Capítulo 8
Limpió el historial de búsqueda y fue a abrir la puerta del departamento. Sehun ingresó con un par de bolsas con compras del supermercado; su amigo solucionaba su ansiedad saliendo de compras, no importaba dónde o qué comprara.
—Si no tuvieras un buen salario ahora estaría muy preocupado. —Sehun no le prestó atención y comenzó a desagotar las bolsas—. ¿Sehun?
—... —Sin responder colocaba los paquetes en cualquier parte.
—¿Por qué compraste comida para gatos? —Se acercó lentamente a su amigo, lo tomó de los hombros y lo sacudió con fuerza—. ¡Sehun! Si vas a gastar dinero, hazlo comprando ropa para Hyo.
—¿Qué?
—¡Dios! ¿Puedes calmarte?
—¿De qué estás hablando, Kyungsoo? —preguntó volviendo a la realidad.
—Sé lo que te sucede.
—No, no lo sabes. No te he dicho nada aún. —Se defendió, tomó las cosas y fue guardándolas en cualquier espacio disponible en la cocina—. No es bueno que saques tus propias conclusiones sobre mi
—Sehun, pusiste mi celular en la heladera. —El nombrado parpadeó y notó las llaves, su billetera y el celular sobre los cubitos de hielo.
Kyungsoo se adelantó y recuperó las cosas para después cerrar la heladera. Estaba claro que no podía decirle ninguna palabra a su amigo sobre el "segundo" padre de su hijo. Tenía miedo de que Sehun reaccionara de alguna forma inexplicable. En su mente se había instalado la idea de conseguir un abogado, pero tenía que ser alguien que no fuera fácil de intimidar. Una cosas era enfrentar a un abogado como Kim y su anónimo cliente, y otra era sobrellevar a un indeseable como Kim Junmyeon.
—¿Trajiste algo para comer?
—Sí, pero no sé dónde lo dejé. —Kyungsoo buscó en todas partes y solo pudo recolectar galletas y comida chatarra.
—Pensabas desahogarte como en la secundaria.
—No es verdad. En la universidad y diez meses antes también lo hacía... Fue un impulso, quiero comer un paquete de papas fritas sin culpa. Estoy nervioso, es mi forma de canalizar.
—¿Solo un paquete?
—Solo un paquete.
—Luego pediremos comida real. Voy a guardar los cinco paquetes que trajiste de más. —Sehun se aferró a su pequeño permitido y corrió hasta la sala para encender la televisión. Antes de que Kyungsoo llegara bajó el volumen a un nivel considerable; tenía un bebé durmiendo en la planta alta.
—¿Qué quieres ver? ¿Noticias?
—No, algo de entretenimiento. Necesito bajar un poco mi ansiedad.
Mientras su amigo se hundía cada vez más en el sofá y Kyungsoo se ponía rígido y pensaba en diferentes nombres de abogados que conocía. Flotaba en medio de un derrumbe de posibilidades cuando Sehun le tocó el hombro y le dijo que pediría comida. Él podía cocinar algo, pero no estaba de buen humor y no había nada saludable en la cocina.
—Hyo despertó hace un momento, ya le di su biberón. Es gigante. Mañana voy a llevarlo al pediatra... tengo una junta.
—No te preocupes; yo lo llevaré. También voy a darle un pequeño paseo por el parque, lleva mucho tiempo encerrado. —Pensaba aprovechar ese tiempo para visitar algunos lugares.
—¿Seguro? Puedo cambiar la fecha de consulta.
—No, no. Estaremos bien. Mañana debes hacer un buen papel en la junta. —Le animó y se dirigió hasta las escaleras para ver a su sobrino.
El pequeño dormía como si no hubiera nada a su alrededor, encerrado en una nube de mantas y almohadones color azul pastel. Cuando estaba despierto era alegre y risueño, con unos ojos expresivos que no se despegaban de Sehun. Había nacido para ser querido y adorado como solo su padre podía hacerlo.
—Hola, Hyo. Sabes, papi está muy asustado últimamente. Te ama mucho y ha soñado contigo tanto tiempo. No sé cómo lo haremos, pero nadie va a separarte de nosotros. —Arregló un poco las mantas y salió de la habitación. Él también sentía temor, pero tenía que pensar en el niño y en su amigo.
—No veo nada... —Cambió la mira de la cámara y enfocó a varios objetos, hasta que dio con un coche para bebé azul. Él chico se había detenido, después del hospital, en cinco edificios de aspecto frío y lineal.
Ellos no estaban preocupados por el accionar tan descuidado y peligroso del chico que se llamaba Do Kyungsoo. Era solo un enfermero con un amigo en serios problemas. Y, aunque no iba por un mal camino, desconocer a sus oponentes lo ponía en desventaja.
En medio de un parque con tanta gente no podían hacer mucho, punto a favor para Kyungsoo. Sin embargo, ellos sabían esperar. No le temían al tiempo. Mientras más se escondía el sol, mejor era para ellos.
Kim Kai bajó del auto y caminó hasta un banco de madera que estaba alejado. Contaba como la quinta o sexta vez que circulaba alrededor de ese par como un estúpido niñero, cuando tenía cosas más emocionantes en su verdadero trabajo.
A las diez Kyungsoo cerró levemente el carrito y llamó a Sehun. Algo le decía que tenía que mantener algún contacto con su amigo; algo como una última ubicación. Kai lo seguía desde una calle paralela, pero esta vez sin prestar tanta atención.
Doscientos metros antes de llegar a la casa, Kim se detuvo y observó al chico hasta el ingreso a al edificio. Esperó unos minutos e ingresó; tomó las escaleras, se detuvo en el segundo piso y tocó en uno de los departamentos.
—¿Pudiste ver a mi hijo?
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