Capítulo 12
Cuando Everleigh se pone a pensar en su pasado normalmente le llegan dos sentimientos tan diferentes pero que la mayoría del tiempo llegan juntos. La alegría y la tristeza.
Antes Everleigh disfrutaba de los más simple placeres. Cada vez que podía le cocinaba a su padre o bailaba con su madre. Everleigh a pesar de poseer todo lo necesario y mucho más, su felicidad era poder disfrutarlo con ellos, las personas que más amaba en todo el mundo.
En el mundo de las empresas y el dinero, Everleigh tiene que tener mucho cuidado y pensar bien a quien contarle las cosas, con quien poder salir y en qué lugares poder hacerlo. Como a la chica nunca le llamó la atención todo eso de la fama, las fotos y la publicidad de los medios, les puso un alto desde el primer día en que su padre comenzó a crecer con la empresa. Por esa misma razón, le fue muy fácil al señor Stephen mandar a borrar las pocas fotos de ella que aún circulaban en la red, donde ni siquiera se le veía bien la cara. Por ese alto que le dio a los rumores y chismes, Everleigh pudo tener una vida feliz y tranquila.
Claramente la gente por cualquier medio posible, buscan que la empresa de su padre caiga, así que Everleigh conoce el peligro constante. A pesar de que su familia se había convertido en un farol para la prensa, la empresa Hamilton, se ha mantenido transparente con cualquier tratado y transacción que se realiza, esto es para hacerle difícil la tarea a los envidiosos e hipócritas que intentan arruinar la imagen de la empresa inventando fraudes, negocios ocultos e ilegales. Por ahora y mientras Everleigh siga a cargo, la empresa seguirá siendo así, todo el dinero será limpio y ganado de manera justa.
La chica y el señor Stephen crearon un plan perfecto para que la empresa Hamilton siga su ritmo sin llamar más la atención de lo necesario. Pero eso no fue todo, como la chica no quería arriesgarse a ser descubierta con su nueva identidad hizo cambios en sí misma. Tuvo que sacrificar el inmenso amor que le tenía a su cabello rubio y lo pintó de negro. Aunque esa fue una decisión que estuvo obligada a hacer, le dolió mucho cambiar lo único en ella que era idéntico a su madre. Pero Everleigh sabía que en su perfecto plan, había un cabo suelto, el único cabo que tiene total poder para arruinar a Alessia Leblanc: su abuela.
La madre de su padre fue la original líder de la empresa, heredada por su padre, el bisabuelo de Everleigh. La abuela de la chica fue obligada a someterse a un matrimonio arreglado para hacer progresar a la empresa. Años después del nacimiento de su padre la pareja se divorció. Luego de un largo juicio, la abuela Hamilton se quedó con todo, dejando a su ex-marido en la quiebra. Desde ese momento logró mantener un liderazgo impecable pero esos años de trabajo la convirtieron en una persona muy estricta y controladora.
En el momento en que su abuela se dio cuenta que su padre estaba saliendo con una mujer de estatus social inferior, enloqueció. Pero su padre se mantuvo firme con su decisión. Lograron llegar a un trato, él podría casarse con ella, si y solo si, seguía el legado de la empresa. El padre de Everleigh no dudo ni un segundo en aceptar el trato, a pesar de que jamás quiso seguir con la empresa, escogió a la madre de Everleigh sobre todas las cosas.
Tras la muerte de sus padres, la abuela de Everleigh quería retomar el mando, pero el testamento le dejaba toda la responsabilidad a Everleigh. A pesar de que la chica no tenía la mayoría de edad logró ganar la empresa en un juicio que duró varios meses. Esa gran pelea provocó la separación de la casi inexistente relación abuela-nieta que tenían. Hasta ahora, el día que Meredith Hamilton encontró a su nieta.
En el momento en que el señor Stephen le comentó a Everleigh que su abuela, no solo la había encontrado, pero que llegaría a Francia para hablar con ella, la chica se puso muy nerviosa. Pero ella sabía que tarde o temprano su abuela la encontraría, pero pensaba que iba a tener más tiempo.
—¿En cuánto tiempo?—pregunta la chica sentándose en su escritorio mientras mira por la ventana.
—No lo sabemos bien, recibimos un correo del encargado del edificio donde su abuela está viviendo. Ella le mencionó que quería ir a visitar a su nieta y que le consiguiera un pasaje a Francia cuanto antes. La compañía de aviones ya está informado de llamar cuando la vean en el aeropuerto.
—¿Cómo se enteró?
—Quería verla, se enteró que había una junta en la oficina de Nueva York y decidió ir a darle una sorpresa. Pero se dio cuenta que en vez de que usted estuviera junto los socios, era una vídeo-llamada. Averiguó que nadie sabía de usted directamente desde la muerte de sus padres. Luego de eso no sabemos cómo logró enterarse.— el señor Stephen, aunque no lo demuestre, está molesto de que su plan no haya salido como debería.
Everleigh sabe que a él nunca le agradó su abuela ya que ella controlaba mucho a su padre, a pesar de eso su padre siempre se interpuso a los deseos de su madre y manejó la empresa como creía que era lo más correcto. Pero el señor Stephen igual está enfadado porque alguien le comentó a su abuela su paradero. La verdad, a Everleigh no le sorprendía, su abuela siempre logra sacar la información que quiere.
—¿Qué haremos si decide no quedarse callada y contar mi secreto?— la chica finalmente se voltea para ver al señor Stephen.
—No hay que pensar en cosas que no permitiremos que ocurran. Por el momento la mantendremos vigilada y cuando aterrice llegaremos a un acuerdo.
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Esa noche Everleigh no pudo pegar ojo. Ella sabe bien que su abuela no va a llegar solo para abrazarla y decirle que la extraña. Ellas no han terminado en muy buenos términos y menos cuando ella no obtuvo lo que quería luego del juicio, la abuela dejó muy claro que ella regresaría por más.
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A la mañana siguiente, la falta de sueño le cobra muy caro. El dolor de cabeza la hizo considerar no ir al colegio ese día pero no puede darse el lujo de perder clases ya que no tiene el tiempo para retomarlas. Poniéndose el uniforme, unos lentes negros que tapan sus ojeras y una cola alta se va al colegio. La chica ni siquiera tuvo ganas de desayunar esa mañana.
—No deje que le afecte, nunca muestre debilidad ante ella, eso es lo que quiere.—le dice el señor Stephen antes de que la chica entrara a la limusina.
Toda esta situación de su abuela hizo que Everleigh olvidara completamente el incidente con Anthoine. Su presencia en la escuela altera los murmullos y las miradas de todas las personas. Everleigh va directo a la sala de baile para verificar que el desastre de ayer estuviera limpio. Al llegar ahí, encuentra a muchos chicos dentro, hablando de lo sucedido, mientras que una señora de servicio termina de limpiar el espejo. Cuando Everleigh entra, deja callados a todos.
—¿No se dan cuenta que no dejan que la señora haga su trabajo en paz?— los chicos voltean a ver a la señora que también se queda mirando a Everleigh.— Así que por favor váyanse y métanse en sus asuntos, de seguro tendrán algo más productivo que hablar de cosas que no les incumben.—rápidamente los chicos salen del salón.— Siento que la molestaran.— la señora se inclina como agradecimiento.— Quería agradecerle nuevamente por sacarme del baño aquel día.
—No hay problema.— Everleigh sonríe para luego darle una mirada al salón antes de dirigirse a la salida. Pero antes de hacerlo la señora vuelve a hablar.— Él ha cambiado mucho desde que usted estuvo aquí por la última vez.—Everleigh se congela. En su mente pasan millones de pensamientos y teorías. La chica se da la vuelta quitándose los lentes mirándola completamente confundida.
—¿Disculpe?
—Usted también ha cambiado mucho.— la señora sonríe mientras mira a la ventana como si recordara algo lejano.— Claro que después de una tragedia cualquiera cambiaría, pero su rostro sigue igual. Idéntica a su padre.
—¿De qué está hablando?—la voz de Everleigh tiembla pero se mantiene firme, tratando de recordar el plan que creó sobre su identidad falsa pero todo está en blanco.— Yo... No sé de qué está hablando, yo soy nueva en este colegio.— la señora finalmente la voltea a ver.
—Cuando la vi ese día fuera del baño creía haberme confundido, ya sabe: la vejez. Pero hoy, al verla entrar con esa seguridad tan característica de su madre, no me quedó ni una sola duda. Han pasado tantos años querida Everleigh.— una lagrima sale de sus ojos mientra se acerca a abrazarla. La chica se queda completamente paralizada, tanto que no le devuelve el abrazo.
—No. Espere.—se aparta.— ¿Quien es usted y como sabe quien soy?
—¡Oh! Pero que tonta.— la señora ríe.— Eras muy pequeña la última vez que te vi. Yo era la empleada de Anthoine St. Clair hace mucho tiempo atrás.— a la chica se le ilumina la cara.— ¿Ya se acuerda no? Usted amaba jugar con los tres chicos. Pero un día tu padre tuvo que irse y ya no volví a oír de ustedes. Hasta hace un año, cuando en las noticias salió el triste accidente. Lo lamento tanto en verdad.
—¡Oh Noni!— A Everleigh se le escapa un par de lágrimas al recordar esa parte de su pasado que había olvidado completamente.— Lamento haberte olvidado, la verdad es que no recuerdo mucho de cuando vivía aquí de pequeña.
—No tienes porque disculparte, fue hace mucho. Me alegra mucho verte. ¿Anthoine ya sabe que volviste? Se pondrá muy feliz.— Fue en ese momento cuando la realidad golpea a la chica. Alguien de su pasado la ha reconocido, no puede permitir eso.
—Noni, tengo mucho que contarte.
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Everleigh le cuenta todo. No estaba en sus planes que alguien se diera cuenta pero en vez de molestarse se alegró de encontrar a alguien tan importante de su pasado, una persona que conoció a sus padres.
La señora comprende la decisión de Everleigh y jura no comentárselo a nadie. La chica le promete invitarla a su casa ya que Noni se alegra mucho al oír que el señor Stephen sigue trabajando para la familia y se muere por verlo.
Everleigh se despide para irse a clase pero la señora la toma de la mano.
—Él ha cambiado, pero no es un caso perdido. Sé que no lo es, solo que su infancia fue muy dura y su padre nunca dejó de presionarlo. E oído que ustedes dos han tenido discusiones, como cuando eran niños.— la señora sonríe tiernamente.— Prométeme que jamás cederás ante el, tú tienes que ayudarlo a que vuelva a ser el de antes.— Everleigh levanta una ceja, confundida e interesada al mismo tiempo. — Lo que Anthoine necesita es que alguien le diga que no y que le enseñe que no puede salirse con la suya siempre. Bueno, tienes que irte, pero antes, si es que lo ves por los pasillos dile que tome mucha agua y que no coma tantos dulces.— Everleigh ríe y finalmente se despide.
Para la sorpresa de todos, Everleigh llega muy sonriente a la primera clase y está emocionada por ver la cara del señor Stephen cuando se entere que una vieja amiga quiere verlo.
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