·Capítulo 2·
CAPÍTULO 2. LA JUNTA
AYLA ☆RIVERTHORNE
Creo que es la quinta vez que resoplo en un minuto.
Pero no es para menos, con la situación que se está desplegando frente a nuestros ojos.
Estamos ocho personas en el salón de la casa de Alana, que es la que quedaba más cerca y es más grande. Orión y Whein están sentados en un sofá, observándonos con cautela, como si estuvieran buscando una respuesta. Creo que eso es lo que todos hacíamos.
Apoyé mi cadera con un suspiro en el sofá donde estaba sentada Kia, con Neiha a su lado.
Un silencio sepulcral se asentaba a nuestro alrededor como un manto espeso que te robaba la respiración. Y creo que Nex se había agregado a la reunión, porque había aparecido por las escaleras, con el ceño fruncido y mirando entre nosotros, confundido.
Normal, no cualquier día aparecían todo los amigos de tu madre en el salón de tu casa sin avisar.
Por la puerta de la cocina salió Zenith, con una ligera sonrisa suave pero preocupada.
Avanzó hacía su hijo y le susurró algo que no fuimos capaces de oír por lo bajo que lo dijo. Vi un atisbo de duda en los ojos de Nex antes de que avanzara hacía un sillón, dejándose caer para asentir hacía nosotros.
Bien, el renacuajo se quedaba en la reunión.
Cerré los ojos y me froté el puente de la nariz, intentando no estresarme en sobremanera.
―Bien, empecemos con esto. ―dice Alana mientras salía de la cocina detrás de Zenith, frotándose las manos contra el pantalón de tela marrón oscuro. Coge de la mano a su pareja y tira de él hasta sentarse en unas sillas al lado de su hijo.
Asiento ligeramente y me froto los ojos, intentando que los intensos dolores de cabeza que hace tiempo no me daban, se mantuvieran alejados de mí.
―Necesitamos saber exactamente como fue. ―Orión explica a las que estuvieron allí con su usual tono seco, pero comprensivo.
Siento la mirada de todos sobre mí. Bufo ligeramente y extiendo la mano hacía Kia, ya que éramos las que más controlábamos nuestras mentes.
Oí el ligero suspiro de Kia antes de aceptar mi mano y abrir todos sus muros hacía mí. Me senté en el reposabrazos del sofá y dejó que todo me inunde. Siento algunos pensamientos de Kia, pero dejo que se vayan, no queriendo invadir su privacidad.
Rebusco un poco y no me toma mucho tiempo para encontrar el recuerdo de hace una hora, más o menos. Kia me lo tiende y no dudo en adentrarme en él.
De un momento a otro ya no son mis ojos por los que puedo ver, sino los de Kia.
Veo a Alana explicar algunas cosas y un grupo grande de adolescentes asentir educadamente ante lo que decía, aunque algunos otros estaban soltando risitas y hablando.
La vista se desliza a ellos, aunque se callan en cuanto los tengo en el punto de mira.
Hay unos segundos en los que Alana deja de hablar y se forma un silencio aterrador. La vista sube y ahora está en el cielo, que se pone negro como el ónix en menos de un minuto.
El silencio se rompe cuando alguien grita, y después de eso, unos alaridos consecutivos le siguen. Con una rapidez inesperada, una especie de rayos negros (elegantes y fluidos) impactan contra el suelo en medio de los alumnos, cayendo en un chico pelirrojo que es rodeado de volutas de un poder negro y espeso.
Alana corre hacía él, daga en mano.
Kia tampoco se queda atrás, empezando a alejar a todos los alumnos del poder que ha estallado y ahora se desliza por el suelo, llegando a la hierba y pudriendo todo a su alrededor.
Puedo sentir la preocupación de Kia escalar, sintiendo una ligera presión en mi pecho.
Después de unos minutos de terror en los que el lugar se torna negro, las volutas retroceden, volviendo de nuevo la hierba verde y fresca en lugar de las plantas secas y sin vida.
E igual de rápido de lo que vino, se fue, subiendo hacía arriba, partiendo las nubes con un sonido estrepitoso y agudo que puso la piel de gallina a todos los presentes.
Salgo del recuerdo en cuanto siento que ya ha sido suficiente.
Cuando abro los ojos, me encuentro con los demás, mirándome expectantes en busca de un veredicto.
―Era el neight. Es lo mismo que ocurre cada vez que toca a un ser vivo.
―Joder. ―sí, joder Zenith.
Aprieto los labios y veo a la familia mirarse entre sí preocupados.
―Realmente no es nuestro problema, ¿no? ―Nex se ve cauteloso. Claro, nunca había estado en una reunión importante de Aerheon, puede que esté algo perdido.
―Pertenece a Prythian, sí. Pero ya hemos visto que puede venir a Aerheon. ―tantea Neiha, intentando que el más joven de aquí lo entienda.
―Lo que significa que puede volver. ―termina Nex con un asentimiento.
―Exacto. Debemos hacer algo, y rápido. ―Orión tiene las manos en la nuca, con los codos apoyados en las rodillas mientras mira el suelo, como si este tuviera la solución al problema.
―Porque si no lo hacemos, ya no es que baje. Si el neight acaba con Prythian, también nos afecta en nosotros, aunque claro en menor medida. ―recuerda Whein mientras me mira. Lo miro y asiento ligeramente, dándole la razón.
Casi puedo oír los engranajes de todos maquinar para encontrar una solución que no me involucre a mí absorbiendo un poder que técnicamente no me pertenece. Aunque sería lo más lógico hay una probabilidad de que no salga bien.
―Sí, si afecta a todas las Cortes, no seremos capaces de controlar todos los desperfectos que van a reflejarse en todos los pueblos.
Zenith se ve pensativo. Normal, es parte de los que controlan todos los pueblos para asegurar la paz entre todos, así que es el que más sabe sobre eso. Y le afectaría bastante que Prythian resultase destruido.
Bastante hemos tenido con lo que parecía la caída de la Corte Primavera y todos los problemas que eso había causado en Throiom, el pueblo que se encuentra justo debajo de esta.
―Tendremos que viajar a Prythian. ―asume Kia con un bufido de irritación.
Hacía siglos que nadie ponía un pie en Prythian. Ninguno de nosotros lo había hecho. Creo que solo mi padre y el padre de Orión, quien era alguien cercano a mi padre políticamente, lo habían hecho.
Principalmente porque una de las reglas de Aerheon es no inmiscuirse en los problemas que tenga Prythian si no nos afectaba a nosotros.
Por eso nuestro círculo había puesto ese punto en el libro de reglamentos para reinar en esta ciudad. Esta se había creado unos años después de que yo llegara al trono. Estábamos algo perdidos y ese libro nos ayudó a liderar toda una ciudad.
―Sí. Según el punto cuatro del reglamento esto nos afecta a nosotros así que tendremos que subir. ―decreto con firmeza. Todos asienten, apoyando mis palabras.
Después de eso nos quedamos en un silencio donde procesamos el hecho de que por primera vez vamos a conocer el mundo que está arriba de nosotros.
No sé como lo haremos, no es algo a lo que esté acostumbrada y tengo miedo a que todo esto se me quede algo grande. No sé que voy a hacer para hacerme cargo del poder, ni como tratar con la gente de Prythian.
Para ellos solo somos una leyenda. Probablemente no se crean que la Ciudad Desterrada existe, tal vez hasta intenten matarnos por ser un intruso.
Tengo miedo.
―Creo que lo mejor será que vayamos solo nosotros cuatro, no sabemos como se tomarán que seis intrusos se presenten en sus tierras. ―divaga Orión con el ceño fruncido y los puños apretados entre sí.
―Justo arriba de nosotros está la Corte Noche, así que el neight tiene que venir de ahí. ―me llevo las manos a la cara ante el comentario de Zenith. Mierda, no lo había pensado.
La Corte más poderosa es la Corte Noche. Además de tener al Alto Lord más poderoso, y una Alta Lady si cabe igual de poderosa que el Alto Lord. Ahora tendremos que contar con que no nos descubran y que si lo hacen no causemos un conflicto grande.
Si Rhysand (el Alto Lord) o Feyre (la Alta Lady) y yo nos enfrentáramos, tendríamos un problema. Porque posiblemente cause conflicto. No quiero hacerle daño a nadie pero tampoco voy a permitir que me hagan daño a mí o a mis hermanos, así que podría haber una lucha.
Aunque por lo que sé, Rhysand y Feyre se encontraban en Velaris. Esta ciudad estaba justo arriba del palacio que tenemos justo al noroeste de Aerhean. Y nosotros estábamos ubicados en el norte, así que estaba lo suficientemente lejos como para no tener que enfrentarme a ellos.
O eso espero.
Lo mejor sería que nosotros nos quedáramos en leyendas, y ya está. Aerheon está mejor sin tener que lidiar con la presencia de faes husmeando sobre nosotros.
Para ellos éramos una leyenda, cuentos fantasiosos, y así se debería quedar.
―¿Dónde estamos ubicados ahora mismo? Exactamente. ―pregunto. Zenith me mira y ladea la cabeza, como si estuviese pensando.
―Justamente, en las montañas Ilyrias, seguramente en algunos de esos campos de entrenamientos de brutos y esas cosas.
Entonces si abrimos un portal hacía allí, lo máximo que podemos encontrarnos, serán unos cuantos brutos Ilyrios, ¿verdad?
―Bien, entonces si salimos mañana a las cuatro o cinco de la mañana, faltará una hora para que esos Ilyrios se despierten. ―Objeta Whein ladeando la cabeza. Sí, debería. Los Ilyrios de la Corte Noche suelen levantarse entorno a las seis debido a los entrenamientos que una vez mi padre insistió en que aprendiera, a pesar de que tenía algunas fallas que me habían hecho querer clavarme un tenedor en el ojo.
Asiento ligeramente y veo a Orión asentir hacía nosotros cuatros.
Este viaje va a ser interesante cuanto menos. Espero no tener que arrancar unas cuantas alas en el camino.
se vienen cositas
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