Samuel poco después de haber acomodado su rebelde cabello castaño—. No quiero, yo quiero besarte a diario.

Confesó, pero ya no podía estar más sonrojado, el color lo había adquirido desde que decidió besarlo.

—Puedes besarme cuando quieras.

—No es justo. Me haces ver como un abusador.

—Tal vez lo eres —bromeó. Samuel pellizcó ambas mejillas cuando Lucas comenzó a reír.

—Tonto —aprovechó que había vuelto a cerrar sus ojos para besar un párpado una vez más.

—¿Por qué haces eso? —le preguntó, curioso por las veces, ya que Samuel lo había hecho. Pero no podía quejarse, le daba cosquillas y a la vez le encantaba.

—Me gustan tus ojos. —Lucas dejó salir el sonido de esa risa sarcástica que en ocasiones lo sacaba de sus casillas.

—Ahora dices eso, después te cansarás de ellos. Las personas rechazan aquello que está defectuoso.

—¿A eso le temes?, ¿a qué vaya a dejarte? ¿Por eso dudabas el besarme? —Lucas no respondió a ninguna de sus preguntas, pero Samuel sabía que estaba en lo cierto—. No sabemos lo que puede pasar en el futuro, pero te aseguro que jamás te dejaría por eso. Ser ciego no es un defecto, es una discapacidad, y eso nunca te hará menos que los demás.

Escuchar a Samuel decirle eso lo liberó de aquellos sentimientos de temor.

Él no solía ser una persona insegura, todo comenzó desde que perdió la vista, y debido a ello se había aislado del resto.

Su seguridad salió a flote cuando confesó a Samuel que le gustaba, saber que a Sam no le era indiferente, le dio la fuerza necesaria para encontrar las palabras adecuadas y decírselo ese día.

Por un momento en aquel pasillo fue Lucas Miller otra vez, y le gustó descubrir que solo Samuel había logrado traerlo de vuelta.

[...]

Jackson se secó el sudor de su frente con una toalla antes de beber un poco de agua de la botella que se encontraba en una esquina del escenario.

Había estado ensayando con los jóvenes que fueron seleccionados para el musical de baile que estaba trabajando en conjunto con la profesora de teatro. Todavía faltaban dos meses para la presentación, pero quería que todo saliera impecable.

Miró hacia las butacas color rojo vino. Sentado en la primera fila estaba Thomas Parker, el joven que había reclutado para que lo ayudara a hacer los arreglos para la música.

Era bastante despistado y en ocasiones un poco torpe, pero era excelente en su trabajo, y no podía negar que en ese momento lucía justo como le gustaba.

Caminó al borde del escenario y se paró justo enfrente. Thomas alzó su vista de la pantalla de su laptop para ver quién se había acercado.

El profesor Blake le sonrió para después sentarse dejando colgar sus pies, a la vez que ponía la toalla en sus hombros.

—¿Cansado?

—No más que usted —respondió el joven, percatándose del marcado sudor en su playera.

—No hay nadie aquí, puedes hablarme de tú.

—Sigue siendo mi profesor —dijo, intentando distraerse con los botones de su laptop.

—Te equivocas. No soy tu profesor, que trabaje en esta universidad no significa que todos sean mis alumnos —Thomas se encogió de hombros—. Son las siete, ¿quieres ir a cenar algo? Yo invito, te has esforzado mucho esta semana.

—Fabio se esfuerza el doble y no veo que se lo reconozca.

—Fabio tiene quién lo invite. Pero como quieras —se levantó y comenzó a caminar hacia detrás del escenario—. Si cambias de opinión, te espero en el auto.

Fue así que quince minutos después, Thomas se rascaba sus propias uñas con sus dedos mientras tragaba saliva en exceso.

Estaba tan nervioso que pensó en abrir la puerta, saltar por la autopista y brincar por el primer puente que se atravesara en su camino.

Pero más pronto que tarde llegaron a un barrio que para su sorpresa no estaba tan lejos de la Universidad ni de su departamento.

—¿Dónde estamos? —preguntó, después de no ver por ningún lado algún establecimiento de comida.

—Esta es mi casa —dijo apuntando hacia una linda vivienda de aspecto moderno. La casa era de color azul claro con grandes ventanas y ciertas partes con acabado rocoso. La valla le impedía ver el resto, pero supuso que tenía un amplio jardín—. Ven, espera un momento, solo voy a bañarme y nos vamos. El agua caliente de las duchas en la universidad es todo menos caliente. Debe haber un problema.

En el momento que ambos entraron por la puerta de metal negra, un perro pequeño corrió hacia Jackson. Saltó varias veces para llamar su atención y cerciorarse de que supiera que lo había extrañado.

—¡Bibi! ¿Cómo estás, hermosa? —acarició detrás de sus orejas—. Este es Thomas, se quedará contigo mientras papá toma un baño. Puedes ponerte cómodo en la sala, no tardaré.

Jackson se fue y Thomas se quedó en el mismo sitio observando a la perrita sentada frente a él. Nunca había tenido un perro, pero le parecían encantadores.

Se agachó y comenzó a acariciar su cabecita; Bibi respondió lamiendo su brazo. El nerviosismo por estar en casa del profesor Jackson Blake había bajado al pasar los minutos, su total atención ahora la tenía esa bolita de pelos, a la cual ya le había tomado al menos veinte fotos.

—Bibi, me gusta tu papá —le dijo en voz muy baja.

En ese momento Bibi escapó de sus manos para correr hacia adentro de la casa. Thom la siguió. El profesor parecía tener gustos muy modernos, era una linda casa por dentro y por fuera.

Se detuvo a admirar las fotografías en las paredes donde aparecía con su familia, y en la sala tuvo muchas más por mirar, lo que le pareció muy curioso era que en ninguna de ellas estaba sonriendo.

Tomó asiento en el sofá al lado de Bibi y esperó. Le llamó la atención una bonita invitación que estaba sobre la mesita. Sin tener más que hacer, la tomó para leerla. “Brittany James y Frederic Miller”, era la invitación a una boda.

—Mi prima por parte de madre va a casarse —dijo una voz acercándose. Jack estaba vestido y parecía que había secado su cabello con prisa—. Me invitó a su boda, pero no pienso ir.

—¿Por qué no?

—No es de mi total agrado. Siempre me amenazó diciéndome que les diría a mis padres que soy gay si no hacía lo que ella quería —tomó en brazos a Bibi cuando la perrita se acercó a él—. Si yo no le hubiese prestado la moto...

Sacudió la cabeza.

—No tiene importancia, vámonos.

Dejó a su mascota en el suelo y Thomas lo siguió hasta la salida. No hizo otra pregunta, pero se moría de ganas por saber más cosas de él, esperaba conocerlo mejor durante la cena.

[...]

Había permanecido tras la puerta los últimos ocho minutos. Repasaba las palabras que le diría una y otra vez, pero no parecía convencido del todo. Esperaba contar con suerte y pueda convencerlo de ir juntos a la Universidad, no tenían mucho tiempo para prepararse y era importante tenerlo claro.

Apretó los dientes y finalmente tocó a su puerta como pocas veces lo hacía. Un adelante por parte de Lucas fue lo que vino después. Samuel entró y lo vio con su ropa de ejercicio, parecía apenas comenzar.

—¿Te sientes bien, risitas? Nunca tocas.

—De acuerdo, escucha... —le dijo, antes de que el arrepentimiento lo golpeara—. Voy a ir a la universidad —Lucas iba a felicitarlo cuando Sam continuó hablando—, y quiero que tú también lo hagas.

—No te entiendo.

—Quiero que vayamos juntos. Tú puedes estudiar música como Thomas y yo me matricularé en Artes. Thom me dijo de unas becas que están ofreciendo a quienes obtengan los mejores puntajes, hay pruebas orales también. Sé que podemos lograrlo, no será fácil, pero...

—¿Alguien como yo tendría oportunidad dices? —otra vez ese tono burlón—. No te engañes, Samuel. Sería la última persona a la que aceptarían.

—No es verdad. Eres increíble. Iremos y regresaremos juntos, sea como sea, no volveré a soltar tu mano. —Se acercó a él y sostuvo su mano en un agarre suave—. Mi deseo es este, por favor, acompáñame.

Su deseo de cumpleaños, casi había olvidado lo que le había dicho.

“Voy a cumplirte un deseo, lo que quieras”.

Su “risitas” se lo estaba cobrando.

—¿Y si me niego? —se atrevió a preguntar.

—Entonces no voy a soltarte —le apretó una vez más las mejillas, en esta ocasión con más fuerza. El castaño se quejó en el primer momento, pero Sam no cedió—. Cumple mi deseo, anda.

—¡Samuel, duele...! —Las manos de Samuel eran como las de un cangrejo y Lucas no pudo evitar imaginarlo. Ahora, el rostro difuso de Sam era ocupado por un cangrejo con pequeños ojos saltones.

—Si no cumples mi deseo, no voy a dejar de hacerlo —pero la amenaza duró poco cuando logró que lo soltara al tomarlo con fuerza de ambas muñecas, pero sin la suficiente como para lastimarlo.

—Voy a hacer la dichosa prueba solo porque tú me lo pides.

También lo había pensado desde que le dijo a Brandon que dejaría que Samuel fuera a la universidad.

Al principio pensó que podía esperarlo, pero después se dio cuenta de que su vida estaba pasando, si no se decidía ahora seguiría sin nada. No podía depender de su hermana para siempre, y Sam le daba la fuerza necesaria para intentarlo, tener sus propios logros y volver a ser la persona que abandonó en el camino.

Samuel lo abrazó.

Estaba llorando.

Por fin, después de todo lo que había pasado, Lucas retomaría lo que nunca debió dejar atrás, su vida. Contagiado por el éxtasis, comenzó a repartir pequeños besos por toda su cara, en compensación por sus mejillas rojas, acto que hizo sonreír a quien los recibía.

—Risitas, seamos novios.










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