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24.- Los mellizos del león

—¡Mierda hermano!—lanzó una exclamación de susto ante el tirón en sus entrañas.

—¡Ve a buscar al médico, ya!—ordenó el mayor de ellos quién sabiendo que sus reproches provocaron el adelanto del nacimiento de los pequeños, no se atrevió a acercarse a su sobrino.

—¡ Cállense los dos! Primero te calmas y luego insultas; en cuanto a usted tío, es tu obligación apoyarnos, no reprocharnos...

Ninguno le respondió. Otra exclamación de dolor pero esta vez más estremecedora, hizo que el heredero de Sisifo saliera corriendo a buscar ayuda. Temía por la vida de Aioria cuyo estado era de riesgo.

Todos se irguieron prestos al advertir su presencia y su rostro pálido como el papel, eso significaba que los gemelos se adelantaron. El médico de Aioria que se entretenía con las piruetas de los felinos que este tenía libres por el jardín ni siquiera oyó la pelea de Aioria y Sisifo ni el consecuente gemido de dolor que profirió.

—¡ Rápido!—apremió Aioros mientras zangoloteaba al galeno que por poco ya mismo devolvía su estómago.

El palacio pronto se volvió un alboroto, el anciano mayordomo de Aioria movilizó al personal a su cargo quienes se apresuraron en ir a la cámara del tesoro donde los baúles fueron abiertos en busca de paños, sábanas, esencias aromáticas. 

—Nadie pasa y nadie sale de aquí hasta que los niños lloren ¡ Entendido!

Aioros se convirtió en el gobernante de facto a pesar de que no le correspondía, repartió órdenes a soldados, sirvientes, nobles y mantuvo a raya a Sisifo enviando a su paje personal fuera del palacio con recados para mantenerlo entretenido.

—No eres mi padre, pero te considero como tal tío—lo llevó hasta el pasillo mientras las grandes puertas cuyo accedo daban a los aposentos y oficinas de los funcionarios eran cerradas—pero no permitiré nada contra ellos y peor que esa mujer ponga los pies aquí.

Ofendido por el trato, Sisifo se zafó del agarre, él no tenía derecho de hablarle así.

—El compromiso está pactado, Marín vendrá aquí cuando se cumpla el año de aquella payasada de tu hermano, por tanto el canalla de Kanon Geminae dejará de ser Alteza Sereníssima. Jamás de mi parte así sea padre de aquellos niños, no recibirá autorización de usar los títulos reales.

—Yo se los daré tío no te apures—lo desafió mientras el anciano mayordomo de Aioria los escuchaba en la puerta entreabierta—el color de la sangre es rojo, no es azul. Y los huesos son blancos.

Dicho esto le dio la espalda y a un gesto suyo las puertas se abrieron suavemente para ser cerradas una vez él estuvo en el interior. Aioria apretaba la mandíbula ya que el dolor era insoportable. 

—¡Maldito Kanon!—maldijo a su aún esposo mientras la sangre parecía que se le calentaba más—¡Hermano!

La nobleza fue informada en secreto por la Canciller quien mantenía sus oficinas en el palacio y en la que Popea, la defenestrada Canciller de Giudecca se hallaba en una charla sobre política y protocolo, Popea desarrolló un afecto muy grande por la dama a tal punto que se rumoreaba en la corte que mantenían una relación amorosa.

En tanto, el pueblo sabría del nacimiento real cuando doce cañonazos retumbarían desde el norte de Algieba, capital de Denébola donde una fortaleza de piedra caliza servía de vigía y cámara real para los tesoros del territorio, por lo que se reunieron en el salón de banquetes que medía el doble que la alcoba de Aioria. Un nacimiento gemelar era el primero en siglos en aquella dinastía y por ende a palabras de los nobles serían veinticuatro cañonazos.

Alcoba de Aioria.

—¿ Sabe como sacar a dos niños verdad?—preguntó Aioros al médico mientras Aioria maldecía a diestra y siniestra.

—Si mi señor—musitó el galeno mientras sacaba un tubo del tamaño de un dedo índice con un líquido que a sus palabras servía milagrosamente en esas clase de acontecimientos.

Aioros juró que su hermano tenía la tez pálida y que temblaba peor que hojita, rodó los ojos, ya pensaba castrar a su cuñado perdido por tremenda hazaña. Tenía que abandonar la habitación para que el procedimiento sea más relajado.

Ignoró la presencia de su tío que con desdén posaba sus ojos en  la puerta ante los gemidos provenientes del interior de aquella alcoba, Aioros rogaba que los niños nacieran bien.

Luego de una media hora, se oyeron llantos y exclamaciones de asombro. Una ceja alzada en señal de incomodidad de parte de Sisifo quién veía su derrota significó un alivio para Aioros.

—¡ Es niña el primero! Y no son castaños...

—¿ Cómo?—débilmente el castaño cuestionó las palabras del médico—pero...

Le mostró al niño que lloraba a todo pulmón. Una pelusilla oscura asomaba en su pequeña cabeza igual la niña que gemía por el toqueteo incesante a su cuerpecito que era limpiado por una mujer madura vestida de blanco para luego ser envuelta en una tela blanca llana.

—Supongo que—el niño fue puesto en manos de la mujer madura que lo tomó con delicadeza—algún ancestro paterno.

—¡Oh genial!—farfulló cansado el castaño mientras su cabeza caía pesadamente en la almohada mojada por el sudor—¡Avisen a la población que son mellizos!

—¿ Nombres para los príncipes mi señor?—Aioria miró a su mayordomo quién entendió la petición silenciosa, siempre existía un plan b en caso de imprevistos y no se imaginaban que serían niño y niña—oh ya veo, usted ya tiene los nombres.

A los cinco minutos, en dos placas de madera con letra manuscrita elegante, se plasmaba las identidades de los pequeños:

Su Alteza Real, la princesa heredera de Denébola, Elisabetha Leons Geminae.

 Su Alteza Real, el príncipe real, Señor de Rasalas, Segas Leons Geminae.

Veinticuatro cañonazos les dieron la bienvenida a Sus Altezas reales quienes con su nacimiento obtenían infinidad de títulos y derecho a herencias de tres familias. 

******

Las damas revoloteaban felices por los pasillos ante la buena nueva, los mellizos acomodados uno a lado del otro cerca de Aioria eran las delicias de los nobles que asombrados por la fortaleza del castaño ante el nacimiento ya planeaban un compromiso de sus hijos con los pequeños príncipes.

Una mujer de vuelta en el trono, algo que a Marín no agradaría pues para ella un varón era más manipulable. Sisifo no pensaba así, para él una mujer gobernando la dinastía Leons era una pieza valiosa para futuras alianzas, más teniendo la sangre de los Geminae...

Quizá debía olvidar su conflicto de nobleza, Saga era el tío de los mellizos y con el puesto que tenía podría concertar buenas y jugosas alianzas.

Sonrió al darse cuenta que los niños serían su pasaporte para aliarse con otras dinastías. Kanon lejos era mejor.

—No, solo—la voz de Aioria cansada luego del esfuerzo—mis hijos apenas nacen y ya quieren casarlos... ¡No sean apresurados!

Segas dormía, el llevar un nombre que era digno para un segundogénito, significaba que no tendría muchas responsabilidades que su hermana que despierta escrutaba severa con sus ojos grises a las enamoradas nobles que tocaban sus cachetitos. Genes mezclados maravillosamente confirieron a los bebés un aspecto diferente a los Leons.

—Hum—Aioros no cesaba de observar a su tío de espaldas mientras Elisabetha no dejaba de mirar a las jóvenes que ahora repasaban sus cejas oscuras—ya el pueblo conoce que nacieron sus príncipes.

Tersites asintió mientras extendía un manto bordado para la niña, el manto blanco tenía hilos rojos que formaban un león en su extremo derecho superior, en el izquierdo tenía bordados los nombres de los últimos gobernantes de Denébola. Para Segas se tuvo que improvisar con un manto que usó su abuela para su cabellera previo a un banquete, bordado con hilos azules semejando olas. Envueltos en aquellos mantos serían presentados ante sus súbditos que ya sabían de su nacimientos por los veinticuatro cañonazos.

—Yo los llevo hermano—se ofreció Aioros, miró en busca de su tío que entendió que debía tomar a Segas que bostezaba mientras su manitas se cerraban—tu sobrino nieto ¿ Es hermoso no es así?

Levantó la vista y escrutó a Aioria que sonreía triste, sin duda Kanon era el amor de su vida y su ausencia le sentaba mal. Luego la posó sobre el bebé que volvió a dormir mientras lo cobijaba en sus brazos.

—Lo son—permitió el paso de Aioros que con Elisabetha caminaba despacio mientras salía de la habitación, en el pasillo, varios centinelas los escoltaron, Tersites antes de que lleguen a las puertas que abrían reverenció a los nuevos príncipes y se dispuso a abrir las grandes puertas ayudado por un guardia. La Canciller de Denébola extendió los brazos para tomar a Segas pero al advertir que Elisabetha tenía el manto bordado con hilos rojos , suspiró aliviada.

Era un alivio que existieran dos herederos. En el reino de Indrapaths, la línea sucesoria se alteraba... el pequeño Calix entraba como segundo en la línea sucesoria retrocediendo a los siguientes Acuario al tercer y décimo lugar; debía considerarse que algunos familiares de Dégel renunciaron a una aspiración al trono pues serían más , a los Sagittarius al onceavo y decimosexto lugar en los que Elisabetha y Segas ocupaban las posiciones catorce y quince. En fin el trono tenía herederos para más o menos un siglo.

Kanon no sabría del nacimiento hasta en tres días.

******

Transcurridos los tres días, el mensajero de Radamanthys arribó a Giudecca. Kanon ya no vivía en las mazmorras, en cambio aunque prisionero, tenía mejor trato y disponía de una alcoba cerca a las habitaciones de los guardias de palacio, quienes lo vigilaban día y noche.

La herida ya había sanado quedando una leve cicatriz que de vez en cuando latía, Radamanthys aún lo acosaba, más ya no eran tan fastidiosas sus propuestas.

El mensajero entró como una tromba mientras aferraba el pergamino con el informe redactado en las últimas semanas, no le agradaba servir a un rival de Radamanthys, pero dado a la recompensa que obtendría por esa labor, lo hacía.

Se reportó ante el rubio quién esos momentos ordenaba que fundieran varias estatuas del anterior rey de Giudecca para fabricar armas y una puerta de repuesto para la parte trasera del palacio. Le extendió el pergamino con los acontecimientos detallados provocando una sonrisa resuelta en el rostro del déspota.

—¡ Con que mellizos!

—Nació primero la niña y eso significa que la corte respira aliviada.

—Una corte extraña, porque siempre dan prioridad al varón...

—Porque no existe la Ley Sálica y además ellas  tienen mucha más libertad que cualquier otro nacido de otras casas reales. Independientemente de su sexo, el heredero puede ser hombre o mujer—la voz gruesa de Kanon se hizo presente—siempre ando fisgoneando idiota... No creas que me la paso encerrado en tu jaula de oro.

Tenso, el mensajero se retiró.

—Dame el informe—exigió ante el divertido rubio que en su mente en esos momentos ideaba un osado plan en el que involucraba a la pequeña Elisabetha como su peón—esa maldita sonrisa no me agrada, sé que planeas algo con mis hijos...

—Piensa lo que quieras bribón. Igual ante los ojos de Sisifo Sagittarius no eres nadie, solo un noblesucho de cuarta. Pero yo sé tus reales orígenes.

Palabras que no causaron ni el más mínimo daño, estaba acostumbrado a ser tildado de noble de baja categoría, si supieran cuantos ancestros de alcurnia tenían Saga y él, les rendirían pleitesía.

Por ahora, como padre de dos príncipes, tendría privilegios los cuales eran lejanos, sin embargo dado a su sospecha reciente sobre Radamanthys, podría mover fichas y evitar cualquier jugada.

Perséfone era una de las piezas para la estratagema de Radamanthys.

o-o-o-o-o-o-o

¿ Cuál es el plan que Radamanthys idea?

Con este fic, fue la actualización 4/ 8 de esta maraton de cumpleaños de su servidora :3


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