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La Mansión Malfoy

Marzo llegó con un clima más tranquilo y cálido que el que estuvo haciendo por meses, pero eso no daba un buen augurio, sino que todos estaban alerta ante cualquier anomalía. Los dementores seguían rondando por toda Gran Bretaña, los magos y brujas se defendían a sol y sombra de ellos, incluso los magos que tenían muggles como amigos y vecinos los protegían sin que ellos se dieran cuenta.

Sin embargo, algunas ciudades estaban tranquilas y otras les iban peor, por suerte en la ciudad donde estaba la casa de Severus estaba tranquila, sin dementores merodeando, pero todavía con preocupación de que algo malo pueda llegar a pasar. Dejando de lado las malas noticias...

Alex y Xóchitl estaban en la sala se la casa de Severus planeando la boda y bautizo de Eileen. El pocionista quiso llevarse consigo a su familia, pero las cosas en Hogwarts estaban peor que nunca y todo gracias a los Carrow, por lo que desechó la idea y colocó más hechizos protectores que de costumbre sobre la casa y todas las noches regresaba a casa a estar con su familia.

Aunque pensaba que no era momento de planear su boda con Alex y el bautizo de Eileen, le agradaba que al menos su pequeña se distrajera un poco con eso, y más teniendo de vez en cuando la visita de Narcisa, quien le ayudaba con ideas y sugerencias. Le agradaba —pero también le parecía extraño— que en poco tiempo logrará llevarse bien con la Sra. Malfoy. Severus creyó que el tema de su familia solamente lo sabía —por desgracia— Lucius, Bellatrix y Colagusano, pero una visita a su despacho dos semanas después del nacimiento de Eileen le hizo cambiar de idea.

—Adelante —indicó Severus, sin apartar la mirada de los papeles que estaba revisando

Escuchó abrirse la puerta, pero no vio al visitante sino hasta que reconoció su voz.

—Buenas tardes, profesor

—Draco —saludó Severus. Dejó su pluma a un lado y le prestó más atención a su visitante—. ¿Qué te trae por aquí? —hizo un gesto con la mano para indicarle al rubio que se sentara.

Draco lo hizo a la vez que le sonreía a Severus, quien no comprendió el gesto del joven.

—Solamente quise... venir a saludar al nuevo padre

Severus abrió los ojos con asombro al escuchar la declaración del rubio.

«¿Cómo...?»

Draco logró comprender la pregunta silenciosa que su ex Jefe de Casa le hizo.

—Recuerde que la semana pasada fue la visita a Hogsmeade, mi madre fue a verme. Nos reunimos en un lugar donde sabíamos que nadie podría molestarnos... y fue cuando me contó todo.

Severus suspiró tranquilamente al escuchar eso. Narcisa se había ganado la confianza del actual director gracias a la ayuda que se daban mutuamente, pero todavía le preocupaba Lucius, Bellatrix y Colagusano. Draco vio la preocupación reflejada en el rostro de su ex Jefe de Casa y pudo entenderlo muy bien.

—Profesor —Severus levantó la mirada y se encontró con los ojos grises de su "alumno favorito"—. No se preocupe, Macías es fuerte y no dejará que nada malo le pase a ninguna de las dos.

—Gracias Draco —agradeció el azabache con una sonrisa sincera

Los dos siguieron hablando hasta que anocheció y Severus envió al rubio a su dormitorio.

Esa conversación la tuvieron hace dos semanas antes de que los alumnos se fueran de vacaciones de Pascuas, y a pesar de eso, Severus tenía varios pendientes que atender antes de irse a su casa y descansar con su familia. También estaba en puerta que Eileen cumpliría un mes de nacida y eso lo hacía muy feliz. Sin embargo, esa felicidad no duró mucho.

Ya era más de mediodía y Severus ya estaba por acabar cuando de pronto un humo negro se coló por la ventana entreabierta de su despacho, sabía que eso no era buena señal puesto que eso significa que uno de los mortífagos le envío algo, y tuvo razón. El humo negro se posó en su escritorio y en un pequeño remolino desapareció dejando un sobre en su lugar, no tenía firma ni nada, solamente su nombre escrito en él.

—¿Quién rayos envió esto? —se preguntó Severus

Sacó su varita, la pasó con cuidado sobre el sobre a la vez que murmuraba conjuros para tratar de averiguar si tenía algo extraño. Digo los conjuros que conocía y el sobre seguía como si nada. Al ver que no tenía nada extraño, la tomó todavía con desconfianza y la abrió. Sacó la hoja de pergamino que tenía adentro y se puso pálido en cuanto la abrió, su contenido estaba escrito con sangre. La letra estaba algo torcida y no podía reconocerla.

Espero que hayas pasado unos buenos momentos con la Sangre Sucia y la mocosa bastarda... Porque nunca más las volverás a ver...

En lugar de tener una firma, estaba impreso igual con sangre la marca tenebrosa.

Severus se quedó petrificado al leer y releer el contenido del pergamino sin poder entender sus palabras. Entonces sintió que había algo todavía dentro del sobre, lo volteo y el contenido cayó en su mano que seguía con la carta. Sintió que su corazón se detuvo al ver que era el anillo de Alex y el dije con la inicial de Eileen que le dio dos días después de que nació.

Siguió mirando los dos objetos tratando de averiguar qué estaba sucediendo cuando una idea le llegó bruscamente a la cabeza haciendo que su corazón brindará por el susto y se puso más pálido, si es que era posible.

Guardó sin cuidado todo lo que tenía en las manos y corrió rápidamente hasta la chimenea y se encaminó con la Red Flu a su casa.

—¡Alex! ¡Eileen! ¡Xóchitl! —exclamó Severus mal saliendo de la chimenea y encaminándose hacia la puerta de su estudio saliendo hacia la sala.

Sintió que el corazón se le detuvo al ver la casa casi destruida. Todo estaba casi en ruinas y no se escuchaba ningún sonido que diera indicios de que alguien estuviera en la casa. Caminó lentamente por el lugar mirando todo con una gran expresión de susto plasmado en su rostro.

—¿Qué fue lo que...? —entonces se le ocurrió que tal vez todas estarían escondidas en alguna parte de la casa.

Comenzó a buscar en el piso de abajo con insistencia pero al no encontrar rastro de ellas empezó a desesperarse. Fue al piso de arriba y tampoco las encontró, sino que todas las habitaciones estaban destrozadas y con todo esparcido dentro de estas. El último lugar que le faltaba por buscar fue el ático.

«Por favor que estén ahí. Por favor que estén ahí» rezaba Severus con insistencia

Apretó con fuerza su varita, la cual traía a la mano desde que llegó. Subió los escalones y agudizando el oído atento a cualquier ruido. Abrió la puerta con cuidado y se asomó un poco, se sorprendió de ver que el lugar estaba igual de ordenado como lo dejó la última vez. Con solo eso, una chispa de esperanza se encendió en su corazón pensando que las chicas estarían bien escondidas en el ático todo el tiempo.

Abrió la puerta por completo y entró. Solo dio dos pasos cuando se escuchó el llanto de un bebé.

—Eileen —susurró Severus sorprendido a la vez aliviado de escuchar a su hija.

Se escuchó que alguien chistaba y trataba de calmar a su bebé.

—Leen, silencio por favor o nos van a encontrar

Severus reconoció enseguida la voz y puso más atención de dónde provenía: un rincón apartado, detrás de varias cajas. Guardó su varita y se acercó al lugar, apartó las cajas y vio a la brije en su forma humana con Eileen en sus brazos y bien cubierta con una manta. Xóchitl levantó la mirada y se sorprendió de ver a Severus.

—¿Qué? ¿Snape? ¿Pero cómo...? —preguntaba Xóchitl poniéndose de pie todavía con la bebé en brazos

Eileen al ver a su padre comenzó a moverse en los brazos de la brije hasta que Severus la tomó en sus brazos y comenzó a mecerla un poco. La bebé se tranquilizó casi enseguida que sintió el calor de su padre; la pequeña soltó un bostezo y poco a poco cerró los ojos quedándose dormida. Severus miró a su hija con una sonrisa, hasta que se percató que solamente él, Xóchitl y Eileen se encontraban en el ático. Busco con la mirada a Alex pero no la encontró y se preocupó.

—Xóchitl ¿dónde está Alex? —La brije se tensó un poco con la pregunta, la cual si vio venir, pero no tenía el valor para responder. Regresó a su forma lobuna y se encogió un poco, ese gesto no le gustó para nada al pocionista—, Xóchitl —dijo Severus con más seriedad—. ¿Qué pasó? ¿Dónde está Alex?

La loba levantó la mirada y se encontró con los ojos negros de Severus, los cuales pudo detectar enojo, pero a la vez preocupación.

—Bueno... Lo que pasó fue...

Alex y Xóchitl estaban en la habitación principal terminado de arreglar a Eileen ya que acaban de bañarla. La bebé reía ante las expresiones que la loba hacía para divertirla.

—Ríes muy fuerte, linda —dijo Alex levantando a Eileen sacándole más risas a su hija

—Me alegra ver que sacó tu estado de ánimo en vez del de Snape. Si no, la pobre sería amargada desde pequeña

—Xóchitl

—¿Qué? ¡Es la verdad! —se defendió la loba

Alex negó con la cabeza pero con una sonrisa y cargó mejor a su hija.

—Ya casi es hora de almorzar y Severus no tardará en llegar. Será mejor que bajemos a preparar todo —dijo Alex, guardando algunas cosas con un movimiento de varita y agarrando con firmeza a Eileen.

Xóchitl solamente movió la cola con alegría y salió de la habitación antes que ella. Comenzó a bajar las escaleras, pero a la mitad del camino se detuvo de golpe. Alex iba detrás de ella y se detuvo a dos escalones de la loba y la miró con duda por su actitud.

—¿Xóchitl?

Como única respuesta, la loba comenzó a gruñir y bajó las escaleras, encaminándose a la sala.

—No te acerques —advirtió Xóchitl

—¿Por qué no? ¿Qué pasa?

—Siento magia oscura cerca de la casa

Alex se puso tensa al escuchar eso. Eileen pudo sentir las emociones de su madre y a causa de eso comenzó a moverse y a balbucear con nerviosismo, Alex se percató de la conducta de su hija y trató de calmarla.

—Pequeña tranquila, te prometo que todo estará bien —decía Alex a Eileen mientras la mecía con cuidado.

La bebé logró calmarse un poco, pero aun se veía inquieta. De pronto, se escucharon ruido extraños que provenían de la calle y se acercaban a la casa. Xóchitl se puso a la defensiva gruñendo y lista para atacar en cualquier momento. Alex miró a la brije y luego a su bebé, sabía que esa magia oscura provenía de los mortífagos y que de seguro estaban buscándola.

«Tengo que proteger a mi hija a cualquier costo» pensó Alex decidida

Miró una vez más a Eileen, ya estaba tranquila, pero miraba fijamente a su madre. La latina hizo un gran esfuerzo para que no se le escapará ninguna lágrima al momento de abrazar a su hija.

—Te amo Eileen, nunca lo olvides —susurró la joven madre rompiendo el abrazo—. Xóchitl

La loba se sorprendió de que Alex la llamara con seriedad, pero se dio media vuelta y se acercó a su humana con su cría.

—¿Qué sucede?

—Necesito que tomes tu forma humana y te escondas lo mejor que puedas con Eileen

—¿Qué? ¿Pero qué es lo que piensas...? —entonces comprendió enseguida lo que Alex quería hacer y se alteró—. ¿Estás loca? ¡Ni de broma dejaré que los enfrentes tu sola!

—Xóchitl es la única opción que tenemos. Además, quiero que Eileen esté a salvo y solamente tú puedes hacerlo

—Alex...

—Por favor, te lo ruego

Xóchitl vio la expresión de su humana y la súplica reflejada en ella. La loba dejó escapar un suspiro de resignación, se transformó en humana y tomó a la bebé con cuidado.

—¿En qué lugar podremos escondernos? —preguntó Xóchitl, todavía no muy convencida con el plan de la latina

—En el piso de arriba al final del pasillo apunta al techo y con tu magia podrás hacer aparecer una cuerda, tira de ella y tendrás acceso al ático. En cuanto cierres la puerta, esta volverá a ocultarse con magia

—¿Estás segura de lo que estás haciendo?

Alex miró al suelo algo dudosa, de pronto se escuchó un alboroto fuera de la puerta y unos fuertes golpes que provenían de esta. Alex pasó junto a Xóchitl y Eileen bajando lo que restaba de escaleras encaminándose a la puerta, antes de seguir volteó hacia la brije.

—Te encargo mucho a mi hija —y siguió con su camino

Xóchitl la miró por unos segundos antes de dar media vuelta y subir las escaleras. Cuando ya estaba a unos pasos del final del pasillo se escuchó una explosión y el ruido de una puerta derribada seguido de pasos apresurados.

—Vaya, vaya ¿que tenemos aquí? La señora Snape —se escuchó una fría voz en el piso de abajo

Se le erizo la piel a Xóchitl al reconocer la voz de Bellatrix Lestrange. Llegó al final del pasillo y siguió las indicaciones de Alex. Subió corriendo las escaleras mal tocaron el suelo, con su magia cerró la puerta y miró el lugar buscando cual sería un buen escondite. En cuanto lo encontró se acomodo en el lugar con la bebé, quien estuvo callada todo el tiempo; Eileen comenzó a despertar y se removió un poco en los brazos de la brije.

—Sh... tranquila Leen, tranquila —murmuraba Xóchitl—. Pronto mami regresará con nosotras, ya veras...

Se interrumpió al escuchar explosiones dentro de la casa. Abrazó con fuerza a Eileen, quien comenzó a llorar a causa del escándalo. Xóchitl la mecía y susurraba suavemente para tranquilizarla, pero el ruido de la pelea era demasiado y asustaba cada vez más a la bebé. Xóchitl quiso usar su conexión con Alex para ver cómo estaban las cosas, pero sabía que no podía hacerlo:

UNO: Tenía que estar totalmente concentrada en su situación actual, cualquier descuido podría poner en peligro a sí misma y a Eileen.

SEGUNDO: Si miraba lo que pasaba, no dudaría en ir a auxiliar a su humana y dejaría desprotegida a la bebé.

No importaba en qué caso fuera, tenían el mismo resultado: exponer a Eileen al peligro.

Los ruidos de la pelea se escuchaban por toda la casa, eran tan fuertes que incluso provocó que la casa temblara a tal grado que se desprendiera un poco de polvo del techo del ático. Xóchitl abrazaba con fuerza y protección a Eileen. La bebé lloraba con fuerza a causa del escándalo y se movía con violencia.

De pronto el escándalo se detuvo, no se escuchaba nada, ni un insignificante ruido. La casa dejó de temblar, Xóchitl se incorporó un poco puesto que se recostó un poco protegiendo a Eileen; a pesar de estar en forma humana, tenía acceso a todos sus sentidos animales. Agudizó lo más que pudo sus oídos tratando de escuchar algo, pero la casa estaba en un silencio sepulcral.

Xóchitl quería salir a investigar lo que estaba pasando, pero Eileen comenzó a balbucear frenéticamente como si supiera que algo malo estaba pasando y volvió a llorar.

—¿Y ahora qué hago? Alex...

No supo por cuánto tiempo estuvieron encerradas en el ático, pero de pronto Xóchitl escuchó ruidos extraños provenientes de abajo. Atrajo hacia sí a Eileen y volvió a ocultarse. Escuchó a alguien recorrer toda la casa y brincó del susto al escuchar que la puerta del ático se abría y se escuchaban pasos acercándose a donde estaban.

—Entonces nos encontraste aquí escondidas —concluyó la loba, todavía con la mirada baja al igual que las orejas—. ¡De verdad lo siento! —exclamó derrotada la loba empezando a llorar—. ¡Sé que la prioridad era proteger a Eileen, pero me sentí muy mal por no poder ayudarla! ¡No sé qué paso ni donde esta!

Severus miró con asombro y miedo a Xóchitl. Buscó a Alex por toda la casa pero no la encontró en ningún lado y a las únicas que encontró fueron a la brije y a su hija. Si la latina no estaba, lo único que significaba era que Alex...

—Imposible... Alex está...

—Se la llevaron Bellatrix y los demás —dijo una voz detrás del hombre

Los dos miraron de donde provenía y se sorprendieron de ver quién era.

—Narcisa —Severus se acercó a la rubia todavía con la bebé en brazos—. ¿Cómo lo sabes?

—Porque hace una hora llego mi hermana, mi cuñado... Y mi esposo con ella como prisionera

—¿Qué? ¿Lucias también está involucrado en esto?

Narcisa solamente asintió con la cabeza agachada a causa de la vergüenza. Severus sentía la ira recorrer su cuerpo ¿Cómo se atrevían a secuestrar a su pequeña? Temblaba un poco a causa de la cólera y gracias a eso Eileen se despertó balbuceando en una clara señal de molestia. Severus se percató y trató de calmarla.

—Ya, ya Eileen. Lo siente, no fue mi intención —decía Severus mientras la tranquilizaba

—Severus —el pocionista levantó la mirada de su hija hacia Narcisa—. Yo cuidaré de ella, tú mientras ve a desahogarte y aclara tu mente. Necesitas idear una manera de liberar a tu esposa y proteger tener a tu familia. Sé que aún no están casados, pero ella sigue siendo tu mujer

—Narcisa...

—La Sra. Malfoy tiene razón

—Xóchitl tú...

—Hay que pensar en un método para liberarla y mientras te estés guardando ese enojo no podremos solucionar nada. Yo me quedaré con ella a cuidar a Eileen —dijo esto último la brije mientras tomaba su forma humana

—Sigue impresionándome mucho la magia que existe en el extranjero —comentó Narcisa de manera casual

Severus le sonrió a la dos y depósito con cuidado a Eileen en los brazos de Narcisa y salió con paso apresurado del ático hasta su estudio destruido. Cerró la puerta con fuerza y caminó hasta el centro del lugar. Apretó los puños con fuerza y soltando un grito de frustración destrozó más el lugar solamente con sus manos, usando la fuerza física le ayudaba mejor a liberar las presiones y enojo que se guardaba en lo más profundo de su ser.

Pasaron unas horas para que Severus se calmara; Narcisa y Xóchitl al no escuchar nada, se miraron algo preocupadas. La rubia dejó a Eileen en brazos de la brije y salió a buscar a Severus y ver como estaba. Llegó al estudio del pocionista y se acercó un poco a la puerta logrando escuchar unos sollozos de desesperación.

Narcisa sabía que estos momentos eran muy duros para Severus y que el hombre necesitaba desahogarse para sacar todo el dolor y rabia que tenía en su interior. Sus pensamientos se interrumpieron al no escuchar sonido alguno que saliera de la habitación. Narcisa se preocupó un poco ante ese cambio radical y con un poco de duda de si irrumpir o no, abrió la puerta y entró al estudio.

—¿Severus? —encontró al pocionista sentado cerca de la chimenea mirándola, pero estaba apagada. Cerró la puerta tras ella y se acercó con cuidado al hombre—. ¿Ya estas mejor?

Severus solamente asintió secamente la cabeza sin molestarse en levantarse y mucho menos en mirar a la mujer. Narcisa se le acercó y se hincó junto a él, aunque no podía ver su rostro, su largo cabello azabache se lo cubría.

Narcisa iba a decir algo, pero Severus le ganó. Sin embargo, lo hizo con voz tan baja que la rubia con dificultad logró escuchar lo que el pocionista le decía; pero al poner más atención, se dio cuenta que eran palabras más para sí mismo que para la rubia.

—Todo fue mi culpa...

—Severus...

—Las deje solas... Alex estaba dispuesta a irse conmigo a Hogwarts aunque tuviera que estar todo el tiempo ella y Eileen encerradas en mi despacho, pero yo no quise. Les dije que se quedaran aquí porque de esa manera tendrían más libertad y podrían salir a donde quisieran, siempre y cuando ella llevará su varita a la mano para protegerse... —Severus inclinó más su cabeza cubriendo más su rostro y le dio un puñetazo al suelo haciendo que Narcisa brincara por el susto—. ¡Todo fue por mi culpa!

—¡Severus! —exclamó la Sra. Malfoy posando su mano sobre el hombro del hombre

Severus movió un poco la cabeza para mirarla, algunos mechones de cabello los tenía sobre su rostro pero Narcisa pudo ver sin problema las lágrimas que recorrían sus mejillas, nunca había visto a Severus triste y mucho menos llorando. Eso le dio una buena señal, de que a pesar de que ocultaba sus sentimientos ante los demás como cualquier mortífago, él no temía en demostrarlo aunque fuera a pocas personas de total confianza.

Narcisa le sonrió con compasión y retiró los cabellos que tenía sobre su rostro.

—No fue tu culpa —aclaró la rubia, aunque no convenció al azabache—.  Era natural que tuvieras esos pensamientos, no dejar a tu familia encerrada como animales y dejar que tratarán de divertirse a pesar de estos tiempos oscuros. Todo este tiempo has pensado en su bienestar antes que en la tuya y estoy segura que Alejandra hizo todo lo que estuvo a su alcance para proteger a su hija hasta el último momento. Por eso no le pidió a su loba que la ayudará, sino que se quedará con Eileen para protegerla a cualquier costo.

—Narcisa...

La mujer le sonrió y se puso de pie. Severus solamente siguió con la mirada sus movimientos.

—Además... ella ha de tener la esperanza de que tú iras en su auxilio muy pronto y de ese modo los cuatro estarán juntos nuevamente

Severus le respondió la sonrisa. Con brusquedad limpió los últimos rastros de lágrimas y se puso de pie frente a ella.

—Gracias Narcisa

La Sra. Malfoy le tomó la mano en señal de apoyo a lo cual Severus correspondió. De pronto se escucharon los llantos de Eileen, los cuales se escuchan cerca de donde estaban. Se soltaron y salieron a ver lo que pasaba. Severus se relajó al ver al Xóchitl batallando por darle de comer a Eileen.

—Leen, por favor no te pongas así —suplicaba la brije—. ¿Además, no que tenías hambres?

Narcisa se cubrió la boca amortiguando su risa mientras que Severus negaba la cabeza con una sonrisa y se acercaba a la brije y a su hija. Xóchitl iba a decirle algo, pero Severus le quitó el biberón de las manos y revisó la leche. Le explicó a Xóchitl lo que paso y a causa de eso las dos mujeres se le quedaron viendo sorprendidas por eso.

—Se nota que Alejandra te ha cambiado un poco —comentó Narcisa con una sonrisa

Severus se puso rojo por el comentario. Ninguna de las dos dijo nada más. Alimentaron a Eileen y la acostaron, Xóchitl se quedó cuidando a la niña en su cuarto mientras que Severus y Narcisa arreglaron un poco la casa con su magia; el piso de abajo era el más destrozado y el que les costó más trabajo arreglar. Cuando terminaron ya estaba cerca el amanecer, Narcisa tuvo que irse rápidamente por la Red Flu para que ni Lucius ni nadie más de los habitantes de la Mansión se percataran de la ausencia de la rubia.

—En cuanto llegue, me aseguraré de que no le pase nada a Alejandra y buscaré la manera en que puedas liberarla —dijo Narcisa a Severus antes de entrar a la chimenea

—Te lo encargo mucho, por favor —dijo Severus con una mirada suplicante

La Sra. Malfoy asintió y se fue por la chimenea. Severus salió de su estudio y fue a ver a Eileen y Xóchitl. Entró con cuidado de no despertar a la bebé y se acercó a la cuna. Al verla dormida, una sonrisa triste se dibujó en su rostro, eran pocas las veces en las que podía dormir en compañía de su familia.

—Parece un pequeño ángel... como su madre —susurró Severus

Sin darse cuenta, una lágrima recorrió su rostro y cayó en la cuna pero lejos de Eileen. La limpió bruscamente y volvió a mirar a su hija.

—Tranquilo —Severus miró a Xóchitl quien estaba otra vez en su forma original sentada junto a él—. Alex es fuerte, podrá resistir y también tiene la esperanza de que en cualquier momento iremos en su rescate —dijo la loba para animarlo

Otra lágrima recorrió su mejilla pero esta vez no la limpio. Sonrió y acarició la cabeza de Xóchitl con agradecimiento.

—Gracias

La loba le sonrió de regreso, pero a la vez lo miró con sorpresa por la actitud del pocionista hacia ella ya que no era muy común.

«Si Alex estuviera aquí de seguro diría: "¿Tenía que pasar todo esto para que se, al fin, se lleven bien?"» lentamente su semblante se volvió serio y fijo su mirada al suelo «De verdad espero que este bien»

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Alex sentía dolor en todo su cuerpo, la pelea no solamente la dejó sin energía sino que también con varias heridas de gravedad. Se movió un poco quedando recostada de lado y pudo darse cuenta que estaba recostada sobre un suelo frío y había un horrible olor a humedad en el aire. Abrió lentamente los ojos y se dio cuenta que estaba a oscuras; en cuanto su vista se acostumbro, pudo darse cuenta mejor del lugar donde estaba: era un sótano rectangular y un poco pequeño. No había nada ninguna ventana o algo en que se filtrará la luz, solamente la pesada puerta de metal.

Con dificultad se incorporó solamente logrando quedar de rodillas a causa del dolor. Con cuidado por sus heridas revisó el lugar y vio que no estaba sola, había dos personas ahí también, pero por su posición supuso que estaban dormidos, o al menos una de ellas.

—De verdad me alegra ver que despertaste —se escuchó la voz de una chica, la cual Alex reconoció sin problemas

—¿Luna? ¿Eres tú, Luna? —preguntó la latina con asombro y temor.

Desde que se separó de Harry y los demás perdió contacto con el mundo mágico y las noticias se las traía Severus cada vez que regresaba a casa. Trató de ponerse en pie para acercarse a su amiga, pero se llevó una mano a su costado izquierdo y cayó de rodillas a causa del dolor.

—Sí Alex, soy yo —escuchó unos pasos acercarse a ella y luego una fría y delgada mano posándose sobre la suya que estaba en el costado—. Intenta no moverte demasiado —sugirió la rubia—, tus heridas son muy graves y empeorarán si no descansas. Además de que tal vez nadie venga a revisarlas por lo que tendrán que curarse por su cuenta

Alex dejó escapar un gruñido de dolor y enojo ante eso. Miró un poco más en el lugar y vio que la otra persona seguía recostada en el suelo.

—Luna ¿quién es? —preguntó Alex

La chica miró hacia dónde lo hacía Alex y sonrío con tristeza al darse cuenta.

—Es el fabricante de varitas, Ollivander

—¿Qué? ¿Es el Sr. Ollivander?

—Sí, lleva más tiempo en este lugar que yo

—Por cierto ¿qué es este lugar? ¿Dónde estamos?

—En el sótano de la Mansión Malfoy

Alex recordó que en su casa la habían atacado Bellatrix, su esposo y Lucius. Dio un puñetazo al suelo por el coraje sin importarle que se lastimara.

«Total, más lastimada no puedo estar»

Entonces se le vino a la mente su bebé y Xóchitl subiendo las escaleras y perdiéndose en los pasillos de la casa.

«Solo espero que estén bien» deseaba la latina con todo su corazón.

De pronto se escucharon pasos que se acercaban lentamente, Alex intentó una vez más levantarse y estar a la defensiva, pero sus heridas volvieron a impedírselo.

—¡Apartarse  y  pónganse  en  fila  en  la  pared  del  fondo!  ¡No intenten  hacer  nada,  o  morirán! —se escuchó una voz contra la puerta seguida del chirrido de la pesada puerta de metal

El recién llegado encendió su varita y Alex pudo ver que se trataba de Draco. El rubio pasó su varita por todo el lugar mirando a los prisioneros hasta que sus ojos se encontraron con los de Alex. Le apuntó con su varita y la latina sintió que entraba en su mente, pero no con la intención de usar Legeremancia sino de otra manera.

«Tú hija y tu mascota están a salvo. Las dos se encuentran con Snape y mi madre»

Draco cortó la conexión y miró a la latina con expresión seria. Alex quedó aturdida por unos momentos por lo que pasó y reaccionó cuando escuchó la puerta cerrarse bruscamente.

—Alex ¿estás bien? —le preguntó Luna

—¿Eh? Ah... Sí, estoy bien —respondió Alex algo distraída

Pasaron dos días desde que se volvió prisionera de los mortífagos, las únicas caras amigables que había en el lugar eran las de Draco y su madre, pero ellos no eran los encargados de vigilar a los prisioneros sino Colagusano, lo cual le molestaba bastante a la latina. Tenía que contenerse de no hacer alguna imprudencia porque desde que la capturaron la despojaron de su varita y estaba indefensa; es cierto que podía usar sus poderes elementales pero sus heridas todavía no estaban del todo curadas e intentar algo sería un intento de suicidio.

Lo único que hacía que la estancia en el sótano fuera llevadera, era sus conversaciones con Luna y con el Sr. Ollivander, aunque algunos temas de conversación los retomaban cuando el fabricante de varitas se quedaba dormido y ese era sobre Eileen.

—Por como describes a tu bebé me dan muchas ganas de conocerla —admitió Luna después de que Alex le contará la última vez que estuvo con su hija

—¿Quieres verla? —preguntó Alex con tono casual

—¿Traes una fotografía contigo? —preguntó Luna animada

Como única respuesta, Alex busco en la pierna izquierda de su pantalón y de él sacó una fotografía doblada en cuatro. Luna miró con curiosidad el lugar de donde lo sacó. Alex le tendió la foto a la vez que reía un poco por la expresión de su amiga.

—A veces es bueno hacer algunos "bolsillos secretos" a la ropa. Aunque no encontré un buen lugar para la varita —dijo Alex esto último con tristeza

—Hiciste lo que pudiste —dijo Luna

La rubia tomó la foto y la desdobló. Se acercó la foto para tratar de verla, pero al estar en total oscuridad lo único que hacía era que le ardieran los ojos; Alex hizo aparecer una flama en su palma derecha y la puso en medio de las dos.

—Gracias —dijo Luna

En cuanto vio la foto, un pequeño «Aw» escapó de los labios de Luna al verlo.

—Se ven muy tiernos los cuatro juntos

—Xóchitl y yo tuvimos dificultades para convencer a Severus de tomarnos la foto

—Ambas sabemos que no son cosas de su agrado, pero se ve muy bien... y muy feliz

—Lo sé

Las dos se acercaron más para verlo (con la precaución de no acercarse mucho al fuego) y miraron la foto: La familia Snape estaba en el bosque cerca de la casa, el día estaba soleado y los árboles los cubrían con su sombra. Alex tenía a Eileen en brazos, la bebé lucía un lindo vestido verde esmeralda —regalo de Severus— y sonreía animadamente. Severus vestía como siempre y estaba a la derecha de Alex, con un brazo la abrazaba de los hombros y con el otro sostenía una de las manita de Eileen. Xóchitl estaba enfrente de la familia pero a la vez en medio de la pareja, sentada en sus cuartos traseros. Toda la familia sonreía con gran alegría, incluso Severus sonreía demostrando lo feliz que era con su familia.

—Por cierto —dijo de pronto Luna, Alex la miró con curiosidad—. ¿Quién les tomó la fotografía?

—Uh, pues... —Alex se pasó la mano libre por la parte de atrás del cuello con nerviosismo—. La Sra. Malfoy

Alex esperaba ver alguna expresión de asombro o susto ante eso, pero se sorprendió de ver que no era así, sino que la chica estaba tranquila.

Luna le regresó la fotografía y le sonrió haciendo que Alex se sintiera feliz al ver que a la rubia no le molesto nada. De pronto se escucharon ruidos muy fuertes del piso de arriba, Alex guardó rápido la fotografía y apagó la flama. Agudizo el oído lo más que pudo para tratar de saber lo que pasaba. Sintió que su corazón brincó del susto al reconocer las voces de Harry, Ron y Hermione.

—No puede ser...

—Alex ¿Qué pasa? ¿Atraparon a alguien?

—Sí

—¿A quién? —Antes de que Alex pudiera responder, sintió que tanto su rostro como su antebrazo izquierdo le comenzaban a arder como si le hubieran colocado metal al rojo vivo. Gruño de dolor y cayó de rodillas tratando de soportar el dolor—. ¡Alex! ¿Qué te pasa?

La latina  no respondió, cerró los ojos con fuerza y pensamientos ajenos a los suyos comenzaron a invadir su mente.

«Otra vez la conexión con Harry y Voldemort» pensó Alex, poniéndole atención a los pensamientos y lo que comenzaba a ver.

Tan cerca... tan cerca ya...

... se deslizaba alrededor de los altos muros de la fortaleza...

... miraba hacia arriba, hacia la ventana más alta, hacia la torre más alta...

... había llegado el momento de volar...

... y se elevó en la oscuridad, y voló derecho hacia la ventana más alta de la torre...

...la ventana no era más que una hendidura en la negra roca, demasiado estrecha para atravesarla... Por esa grieta se veía una figura esquelética, ovillada bajo una manta... ¿Estaba muerta o dormida?

... se coló por aquella ventana que no era más que una rendija, como habría hecho una serpiente, y se posó, ligero como el vapor, en el suelo de una especie de celda...

... la escuálida figura se rebulló bajo la delgada manta, se dio la vuelta hacia él y abrió los ojos... El frágil individuo, de rostro descarnado, se incorporó y clavó los grandes y hundidos ojos en él, en Voldemort, y sonrió. Estaba casi desdentado...

—¡Ah, por fin has venido! Ya imaginaba que lo harías algún día. Pero tu viaje ha sido en vano: yo nunca la tuve.

—¡Mientes!

La ira de Voldemort latía con fuerza en el fuero interno de Alex. Algunos fragmentos de lo que en realidad le estaba pasando los escuchaba como un eco, trató de concentrarse en su situación, pero la ira de Voldemort hacía que la conexión fuera difícil de romper; pero entonces alcanzó a escuchar un fragmento de la conversación del piso de arriba que hizo que se concentrara por completo.

—Llévate al sótano a estos prisioneros, Greyback. —ordenó Narcisa

—Un momento —saltó Bellatrix—. A todos excepto... excepto a la Sangre Sucia.

Greyback soltó un gruñido de placer.

—¡No! —gritó Ron—. ¡Ella no! ¡Llévame a mí!

Se escuchó el eco de una bofetada que resonó hasta el sótano. Alex supuso que Bellatrix golpeó a Ron.

—Si muere durante el interrogatorio, tú serás el siguiente —lo amenazó la bruja—. En mi escalafón, los traidores a la sangre van después de los Sangre Sucia. Llévalos abajo, Greyback, y asegúrate de que están bien atados, pero no les hagas nada... de momento. —se escucharon pasos pero de pronto la voz de Bellatrix los detuvo—. Cuando dejes a estos abajo, quiero que traigas a la otra Sangre Sucia

Greyback soltó un gruñido y se escucharon de nuevo los pasos. Alex y Luna se pusieron de pie y se pegaron a la pared, cerca del inconsciente Ollivander. Se escuchó la puerta abrirse y el ruido sordo de varias personas caer al suelo; Alex no tuvo tiempo de ver a sus amigos ya que una fuerza invisible la hizo moverse involuntariamente hasta la puerta pasando por los recién llegados prisioneros.

—No puede ser... —escuchó Alex al pasar—. ¡Alex!

—Ha... Harry... Ron...

—¡Cállate y ven acá! —ordenó el hombre lobo

Cuando Alex llegó junto a él, Greyback hizo salir de su varita unas cuerdas con las cuales ató a la chica solamente del torso y la llevó a arrastras hasta el salón. A mitad del camino escuchó un largo y desgarrador grito.

—Hermione... —susurró la latina

—Tal parece que Bellatrix se está divirtiendo con la Sangre Sucia. Espero que me deje algo, aunque... —el hombre lobo se acercó peligrosamente a Alex. La chica sintió repulsión al sentir la nariz de Greyback rozar su cuello y una mano recorriendo su espalda baja—. Si esa no sobrevive, aquí tengo otra diversión.

Alex se apartó del hombre lobo lo más que pudo. Sin embargo, le pareció que la bestia gruño pero no de manera amenazadora y eso la preocupo. Llegaron al salón y sintió que su corazón se detenía al ver a su mejor amiga siendo torturada por Bellatrix.

—¡Hermione! —exclamó Alex corriendo hacia su amiga

Los Malfoy y Bellatrix levantaron la mirada al escucharla. La mortífaga sonrió de lado al ver a Alex y en un rápido movimiento pasó de torturar a Hermione a Alex.

La latina al sentir el impacto se detuvo de golpe y cayó rodillas conteniéndose de gritar. Todos los presentes veían la "diversión" aunque todos tenían diferentes reacciones: Bellatrix disfrutaba ver a  su víctima indefensa, Lucius la miraba con una sonrisa malvada en su rostro, Narcisa sentía temor por Alex y Draco simplemente tenía la cabeza de lado con los ojos cerrados sin atreverse a mirar. Hermione estaba semi inconsciente en el suelo y por la postura en que cayó veía a Alex siendo torturada y como ella hacía un gran esfuerzo para resistir.

Pasaron unos minutos que para Alex fueron eternos cuando Bellatrix finalmente quitó el hechizo sobre ella. La latina seguía de rodillas y respiraba con dificultad a causa del dolor.

—Vaya, si que eres una Sangre Sucia muy resistente —dijo Bellatrix acercándose a la latina—. No cabe duda que Snape te entrenó bien, aunque yo diría que los dos tuvieron... actividades más interesantes que hacer ¿no cree... Señora Snape? —dijo la bruja esto último con burla y se reía

Alex levantó con dificultad su rostro y fulminó con la mirada a la mortífaga. Bellatrix se acercó a ella y la latina se asustó al ver que la mujer no solamente traía su varita, sino que también una daga. Bellatrix se hincó enfrente de Alex y antes de que la chica se diera cuenta sintió un ardor en su mejilla derecha y algo líquido y cálido recorría su rostro, era sangre, Bellatrix le hizo un corte con esa daga.

—Creo que fue mala idea hacerte una herida —dijo Bellatrix sin quitar su sonrisa malvada—, ya que corro el riesgo de ensuciarme con tu sangre

Alex simplemente la fulminaba con la mirada haciendo un gran esfuerzo por no hacer algún movimiento en falso. Bellatrix se incorporó y se volvió un poco hacia su cuñado.

—Tal vez Granger no quiera decirnos la verdad sobre la espada de Gryffindor, pero tal vez la mujer de Snape quiera decirnos y quién mejor para "persuadirla" que el mejor amigo de su esposo

Alex no sabía de qué rayos estaban hablando, pero estaba segura que las cosas no acabarían bien. En cuanto Narcisa y Draco escucharon las palabras de Bellatrix, los dos se tensaron y miraron con preocupación y discreción a la latina. Narcisa sabía de que era capaz de hacer su esposo con sus prisioneros ya que desde hace años lo veía o lo escuchaba hacerlo, incluso a mujeres jóvenes.

Draco quiso acercarse a su padre y defender a Alex, pero alguien lo sujetó del brazo con firmeza, pero a la vez con cariño. No necesito voltear para saber que era su madre advirtiéndole que era peligroso tratar de defenderla, además de sospechoso.

Lucius se acercó a Alex quedando a unos centímetros de ella. La latina con dificultad levantó la mirada y se encontró con la mirada gris del patriarca Malfoy, se asustó al ver no solamente la sonrisa malévola que le daba sino que le pareció ver un brillo de lujuria escapar de sus ojos.

Bellatix le apuntó a Alex liberándola de sus ataduras, pero en seguida la mortífaga uso un hechizo sobre Alex haciendo que el cuerpo de la chica se pusiera rígida y la levantará unos centímetros del suelo.

—Aquí está la chica, Lucius —dijo Bellatrix acercándole a la indefensa Alex—. Espero que esta vez sí puedas... divertirte con ella —dijo esto último la mortífaga con un frío tono de voz

Lucius le respondió el gestó. Sacó su varita y apuntó con ella a Alex teniendo ahora control sobre ella y se la llevó hacia una puerta que se encontraba en el fondo del salón. Entró y con un movimiento brusco de varita, no solamente rompió el hechizo sobre la latina, sino que también la arrojó en medio del lugar sin ningún miramiento.

El rubio cerró la puerta con magia, pero no se molestó en ponerle algún hechizo silenciador, ya que al parecer quería que las personas de afuera se dieran una idea de lo que le haría a la chica.

Alex se incorporó con dificultad quedando a cuatro patas y dándole la espalda a Lucius, sin embargo su tranquilidad no duro mucho, puesto que de pronto sintió que su cuerpo comenzaba a moverse solo haciendo que quedara de rodillas y se diera media vuelta quedando frente a frente con el rubio; quien se le acercó peligrosamente hincándose enfrente de ella y sujetándola con fuerza de la barbilla.

—No creas que no conozco tu "pequeño secretito" —susurró Lucius. Al ver la confusión en el rostro de su víctima, sonrió con malicia (si es que se podía más) y con su pulgar acariciaba lujuriosamente la mejilla de Alex—. Sé que tú eras la chica con la que intente "divertirme" en las mazmorras el día que fui a visitar a Severus en su quinto curso, y que por cierto él fue quien nos "interrumpió". Pero esta vez... ni él ni nadie vendrá a tu rescate —sentenció el mortífago

Alex abrió los ojos al recordar ese día; Lucius la había engañado haciéndola ir a las mazmorras y el rubio la córralo metiéndola a una de las aulas vacías y casi abusaba de ella de no ser porque Xóchitl y Severus la encontraron siendo este último quien la salvó del rubio.

Lucius la soltó y se puso de pie, con un movimiento de varita hizo que Alex —todavía de rodillas— se doblara un poco hacia atrás haciendo que sus brazos quedaran un poco extendidos hacia atrás también, haciendo que tuviera una perfecta vista de Lucius comenzando a desabrocharse sus pantalones. Alex abrió desmesuradamente los ojos al comprender lo que le iba a pasar; soltó un gritó de horror que se alcanzó a escuchar hasta el sótano; en donde justamente Dobby desapareció llevándose consigo a Luna, Dean y Ollivander.

Harry y Ron escucharon el grito y los dos levantaron la mirada hacia el techo con miedo. Ese grito ya no era de Hermione sino de Alex, los dos sabían que ella no gritaba con facilidad aun si usaban el maleficio Cruciatus contra ella, y con eso fue más que suficiente que los mortífagos estaban torturando a las chicas peor de lo que se imaginaron. Mientras se escuchaban los gritos, alguien llego al sótano; era Draco quien venía en búsqueda del duende, Griphook, para que revisará la espada de Gryffindor mientras Lucius se "ocupaba" de Alex.

Unos minutos después, Harry y Ron lograron escapar de su confinamiento después de enfrentarse al traidor de Colagusano —quien murió asfixiado por su propia mano plateada— y salieron en auxilio de las chicas. Los dos muchachos se detuvieron en la entrada del lugar semi abierto logrando ver y escuchar lo que pasaba dentro. A Harry le llegó el olor metálico de la sangre y se asustó más ¿A quién de sus amigas los mortífagos se atrevieron a herir? A pesar de poder ver un poco el interior, había lugares a los cuales no podían ver; como por ejemplo el lugar donde se encontraban las chicas.

Hermione y Alex estaban tendidas en el centro del salón una al lado de la otra mirándose a los ojos, los cuales estaban surcados de lágrimas y se veía el dolor y tristeza reflejados en ellos. Las dos estaban heridas, pero una más que la otra; Hermione tenía corte en su antebrazo izquierdo en el cual rezaba con letras grandes «Sangre Sucia», pero no era nada comparado a lo de Alex. Lucius abuso de Alex no solamente dejándole varios golpes y cortes en su cuerpo, sino que también como consecuencia de su brusquedad hacia la chica, Alex sangraba peligrosamente de su entrepierna y sentía que en cualquier momento perdería el conocimiento.

Al ver que las dos Sangre Sucias seguían inmóviles en el suelo y el duende le confirmó que la espada de Gryffindor era falsa, Bellatrix le dio la orden a Greyback de que podía llevarse a las prisioneras y hacer lo que la bestia quisiera. Eso fue más que suficiente para que Harry y Ron aparecieran en el salón y se batieran en duelo con los mortífagos, aunque ninguno de los dos contaba con que tomarían de rehenes a las chicas amenazándolas con una daga en el cuello de cada una, aunque solamente se atrevieron a lastimar a Hermione.

Justo cuando los chicos creyeron que estarían perdidos, llegó Dobby en su rescate dejando caer el candelabro sobre Bellatrix y Lucius, quienes a la vez soltaron a las chicas y Harry y Ron lograron atraparlas. Los cinco se alejaron lo más que pudieron de sus enemigos y se juntaron a Dobby listo para irse del lugar; sin embargo, antes de desaparecer, Harry sintió que Alex se soltaba de él y antes de que el azabache pudiera hacer algo por su amiga, la Aparición del elfo se activó y se fueron del lugar a la vez que alcanzaba a ver un pequeño destello.

Lo último que Alex logró ver antes de desmayarse fue que estaba en brazos de su mejor amigo y de pronto alguien la sujetó de la muñeca y la jaló apartándola de Harry y todo se volvió oscuro.

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