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Capítulo 22 - Es mejor que me vaya.

El fuerte sol de la tarde en Colmar golpeaba el rostro de las cuatro chicas, que se encontraban recostadas sobre el pasto en el patio trasero de la mansión Gómez Quiroga, ellas leían felizmente los libros que habían llevado, parecía que habían sido del agrado de todas, de pronto y sin previo aviso, Viki arrastró su mano en movimientos lentos hasta llegar a la de Dani, quien se exaltó un poco, pero sin despegar su mano del agarre que la mantenía en el suelo. Cristina e Irely se dieron cuenta de lo que sucedía y ambas chicas se pusieron de pie, visualizando aún mejor la escena, un poco confundidas para entenderlo.

—¿Qué hacen? —cuestionó Cristina inocentemente.

Viki y Dani se dieron cuenta que las estaban viendo y se separaron, se pusieron de pie y se sonrojaron al escuchar lo que la menor de la familia preguntaba. Se miraron entre si, sin saber como explicarle a las chicas lo que había sucedido.

—Le estaba mostrando lo suave que es mi mano —sonrió Dani, sin saber que más decir—. Toquen y véanlo ustedes mismas.

Irely no parecía estar convencida con esa explicación, pero al ver que Cristina si se acercó a sentir la mano de su hermana, no tuvo más remedio que hacerlo también, sintió la mano de Dani y si, efectivamente como ella decía, sus manos eran tan suaves.

—Vaya es verdad, por un momento creí que se estaban acariciando en modo romántico —susurró Irely, para luego comenzar a reír.

El rostro de las chicas cambió drásticamente al no saber que responder ante ese comentario, por suerte para ellas, su platica fue interrumpida por fuertes gritos provenientes del interior de la mansión. Dejando los libros sobre el pasto, corrieron a la puerta trasera, entraron y vieron como Joaquín y Angie bajaban las escaleras un poco apenados.

—¿Qué sucedió arriba? —preguntó Dani confundida.

—Es mejor que no pregunten —añadió Angie apenada—. Véanlo ustedes mismas.

—No, ellas no deben verlo —Joaquín se colocó en medio de las escaleras para impedir que las chicas pasaran.

Dani se colocó frente a los amigos de su hermano autoritaria, con la frente en alto le indicó que se quitara del camino, pues debían pasar hacia el segundo piso. Joaquín hizo caso omiso y Angie le seguía la corriente.

—¡Déjame pasar! —gritó Dani enojada.

—Ya escucharon, mejor váyanse de aquí —dijo Viki, posicionándose junto a Dani.

No quedó más remedio para ellos que hacer lo que se les indicó, con pena se quitaron del camino y bajaron las escaleras de prisa. En ese momento, Dani y las demás subieron corriendo, llegando hasta la habitación de Vanya donde se encontraba todo un desastre en el suelo, quedando completamente sorprendidas ante lo que veían.

Como podían Yubel y Yadiel limpiaban las sustancias del suelo con algunos trapos viejos, mientras Jazz intentaba inútilmente sacar a Vanya del baño, para ese momento, Diego ya se encontraba allí, dándole palabras de aliento a su madre.

—Llamaré a mis padres —añadió Karime y salió de la habitación.

Less se mantenía inmóvil en medio de la habitación, nunca se imaginó llegar a ser la víctima de una de las tantas bromas de su hermano, pues se suponía que ambos eran los autores de todas ellas, pero desde que tuvieron su pelea, todo había cambiado y no parecía tener solución pronto, ella no estaba dispuesta a perdonar a su hermano con lo que acababa de hacerle a ella y a su niñera.

—Mamá, tienes que salir, ya todo está bien —hablaba Diego, golpeando levemente la puerta del baño.

—¡No, déjenme en paz! —se escuchó la voz de Vanya desde el otro lado de la puerta—. Es mejor que me vaya.

Un profundo silencio inundó la habitación ante lo último que había dicho la niñera, segundos tan sólo después, la puerta del baño se abrió, dejando ver a Vanya totalmente cubierta de la sustancia que le habían lanzado en los globos, rápido le dio un fuerte abrazo a su pequeño hijo y le indicó a todos los presentes que salieran de la habitación.

—Lo entendí, es mejor que me vaya —susurró ella, indicándole con las manos a todos que salieran.

—Pero Vanya, esto no volverá a ocurrir —mencionó Jazz, intentando acercarse a ella.

La niñera tan sólo negaba con la cabeza y siguió haciendo lo mismo, hasta que todos los presentes se encontraban fuera de su habitación; cerró la puerta, caminó al armario y tomó una de sus maletas para comenzar a empacar sus pertenencias.

—Vamos Diego, tienes que ayudarme —Vanya le entregó una maleta pequeña.

—Si mamá —Diego colocó la maleta encima de la cama y se dispuso a sacar sus cosas del mueble que se encontraba junto a la cama.

***
La sala principal de la familia Gómez Quiroga se encontraba en completo silencio. Todos se encontraban en ella, esperando el regreso de Juan y Maru, quienes ya habían sido avisados de lo sucedido por Karime desde hace horas, ellos tomaron un vuelo de regreso de inmediato y ya se encontraban a tan sólo una hora de volver. Josué se mantenía recostado en uno de los sillones, mirando victorioso a todos sus hermanos.

—Digan algo, se qué todos están molestos conmigo —habló Josué levantándose del sillón.

Él caminó hasta posicionarse frente a Less, quien ya se encontraba limpia de toda la sustancia que había estado en la broma pesada. Ella lo miró fijó y sin previo aviso le dio un golpe con el pie, que ocasionó que su mellizo cayera al suelo retorciéndose del dolor que estaba experimentando. Less victoriosa comenzó a reír sin parar.

—¡Alto! —gritó Jazz poniéndose entre los dos—. El punto no es matarlo, sólo hacerlo que pague por lo que le hizo a Vanya.

—¿Qué? Sólo hice una broma inocente, esa señora está exagerando —se defendió Josué ante tal acusación.

—Eso fue una broma pesada, hubiera estado increíble que se la hubieran hecho únicamente a Less —anunció Jazz enojada—. Pero involucraste a la niñera, esto te traerá muchos problemas con nuestros padres.

Josué se quedó en silencio algunos segundos, luego visualizó la mirada hasta sus amigos que se encontraban muy cerca de la puerta para huir en cualquier momento. Él caminó hasta ellos y los apartó un poco de todos para que no escucharan lo les diría.

—Es mejor que se vayan, yo sabré solucionar esto —susurró Josué, desviando por algunos segundos su mirada hasta Jazz que se encontraba ahora abrazando a Yadiel.

—¿Estás seguro? Nosotros te ayudamos, merecemos culpa.

—No Angie, está bien que sólo él sea el culpable, fue su idea —dijo Joaquín apenado.

—No, no podemos dejarlo solo en esto.

—Angie, está bien —Josué le dio un beso en los labios de despedida—. Ahora váyanse antes de que mis padres vuelvan.

Joaquín abrió la puerta principal y Angie le dio un fuerte abrazo a su novio, lleno de cariño y amor, como lo necesitaba justo en ese momento. Se despidieron y salieron de la mansión con culpa, a pesar de haber sido todo idea de Josué, sentían culpa por todo lo que había pasado.

—¡Hasta que se fueron! —gritó Less llamando la atención de Josué.

—Si, y creo que sería mejor que Yubel también se vaya.

—Tú no tienes derecho de decirle qué hacer —comentó Less enojada.

—Tranquila Less, él tiene razón, no quiero estar aquí cuando tus padres lleguen —Yubel se puso de pie y se dirigió a la puerta.

Less de inmediato la alcanzó y después de una corta despedida, la chica salió de la mansión. Jazz también ya se encontraba despidiéndose de Yadiel, pues él tampoco podía estar para ver los problemas que tendrán con sus padres al volver.

—Fue buena idea que Viki e Irely se fueran temprano —río Cristina, observando a Dani.

—Es verdad, no quisiera que se vieran envueltas en los dramas de nuestro hermano —replicó Dani molesta.

Josué rodó los ojos y caminó hasta las escaleras, se detuvo en el inicio al ver a Vanya aparecer por ellas con una maleta en mano, detrás de ella su hijo Diego, de igual manera con una maleta. Jazz y Less corrieron a posicionarse en el final de las escaleras para visualizar como la niñera bajaba con rapidez.

—Vanya, necesitamos hablar.

—No tengo nada más que hablar, Jazz —sonrió Vanya a pesar de estar destrozada emocionalmente—. Si me disculpan, es mejor que me vaya.

La niñera y su hijo continuaron su camino hasta la puerta principal de la mansión, donde Dani y Cristina ya la esperaban para intentar hacer algo que ocasionara que Vanya no abandone la casa. Ambas respiraron hondo y se acercaron a la niñera, dándole un fuerte abrazo, algunas lágrimas resbalaban por las mejillas de Vanya, quien de inmediato las limpiaba para no verse débil ante la familia.

—Lo siento, tengo que irme —añadió Vanya y tomó la manija de la puerta.

—No lo hagas, por favor. Eres la mejor niñera que nunca tuvimos —soltó Dani sin pensar.

—Vanya, te queremos —habló la pequeña Cristina.

Las palabras de consuelo que estaba recibiendo Vanya, no parecían hacer efecto en ella, estaba decidida en abandonar la mansión, que nada podía hacerla cambiar de parecer. Abrió la puerta y salió de la casa, abandonando así a los Gómez Quiroga. Todos quedaron bastantes sorprendidos, sus padres no habían llegado a tiempo para impedirlo y ya todos se culpaban por la travesura de su único hermano varón.

Karime se encontraba mirando por la ventana el momento exacto en que Vanya y su hijo Diego subían a un taxi, alejándose de la mansión, ella regresó a tomar asiento en el sofá, ya todo estaba hecho y no podían hacer nada para evitarlo.

—Se fue, no creí que fuera para tanto —habló Josué, quien aun se mantenía cerca de las escaleras—. Ahora sí, me siento tan culpable.

—¿Ahora si? —Less se acercó de nuevo a él—. Debiste de pensar en todo esto antes de lanzar esos globos.

—Pensé que sería divertido.

—No lo creo, tú nunca piensas —susurró Less decepcionada.

***
Los segundos, minutos e incluso una hora pasó y el timbre de la casa sonó, indicando que Juan y Maru habían llegado de su viaje, que se suponía debía terminar en un día más, pero por cuestiones personales tuvieron que cancelar y volver. Jazz abrió la puerta y recibió a sus padres con un abrazo, mientras todos los demás esperaban su turno para hacer lo mismo, a excepción de Josué, quien se mantenía sentado en el sofá, esperando el peor castigo que podría sufrir.

—Los extrañamos tanto, hijos míos —exclamó Juan con una enorme sonrisa en su rostro, la cual desapareció al visualizar a Josué a lo lejos—. Tenemos que hablar.

Maru siguió saludando a sus hijos, preguntando todo tipo de cosas ya que había pasado un tiempo desde que no los habían dejado solos en casa por más de dos días.

—Lo siento tanto, estoy tan arrepentido de lo que hice —añadió Josué hincándose en el suelo.

Juan sin pensarlo lo tomó bruscamente del brazo y lo jaló hasta su oficina, donde también entró Maru cerrando la puerta para hablar con su hijo a solas. Todos los demás hijos, corrieron a colocarse detrás de la puerta para escuchar el regaño que le darían a su hermano.

—Explicanos qué hiciste —anunció Juan autoritario.

Josué miró con pena a sus dos padres, quienes se encontraban sentados frente a él, esperando a que comenzara a hablar y a decir todo lo que había sucedido en el día, lo cual lo preocupaba bastante, por más que había ensayado una versión en su mente, ahora se encontraba en blanco sin saber que decir.

—Lo que pasó fue...

—Vamos Josué, no tenemos todo el día —dijo Maru mirándolo con enojo.

—Quería hacerle una broma a Less y la niñera se interpuso en nuestro camino.

—Di la verdad, por favor —susurró Maru decepcionada.

El chico limpió el sudor que resbalaba de su frente, se colocó cómodamente en el asiento y miró fijo a sus padres, los cuales con decepción lo miraban a los ojos.

—Tengo una debilidad por las bromas, ustedes lo saben. No pude evitar planear una cuando la niñera llegó, ella se veía tan amable, que se convirtió en la víctima perfecta, primero comencé con insultos leves hacia a ella, que ahora que lo pienso, eran horribles, no sé porque los dije, estoy tan arrepentido; sabía que la herían y no paraba, ¡Dios!, ¿Qué sucede conmigo?

Algunas lágrimas resbalaron por las mejillas del único hijo varón de la familia Gómez Quiroga, parecía estar realmente arrepentido por lo sucedido.

—Angie y Joaquín me ayudaron, mis hermanos intentaron detenerme, pero no les hicimos caso y la broma se llevó a cabo, sus caras fueron lo mejor, pero ahora me arrepiento. Ahora la niñera no está y Less me odia más que nunca, pero me lo merezco, lo sé.

Juan y Maru se miraron entre sí muy decepcionados, ya tenían en mente lo que harían con su hijo, mientras tanto tendrían que intentar que Vanya regresara a casa, al menos para recibir una disculpa por parte del autor intelectual de la broma pesada que le habían hecho. No podían dejar que se fuera de la ciudad pensando lo peor de la familia Gómez Quiroga, que lo único que intentaba era ayudarla a darle un empleo, cuidando de todos los hijos de la casa.

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