☆63☆TODO SE COMPLICA
Arthur
—¡Me tienen hasta la coronilla! —Tiro la puerta del Mercedes que han estacionado a la entrada búnker.
Cuando Aaron y yo éramos pequeños, mi abuelo mandó a construir dicho búnker por sus especulaciones que un día extraterrestres invadieran la Tierra. Y qué tal, se está cumpliendo pero con sus descendientes...
—La Fortaleza era impenetrable. ¿Cómo han podido? ¡Cómo! —inquiero hacia ninguna parte en específico, hundiendo los dedos en mi coronilla.
—Como mismo conquistaron Babilonia, así de simple —suelta Adrián.
—¿Qué me importa ahora una referencia histórica? Despierta —Chasqueo los dedos frente a sus ojos—. Deja los estúpidos libros por una vez, esto es la vida real y están quemando mi hogar.
—¿Recuerdas el final de Babilonia Arthur? —pregunta siguiendo su razonamiento.
Resoplo sintiéndome impotente
Aunque ahora que me detengo a pensar en lo que dice, voy entendiendo a dónde quiere llegar.
—Cayó en el quinientos treinta y nueve antes de nuestra era a mano de los medos y los persas —explico sin demora, la Historia Antigua se me da muy bien—. Y ya entiendo tu punto, Babilonia era impenetrable, pero esa noche se pasaron de listos.
—¿Babilonia? —Khris sale del auto por la puerta que le está abriendo Jackson.
Tiene los ojos hinchados y las mejillas rojas. Estuvo todo el trayecto en trance, susurrando el nombre de Forian.
—El rey y sus nobles estaban en una fiesta, emborachándose y engrandeciendo la gloria de su majestad —le cuenta Adrián—, dejaron las puerta de la ciudad desprotegidas y el conquistador Ciro desvió las aguas del Eúfrates para tener vía libre. Lo demás fue pan comido, lo respaldaba un gran ejército. De esa vergonzosa forma calló la potencia mundial del momento.
—Y es lo que han hecho con Mansión Fortress —expreso y me doy cuenta que hay cierta nostalgia en mi voz—. Ellos nos han... —Aprieto los puños— ¡Nos han visto la cara de payasos! —Descargo un puñetazo en el capó del Mercedes.
La alarma se dispara y es Tom el que se encarga de apagarla.
—Arthur relájate, con perretas no vamos a vencer a nadie —regaña Adrián.
—A ver, ¿dónde estabas tú mientras los demás organizábamos un ataque? Te contesto: en tus andares de polilla bibliotecariaria.
—¿Te recuerdo que tenías una chica descontrolada golpeando el cristal del cuarto una y otra vez? Que rápido olvidas que gracias a mí se dejó inyectar el sedante.
—Como sea —resoplo enterrándome los dedos en el cabello tomando calma—. Ahora mismo están atacando la Central y los guardias no aguantarán mucho tiempo, necesito pensar en algo rápido.
—Necesitamos. —Me corrige—. Mi madre, hermana y primos también están ahí.
Khris suspira cabizbaja y se acerca más a nosotros sorbiendo la nariz. Sé que sigue pensando en Forian, es lo único que le importa ahora. No sé cómo debería sentirme al respecto y tampoco tengo tacto para ese rollo del consuelo. Ya le dije lo que podía, pero parece que nada le es suficiente a menos que lo vea cara a cara. La verdad, por como pinta el panorama dudo que a estas alturas esté vivo. Pero por supuesto, no se lo diré; puedo no tener una maestría consolando pero tampoco soy idiota.
—Tranquila —Adrián le acaricia la espalda y aprieto los dientes—. Él es fuerte, estoy convencido que ha hallado una manera de escapar.
—¿Pero y si no? —solloza Khris.
—¿Y si lo consiguió? —vuelve a intentar él—. Hay que ser positivos muñeca, ser positivos cura el alma.
¿Muñeca? Menudo apodo tonto, ni que fuera de trapo...
—No lo entiendo. —Ella sacude la cabeza—. ¿Quién nos habrá traicionado? Ayer en la Fortaleza solo estaban nuestros mejores amigos.
—Sabía que tal como están las cosas era una mala idea que acudieran a la reunión herederos ajenos a nuestra familia, lo sabía —reconozco—. Debí mantenerme firme en que Eddy los echara cuando aún había tiempo.
—Me niego a pensar a que ha sido alguno de ellos. —Khris se limpia algunas lágrimas—. Tan solo mira lo que le han hecho a Forian. Él o ella, quién esté con esos asesinos tiene que ser igual de cruel y sádico, nos hubiésemos dado cuenta.
—Oh muy amable y simpático —interviene Adrián—. El que haya sido, debe ser una persona sumamente inteligente, tanto que ha logrado despistarnos y no sospechamos de él.
—Quiero que se acabe de una vez esta pesadilla —Khris se abraza a sí misma, angustiada.
Adrián le deja caer un brazo encima de los hombros y se atreve acariciar el más cercano. Entonces "muñeca", consuelo y toquecitos cariñosos, ¿qué va a ser lo próximo?, ¿los votos frente al altar?
—Lo más urgente ahora es detener el ataque a la Central. Has algo por tu linaje y piensa rápido qué haremos —le inquiero a mi primo porque su escenita con Khristen me produce arcadas.
—¿De cuántos hombres disponemos? —Mira alrededor haciendo un conteo visual de los que se mantienen expectantes a órdenes.
—Aquí en el búnker unos veinte —informo—. No serán suficientes.
—Claro que no —dice él—, si se pretende usar la fuerza bruta. Pero como un Kane y buen estratega, la fuerza bruta no debe ser lo predominante. ¿Cómo ganaron los griegos la larga guerra contra Troya?
—Y otra vez con Historia. —Ruedo los ojos.
—Se introdujeron con el caballo de Troya e incendiaron la ciudad —contesta Khris sin separarse de él.
No entiendo el motivo para permanecer de ese modo, se conocieron hace dos días.
—Muy bien muñeca —felicita Adrián y ella sonríe tímida mostrando un brillo en sus ojos.
Aprieto mis puños en un gesto inconsciente. Hace un rato, cuando le atiné el golpe en el labio a Adrián puede que no solo estuviera desquitándome por lo que pasaba en la Fortaleza. Desde que Khristen lo conoció él no ha desaprovechado oportunidad para adularla descaradamente frente a mis narices.
—Ellos nos introdujeron petardos rellenos de butano —habla mi primo como dictando un guión de cine—, démosle nosotros nuestro caballo de Troya. No, mejor dicho, varios caballos de Troya.
—¿Qué sugiere señor? —pregunta Jackson impaciente y el resto de mis hombres presta suma atención.
Adrián hace señas para que le abran la puerta del Búnker y gesticula un ademán al interior.
—Esto es lo que haremos.
—☆—
Según Adrián, la cosa era sencilla. ¿Según yo? Habían cincuenta y dos posibilidades de fallar y veinticuatro resultados diferentes al propósito inicial del plan. A él podía habérsele ocurrido la idea, pero yo era mejor en matemáticas y según iba hablando, mi cerebro combinaba números y deficiencias en su exposición.
—Es muy riesgoso. Te recuerdo que ellos también dominan el elemento aire, se darán cuenta.
—No lo creo. En medio del caos que formaremos quedarán tan desconcertados que su cabeza solo podrá procesar el miedo. Y el miedo te deja inmóvil la mayoría de las veces.
—No —determino y me levanto de la silla.
El interior del Búnker es seguro y él no ha demorado en contarnos su estrategia. Pero cada minuto que pasa, más se acrecenta la lucha contra nuestra familia y nosotros estamos aquí indecisos para actuar.
—Hemos perdido tiempo para nada. —Suspiro hondo—. Prácticamente estás sugiriendo que juguemos con sus cabezas sin atacar directamente.
—A los medos y persas les dio resultado —repone él—, a los griegos también.
—Hay demasiadas fallas en tu lógica —alego.
—No es que haya muchas opciones disponible. ¿Cuál es tu plan?, ¿entrarles de frente y perder más hombres? Usa el buen juicio Arthur.
—Con el debido respeto señor —se mete Jackson—, lo que su primo sugiere es la mejor idea para tratar con este tipo de... seres —Ahora mira al resto de guardias que están con nosotros—. Recordemos señores que no tratamos con humanos comunes y por tanto se requieren medidas paranormales.
Exhalo y pienso. Recreo en mi mente lo que ha propuesto Adrián y finjo que tengo esperanza en que salga bien.
—Digamos que funcionará.
—Positivo Arthur —Se toca las sienes con ambos índices—. Ser positivos cura el alma, ¿recuerdas?
Me levanto haciendo caso omiso de sus frasesitas ingeniosas y ordeno que abran la puerta del búnker.
—Camina —espeto—, ya que solo seremos dos contra todo un grupo de maniáticos quiero al menos acelerar el proceso.
—Seremos tres creando caos —dice colocándose a mi lado, señalando con la cabeza a Khristen.
—Ni hablar —niego—, no, no sabe lo que hace y no tiene control.
—Si sigues tan negativo tendré que pedirle a uno de mis amigos del elemento agua que te enjuague el cerebro.
—Sé sarcástico todo lo que quieras, no cambiaré mi opinión porque es la verdad.
—Khristen ven aquí —llama y ella le hace caso como una mascota a su dueño.
Sigo sin entender que tiene Adrián que en dos días ya logra manejarla en tanto a mí me costó semanas...
—Queremos contar contigo para lo que vamos hacer —pide como si le estuviera hablando a un niño pequeño—. Necesitamos tu ayuda, ¿crees que puedas hacerlo?
—Puedo... puedo intentarlo.
—Venga, sé que te saldrá muy bien muñeca —anima y me lanza una mirada de complicidad.
Genial, si va a ser encantador de serpientes mi primo el filósofo.
—Jackson, acércanos al área 00.
—Como ordene señor.
Sin más demora entramos al auto y avanzamos hasta el lado oeste. A unos dos kilómetros de la mansión, se encuentra construida la Central que no es más que la planta desde donde se monitorea cada centímetro de la Fortaleza, la cual se reforzó con más personal cuando secuestraron a Khristen y se incluyó mujeres rudas y preparadas para que ninguna rusa con falda le bajara la guardia a nuestros hombres.
Desde una distancia estratégica, detrás de unas montañas de suministros, contemplamos la horrorosa escena que está teniendo lugar. La misma nos perturba y me vuelve a dejar reacio en aceptar el plan de Adrián.
Una banda de descendientes de los Oscuros, todos vestidos de negro con el símbolo de su clan en la camiseta, están atacando la Central. Otros están lanzando piedras a las puertas y ventanas y aunque estas están revestidas con materiales especiales, por conocimiento entiendo que la construcción no aguantará mucho más antes de desplomarse, están dando con todo. Mi familia responde enérgica disparando ondas de aire desde el mirador. No puedo distinguir quién es el que lidera, pero apuesto toda mi herencia a que es mi tío Alker. Luego me fijo en el sujeto que levita a pocos metros de la ofensiva organizada, alentando con el bastón a la retaguardia, acompañado de su horrible mascota la cual reposa en el hombro.
Aprieto mis puños y lo decido: hoy voy a reventarle la cabeza a Jasper Donovan.
—Empecemos —gruño y me coloco en posición.
Adrián tiene en una caja los paquetes diminutos y no le es problema crear ráfagas que los levanten y los envíe hasta el objetivo. Los hace circular por todas partes para que su curso no revele nuestra posición. Una vez llegado a los que están realizando el ataque, mi primo les retira la fuerza que mantiene a los mismos volando y estos caen al suelo, desconcertando a los chicos. Primero se crea una incertidumbre de movimientos, y luego llega el grito perspicaz de Jasper:
—¡No los toquen!
Pero es demasiado tarde. No ha terminado la última palabra cuando los paqueticos explotan al Adrián accionar el botón desde nuestro lugar. Las ondas liberadas lanzan a la mayoría que se había acercado a varios metros, lastima a otros tantos, pero no mata a ninguno.
Adrián ahora se coloca a mi derecha mientras Khristen espera a la izquierda. Los tres extendemos las manos y dejamos que nuestra alma clame al aire, fundiéndonos con el elemento para ser parte de él... Una fuerte ventolera empieza a desatarse desde el Sur, una caliente y empolvada como es típico de ese hemisferio. Ambos Kane nos concentramos más para espesarla, para que se vuelva tan tupida que las víctimas que queden dentro no sean capaces de distinguir sus propias manos. Abro un ojo y miro a Khris, que está teniendo un combate con ella misma por no poder dominar el poder necesario para este tipo de operación. No puedo detenerme y ayudarla, así que espero que lo resuelva sola cuanto antes ya que necesitamos todo el apoyo posible. Lo que hemos desarrollado crece y abarca el entorno de Jasper y sus aliados, que se quedan más confundidos.
—Ahora —susurra Adrián.
Respiro hondo, solo he hecho esto en mi lugar secreto, el Valle. En la Academia las últimas semanas mostré un poco de lo que soy capaz, pero nunca a la magnitud que se requiere en este preciso instante. Miro el cielo, subo mis manos y dejo escapar toda mi ira. Es como si el clima recogiera mi frustración, mi odio, y lo elevara consigo, adquiriendo todo, despojándome hasta yo quedar sin nada. Entonces el firmamento se oscurece; la claridad pierde su dominio para dejar paso a nubarrones bravos que presagian la peor tormenta del año. Los descendientes que quedaban en pie buscan guía en Jasper que no entiende qué es lo que está pasando.
Lo que ocurre a continuación es satisfactorio, porque los truenos me ayudan con ese efecto fatídico que quiero conseguir. La presión atmosférica aumenta, el ambiente se torna frío. Remolinos de polvo negro envuelven a cada parásito que se atrevió atentar contra mi familia, a quemar mi casa. La mejor parte sin duda la dejo para Jasper, y mis labios se curvan en una sonrisa cuando mis creaciones lo rodean, afixiándolo. Se arrodilla tosiendo y aumento la velocidad de los remolinos con todo el ímpetu que me posee.
—¡Arthur detente! —chilla Khris a un costado.
Pero no me detengo. Las gruesas gotas de sudor bañan mi cuerpo, mi propia cabeza está sometida a una tensión más grande de lo que cualquier humano común puede soportar; pero al fin tengo a ese maldito literalmente bajo mi influencia y no pretendo desaprovechar la oportunidad. Merece morir, lo merece...
—¡Te he dicho que pares! —Se mete delante y me agarra los brazos.
Pierdo la concentración y por ende el control sobre Jasper. El cielo permanece gris, turbio y sigue tronando, pero la intromisión de Khristen le da ventaja a los enemigos y su cabecilla ordena la retirada.
—¡Nooo! —Me apresuro desesperado hacia ellos.
—¡Arthur espera! —llama Adrián corriendo detrás de mí.
La fibra intransigente de los Kane se me hace latetente en el sistema apoderándose de arriba abajo una adrenalina loca que me mueve a correr sin detenerme. Jasper, un poco recuperado, está haciendo uso también de su habilidad sobre el aire para revolver la tormenta en nuestra contra y apresurar la carrera de su séquito. No veo quién me sigue, solo escucho gritos sin sentido que no harán que me detenga; lo tengo tan cerca, tan cerca...
A continuación, cegado por la ansiedad, le ordeno a los vientos que me levanten y estos me obedecen, subiédome por el nivel de todas las cabezas, dándome un ángulo perfecto para caer encima de Jasper antes que entre al Pontiac de sus primos los gemelos.
—Te atrapé, miserable. —Lo sujeto por el cuello.
Intenta zafarse y no pudiendo conseguirlo (soy más fuerte físicamente que él por mucho), cambia de táctica y empieza a elevarnos en el aire. Colaboro con el proceso porque veo a sus aliados con intenciones de agarrarme.
Pero no este día.
Esto es cosa de él y yo y nadie va a meterse.
Nos elevamos en medio de la tempestad que hay formada, entre frías gotas de lluvia y una corriente violenta. A pesar que el clima empeora a medida que alcanzamos altura, forcejeamos con rudeza sin ánimos de huir: Jasper lleva esperando esto tanto como yo. Ya a unos cincuenta metros sobre el nivel de la tierra logro atinarle un puñetazo en la cara y el impacto que recibe con mayor fuerza en el ojo, hace que se tambalee y pierda equilibrio.
—No dejaré que vuelvas a acercarte a ella —bramo mientras él intenta recuperar el equilibrio para no caer.
Los dos estamos agotados, el estar en suspensión sobre la nada requiere resistencia. Pero no seré yo el que dimita. Ya lo he decidido antes, es matarlo o matarlo.
No quiero otra alternativa.
Sin avisar y aprovechando su dolor por el golpe que le he propiciado en el ojo, me impulso hacia donde flota con todo la voluntad de terminar el trabajo y dejarlo ciego. Pero el muy habilidoso me esquiva y crea una ráfaga que me empuja por la espalda hacia abajo. Doy varias vueltas hasta recuperar la compustura; en tierra firme me espera una turba de jóvenes dispuestos a acabar con mi vida así que cambio el curso del viento para que nos lleve lejos de los parámetros actuales.
—Estaba tan ansioso por esto Kane —dice con su insípida voz—. No pensé que el plan se modificara y tuviera que enfrentarte antes, pero tú mismo te has adelantado la muerte. —Levanta las manos y un remolino de nubes grises empieza a formarse sobre ellas.
—Es curioso que pensemos igual —Imito su movimiento y nuevos remolinos me rodean los brazos—. Hoy habrá una muerte, pero sin duda no será la mía.
Dicho esto último aviento los remolinos a su pecho pero él despliega los suyos al mismo tiempo. Al hacer contacto, ocurre un efecto rebote y ambos tenemos que ejercer presión para que no prevalezca la fuerza del otro.
Se crea entonces una turbulencia gigante, como un nubarrón bravo y espeso que nos será imposible contener cuando pasen demasiados minutos. Sigue lloviendo con ganas y el cielo está tan oscuro que parece salido de la peor pesadilla.
—Quemamos tu mansión de la que tanto te jactabas —especula y veo como en su frente mojada se le marcan varias venas. Yo debo estar igual, porque la potencia de nuestros poderes está destruyéndonos por dentro—, atacamos tu Central, capturamos a la chica eléctrica y nos vamos a llevar a tu adorada princesa. ¿No te das cuenta descendiente Fayrem? Ya hemos ganado y ni siquiera estás muerto —Intensifica la presión y el nubarrón se aproxima a mi cara.
Saco vigor de alguna parte de este caparazón de acero que me dieron mis ancestros y revierto la situación. Ahora Jasper es el que está a punto de ser tragado por la masa gris.
—La noche que acudí a tu abominable castillo no pude darte todo lo que te mereces —grito.
El ruido del fenómeno que invocamos crece cada segundo y apenas deja que se escuchen nuestras voces. La contución en mi cabeza amenaza la solidez que mantengo, y será cuestión de tiempo que ocurra una derrota. La lluvia se ha vuelto espesa y ya no distingo a qué altura estamos ni el rumbo que han tomado nuestros cuerpos en pleno vuelo.
—Voy a dejarte sin oxígeno —amenazo mientras el rostro de mi oponente se vuelve morado y los ojos se agrandan por la presión de la atmósfera—. Y luego iré a por ese miserable traidor que se ha atrevido a burlarse en mi cara.
Ante la mención del otro cabecilla, Jasper intenta reír aunque más bien le sale una lastimera tos por la respiración dificultosa. Qué pena que no produce ningún remordimiento en mi conciencia, todo lo contrario.
—Tú... —expresa entre tos y tos con voz ronca— ... eres patético Kane, ese que... —tose con más intensidad, la falta de oxígeno empieza hacerle estragos en el cerebro—... ese que tanto odio le guardas tiene a tu princesa comiendo de la mano. Y ahora va a extraerle todo su poder...
—¡Cállate! —Vinculo la poca energía que me queda con el nubarrón.
Es riesgoso, pero qué más da. Si para vencerlo tengo que llevarme al límite voy hacerlo.
—Estúpido arrogante —hace un esfuerzo con la poca vitalidad que le queda—, mientras estás aquí empeñado conmigo, él ya la ha sacado de tu propiedad y llevado a mi castillo.
No...
¿Qué?
¡No!
Ha sido una trampa, una ingeniosa trampa y yo he caído en ella.
Khristen...
He quedado tan turbado que mis brazos ya no se mantienen firmes y por tanto mengua la presión, dándole los segundos necesarios a Jasper para recuperarse y volver todo el caos contra mí.
Comienzo a sentir la desesperante sensación de falta de oxígeno. El exceso de aire procura reventar mis pulmones, los ojos se me nublan y experimento cómo se me va escapando la vida sin poder hacer nada. Luego me sobreviene la tos y el tormento en el cerebro. Se acabó, es el fin...
Sin embargo, ya sea porque mi dominio sobre él le dejó profundas secuelas o porque el azar del universo se ha querido evidenciar, Jasper tambalea y pierde el control sobre mi cuerpo; y una vez fuera de los remolinos, el nubarrón y los truenos, caigo con la lluvia sin poder evitarlo.
Y sigo cayendo...
Sintiendo la fuerza de inercia empujar mi organismo.
Cayendo sin auxilio posible...
Cierro los ojos y pido al viento que me socorra, pero he derrochado más poder del que pensaba que tenía así que mis intentos son vanos y en cambio el irremediable impacto que tendré en breve coacciona mis pensamientos evitando que idee otro medio de salvación.
Sigo cayendo y también caen las esperanzas con cada metro que me acerco a tierra.
¿Viví una vida buena? Se puede decir... Logré en veinte años lo que no lograron otros en toda una vida.
¿Será mi muerte gloriosa? Tal vez sí, si le hubiera dado su merecido a todos los descendientes maniáticos. Solo espero que en mi funeral recuerden el magnífico estudiante que fui y lo inigualable de mi intelecto.
¿Me arrepiento de algo? Lejos de pronósticos, sí.
Claro, soy el increíble y guapo Arthur Kane pero puedo tener un momento de sinceridad antes de morir.
Porque moriré de un instante a otro y puedo confesarlo aunque no haya nadie que me escuche. Así que lo haré:
Me arrepiento de no haberle dicho a Khristen que la quise.
Listo, así de sencillo, así de fulminante.
Me arrepiento de no decirle que desde el primer momento que pisó mi casa, con sus ropas pasadas de moda y su cabello despeinado revolvió mi vena legendaria, resucitó mi conexión con mi clan, me hizo conectar con el Arthur que durante tanto tiempo traté de ocultarle al mundo; que adoré cada uno de sus berrinches aunque me sacaran del paso porque por esa rídicula me tragué mi orgullo y abrí mi corazón; que por ella cruzaría todos los universos que hicieran falta...
Sí, dejaría todo atrás porque ella lo vale; las alegrías, las penas, la pérdida de todas las grandes cosas que los hombres ambicionan en este mundo porque la vida es vanidad y la mayoría no tiene más a lo cuál aferrarse. Ahora las considero innecesarias, dispensables. Porque nada es suficiente sino tengo a esa persona correcta a mi lado. Ella sería mi más grande sacrificio, porque ella lo vale.
《Te quiero Khristenyara Daynon》
...
Sucede rápido.
El impacto contra la masa rocosa me llega primero por la columna y luego en la cabeza. Un alarido agudo se escapa de mis labios cuando siento el desprendimiento de todos mis huesos.
Duele...
Morir duele...
A kilómetros en medio de la nada.
Solo.
Y sin ella...
—☆Nota☆—
No lloraré aquí porque no soy de ese tipo de escritoras pero... no abandones la historia por esta desagradable sorpresa, aún falta mucho libro.
Los quiero, aunque después de esto ustedes no a mí ♾
¿Te digo algo sobre Júpiter? Le gusta ser real a través de lo irreal.
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