Capítulo 16
Aquellas palabras de la chica hicieron que todos ellos se empezaran a reír -¿Pero tú te oyes niña? ¿Qué tienes? ¿Diez, once años? ¿Y pretendes salir impune de esta? -se burla el líder de los asaltantes, apuntándola ahora los cinco -Anda, se una buena chica y entréganos a la niña, y te prometo que te podrás ir con tus padres tranquilita -le dice de forma algo burlona.
Sin embargo, ella no retrocede, y hasta abraza algo más fuerte a la niña mientras gruñía, apareciendo ahora pequeñas llamitas en las puntas de su cabello.
-Bien, tú misma... -le dice este ante su falta de respuesta para luego disparar, seguido de sus compañeros.
Sin embargo, ninguna de esas balas llegó a su objetivo, pues ella rápidamente corrió hacia un lado tras acomodar bien a la pequeña contra ella y, aprovechando que estaba cerca de uno de los asaltantes, da un pequeño salto para girar sobre si misma y darle una patada en la cara a este, logrando derribarlo al no esperárselo, bajando ahora a la niña al suelo y poniéndose delante de ella.
-Maldita mocosa... -le dic uno de ellos yendo ahora a tratar de darle un puñetazo, pero ella agarra su puño con una mano mientras es ella quien termina dándole un puñetazo en su estómago, cortándole el aire por un momento, y luego sujeta su muñeca con ambas manos para alzarlo y lanzarlo contra otro que iba contra ella, agarrando de nuevo a la niña para volver a acercarla a la salida, aunque cuando estaba por dejarla, se termina quejando adolorida, pues ahora tenía una bala en su hombro derecho y otra casi también en la rodilla derecha, haciendo que esta los mirara gruñendo molesta, ya que el sonido de las armas al dispararse le trajeron muy malos recuerdos, recuerdos que provocaban que el humo regresara a las puntas de su cabello, mirando atrás al notar a la pequeña asustada detrás suyo abrazándola.
-Bien mocosa, sabes pelear, ¿pero qué harás ahora que no puedes moverte tan bien como antes? -le dice antes de disparar sobre ella y así cortar la cuerda que colgaba una enorme decoración con varios cristales en esta.
Al notar que aquel objeto caería sobre ellas, Alba abraza de nuevo a la niña antes de apretar los dientes y dar un salto rodando sobre si misma para esquivar los cristales, pero igualmente la molestia en su pierna derecha la hace no tener la fuerza suficiente en sus piernas, por lo que termina teniendo que dejar a la vista sus alas para envolverse a si misma con estas, y junto a ella a la niña, que gritaba de nuevo asustada mientras se aferraba a ella.
Ahora con varios cortes y cristales clavados en sus alas, así como la falta de su sombrero, los asaltantes la miran confundidos al ver que esa niña no era normal -Vaya vaya, si que escondías cosas mocosa -comenta uno de ellos.
-De seguro pagarán bien por ti por lo rarita que eres, de seguro alg otro loco querrá investigarte -comenta otro a modo de burla.
Ella de nuevo gruñe molesta, y luego mira a la niña -Escóndete ahí abajo... -le dice señalando con la mirada un sillón que tenían a su lado, a lo que la pequeña obedece temerosa, esperando que aquella chica supiera lo que hacía.
Una vez la niña estaba segura, ella se incorpora ignorando la molestia en su pierna, y de entre su cabello libera una pequeña barra de madera, que tras sostenerlo en su mano, se estira siendo tan largo como ella.
-Está bien mocosa, a bailar~ -le dice uno de los asaltantes empezando a dispararle.
Ante esto, ella avanza moviendo aquel trozo de madera rapidamente de una mano a otra mientras le daba vueltas, protegiéndose así de sus balas mientras intercambiaba patadas y puñetazos contra ellos.
No quería tener que usar sus poderes, a fin de cuentas, su abuelo le había dicho que no lo hiciera, no debía... Lo único que hacía era protegerse con sus ya adoloridas alas por los cristales o el bastón mientras atacaba con este mismo y sus piernas, o al menos hasta que logran derribarla entre tres, colocándole uno de ellos su arma directa en la frente, y otro de ellos sacaba a la niña del sillón, volviendo esta a quejarse llorando.
Ante eso, ella gruñe frunciendo el ceño para, ahora si, activar sus poderes, utilizando telekinesia para hacer que los asaltantes empezaran a flotar, quitándoles luego a la niña para dejarla en el suelo -Sal de aquí... -le dice en un tono mucho más serio que anteriormente, teniendo un reflejo rojizo en sus ojos castos.
De nuevo, la niña obedece y sale corriendo entre lágrimas hacia la puerta, logrando abrir esta y saliendo corriendo.
Afuera estaban varios coches de policía, un par de bomberos, varios periodistas, y una limusina en la que había llegado el mismo presidente al enterarse de que su hija estaba allí, yendo junto a ella al ver que salía corriendo entre lágrimas -¡Molly! -la llama para luego abrazarla -¿Estas bien? ¿Qué pasó? ¿Y los malos? -le pregunta mientras se aseguraba de que estaba bien.
-Bien, ya no hay rehenes, prepárense para entrar -le dice uno de los policías a los demás, aparentemente era el capitán de la operación.
-Espera, aún hay alguien dentro -le dice James algo alterado -Por favor Michael, esperad un poco más, podría estar en peligro -le pide, pues el contrario era amigo suyo de la infancia.
El policía suspira pesado -James, tú nunca tuviste compañía en tu carrera, y ahora resulta que tienes a alguien que está ahí dentro, sola, contra cinco delincuentes, ¿y esperas que siga viva después de esos disparos? -le pregunta, pues no creía en que alguien mas vivo estuviera allí dentro.
-Pues claro, sino Molly no habría podido salir sola. Por favor, tienes que... -se termina cortando a si mismo, pues el sonido de las puertas del banco abrirse de nuevo interrumpe a los presentes.
En la entrada, ahora estaba la chica con alguna que otra herida en su rostro, brazos y piernas, sangre saliendo de las heridas de bala, y los numerosos cortes adornando sus alas, así como los cristales que tenía incrustados en estas. A su lado, se encontraban los cinco asaltantes, que estaban flotando levemente mientras permanecían atados por unas raíces formando un círculo, estando ahora mismo inconscientes.
Ante la conmoción, Alba simplemente obliga a los asaltantes a seguir flotando en dirección a los coches de policía, dejándolos sentados en el suelo.
Tras unos segundos de incertidumbre por lo que estaban viendo, finalmente alguien termina gritando -¡Un monstruo! -a lo que la gran mayoría de los agentes apuntan con sus armas a la chica, la cual ni se inmuta y solo se los queda mirando con el ceño fruncido.
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