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Tormentos del pasado

Cuando ingresé al automóvil, mi frustración se manifestó golpeando mi frente contra el volante. La escena de David restregándome en la cara a su nuevo novio me resultaba insoportable. Mi ánimo decaía considerablemente. Arranqué y conduje apresuradamente hacia el apartamento, ansiando un momento de descanso en la cama. Tras unos minutos, llegué y Derek, otro guardia de seguridad, me recibió. Le dirigí un breve saludo y estacioné el vehículo. No es como el otro inepto. 

Al descender, me acerqué a la entrada del edificio, que se encontraba resguardada por el mismo guardia al que había despedido la noche anterior. ¿Acaso no escuchó mi solicitud de retirarse? Lo enfrenté con una mirada que expresaba ira y odio, de inmediato noté su expresión de temor. 

Aunque deseaba despedirlo definitivamente, decidí contener mi ira, no podía descargarla sobre él.. Avancé hacia la gran puerta de cristal y me dirigí al ascensor, tomando rumbo al quinto piso, donde se ubicaba mi apartamento. Al ingresar, me encontré con Steven sacando cosas de la nevera, al parecer estaba listo para cocinar. 

—Hola... Lamento haberme tardado, estuve conversando con Paula en la salida—Dije, dejándome caer exhausto sobre el sofá, sujetando mi puente nasal. 

Poco después, Steven se acercó y se sentó a mi lado. Un breve silencio inundó el ambiente.

—Te noto inquieto, ¿Qué sucede? Siempre te pones así cuando algo te abruma.— Comentó, con una mirada profunda. 

—Paula... Ella me amenazó con divulgar la foto del plan, y ahora soy su novio.— Confesé con pesar, reprimiendo las lágrimas. —Lo peor es que me di cuenta que David, él... anda saliendo Antonio. -Una lágrima traicionera surcó mi mejilla. — Se que no tengo derecho a juzgarlo, pero yo solo había hecho todo esto para acercarme a él, solo quería...— me desplomé de la tristeza. 

—En ocasiones, la persona que más amamos es la que más daño nos causa. Debemos afrontarlo y superarlo.— Aconsejó, como si ya hubiera enfrentado situaciones similares. —Ven... te ayudo— añadió, mientras desplegaba sus brazos para ofrecerme consuelo. Me aferré a él y me permití desahogar mi angustia en un torrente de lágrimas, mientras sus manos reconfortantes acariciaban mi espalda. 

El abrazo y la empatía de Steven resultaron útiles, me sentí aliviado después de esos breves minutos de conexión. 

—De acuerdo, dejemos atrás las emociones negativas. Mejor pongámonos a cocinar — Anuncié, colocándome de pie y secando mis lágrimas. 

En ese instante, el timbre del teléfono móvil irrumpió en el silencio. Era mi madre, la mujer que una vez me dio la vida, pero que ahora parecía distante y fría. 

•Conversación telefónica•

—Aló — Respondí de inmediato al abrir la llamada. 

—Recuerda que Lukka regresa hoy— Sus palabras sonaron apáticas, como si hablar conmigo fuera un mero trámite. —Llega antes que él y no llegues tarde— Con frialdad, me recordó mi obligación. 

 •Fin de la conversación• 

 —Steve... ¿Me acompañas a la casa de mis padres?—  

 Historia Relatada Por David. 

Tras despedirme de Antonio, ingresé a mi hogar. Mis padres estaban en el sofá viendo televisión. 

 —Buenas tardes — Saludé con una sonrisa. 

—Hola, hijo — Respondieron en unísono.  

—¿Cómo te fue, "bebito"? — Preguntó mi madre, usando un apodo que me daba vergüenza.  

—Bien— Respondí con reserva. 

Subí las escaleras y llegue a mi habitación, me despojé de la ropa y entré al baño. Al abrir la regadera, el agua tibia me proporcionó un alivio momentáneo. Gracias a ello, logré relajarme un poco. Al rato me grita mi madre desde la cocina. 

—Cariño, ya está la cena— 

Tras vestirme, bajé las escaleras y me senté en la mesa. Mis padres ya estaban allí, pero durante toda la cena, un incómodo silencio se apoderó del ambiente. Es mejor así, pues no tenía ánimos de hablar. Una vez terminé de cenar, llevé mi plato al fregadero y me retiré a mi cuarto. Me coloqué mis audífonos y me sumergí en la música, tumbándome en la cama. Un rato después, tocaron a la puerta. 

—¿Hijo, puedo pasar? —dijo papá. 

—Sí, adelante— respondí, sin ánimos. 

Papá entró y me miró a los ojos. Un incómodo silencio nos envolvió, luego se sentó a mi lado. 

—¿Qué te sucede? Tu mirada no es la misma. ¿Regresó Lukka? Si es así, puedo encargarme de él— dijo con voz firme, pero con un rastro de ternura en sus ojos. 

—No, no es eso. Es... Jesús— suspiré, sintiendo un nudo en la garganta. —Sucedió lo mismo, solo me utilizó y me desechó, al igual que Lukka, como si no significara nada para él.— 

Papá me miró, sus ojos brillaban con empatía. Me abrazó con delicadeza y sus manos cálidas acariciaron mi espalda. Las lágrimas brotaron sin poder evitarlo, y así estuvimos por unos minutos. La camiseta de papá quedó húmeda por mis lágrimas. Realmente necesitaba ese abrazo. Luego, se apartó, me miró a los ojos y sonrió. 

— Aunque ames con intensidad, el amor no siempre será correspondido— afirmó con su voz llena de sabiduría y cariño. 

—¿No eres mi papá y tienes que decirme que él no vale la pena? —interrogué, alzando una ceja, queriendo comprender la razón detrás de sus palabras. 

Papá negó con gentileza, sus ojos reflejando el entendimiento profundo de la vida y sus enseñanzas y consejos. 

—En el amor siempre hay incertidumbre, y enfrentamos el riesgo de no ser correspondidos. Es un camino que todos debemos asumir, pero no por eso significa que debamos perder la esperanza. "Todo tiene su tiempo y el tiempo es sagrado, no te apresures o quedarás colgado", como decía mi abuelo. Algún día, el destino te llevará hacia la persona adecuada, y entenderás por qué algunas puertas se cierran. Las experiencias que vivimos, aunque dolorosas, nos enriquecen y nos preparan para lo que vendrá. Así que confía en ti mismo, hijo, y confía en que la vida te tiene preparado algo maravilloso.— 

Con ternura, me tocó la nariz con la yema del dedo y me dedicó una sonrisa reconfortante. Era como si toda la sabiduría de su abuelo, generaciones atrás, se transmitiera a través de sus palabras y gestos. 

—Gracias, papá —lo abracé una vez más con fuerza, sintiendo la seguridad y el cariño que solo él podía brindarme. 

—Siempre estaré aquí para ti, hijo— me susurró, acariciando mi cabello con dulzura. —Cuando te sientas listo, podrás hablar con mamá. Te ama y te aceptará, lo sé. Solo debes darte el tiempo necesario para comprenderlo y aceptarlo tú también— 

—Sí, lo sé— asentí, agradeciendo la paciencia y el apoyo incondicional de mi padre. —Te quiero, papá— 

Él me miró con un amor genuino y se despidió, cerrando la puerta tras de sí. Me quedé solo en mi habitación y me acerqué a la ventana, apoyando los brazos sobre el marco mientras observaba el cielo estrellado. Las estrellas brillaban con esplendor, pintando un escenario mágico en la noche. 

Al volver a la realidad y recordar el pasado, mis pensamientos volaron hacia Lukka, el chico que había ocupado un lugar tan especial en mi corazón meses atrás. Una lágrima solitaria escapó de mis ojos mientras suspiraba profundamente.

—Lukka... ¿Por qué... te fuiste? —susurré con tristeza, dejando que mi corazón expresara el dolor que aún seguía guardando en su interior. 

La noche me envolvía en su silencio, y el recuerdo de aquellos momentos compartidos con él invadieron mi mente. A pesar de la decepción y el dolor, no podía evitar recordar los momentos felices que vivimos juntos. Era difícil dejar ir lo que una vez fue tan significativo para mí. Me tomó tiempo asimilar lo ocurrido y superar el sentimiento de pérdida. Pero sabía que con el apoyo de mi padre y el tiempo necesario, podría sanar mi corazón herido y abrirme a nuevas oportunidades y experiencias. Respiré profundamente, decidido a enfrentar lo que venga con valentía y confianza. Sabía que las estrellas en el cielo eran un recordatorio de que la vida seguía su curso, y que incluso en las noches más oscuras, siempre habría luz y esperanza. Después de todo tengo diecisiete años, ¿Qué podría salir mal?, aún tengo mucho por descubrir en este mundo. 

Historia Relatada Por Jesús. 

—¿Estás listo?— pregunta Steven, posando su mano en mi hombro. 

—No... no lo estoy... pero entremos. Ya es hora de enfrentarlos— aunque por dentro siento un nudo en el estómago. Ya llevaba 3 años lejos de la casa de esas cosas que tengo como padres, es raro verlos a la cara. —Todo sea por Lukka— susurro con determinación. 

Tocamos el portón para entrar. Emma, la fiel empleada que ha estado en la casa durante años, nos abre la puerta.

—¡Señorito Jesús! ¡Qué milagro pase, pase! Sus padres lo están esperando. El señorito Lukka ya llegó— me saluda con calidez. 

—Gracias, Emma— le respondo, agradeciendo su amabilidad. 

Antes de entrar, miro la puerta que da paso a la sala. Suspiro pesadamente, sin ganas de enfrentar a mis padres. 

—Vamos— Steven me da un apoyo en el hombro y abre la puerta. 

Caminamos hacia la sala, y me sorprende ver cómo todo ha cambiado desde la última vez que estuve aquí. Las paredes pintadas de blanco y un techo que simula un cálido cielo. Los cuadros y fotos que alguna vez me mostraron como parte de su "perfecta familia" han desaparecido.

—Las quitaron— susurro apenas, mientras mis ojos se humedecen. Todo ha cambiado, y eso incluye mi lugar en esta casa. 

La atmósfera es tensa al entrar. Los muebles, las decoraciones e incluso las empleadas, a excepción de Emma, son distintos. Al llegar a la mesa, encuentro a María y Pedro, "mis excepcionales padres", y a Lukka, mi hermanito de 18 años, pero es mi hermanito. Él se abalanza hacia mí y me abraza con fuerza, y yo lo abrazo de vuelta, sintiendo un poco de consuelo en su cálida bienvenida. 

—¡Hermanito! ¿Cómo estás? Estás más hermoso y guapo que antes. Te ves precioso— dice Lukka, siempre con una sonrisa en el rostro. Su alegría es contagiosa, y admiro su capacidad para encontrar felicidad en las pequeñas cosas. 

—Y tú no te quedas atrás, también estás muy hermoso— respondo y reímos al mismo tiempo. Su presencia me hace sentir un poco más ligero, como si la pesada carga que llevaba se aliviara. —Te extrañé mucho, hermano— confieso sinceramente. 

—Yo igual, pero ven, siéntate y cuéntame todo— invita Lukka con curiosidad genuina. 

—Lukka, él es Steven, mi mejor amigo— presento a Steven con una sonrisa. 

—Mucho gusto, Steven. Soy Lukka, el hermano de Jesús— dice Lukka con amabilidad. 

María y Pedro permanecen en silencio, y siento que su frialdad solo aumenta la tensión en la habitación. Lukka, notando su actitud distante, no puede evitar preguntar. 

—¿Ustedes no dirán nada?— inquiere Lukka, mirándolos con confusión. 

—No tengo nada que decir— responde Pedro cerrando los ojos y cruzándose de brazos. 

—Mucho gusto, Steven— dice María golpeando con el codo a Pedro, como si recordara de repente sus modales. 

—Yo hablo de Jesús. ¿No lo saludarán?— insiste Lukka, buscando algún tipo de reconocimiento. 

Miro a María y a Pedro con una mirada de satisfacción. Años de ocultar su verdadera relación conmigo se desmoronarán ahora. ¿Para qué pretender tener una relación conmigo cuando nunca existió una? Es ridículo. Ellos son ridículos. 

—No dirán nada, por eso me fui de esta casa— confieso, conteniendo la sonrisa que amenaza con aparecer. María y Pedro me miran con odio, pero es hora de sacar a la luz sus mentiras. 

—¿Qué? ¿Te fuiste de casa? ¿Pero... qué hicieron?— pregunta Lukka confundido. 

—Me fui... porque — dudo un momento antes de continuar —tus papitos no me quieren ver ni en pintura. Descubrieron que soy gay— mi leve sonrisa de satisfacción se hace más pronunciada, liberando el peso que llevaba sobre mis hombros. 

María reaccionó bruscamente, levantándose apresuradamente de su asiento y abandonando la sala, seguida poco después por Pedro. Era evidente que mi revelación había desatado una tormenta en su interior. 

—Mmmm... Jesús, te espero afuera.— Steven, mi fiel amigo, se levantó de su asiento y se retiró respetuosamente. 

—Creo... que también me voy. — Anuncié a Lukka, cuya expresión reflejaba confusión ante los acontecimientos recientes. 

—Espera— Lukka me detuvo antes de partir. —¿Dónde vives? Te visitaré mañana— 

Con cautela, anoté mi dirección en un papel y se lo entregué.

—Gracias— añadió Lukka, abrazándome con cariño. —Adiós, te quiero, Hermanito— 

—Yo igual, adiós— Le correspondí el abrazo, sabiendo que esta era una despedida necesaria para protegerlo de la tormenta que se cernía sobre la mansión. 

Una vez despedido de Lukka, me reuní con Steven afuera de la mansión.

—Hola... — Saludé, aún procesando la mezcla de emociones que me embargaba.

—¿Ya nos vamos? — Preguntó Steven con sus ojos castaños llenos de preocupación.

—Sí, pero espera un momento. Tengo que hacer algo. — Respondí decidido.

Me acerqué a Emma y me despedí de ella con afecto.

—Adiós, Emma. Te quiero. — Expresé con sinceridad.

—Yo igual, señorito Jesús. Espero verlo muy pronto— Sonrió —Y esos ojos... se le nota muy abrumado. Debe descansar más y centrarse en su bienestar— 

—Gracias por el consejo, Emma. — Agradecí, abrazándola nuevamente. En serio debía tomar en cuenta sus palabras llenas de sabiduría. 

Luego, Steven y yo dejamos atrás la mansión, encaminándonos hacia nuestro apartamento. En el camino me sumergí en el pasado, volviendo a flote todos los sentimientos oscuros y situaciones asquerosas que viví en ese lugar...

5 Meses atrás...

La atmósfera en la sala se volvió aún más tensa, y el resentimiento de María y Pedro hacia mí se hizo evidente. Ambos me miraban con desdén, y no podía evitar sentir la mezcla de ira y tristeza en su mirada. 

—¡No puede ser verdad!— exclamó María, su voz llena de incredulidad. —¿Es cierto lo que estás diciendo, Jesús?— 

—Sí, mamá, es verdad— respondí con determinación, aunque mi corazón latía aceleradamente ante la incertidumbre de su reacción. 

—¡No puedo creerlo! — dijo Pedro, levantándose de su silla con gesto desafiante. —¿Cómo pudiste ocultarnos esto?— 

—No lo oculté, simplemente no encontré el momento adecuado para decirlo— expliqué, tratando de mantener la calma. 

—¡No puedes ser gay!— Gritó María, con los ojos llenos de lágrimas de rabia. —Te dimos todo, te dimos una vida maravillosa. ¡Te hemos dado más de lo que cualquier mendigo arrastrado desearía! — 

Esa última frase me golpeó con fuerza, como si no mereciera lo que había recibido en mi vida por ser adoptado. Tragué saliva, intentando controlar mi voz. 

—Soy consciente de todo lo que han hecho por mí y siempre les estaré agradecido por eso—respondí, luchando por mantener la calma. —Pero ser gay no es algo que pueda elegir o cambiar, es parte de quién soy. — 

—¡Te dimos una educación de primera, dinero, prestigio!— exclamó Pedro, lleno de rabia. —¿Y esto es lo que nos das a cambio?— 

María, sin atreverse a mirarme a los ojos, asintió con desaprobación. 

—No lo entienden— dije, sintiendo un nudo en la garganta. —No se trata de lo que me han dado materialmente, sino de cómo me han tratado como persona. No se puede comprar el amor y el cariño— 

—¡Eres una vergüenza para mi familia!— Gritó Pedro, acercándose amenazadoramente hacia mí.  

—No, no lo soy— dije, alzando la voz. —Ser gay no es una vergüenza, es parte de la diversidad humana y merezco ser respetado y amado tal como soy—  

—¡Es una desgracia, ¿no puedes ser normal como los demás?!— Gritó María, visiblemente alterada. 

—Yo no soy una desgracia, soy una persona valiosa y merezco ser amado y aceptado como cualquier otra persona— afirmé, con voz temblorosa pero decidida. —Mamá, papá, yo soy la misma persona que siempre he sido. Esto no cambia quién soy, y esperaba que pudieran entenderlo y aceptarlo— 

—¡No puedo aceptarlo!— dijo María, sollozando. —¿Qué pensarán los demás de nosotros?—

—No debería importar lo que piensen los demás— respondí, con firmeza. — Lo que importa es que soy su hijo y merezco su amor y comprensión— 

—Si esto es lo que eres, si esto es lo que eliges, entonces tal vez ya no te puedo considerar como mi hijo— dijo María, su voz quebrándose. 

Las palabras de María resonaron en el aire como cuchillas afiladas, cortando mi corazón en pedazos. Sabía que esto era un riesgo al enfrentar mi verdad, pero no esperaba sentir tanto dolor por las palabras de los que alguna vez llamé "mis padres". 

—Está bien, si eso es lo que sientes— respondí con tristeza pero determinación —Entonces, creo que ha llegado el momento de seguir caminos separados. Tal vez algún día puedan entenderme y aceptarme como soy—  

Con lágrimas en los ojos, María asintió, incapaz de decir una palabra más. Pedro permaneció en silencio, pero su mirada reflejaba la lucha interna que estaba enfrentando.

Así, en medio del dolor y la tristeza, tomé la decisión de alejarme, de buscar mi camino lejos de aquellos que no podían aceptarme. Era un paso difícil y doloroso, pero sabía que valía la pena para ser fiel a mi verdadero yo. Con un nudo en la garganta, me despedí de ellos y salí de esa casa que alguna vez fue mi hogar, pero que ya no podía serlo si no me aceptaban tal como era. Era el inicio de una nueva etapa en mi vida, una en la que buscaría mi propia felicidad y aceptación, incluso si eso significaba dejar atrás a aquellos que alguna vez fueron mi familia.

En la actualidad... 

Al llegar a nuestro hogar, la sensación de libertad y tranquilidad me invadió. Con el hambre como compañero, decidimos cocinar la cena juntos. Compartimos la mesa y el sofá, sumergiéndonos en la calidez de la compañía del otro mientras veíamos televisión.

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano y nos preparamos para afrontar el día en la preparatoria. Con la sinceridad como estandarte, y el apoyo de mi amigo, enfrentaba una nueva etapa de mi vida, decidido a no ocultar mi auténtico ser. 

NOTA DEL AUTOR

Hola de nuevo chicos, espero que estén disfrutando de la historia hasta ahora. Quería tomarme un tiempo para compartir algunas reflexiones sobre este capítulo en particular. Fue un desafío emocionalmente intenso plasmar los sentimientos y dilemas de los personajes de una manera armónica. La historia de Jesús es una exploración profunda de la vida de un joven que se enfrenta a desafíos emocionales y personales, pero que también encuentra fuerza y esperanza para seguir adelante. Espero que esta historia pueda tocar el corazón de muchos y resonar con sus propias experiencias y emociones. 

Además, Lukka, uno de mis personajes favoritos, hizo su aparición en esta entrega. Su presencia es vital para el desarrollo de la trama, así que los invito a prestar atención a los detalles que se presentan, incluso aquellos que parezcan insignificantes, pueden tener un papel crucial en el futuro. Así que estén atentos, ya que el suspenso y la intriga se intensificarán. 

❤ Voten y comenten si les gustó la historia los quiero ❤ 

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