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La función debe continuar.

¿Qué se cuentan? Bueno, veamos yo hoy tuve esa clase de días inspiradores o no... ya me dirán su opinión al respecto. El punto es que, voy a ser una chica correcta y recordarles que esta no es una historia para menores. Lo que significa que si hay niños frente a la máquina, son unos padres terribles y en verdad deberían reconsiderar lo que están haciendo XDD Es broma, son geniales no los entretengo más a leer. 

Capítulo XXVIII:

                                            La función debe continuar.

¿Nuevamente con caras largas? Tengan cuidado, ustedes, o terminaré por pensar que les importo. Pues bien, supongo que la carga emocional del momento pudo conmigo o sólo había sido una semana jodidamente estresante, fuese como fuese, al abrir los ojos me encontré siendo sacada en brazos de la camioneta.

—¿Qué te dije de cargarme así? —musité con la nariz hundida en el arco de su cuello. Deben saber que él olía exageradamente bien para ser un hombre, sospechaba que incluso prescindiendo de una ducha lo haría.

—Que sólo dejarías a tu futuro marido llevarte en brazos.

—No, a mi marido —aclaré, apartándome lo suficiente para mirarlo de forma significativa. Él sonrió.

—Así que vas a lo seguro, ¿no?

—Hasta cerrar el trato.

—Adoro tu sutileza, Blue. —Con un golpe de su pie empujó la puerta de entrada, y yo no pude evitar sonreír notando que él efectivamente estaba cruzando el umbral conmigo en brazos.

Oh, vamos, soy una chica este tipo de cosas también me pueden.

—Cam.

—Dime. —Inclinó su rostro lo suficiente como para observarme, así que decidí darme el gusto de observarlo también.

El plan inicial era soltar algún comentario mordaz, algo para hacerle saber que su juego de palabras me hacía gracia y me parecía cursi, pero no pude. Me le quedé viendo como estúpida, incapaz de apartar los ojos de sus labios a escasos centímetros de mí. Es decir, este era el mismo chico que miraba constantemente desde la ventana del baño, era el mismo al que acababa de mostrarle mi parte más oscura, y aun así era ese que estaba llevándome en brazos a su casa. ¿Entienden adónde intento llegar? Bueno, francamente no estoy para explicaciones largas o análisis profundos. Así que esto fue lo que hice:

Hundí mi mano en su cabello, trayéndolo decididamente hacia a mí. Por un momento él pareció sorprendido por el repentino asalto, pero no le tomó ni un segundo ponerse al corriente de los acontecimientos. Me besó de regreso mostrando el mismo apetito; aunque no era un beso cómodo, aunque dejándome en el piso podría conseguir más, aunque sus manos se veían condicionadas a sostenerme, aunque mi cuerpo no entraba en contacto en los lugares propicios con el suyo, logró que se sintiera genial. Era esa clase de besos frustrantes, pero demasiados buenos como para detenerlos, ¿comprenden? Me giré tanto como mi postura me lo permitió, probándolo de una manera mucho más osada y retadora. Él en respuesta gruñó algo ininteligible, antes de levantarme lo suficiente como para que mis piernas quedaran extendidas a cada lado de su cuerpo.

Oh, sí, mucho mejor así.

—Blue… —Mi espalda fue a dar contra la pared, en tanto que sus manos se cernían a la parte posterior de mis muslos, abriéndome lo suficiente como para dejarme sentirlo por completo.  

Jalé del cuello de su camisa con tosquedad, dándome espacio para trazar un camino húmedo con mi lengua hasta el lóbulo de su oreja. Él respondió con un empuje de sus caderas que mandó mi racionalidad fuera de mi cuerpo. Su mano derecha liberó mi muslo, mientras apresuraba un camino ascendente a lo largo de mi pierna y más allá. Lo sentí tocando el dobladillo de mi blusa y algo comenzó a cernirse sobre mi hombro, como un fantasma observándome desde las sombras. Cameron, completamente ajeno a mis pensamientos, siguió moviendo su mano con lentitud por la piel de mi abdomen. Juro que intenté no pensar en ello, juro que quise sólo enfocarme en los besos que le daba a mi cuello y en la presión que se había estado construyendo en el centro de mi cuerpo hasta entonces, pero no pude.

Odiando la susurrada maldición que escapó de sus labios cuando lo detuve, bajé el rostro hacia su pecho sintiéndome avergonzada por no poder acabar lo que yo había iniciado. Él no dijo nada, lentamente me depositó en el suelo y colocando sus dedos bajo mi barbilla, me alentó a mirarlo.

—No es una carrera, Blue… —Dejó un cálido beso en mis labios, dando un paso hacia atrás—. Voy a darle de comer a Cassi. —Su voz se sentía ronca, aún atrapada en la necesidad que yo misma estaba sintiendo.

—Cam —lo llamé, haciendo que se detuviera al instante—. No…

¿Me creerían si les dijera que no supe qué decirle? Se me ocurrieron muchas formas de acabar esa frase luego, pero en ese instante sólo fui capaz de sacudir la cabeza.

—Ha sido un día largo, mejor ve a dormir un poco ¿si?—Me sonrió tranquilizadoramente, algo que en verdad no me tranquilizó en lo más mínimo—. Me uniré a ti enseguida.

Asentí, porque aunque quisiera hablar esa función parecía haber sido reemplazada por la de estupidez a niveles insuperables. Lo vi marcharse en dirección a la cocina, su espalda firme, su paso decidido, sus manos dentro de los pantalones de mezclilla. Nadie que lo viera entonces, pensaría que había estado apretándome contra una pared dos minutos antes; pero créanme, Cameron era un experto en lucir casual sin estarlo realmente. Ya sabrán a lo que me refiero.

                                                                ***

De regreso en la habitación me tomé un tiempo para observarme en el espejo a conciencia, nada de narcisismo aquí. A decir verdad de estar en buenos términos con mi cuerpo, no habría saltado como una virgen asustada cuando Cameron metió su mano debajo de mi blusa. Sabía que él no se molestaría por el retroceso, no, la molesta era yo. ¿Por qué no podía sólo dejarlo hacer? Ya le había mostrado lo que ocultaba, ya le había contado la razón de ser de esas cicatrices, por lógica debería ser simple pasar de ellas. Pero era tan jodidamente consciente de su existencia, como lo era de mi imagen reflejada. Si tan sólo existiese un modo de ser alguien más por unas horas, tomar prestado el cuerpo de una mujer normal que no pareciera una niña desnutrida y torturada, entonces esto sería un negocio más simple. ¿Era mucho pedir? Sí, tal vez lo era. Nómbrenme una mujer que esté feliz con su cuerpo, porque juro que iré a estrecharle la mano a lo de ya.

Me metí en la cama cuando diez minutos de observarme, no me trasladaron mágicamente al mundo de Alicia para el intercambio deseado. Tenía una posibilidad más, ¿no? Más allá de lo mucho que yo detestara mi apariencia, no podía hacer de cuenta que a él no le agradara. Por las razones que fuesen, Cameron me encontraba atractiva y debía usar eso como arma. Tal vez en la oscuridad de la habitación, sería más simple ir por ello.

Pero el tiempo siguió pasando y lo que primero fueron quince minutos para alimentar al perro, se convirtieron en veinte y estos en treinta, y esos se tradujeron como mis parpados comenzando a sentirse pesados. Después de todo, parecía que el jueves no sería el día. Me fui acurrucando en las mantas lentamente, hasta que la naturaleza me recordó que llevaba todo un viaje en carretera aguantado en mi vejiga. Arrastrándome fuera, decidí hacer todo el proceso completo antes de que la fatiga se terminara de apoderar del resto de mi cuerpo. Me saqué la ropa de viaje, robando una camiseta de Cam que parecía un vestido para mí; luego me deslicé en puntas de pies al cuarto de baño, pero cualquier plan que hubiese tenido al llegar allí murió ante la escena que se desarrollaba puertas adentro. Tuve un momento de mierda, luchando con mi decencia que me exigía apartarme de la puerta y darle privacidad en su ducha. Pero de haber querido privacidad él habría cerrado la puerta por completo, y no dejado aquel resquicio abierto que podía empujar con un simple suspiro para que me otorgara una vista más amplia de lo que ocurría bajo el agua, ¿verdad? No respondan.

Él estaba allí de frente a la cascada que caía sobre su espalda y cabeza de forma indiscriminada, su frente posicionada sobre el puño que descansaba en los azulejos, sus ojos cerrados, sus labios presionados en un rictus mientras que su otra mano se demoraba un instante demás y se tornaba ruda, apresurada y decidida sobre él mismo. Entreabrí la boca a mitad de un jadeo, recordándome el proceso de inspirar y expirar acostumbrado en las personas; pues fue entonces cuando caí en cuenta de que estaba viéndolo darse placer. Y que contrario a lo que pensaría, se veía malditamente apetecible allí bajo el agua: acelerando los movimientos de su mano, acompañándolos con los de sus caderas, dejando ir suaves gemidos a tiempo que sus músculos se tensaban y relajaban simultáneamente.

—Dios… —Y así fue como cagué mi espectáculo, verbalizando lo que estaba pensando sin darme cuenta, captando automáticamente su atención y congelándome bajo su escrutinio mortificado—. Lo siento.

Cerré la puerta de un bandazo detrás de mí, sintiéndome yo como la que había sido atrapada haciendo algo indebido. No que considerara que lo que él hacía era indebido, a decir verdad me pareció sexy a rabiar y lo único que habría querido era darle una ayuda. Pero es que acaso no se dieron cuenta de que soy una estúpida en todo lo que refiere a esto, ¿no lo notaron aún?

—¿Marín?

Estaba alcanzando la puerta de la habitación cuando sentí su voz, era tonto hacer de cuenta que no lo había escuchado o visto para el caso. Así que me volteé, esperando que no estuviese molesto—o quién sabe—por lo que acababa de ocurrir. ¿Cuál era el protocolo a seguir en situaciones como estas? Mierda, por qué Audrey no me había dado un consejo útil.

—Yo… —Él se acercó por el pasillo, apretando el nudo de la toalla que llevaba en las caderas. Todavía las gotitas destellaban en su torso y caían de su cabello, lo que me hizo notar que había salido de la ducha en una exhalación—. Sólo quería ir al baño, no sabía que estabas allí.

Ni tampoco que te verías tan apetecible tocándote, pensé en agregar. Pero luego opté por ver su reacción antes.

—No pasa nada.

¿Acaso se había sonrojado? Maldita sea, no quería que se desanimara. Él era libre de hacer con su cuerpo lo que le viniera en gana, diablos, yo quería hacer con su cuerpo lo que me viniera en gana, ¿entienden el punto?

—No era mi intención mirar. —«Acaba con esto, Marín»—. Pero es que no podía apartar mis ojos de ti.      

Sus cejas se dispararon hacia arriba en un gesto de sorpresa, el cual fue lentamente reemplazado por una tentativa sonrisa.

—¿No? —inquirió confiriéndole cierto tono de censura a su voz. ¿Era esto parte de un juego? ¿Debía responder con honestidad? ¡A la mierda!

Pasé mi lengua por mis labios, sintiéndolos repentinamente desérticos y él lo notó, sin duda alguna lo notó.

—No, te veías sorprendente. Y sólo podía pensar en lo mucho que me hubiese gustado acompañarte. —Ok, aquí cabían dos posibilidades. La primera que él no apreciara la idea de una mujer tan directa que tomara la iniciativa, o la segunda; que él estuviese esperando eso de mí.

¿Se imaginan cuál de las dos fue?

—¿Eso pensabas?

Asentí, a tiempo que Cameron daba un casual paso más cerca.

—Me preguntaba… —Colocó la cabeza de lado, aguardando a que continuase y me sonreí internamente, viendo a ese espécimen de hombre perfecto atento a cada uno de mis movimientos—. En qué pensabas tú.

—¿En quién? —Volví a asentir, viendo su mano cruzar por sobre mi hombro para encontrar la pared a mis espaldas. No me estaba tocando, pero no era necesario para sentir su presencia devorando la mía—. ¿No es obvio?

—En mí. —No respondió, pues el juego no era así y acababa de entenderlo. Él hacía las preguntas, para guiarme a responder y me agradaba ese enfoque, le daba cierto toque de distancia a la usual manera en que nos tratábamos—. Pensabas en mí.

—¿Y qué hacía contigo? —Sus palabras soplaron mis labios, él cada segundo parecía estar más y más cerca, lo cual dificultaba un poco seguir el hilo de la argumentación—. ¿Marín? ¿Qué hacía contigo?

Claro, claro, tenía que responder. «¡Enfócate, Blue!» 

—Me… —Diablos, diablos, que esto suene sexy—. Me ponías de rodillas frente a ti…

—¿Y luego? —Parecía complacido con mi representación del escenario, lo cual me animó significativamente.

—Me… —Lamí mis labios, echándole una mirada a su torso desnudo por un largo segundo—. Me pedías que te tomara con mi boca.

—¿Lo hiciste?

Asentí con una media sonrisa juguetona.

—Y te encantó… te hice gemir mi nombre, varias veces.

Un suave quejido escapó de su boca, justo antes de que estrellara sus labios contra los míos. Me moví torpemente hacia atrás, golpeando la puerta de la habitación y ésta no presentó resistencia bajo mi peso. Afortunadamente Cameron reaccionó a tiempo, enganchando su brazo a mi cintura para no dejarme caer. Entre besos duros y pasos inciertos, fuimos haciendo nuestro camino a la cama. Justo cuando él planeaba empujarme sobre ella, coloqué mis manos sobre sus hombros para luego sentarme en la esquina del colchón y quedar frente a frente con su toalla. Alcé los ojos para darle un leve vistazo, su pecho se alzaba agitado tras el arrebato de besos y sus manos habían quedado enredadas en mi cabello. Sexy, era poco para describirlo entonces.

Era ahora o nunca, me dije internamente, mientras pasaba mi índice por el contorno de su tatuaje sutilmente escondido bajo la tela blanca de la toalla. Cameron presionó su agarre entorno a mi cuello y cabello, en tanto que lo liberaba de la única barrera que entorpecía la realización de la fantasía. Esta no era yo, esta parecía ser otra mujer que había poseído mi cuerpo, una mujer que quería cumplir los deseos de ese hombre más que nada. Nunca antes había hecho algo como fingir ser alguien más, pero de momento funcionaba e iba a lanzarme a ello con todo mi arsenal.

Él gimió cuando mis manos trajeron su necesidad de nuevo a la vida, estaba duro y caliente bajo mi tacto, haciendo que mi apetito y la presión entre mis piernas creciera. Me incliné para tomarlo con mi boca, dejándolo que se empujara dentro de mí, permitiéndole que marcara el ritmo y amando la forma en que repetía mi nombre. A veces mi nombre, a veces aquel que él me había dado hacia tanto tiempo.

—Dios, Blue…

Me aparté, mirándolo un instante.

—¿Te gusta eso?

—Me encanta, me encanta tu boca… voy a hacerlo con cada parte de tu cuerpo.

Y a mí me encantaba su respuesta, por lo que retomé mi tarea animada por lo que esto creaba en mí. Primero lo rocé con mi lengua, amagando a tomarlo y luego negándole la entrada. Me recreé jugando con él, hasta que hundió su mano en mi cabello llevándome a donde quería tenerme. Lo recibí, succionando con avidez por algunos minutos. Cualquiera pensaría que era una profesional en eso. Lo extraño era que nunca me había gustado mucho el sexo oral, al menos no darlo, al menos no hasta él. Había algo completamente distinto en tomar a Cameron en mi boca, había algo nuevo que se había encendido en mí.

—Mierda… Marín…—Jadeó algo más entre dientes, y supe que iba a venirse. Intentó apartarme, pero sólo fue necesario un simple guiño por mi parte para hacerle saber que estaba bien con ello. Porque a decir verdad, quería sentir el fruto de mi trabajo por completo y lo hice.

¿Les prometí porno o no? Juro que habría hecho falta una cámara en esa habitación, porque esa era mi mejor performance y todavía no había llegado ni a la mitad del primer acto.

Cameron me jaló hacia arriba, pasando sus manos por mi rostro como si intentara verificar que era real, que estaba allí y que acababa de hacer eso con él. Su boca volvió a caer sobre la mía, haciendo que mi cabeza diera vueltas por la intensidad depositada en ese beso. Entonces se apartó, mirándome con un gesto que me fue imposible de determinar.

—Tú significas mucho para mí. —No dije nada, porque me había tomado desprevenida la confesión—. ¿Entiendes? ¿Serás capaz de recordar eso siempre?

No comprendía el propósito de la pregunta, pero tampoco quería indagar más de la cuenta. Él quería que supiera que le importaba, y eso estaba bien para mí, también me importaba mucho.

—Sí —acepté, causando que una sonrisita suave se posara en sus labios.

Cameron me besó de nuevo, pero no había urgencia en esa ocasión sino delicadeza y calma. Sus manos pasearon a lo largo de mis laterales, siguiendo el recorrido de la camiseta que cubría hasta la mitad de mi muslo.

—Te ves hermosa en mi ropa.

—¿Ya puedo ser bombero? —Hice una pose tonta, para que pudiera apreciarlo por sí mismo y una suave risilla retumbó en su pecho.

—Sí, y rescatarás gatitos. —Sentí como su mano errante subía y bajaba en un acotado espacio de piel en mi pierna, casi como si estuviese decidiendo si atravesar o no la barrera de la camiseta.

Mordí mi labio inferior, deseando que aquella mano terminara la tortura y fuese a aquel punto de mi anatomía que estaba gritando por su atención.

—Cam… —susurré clavando mis dedos en sus hombros para atraerlo, pero él no se movió.

—Dime qué quieres.

—No… —No podía hacerlo, no era buena en eso. Necesitaba que él hiciera lo que creía que quería y ya desde allí veríamos. Pero al parecer, Cameron tenía otros planes.

—Entonces te diré lo que yo quiero.

Oh, joder, se veía tan sexy con sus labios rojos y húmedos por los besos, que no había manera en el mundo en que pudiera negarme ya.

—Haz lo que quieras. —Su mano subió unas pulgadas más arriba por entremedio de mis piernas, aún permaneciendo demasiado lejos para mi gusto.

—Bien, quítate la camiseta.

—¿Qué?

Él frunció el ceño como si le molestara mi pregunta, pero no es que necesitara explicarle esto ¿cierto? ¿No podíamos empezar por otro lado? Al ver que no me movía, Cameron sacó su mano y se apartó dos pasos para observarme intensamente.

—Te dije que te quitaras la camiseta —la orden en su timbre era fácilmente palpable, pestañeé confusa—. ¿Harás lo que quiero o no?

Puede que esto les suene extraño, pero este Cameron demandante me gustaba y mucho. Este Cameron no me estaba dejando opción a replica, era el Cameron que me decía que hiciera lo que quería pero no porque lo impusiera, sino porque sabía que también era lo que yo quería.

—¿Mi camiseta? —inquirí, tratando de ver si había captado bien este cambio de roles.

—Sí, quítatela. —No hubo ni una pizca de vacilación en su tono, lo cual me infundió un valor que creía perdido. Si él podía ser el demandante aquí, si él podía ser alguien más, ¿entonces qué me impedía ser otra? No era sumisión, era un enfoque distinto de perspectivas. Sabía que no me obligaría si yo deseaba no seguir adelante, lo extraño era que al dejar planteado el desafío me daba más ganas de hacerlo, ¿entienden?

Tomé el dobladillo de la camiseta, dudando sólo un segundo antes de tirarla por encima de mi cabeza y dejarme casi completamente expuesta a su escrutinio. Lo miré, sus ojos azules hicieron un recorrido apreciativo sobre mi silueta y de algún modo elemental, supe que le gustaba lo que estaba viendo.

—Súbete a la cama. —Di una pequeña inspiración, retrocediendo hasta que mis rodillas golpearon el borde de la cama. Me senté dispuesta a colocarme contra el respaldo, cuando Cameron alzó su índice para detenerme—. Ahí, quédate ahí.

Y así lo hice, observándolo como se acercaba a mí completamente a gusto con su desnudez.

—Separa las piernas. —Algo estaba temblando en ese lugar, porque hacía que todo mi cuerpo se agitara con la simple enunciación de esas palabras. Él me miró desde lo alto, deteniéndose entremedio de mis piernas pero sin hacer ningún movimiento hacia mí—. ¿Estás mojada? —Asentí incapaz de pensar una respuesta, él se colocó de rodillas entonces—. Muéstrame.

Oh, jodido Dios, definitivamente Cameron sabía lo que hacía y no tenía problemas en expresarlo. La cuestión era que se veía tan calmado pero absorto en su papel, que me impulsaba a querer estar a su altura. Así que llevé mi mano dentro de mis bragas que estaban, literalmente, haciendo aguas por él. Y luego le presenté mis dedos húmedos para que pudiera verlo, a lo cual Cameron respondió abriendo la boca y llevándoselos al interior con un suave jaloncito de su lengua.

—Otra vez… —pidió, voz ronca y sensual de por medio.

Volví a repetir la acción, demorándome un segundo extra en la necesidad de aplacar el dolor entre mis piernas por mis propios medios. Pero él me censuró con su mirada, tomándome por la muñeca para frustrar mi cometido. Sus ojos fueron a Walter en un parpadeo fugaz,  y entonces comenzó a jalar de los velcros hasta que pude sentir la brisa de su respiración golpeando mi piel.

—No hagas ningún movimiento extraño, ¿bien?

—Bien. —La pierna ya no me dolía tanto, pero sabía que debía tomarlo con calma y que aquel era un permiso temporal.

—Quiero probarte. —Iba a decirle que no podría aguantar mucho tiempo más esa tortura, pero él me sonrió haciendo un gesto con sus manos para que separara más las piernas.

No me dio tiempo a reacción, colocó su mano sobre mis bragas presionando allí donde antes había estado yo. Sus dedos se movían firmes, mientras depositaba besos en la cara interna de mis muslos, como si estuviese marcando un nuevo camino feliz para él solo. Cuando no pudo avanzar más, colocó su mano en mi bajo vientre empujándome hacia el colchón. Alzó mis caderas con delicadeza, para luego deslizar mis bragas lentamente por mis piernas. No parecía que estuviese apurado, aun cuando yo sentía que me estaba consumiendo en llamas esperando.

—Cam…

No me hizo caso, o quizá ni me escuchó, pues en ese momento hundió su rostro en mi entrepierna y creo que yo también perdí mis facultades primarias, limitándome a sostenerme de las sábanas como al último salvavidas del Titanic. Al principio el roce de su lengua fue superficial, lamiendo y succionando con destreza, mientras que sus dedos se abrían camino a mi interior con la sutileza propia de alguien que sabe medir los ritmos. Lo sentí penetrándome con dos dedos, e involuntariamente tiré de su cabello para afianzarlo a ese punto que parecía ser el ganador. Él lo comprendió, comenzó a moverse más rápido, alternando los lametazos de su lengua con la entrada y salida de sus dedos a un ritmo acompasado. Sus dientes raspando la suave carne de mi pubis, sus gemidos, los míos, su empuje, mi amarre, su succión, mi grito y una última ondulación de mis caderas con la que lo llevé más adentro. Entonces ocurrió, el estallido de luces detrás de mis parpados, el silencio ensordecedor en mis oídos y el torrente de sensaciones como descargas eléctricas corriendo a lo largo de mi cuerpo. Me volví una muñeca de trapo en la cama.

Cameron no se apartó hasta que me hubo succionado la última de mis fuerzas, lentamente liberé las sábanas y su cabeza, esperando el instante en que se incorporó para observarme con una sonrisa húmeda de suficiencia.

Colocando una rodilla entre medio de mis piernas, me instó a deslizarme hacia el centro de la cama. Su cuerpo se cernía sobre el mío, como si me estuviese acechando a una corta distancia. Lo miré, aguardando y él finalmente se inclinó para permitirme probarme en combinación con su boca. Cameron arrastró un camino de besos por mi cuello, bajando hasta mi esternón y de regreso, pero omitiendo cualquier parte intermedia. No lo habría detenido en caso de que hubiese ampliado su exploración, pero agradecía el detalle de que no quisiera empujar los límites tan pronto.   

—Necesito estar dentro de ti…

Mordí mi labio con fuerza, porque era simplemente magnifico escucharlo hablar entre jadeos irregulares. Había verdadero deseo en esas cinco palabras, y sí, todavía era capaz de contar llegado ese punto.

—Y yo te necesito allí.

Él me sonrió apartándose hasta la mesa de luz y… puede que ahora crean que era una fetichista consumada, pero hasta en la acción de verlo colocarse un preservativo podía encontrar un nuevo pasatiempo.

 Cualquier pensamiento quedó relegado al olvido, cuando estuvo de regreso en la cama. Me besó como para confirmar que aún estaba dispuesta a seguir adelante, yo enredé mis manos alrededor de su cuello atrayéndolo hacia mí tanto como me fue posible. Lo oí murmurando algo contra mis labios, mi cuello y luego el abrasador calor de su lengua sobre mis pechos; lo presioné con la sutileza y la timidez olvidadas en mi otra vida, algo que pareció agradarle. Entonces Cameron sonrió tenuemente posando otro beso en mi tráquea, mientras sus parpados caían velando su expresión al momento en que se empujó dentro de mí. En esa ocasión no hubo espacio para la calma, él me instó a recibirlo con el mismo ímpetu con el que me tomaba. Me abracé a su espalda, bajando mis manos hasta atrapar su trasero y jalar de él más adentro, casi como si cualquier insignificante distancia fuese demasiado. Cobramos un ritmo acelerado en cuestión de minutos, mientras lo alentaba a seguir adelante y él me recordaba lo hermosa que era entre jadeos, maldiciones breves y su respiración superficial. Empecé a sentir que mi orgasmo comenzaba a construirse en algún lugar fuera de mi cuerpo, así que le di la bienvenida con un último grito ahogado, cuando éste repentinamente me golpeó y no hubo fuerza humana que me trajera de regreso de esa caída. No estaba segura si él lo había alcanzado o si se seguía moviendo, pues ese fue mi momento egoísta de disfrute en que dejé de ser Marín y me fascino.

Así que finalmente ocurrió, no cambié mi nombre pero fui otra. Otra que consiguió hacer las cosas osadas que antes creía imposibles, y fue en jueves ¿vieron? Lo que demuestra que soy una chica malditamente decidida.

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Lucas: Espero que no hayan estado leyendo eso en voz alta, podrían herir sensibilidades.

Cam: Huelo envidia.

Lucas: Pues date un baño, seguramente Jace podría instruirte al respecto.

Jace: Vete al infierno, Lucas.

Cam: No hay manera de que hoy echen a perder mi buen humor, así que voy a dedicarle este capítulo a una lectora encantadora, no sólo porque nos habla a cada uno, sino porque ya hasta se ha ofrecido formalmente a darnos asilo en España. Así que, Ana María (Ana_hg), espero que hayas disfrutado de tu cap. tanto como yo. Para que veas que tomo nota de todo lo que me dicen, y no te sonrojes con esto, cariño ;)  

Por cierto, dejé dos fotos en twitter donde estamos con Blue. Se pasan... o no, y Tammy pide que dejen una opinión sobre capítulo... o no :D Ya verán que somos una sociedad muy democrática. Adiós. 

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