
XLVII. Sé valiente
—No tenías que hacerlo —María lo dijo, mirándola sólo un momento. Desde lo sucedido esta mañana, haber despertado aferrada a ella y babeado su hombro, no podía ni siquiera sostenerle la mirada sin que su rostro se encendiera. Era tan vergonzoso y horrible lo que había hecho que seguramente Sarah no le decía nada sólo porque era muy buena persona.
Sarah le sonrió, para después mirar a Tony y Steve en los asientos traseros. Llevaban a Luna con ellos.
Pero María siguió hablando: —Sé que es sábado y seguramente tienes que trabajar o quieres tomar un día libre, o sólo tú y Steve, o...
—¡Y yo! —Tony gritó, aunque ni siquiera estaba seguro de qué hablababan. Luna ladró de acuerdo—. Yo también, yo con Steh. ¿Puedo ir, mamá de Steh? ¿A dónde?
—¡Tony! —María lo regañó. ¿Por qué Tony era así?
Sarah se rio. —No vamos a ningún lugar todavía, Tony, pero sí puedes ir. Siempre serás bienvenido con Steve y conmigo, a cualquier lugar y en cualquier momento.
Tony volteó a mirar a Steve, éste ya lo miraba. Sus miradas se encontraron y las sonrisas se ampliaron. Tony extendió sus manitas y Steve las encontró a mitad del camino con las suyas, se apretaron con fuerza y después se inclinaron uno al otro, sus labios juntándose en un beso adorable y tierno.
—Iugh —luego Tony se quejó—. Luna chupó mi codo, Steh. No me gusta.
Steve miró a su pequeña cachorra que intentaba llamar la atención de Tony. —Es que es chiquita, Tony, y no...
Tony hizo varios "Jum", tratando de alejar a Luna, pero ella seguía yendo alegremente, seguro creyendo que estaban jugando.
María sonrió, mirándolos. Le dolía un poco acabar con esto, pero suponía que ya era tiempo y era necesario, ¿no?
* * *
Sarah había estado tan distraída, con sus propios sentimientos y el tratar de darles un nombre, que simplemente siguió las instrucciones de María y no notó dónde estaban hasta que dio la última vuelta y ésta le dijo que habían llegado.
Sus ojos se abrieron demasiado cuando vio el fraccionamiento en el que estaban. No estaba lejos de su casa, pero aun así... Algo pesado se sintió en su pecho y de repente le costó respirar.
María habló antes de que ella pudiera decir cualquier cosa. —¿Te gusta, Tony?
Tony dejó de luchar un momento con Luna para atender a lo que su madre decía. Él asintió cuando vio la modesta pero bonita casa azul. —Cielo, como los ojos de Steh.
María sonrió un poco menos preocupada ahora. Porque si a Tony le gustaba, todo iría bien. —¿Te gustaría vivir aquí?
Entre las cejas de Tony apareció una pequeña arruga. A él le gustaba donde vivían ahora.
Pero decidió que primero se iría a lo importante: —¿A ti te gusta, mami?
María se encogió de hombros. —Si a ti te gusta, a mí también.
Los labios de Tony se fruncieron. Se giró hacia Steve de nuevo. —¿Te gustaría vivir aquí, Steh?
María sintió un nudo en su garganta que le impedía decirle que serían sólo ellos dos.
Sarah parpadeó, porque ella no tenía la inocencia que los tres años de Tony le daban y ya entendía qué estaba pasando aquí. Pequeñas lágrimas acumulándose ya.
—¿Tú quieres vivir aquí, mami? —Steve preguntó a su vez.
Sarah no pudo evitar mirar a María. Se mordió el labio cuando lo sintió temblar.
María extendió su mano cuando notó lo brillante de sus ojos. No le gustaba que Sarah llorara. No quería hacerla llorar; al contrario, quería quitarle una carga y ser una mejor amiga para ella.
Pero Sarah sacudió su cabeza y salió de auto.
—¿Hay comida? —Tony preguntó, porque eso era importante ya que en su primer casa no siempre había—. ¿Y almohadas suaves y grandes? —como las de la casa de Steh, una donde pudieran dormir los dos juntos—. ¿Y puertas, mami? ¿Hay puertas y estrellas?
María sintió sus propios ojos rebozantes de lágrimas. No era justo cómo había vivido Tony sus primeros años.
Steve, muy serio, dijo: —Me gusta el color, Mary, mamá de Tony, pero me gusta más mi casa. ¿Podemos vivir ahí siempre? Mi mami dijo que puedo vivir con ella siempre, hasta que sea viejito. ¿Puede darme a Tony para que viva conmigo también?
María se rio, a pesar de sus lágrimas. El cariño de estos niños eran tan puro que dolía.
—Puedes vivir también —Steve le aseguró—. Eres mamá de Tony y me caes bien y a Luna también. Y a mi mami le gustas, puedes vivir en su casa por siempre también.
María se quedó sin palabras. Esto no iba como ella esperaba, creía que Tony se pondría feliz de tener una nueva casa bonita para ellos. No pensó que lo primero que haría sería invitar a Steve a vivir con ellos y, éste a su vez, a Sarah.
Sarah.
¿Ella le gustaba a Sarah? ¿Cómo? ¿Como una amiga? ¿Como la mamá del mejor amigo de su hijo?
* * *
Sarah, con la mano todavía en el tronco de un árbol cercano, respiró profundo cuando escuchó la puerta del auto abrirse. No escuchó risas ni vocecitas chillonas y gritos, así que no eran Tony ni Steve; fueron pasos tímidos los que fueron acercando.
—No me habías dicho nada —dijo, sin voltearse, cuando sintió a María tocarla tímidamente. No se atrevió a mirarla porque no sabía qué locura cometería: decirle que la apoyaba si quería mudarse, rogarle no hacerlo o incluso confesarle sobre esta extraña sensación que últimamente la invadía con lo relacionado a ella.
—No había tomado la decisión. Yo te agradezco, nunca podría dejar de hacerlo, todo lo que has hecho por nosotros. Ni en mil vidas podría pagarte, ni siquiera ahora que tengo el dinero de Howard, porque nos salvaste la vida, nos sacaste de ese infierno en que estábamos y es algo que va más allá de lo económico. Pero no sé...creo que...no lo sé, ¿es incorrecto seguir abusando de tu hospitalidad y del cariño que Steve siente por mi hijo?
—No es sólo Steve. Yo también quiero a Tony. Y a ti.
Y a ti. Fue con esas tres palabras que Sarah por fin la miró.
María sonrió tímidamente y –quizá por un impulso– fue a abrazarla, dejando su frente en el hombro de ella.
Sarah no tardó mucho en rodearla con sus brazos, recordando un poco esta misma mañana. —Sabes que la vida real no es como en las películas, ¿no?
María se tensó, pensando que se refería a su sueño de tener una casa para ella y para Tony, ¿era muy absurdo?
Pero Sarah acarició su nuca, masajeando un poco. —Sobre tú en mi hombro y eso, ya sabes de que hablo. María, es normal; somos reales y no seres ficticios perfectos, despertamos con el cabello hecho un desastre, quizá con mal aliento y algo de baba por ahí. Por Dios, no te avergüences y te alejes de mí por eso, tonta.
María simplemente la apretó con fuerza, sin decir nada.
Sarah tomó fuerza y, después de un momento, dijo: —Si es lo que quieres, yo te apoyo. Y Steve y yo podemos ayudarlos a elegir, porque no pensaras que se van a deshacer de nosotros al cambiarse de casa.
María se rio y Sarah fingió no notar las lágrimas que ahora humedecían su hombro.
Lo dijo mientras esa vocecita en su cabeza gritaba “Sé valiente y dile la verdad, dile que se quede, dile que quieres que se quede. Pídele que se quede porque tú quieres que lo haga, porque la quieres”.
El golpecito de unos puñitos en el cristal y los gritos y ladridos las hicieron separarse.
—¿Si vamos a vivir aquí, mami? —Steve preguntó apenas abrieron el auto y les quitaron los cinturones de seguridad para que salieran—. ¿Por qué? A mí le gusta nuestra casa y a Tony también.
Tony asintió, tratando de nuevo de quitarse a Luna de encima ya que ahora mordía su pantalón tratando de tirar de él. —A mí también, mamá de Steh. Me gusta... ¡Ay, Luna, quítate! ¡No quiero ir! ¡Mira, Steh, mira cómo es!
Sarah decidió decirlo ahora antes de que se distrajeran más los niños: —Tony y María quizá sí vivan aquí, Steve. Si les gusta. Pero tú y yo no.
Tony dejó de pelear con Luna. ¡¿QUÉ?!
Steve puso una mirada que rompió el corazón de Sarah. —Pero, ¿por qué? ¿por qué ya no quieren vivir con nosotros? —Tony dijo un lloroso “Yo sí quiero, Steh”—. ¿Por qué, mamá de Tony? La casa es grande y yo cuido a Tony... ¡De verdad! Tony es mi niño, mi niño estrella... ¡No puedes llevártelo, no puedes!
—Steve —Sarah intentó calmarlo, pero Steve negó y siguió: —¡No pueden! ¡Es mi estrella y ahora tenemos a Luna! Es nuestra bebé, no puede vivir sola y tampoco puede vivir sin papá. Somos sus papás y no pueden llevarse a Tony lejos. Y tampoco a Luna —dijo, porque de repente se le ocurrió que podían solucionar todo llevándose a Luna con ellos—. Entonces yo me iría también con ustedes —siguió con su razonamiento—. ¿Mami, puedo ir a vivir con Tony?
Y volvieron a donde comenzaron.
Esto no iba a ser fácil.
* * *
Hola por aquí 🙆
Steve lo solucionó todo muy bien 😂💙
¿Qué piensan ustedes que siente María por Sarah?
¿Cómo imaginan un beso entre ellas? Les confieso que había pensado incluirlo este capítulo 🙊, ¿quién espera ese beso?
Alguien –no recuerdo quién– me había pedido poner una foto de cómo serían ellas... ¿Cómo las imaginan ustedes?
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