Capítulo 33.- Un nuevo amigo
Días después de la transformación de Tiara en vampiro, ella se había acostumbrado a sus nuevos sentidos y necesidades, aunque el proceso había estado lleno de desafíos. Había encontrado en sí misma una fortaleza insospechada, una resiliencia que nunca antes había conocido. Mientras paseaba por los jardines del castillo, los colores vibrantes y las formas precisas de las flores y arbustos le parecían tanto un consuelo como un recordatorio de la vida que había dejado atrás.
El jardín estaba bañado en la luz dorada del atardecer, los pétalos de las flores brillando con un fulgor casi etéreo. El sonido del agua fluyendo en una fuente cercana aportaba una melodía relajante, un contraste con el torbellino interno que Tiara sentía. La tranquilidad del entorno se sentía ajena a su realidad transformada, como un eco distante de una vida que ya no era suya.
Mientras avanzaba por el sendero que conectaba el jardín real con el bosque, Tiara no podía evitar que sus pensamientos se desviasen hacia Mizu. Su ausencia se había vuelto una presencia constante en su mente. A pesar de los nuevos desafíos y la transformación que había experimentado, no podía sacudirse la sensación de que aún le faltaba algo fundamental en su vida.
Mizu, su fiel sirviente, había estado a su lado durante años, proporcionando un apoyo inquebrantable y una guía silenciosa. Ahora, con su transformación en vampiro, Tiara sabía que debía aprender a dominar sus nuevas habilidades y controlar su sed y su fuerza para ser digna de la confianza de Mizu y para proteger a los que amaba. Aunque había hecho progresos, el control total aún le parecía un horizonte lejano.
La idea de reunirse con Mizu la llenaba de una mezcla de anhelo y determinación. Sabía que, antes de poder enfrentarla, necesitaba perfeccionar su control sobre sí misma. La imagen de Mizu, con su mirada tranquila y su presencia firme, era un recordatorio constante de lo que todavía debía alcanzar.
Tiara El jardín estaba bañado en la luz dorada del atardecer, los pétalos de las flores brillando con un fulgor casi etéreo. El sonido del agua fluyendo en una fuente cercana aportaba una melodía relajante, un contraste con el torbellino interno que Tiara sentía. La tranquilidad del entornoMientras observaba ese espectáculo natural, sus pensamientos se volvían hacia su hermana Mei. La idea de que sus nuevas habilidades podían servir de algo más que a su propio propósito, de que podría apoyar a Mei en su lucha por el reino, le daba una renovada determinación. Cada poder recién adquirido le parecía una herramienta, una promesa de que podría proteger y contribuir al reino de formas que antes no imaginaba. En medio de la serenidad del jardín, Tiara sintió que su corazón latía con una nueva esperanza, una promesa de que, aunque su vida había cambiado, aún podía ser parte del mundo que amaba.
También pensé en mi hermano mayor, Reinald. Aunque siempre había sentido cierta distancia entre nosotros, ahora que éramos vampiros, esperaba que mi transformación pudiera cambiar eso. La brecha que antes parecía insuperable se sentía como una oportunidad para reconstruir nuestra relación. Imaginar cómo, a pesar de nuestras diferencias, podríamos encontrar un terreno común y una nueva forma de conexión me ofrecía una chispa de esperanza en medio de todas mis incertidumbres.
Mientras vagaba por el jardín, una idea comenzó a tomar forma en mi mente. Me imaginaba un futuro en el que Mei, Reinald y yo trabajáramos juntos, combinando nuestras habilidades para fortalecer el reino. Aunque no tenía idea de los oscuros desafíos que se avecinaban, mi deseo de proteger y apoyar a mi familia y a mi hogar se mantenía firme. El pensamiento de formar una alianza con mis hermanos, de unir nuestras fuerzas para asegurar la estabilidad y la prosperidad del reino, me llenaba de una determinación renovada.
Sabía que, sin importar las adversidades que se presentaran, nuestra colaboración podría hacer una gran diferencia. Mi resolución se afianzaba a medida que me dirigía hacia el bosque prohibido, un lugar lleno de misterio y secretos. El bosque representaba una oportunidad para explorar nuevos horizontes y buscar respuestas que pudieran ser cruciales para proteger a mi reino. Cada paso hacia el bosque era un paso hacia la esperanza de un futuro mejor, uno en el que mi familia y yo pudiéramos estar unidos y a salvo.
Cuando llegué al borde del bosque, la transición del jardín bien cuidado al entorno salvaje fue asombrosa. El follaje se volvía más denso y las sombras se alargaban, envolviendo todo en una atmósfera de misterio. Me movía con gracia, mis pasos ligeros apenas perturbando las hojas caídas a mi alrededor. Sentir el suelo bajo mis pies y percibir cada pequeño cambio en el terreno era una experiencia nueva y maravillosa, un regalo de mis sentidos mejorados.
Al llegar a un claro, vi a Mei esperándome junto a un joven de piel oliva y cabello rizado de color caoba. Mis sentidos me advirtieron de inmediato que el joven no era ni vampiro ni humano. Nuestras miradas se encontraron, y una sonrisa cálida se formó en mis labios.
—Tiara, quiero que conozcas a Darrick —dijo Mei, sus ojos dorados centelleando con entusiasmo—. Él es el guardián del bosque prohibido. Darrick, esta es mi hermana Tiara.
Lo observé mientras él se acercaba, un tanto tímido, pero con curiosidad en sus ojos.
—Es un placer conocerte, Tiara —dijo Darrick, extendiendo su mano en un saludo cortés.
Sonreí amablemente y asentí.
—El placer es mío, Darrick. Mei me ha hablado mucho sobre ti y sobre tu papel en la protección del bosque.
Noté que Darrick miró a Mei con una expresión de sorpresa. No esperaba que ella compartiera detalles sobre su rol con alguien fuera del consejo, especialmente no con su hermana. La mirada de Mei era seria y comprensiva, y podía ver que había una razón detrás de su decisión de revelar su secreto.
Darrick parecía un poco inseguro al principio, pero la presencia tranquilizadora de Mei parecía calmar sus nervios. Me di cuenta de que había una confianza especial en juego aquí.
—Es un honor servir como guardián —dijo Darrick, su voz temblando ligeramente de emoción—. El bosque prohibido es un lugar lleno de maravillas y peligros, y mi deber es asegurarme de que todo esté en equilibrio.
Mei asintió, dándole una señal para que compartiera más sobre el bosque. Darrick parecía tanto nervioso como emocionado por la oportunidad de hablar con alguien nuevo. Se volvió hacia mí y comenzó a describir el bosque con una voz suave, pero llena de pasión.
—El bosque prohibido es un lugar misterioso y sagrado, un refugio para criaturas tanto de la luz como de la oscuridad. Mi deber como guardián es mantener el equilibrio y proteger este lugar de influencias negativas y peligros que puedan surgir.
Lo escuché atentamente, cautivada por la forma en que Darrick hablaba del bosque. Su respeto y comprensión por el lugar me llenaron de admiración por su dedicación.
—Es un trabajo muy importante —comenté con un tono apreciativo mientras caminábamos por el bosque bajo la luz del sol—. Cuidar de un lugar que alberga secretos y maravillas debe ser desafiante.
Darrick asintió, su rostro reflejando una mezcla de satisfacción y humildad. La luz del sol filtrada a través de las copas de los árboles caía en rayos dorados sobre el suelo, creando un juego de luces y sombras que danzaban a nuestro alrededor. El bosque estaba en pleno esplendor, con hojas verdes brillando y flores silvestres en plena floración que exhalaban un aroma fresco y natural. El aire estaba lleno del susurro de las hojas moviéndose suavemente con la brisa y el canto de los pájaros, que parecía acompañar nuestras palabras.
—Sí, es un desafío, pero también una bendición —dijo Darrick, su voz suave y reflexiva—. A lo largo de los años, he aprendido a escuchar y comprender las voces del bosque, a interpretar sus señales y protegerlo de amenazas internas y externas.
Mientras hablaba, Darrick nos guiaba por senderos sinuosos y serpenteantes, señalando árboles antiguos con cortezas rugosas y musgosas, y mostrando áreas donde el suelo estaba cubierto de helechos exuberantes. Sus movimientos eran cuidadosos y respetuosos, como si cada paso que daba estuviera en armonía con el entorno que protegía. Noté que tenía una conexión profunda con el bosque, una especie de entendimiento silencioso que parecía fluír en sus movimientos y en la forma en que hablaba.
Mei, caminando a nuestro lado, sonrió con aprobación, observando la conversación entre Darrick y yo con satisfacción. Sus ojos dorados brillaban con un toque de orgullo mientras veía cómo su amigo compartía su conocimiento y pasión por el bosque.
—Darrick es un guardián excepcional, Tiara —dijo Mei, su voz llena de calidez—. Su papel es esencial para el equilibrio de nuestro reino y para asegurar que el bosque prohibido siga siendo un lugar de maravillas y magia.
Asentí, sintiendo un respeto creciente por el guardián. La belleza del bosque y el compromiso de Darrick con su protección me hicieron apreciar aún más el delicado equilibrio que él salvaguardaba.
—Me alegra haber tenido la oportunidad de conocerte, Darrick. Realmente me has impresionado.
Darrick se sintió abrumado por las palabras y la aprobación de Tiara. La luz del sol filtrada por las hojas creaba un halo dorado alrededor de él, acentuando su timidez y la sincera gratitud que reflejaba en sus ojos.
—Gracias, Tiara. Es un honor servir al reino y al bosque —dijo con una pequeña sonrisa, ligeramente sonrojado.
A medida que la conversación continuaba, Tiara descubrió que Darrick era mitad elfo y mitad humano, lo que explicaba la energía única que emanaba de él. Sus pensamientos se llenaron de una sensación de asombro ante la diversidad y complejidad del mundo que la rodeaba; había tanto más de lo que había imaginado.
Darrick, notando la fascinación de Tiara, propuso una pequeña excursión. —Si me sigues, puedo mostrarte un lugar especial en el bosque.
Guiándolas con seguridad, Darrick llevó a Tiara y Mei a través de un sendero que se volvía cada vez más estrecho y sinuoso. A medida que avanzaban, el bosque parecía cambiar de forma sutil pero mágica. Los árboles eran más altos, sus ramas entrelazadas formando arcos naturales que filtraban la luz en patrones intrincados sobre el suelo. El aire se hacía más fresco y cargado de un aroma a tierra y resina, y el murmullo del viento se convirtió en una melodía suave y envolvente.
Finalmente, llegaron a un claro. En el centro, había un mirador de madera construido con habilidad, encajando armoniosamente con el entorno natural. Darrick les hizo un gesto para que subieran, y Tiara y Mei lo siguieron. El mirador ofrecía una vista panorámica impresionante del bosque.
Desde allí, podían observar una manada de ciervos que pastaba en un prado cercano. Sus astas, adornadas con ramas finas y elegantes, brillaban a la luz del sol que las iluminaba desde un ángulo dorado. Los ciervos se movían con gracia, sus cuerpos esbeltos reflejando la majestuosidad del bosque que los rodeaba. La escena era tranquilizadora y espléndida, un ejemplo perfecto del equilibrio que Darrick había mencionado.
Tiara se quedó en silencio, absorbiendo la belleza del paisaje y sintiendo una profunda admiración por la dedicación de Darrick. La vista desde el mirador era un recordatorio tangible de lo que él protegía y del poder de la naturaleza que, ahora más que nunca, parecía viva y vibrante.
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