Capítulo 26
3O de diciembre, 11 am.
Los días pasaron con tranquilidad. Juno volvió a ser la misma que siempre, dulce y generosa, aunque ninguno le tenía la suficiente confianza de antes. En pocas palabras: La evitaban a toda costa.
Owen estuvo presente el día de Navidad cuando todos menos Paul, Becca y Juno, se reunieron en la habitación de Heidi. Tenían un generoso plan para poder salir de la iglesia sin levantar sospechas.
Katheryn seguía preocupada por Ben Smith, por qué no había tenido señales de él desde cinco días atrás. Y Ethan, no tuvo oportunidad de darle su presente de Navidad a Katheryn y aprovecho para dárselo días después.
-¿Sabes? Con todo esto que pasó, no tuve la oportunidad de darte esto—le dijo, dandole una cajita azul envuelta con un listón rojo.
-¿Qué es?
-Ábrelo.
-Esto me recuerda cuando me diste la pulsera de plata, ¿recuerdas?—sonrió y cogió la caja.
-Sí, lo recuerdo perfectamente bien—arqueó las cejas—te pusiste celosa al saber que a Clara le había dado una también.
Las mejillas de Katheryn enrojecieron.
-Desde ese día, me di cuenta de lo enamorado que estaba de ti, Florecilla—alargó su mano izquierda y recogió un mechón de cabello de ella detrás de la oreja—ábrelo.
Katheryn sonrió, divertida y abrió la cajita.
-¡Qué bonitos! Combinan con mis ojos—sacó un par de guantes grises y en los bordes tenía sus iniciales de ella.
-¿Te gusta? No sabía que darte, lo siento—se ruborizó—con todo esto, no sabía que comprarte.
-¡Están bonitos! Me gustan, gracias—lo abrazó—pero yo no tengo nada que darte.
-Es lo de menos.
-Es que me has dado dos regalos y yo solo te he dado problemas.
-Con que sonrías, me basta y sobra—le acarició la barbilla con el pulgar—sonríe para mí.
Las comisuras de los labios de ella se curvaron hacia arriba mostrando una amplia sonrisa.
-Así me gustas más, sonriendo—sus labios de él encontraron los de ella y se fundieron en un largo beso—quisiera que llevaras puesto la pulsera que te regalé hace unos meses junto con los guantes, ¿sería mucho pedir?
-La traigo puesta—se arremangó el abrigo y le enseñó la reluciente pulsera que brillaba por el reflejo de los rayos solares.
Él volvió a besarla con dulzura.
-¡Oigan, no saboreen a los pobres!—ambos se volvieron para ver a Owen, una amplia sonrisa maliciosa curvaba sus labios, Ethan rodó los ojos—en serio, se aprovechan de los que están solteros.
-Si no fuera por Katheryn, te dejaría el otro ojo morado.
-Mejor guarda tus fuerzas para pelear con esa tal Palmer—se burló—solo venía a decirles que el desayuno está listo.
Y sin disminuir su sonrisa, se fue tarareando una canción.
-Sigo sin entender por qué te agrada tanto ese sujeto. Es extraño.
-Es buena persona, no lo juzgues.
-Mientras no intente robarse a mi novia, no hay problema—posó su mano sobre la de ella y la empujó para caminar—andando, Florecilla, muero de hambre.
-Mañana es 31 de diciembre, pronto será un nuevo año—la vocecilla de Juno, irritó a todos. Ethan optó por sentar a Katheryn lo más lejos posible de ella, pero al parecer nadie se percató de eso, sino en cómo Owen era fulminado por Juno—Owen, espero que después de que pasé año nuevo, regreses con tu tía.
-Por supuesto—se encogió de hombros y le dio un guiño a Heidi, esta asintió mientras masticaba. Su ojo aún tenía algo de morado pero ya podía abrirlo, en ningún momento Juno se disculpó y él no esperaba disculpa alguna. Era evidente que su relación de amigos había finalizado.
-No tiene por qué irse, es un buen chico—dijo Paul.
-Pues ya lo he decidido yo, se irá.
-¿Alguien quiere más mantequilla?—preguntó Luke, precipitado.
-Yo, por favor.
-Es sorprendente que andes con mucha hambre, Katheryn—bromeó Juno. Katheryn hizo una mueca y untó mantequilla en su pan.
-Les quiero proponer algo a todos—por primera vez en días, el ánimo de Paul volvió a encenderse.
-¿De qué se trata, abuelo?
-Quiero pasar año nuevo en Oslo.
-¿Quieres que pasemos año nuevo en Noruega?—preguntó Katheryn, emocionada ante la idea de estar fuera durante unos días y estar en paz de Palmer.
-¿Por qué no? A Juno le encanta Oslo, ¿no es así?
-Por supuesto. Suena bien.
-¿Iríamos todos?—preguntó Ethan, evaluando a Owen.
-Todos. Nadie se queda.
-El término “todos” significa que iré yo, ¿no?—Owen sonrió.
-Exacto—afirmó el anciano y Juno hizo pucheros pero se mantuvo en silencio.
-¿Cuándo nos iríamos?
-Tal vez esta noche, Heidi. Solo son menos de cinco horas para llegar, teniendo en cuenta que conduzco mejor de noche, tal vez cuatro horas de camino.
-Eso espero, anciano. No quiero quebrarme el cuello antes de luchar—espetó Luke.
-Bien, entonces hay que empacar, en la noche nos vamos—agregó Juno, mirando a Luke—ni si quiera vas a luchar, si algo pasa, yo seré la que cuide tu trasero.
Becca levantó los platos de la mesa y cada uno se dio la tarea de empacar sus pertenencias, lo cual eran pocas. Owen fue a su casa por su maleta y algo más de ropa, fue en compañía de Luke.
-Quiero preguntarte algo, Kennedy.
-Tú dirás—pateó un pedazo de hielo pegado a la acera, el frío era delirante pero tenía que ir por su maleta.
-¿Te gusta Katheryn?
Los ojos castaños de Owen se postraron en los azulados de Luke y sonrió.
-¿Es tan notorio?
-¿Notorio?—Luke rompió a reír—pero claro que es notorio. Tus ojos siempre están sobre ella, y cuando ella dice algo, involuntariamente suspiras.
-¿Y eso es malo? Digo, ustedes son especiales y yo soy un simple mortal.
-No es malo, pero ella tiene pareja—le dio una palmada amistosa—y por desgracia su novio es Ethan Quin, un sujeto posesivo y celoso a morir. Con decirte que antes quería asesinarme solo por querer ser amigo de Katheryn. Aunque tenía sus razones, pues, antes me gustaba mucho ella, pero ya no más.
-Solo seré su amigo, no te preocupes.
-De acuerdo. Porque no te gustaría tener de enemigo a Quin, porque ni yo podré salvarte de su poder de hacer dormir a las personas, puede dormirte y no despertarte jamás.
Owen asintió sin darle mayor importancia, después de todo, Katheryn Levis era una chica más, sumida a su lista de personas inalcanzables.
*
Tiempo después, Owen y Luke regresaron. Todo estaba en total silencio, ya que todos los individuos del convento estaban lo suficientemente ocupados en sus maletas. Luke decidió ir en busca de su histérica pero cariñosa compañera.
-¡Dame eso, Luke Greenwood! ¡O lo pagarás caro!—chilló Heidi tratando de quitarle su par de medias que tenía en las manos Luke.
-¿Qué me harás? ¿Harás que me transforme en un viejo?—le sacó la lengua y guardó las medias en sus pantalones—si las quieres, sácalas de ahí.
-No. Mejor quédatelas, no las necesito. Tengo más—se dio la vuelta para seguir empacando.
-Últimamente has estado muy estresada, relájate. Solo quería animarte—le entregó sus prendas con ternura—no te enfades a menudo. Se te está formando una arruga entre las cejas y no te ves para nada bonita con eso en tu frente.
-Por más que quiero estar tranquila, no puedo—bufó y se dio por vencida al luchar contra el cierre de su mochila, se sentó en la cama y a un costado se sentó él—presiento que algo malo va a pasar.
-En Oslo estaremos a salvo, relájate—le regaló una sonrisa, que la tranquilizó por unos segundos.
-Pero y sí…
Y sin previo aviso, Luke pegó sus labios sobre los de ella, dandole un beso tan dulce y cálido, que Heidi olvidó todo lo que la tenía al borde de caer en la depresión y el miedo. En pocas palabras, aquel beso lo había estado esperando durante décadas enteras.
-No saben cuan feliz me hacen, en serio—Katheryn cortó el agradable momento de intimidad de ellos.
Luke se mostró sonrojado y Heidi ofendida por la aparición de Katheryn.
-Lo siento, tortolos—se quedó pensativa unos segundos—se siente bien decirles eso, ya que siempre nos lo dicen a Ethan y a mí—rió con fuerza, tanto Luke y Heidi, quedaron perplejos al oír la exótica de risa de su amiga.
-¡Heidi, hay que pedir un deseo!—gritó Luke, riéndose.
-¿Por qué?
-¡Te has reído! ¡Te has reído por fin! Pensé que tenías algún problema con tu caja de risas así como le pasó a Calamardo de Bob Esponja.
Katheryn rodó los ojos, borrando su sonrisa.
-Mierda. Fue lindo mientras duró—objetó Heidi, sonriendo.
-No soy un calamar y sí, me río cuando es necesario y no por cualquier tontería—refunfuñó, sonrojada—en fin, solo quería preguntarles que si no han visto a Owen.
-Ahora que lo mencionas… no, no lo he visto. Regresamos ese rato y ya no lo vi—respondió Luke, y bostezó—debe andar a por ahí, ¿Para qué lo buscas?
-Para nada en especial—se encogió de hombros y se dio la vuelta para irse pero se detuvo—ah, antes de que me olvide, Paul dijo que llevemos todas nuestras pertenencias y que no se les olvide llevar sus abrigos, en Oslo hace el doble de frío que aquí. Nos iremos a las seis.
Se fue y los dejó solos de nuevo.
-¿Podrías explicarme la razón del beso?
-Sé qué querías que lo hiciera.
-¿Por qué estás tan seguro?
-Lo vi en tus ojos.
-¿Y qué viste?
-A una dulce y tierna chica dentro de su armadura tratando de ser fuerte y de proteger a los que la rodean, cuando en realidad es a ella a quién deben proteger.
-Puede que estés equivocado en eso. Yo debo tratar de proteger a Katheryn, a Ethan y a ti. Pero no encuentro la manera de ayudar.
-¿Ya ves que no estoy equivocado? Katheryn puede arreglárselas sola junto con Ethan, y si nos necesitan, ahí estaremos. Nuestras vidas también corren peligro, no lo olvides—suspiró y la rodeó en sus brazos—aunque digas lo contrario, yo seré quién te proteja aunque pierda la vida en el intento.
A unos pasos de distancia, Ethan ayudaba a Katheryn a arreglar sus cosas para Oslo. Ella entró a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja que también a él lo sorprendió.
-¿Qué? ¿Ahora también tú me vas a decir que pedirás un deseo por verme sonreír?—musitó, irritada.
-Solo iba a decirte que te ves preciosa sonriendo, ya te lo había dicho—la jaló de las manos y la sentó entre sus piernas— ¿Quién te dijo que pediría un deseo por verte sonreír? ¿Fue Kennedy?—apretó la mandíbula.
-No, no fue él—rodó los ojos y le despeinó el cabello a él—fue Luke.
-Entiendo, pero… ¿Por qué sonreíste? Digo, si quieres contarme.
-Por qué por fin esos tortolos se besaron. Comenzaba a pensar que eso no pasaría jamás…
-¿Se besaron?—Ethan entornó los ojos— ¿En la boca? ¿Se besaron en la boca?
-Se besaron en los pies, ¡Fue increíble!
Él frunció el ceño con perplejidad, Katheryn rompió a reír. Estaba muy alegre como para enfadarse.
-¡Pues en la boca! ¡Se besaron!—chilló ella y lo abrazó.
-Esto no puede ser posible, Florecilla—dijo él, con seriedad.
-¿Por qué no? Se gustan y se aman, como nosotros.
-Pero no está permitido enamorarnos entre sí.
-¿Y qué más da? Nosotros ya rompimos reglas y lo que ellos están haciendo no cambia nada. Déjalos que sean felices, aparte eso significa que no van a seguir peleando por tonterías.
-Tienes razón, florecilla. Pero es raro.
-¿Raro qué?
-Es raro que abunde el amor entre Elegidos. Según entiendo, nunca había pasado.
-Esta puede ser la primera vez.
-¿Sabes, Florecilla?—ella alzó la mirada para encontrarse con los ojos verdes brillantes de él—tengo la esperanza que todo esto de los Elegidos llegue a su fin. Quiero que ya no haya más personas que sufran lo que sufrimos nosotros al cambiar y luego asesinarse entre sí. Es brutal. Quiero que esto pare.
-Yo sé quién puede parar esto.
-¿Juno Weber?
-Sí.
-¿Y crees que quiera?
-No. Aunque cuando la conocí, ella me dijo que quería darle una breve pausa a todo. Tal vez es ella la que convierte a todos.
-¿Cómo es posible?—Ethan estaba interesado en las palabras de Katheryn. Tenían sentido.
-Piénsalo: Ella nos puede matar con solo chasquear los dedos, pero nosotros no. Decide lo que quiere sin decirnos. Y si dijo que le daría una pausa, es porque está aburrida de seguir convirtiendo Elegidos.
-Pero, ¿Quién la convirtió a ella?
-Ese es el problema. No tengo idea.
-Bien, pero dejemos eso por la paz. En su momento seguiremos—miró la hora en su teléfono—son la una y media. Y quiero hablar con el anciano de algunas cosas, ¿no te importa que te deje sola unos minutos?
-No, no. Ve.
-No tardaré, te lo prometo—se levantó de la cama y le dio un beso en la frente, se fue dejándola sola.
Katheryn suspiró y se encontró con el teléfono de Ethan. Sin pensarlo dos veces, busco en sus contactos el nombre de “Clara”, había pasado la primera Navidad en cinco años lejos de su única y mejor amiga, no podía estar por más tiempo ignorándola.
Un timbrazo, dos, tres, cuatro, cinco, seis… Katheryn estaba a punto de colgar, deprimida pero alguien cogió la llamada, ella sintió que su corazón le daba un vuelco.
-¿Ethan Quin? ¿Eres tú, maldito secuestrador de mierda?—respondió su amiga, enfadada. Katheryn se mordió los labios para no reírse y llorar, la extrañaba tanto— ¿Hola? Sé que estás ahí, idiota, ¿Por qué llamas?
-Soy yo, Katheryn—susurró. Y tuvo que alejarse del auricular para no quedar sorda por el grito de Clara.
-¡Katheryn! ¿¡En serio eres tú!? ¿O estoy soñando?—su voz se distorsiono por el llanto.
-No seas boba, obvio soy yo—rió.
-¡Tiene meses que no sé de ti! En Navidad no me llamaste y quise hacerlo pero el teléfono de tu novio estaba apagado, ¡Dios! ¿Dónde estás? ¿Cuándo vuelves? ¿Estás bien?
-Oye, son muchas preguntas—vaciló.
-¡Habla!
-Estoy bien, pero no puedo decirte donde estoy.
-Bien, ¿Cuándo regresas?—un dejo de esperanza inundó su voz.
-Ya te dije que no puedo regresar.
-¿Por qué no? Te necesito aquí, Katheryn Levis. Eres mi única amiga que tengo—sorbió por la nariz y Katheryn logró escuchar un ronco gruñido—incluso Brenton te echa de menos, ¡Vuelve!
-Lo sé pero no puedo, lo siento—titubeó— ¿Qué tal está Brenton?
-No sé si leíste el mensaje que le envié a Ethan, pero Brenton sufrió de parálisis.
-Nunca leí nada—mintió, ella había leído el mensaje de su amiga cuando revisaba el teléfono de Ethan estando en Nueva York, antes de viajar a Estocolmo— ¿cómo está?
-Ya no tiene parálisis, ya está bien. Y queremos verte.
-¿Podría hablar con él?
-¿Con quién?—Owen interrumpió, Katheryn se quedó muda— ¿con quién hablas, Katheryn?
-¿Quién es él que está contigo? no creo que sea Ethan—siseó su amiga en el teléfono.
-Aguarda un segundo—le dijo a su amiga y puso una mano sobre el auricular girándose a Owen— ¿Qué quieres, Owen? Estoy ocupada.
-Luke me dijo que estabas buscándome, y heme aquí—sonrió ampliamente y se sentó a unos escasos centímetros de ella— ¿con quién hablas?
-Hablo con una amiga—resopló—y te ruego que me dejes hablar a solas con ella, Ethan puede llegar y no debe saber que estoy al teléfono.
-Si quieres puedo vigilar la puerta mientras que tú sigues en lo tuyo—se ofreció.
-¿Me harías ese favor?
-Claro—arqueó las cejas y se levantó para ir a la puerta—estaré afuera, si se acerca voy a silbar.
-Bien.
Katheryn suspiró aliviada antes de reanudar su llamada.
-¿Quién es el sujeto que te habló, eh?—insinuó su amiga, risueña— ¿Otro pretendiente?
-No, no. Es un amigo, se llama Owen—se ruborizó—quiero hablar con Brenton, ¿me lo pasas?
Katheryn quiere hablar contigo, toma.
¿Katheryn? Oh sí, espera.
¿Qué haces?
Quiero ir al sanitario. Si voy a hablar con ella, quiero estar tranquilo.
Apúrate que no tiene todo tu tiempo.
Katheryn esperó aproximadamente dos minutos.
Ya, ya. Pásamela.
Toma, iré a hacer algo de comer.
-¿Katheryn Levis?
-Brenton Lawton.
-Juro que voy a estrangularte.
-Y yo juro que te golpearé—rieron animadamente.
-¿Qué tal estás? ¿Dónde andas? Clara te echa de menos, dile a tu novio que no sea un idiota y te deje volver—gruñó—o yo mismo te raptaré.
-Estoy muy lejos y no podrías—se burló.
-No me retes, que puedo encontrarte.
-Ajá. Pero yo quiero saber cómo estás, Clara me dijo que te dio parálisis, ¿estás bien?
-Sí. Estuve así solo un mes pero ya estoy bien.
-Me alegro.
-Pero hay algo raro en todo, ni si quiera se lo he confesado a Clara—su voz se convirtió en un susurro.
-¿De qué hablas?
-Cuando te fuiste con tu novio, yo quedé en el hospital durante semanas, aunque ya había despertado, los médicos me hicieron observaciones y estudios, y de repente ya no pude moverme y tampoco hablar. Me dio parálisis—respiró hondo—estaba muy devastado, Clara estaba desesperada y mi padre me trasladó a otro lugar particular. Un mes entero estuve sin moverme…
-¿Cuál es lo extraño? Por lo que me dices, todo mejoró.
-Alguien que yo nunca había visto pero que me resultó familiar llegó a visitarme todo el mes que estuve enfermo. Y te mencionó.
-¿Quién?
-Llegó un sujeto idéntico a ti y a tu novio. Su cabello era negro azulado con mechas blancas y tenía los ojos más azules que el cielo—susurró— ¿Y sabes que fue lo que más me sorprendió? Me sorprendió cuando pronunció ciertas palabras: Todo va a estar bien, estaremos juntos de nuevo.
Katheryn sintió un nudo en su garganta. A Brenton lo había ido a visitar un Elegido, no había ninguna duda.
-Y aunque no lo creas, su presencia me hizo sentir bien. Incluso mejor que estar con Clara. Él llegaba cuando ella se iba por unas horas—suspiró—los médicos me dijeron que estaba progresando y que era un milagro. Ya que, ese sujeto me ayudó a salir de la parálisis.
-¿Supiste el nombre de esa persona?
-No. Nunca me lo dijo—musitó—después de que salí del hospital, ya no lo he vuelto a ver, aunque me dejó una nota.
-¿Podrías leerme la nota, Brenton?
-Sí, espera—dejó el teléfono y rebuscó entre sus cosas—no dice la gran cosa…
-No importa, léelo.
-Brenton, me alegro que ya estés bien. Espero que sigas viviendo tu vida al máximo, si algún día necesitas algo, puedes encontrarme con Katheryn Levis—terminó de leerlo y Katheryn sintió que iba a vomitar—es todo lo que dijo. ¿Lo conoces?
-No tengo la menor idea de quién sea.
-Pensé que era algún pariente tuyo.
-No podría ser mi pariente, soy de Nueva York.
-Vestía igual a ti. Es por eso y porque te mencionó.
-Tal vez fue Luke…
-Sí, claro—espetó, enfadado—búrlate de mí.
El silbido de Owen asustó a Katheryn. Ethan estaba cerca.
-Tengo que irme, hablaremos de eso después y con más calma.
-Bien.
-Dile a Clara que la quiero. Y a ti también.
-Suerte, loca—rió.
-Adiós, loco—colgó.
Alterada y nerviosa, Katheryn dejó el teléfono de Ethan donde él lo había dejado y disimuló leer un viejo libro, Owen dejó de silbar y oyó su fuerte risa y el gruñido de Ethan.
-Ve a silbar a otra parte, Kennedy—le espetó Ethan antes de entrar.
-¿Qué ocurre?
-Nada. Nada—embozó una sonrisa al verla—tardé un poco, lo siento.
-No te preocupes.
-¡Kennedy! Deja de silbar—exclamó Ethan.
Owen dejó de silbar y su risa irrumpió todo el pasillo.
-Deja que le deje morado el otro ojo, por favor—le suplicó Ethan a Katheryn. Ella rió.
-Déjalo en paz, ¿sí?—le tomó el rostro entre sus manos, él enarcó las cejas mirándolas—tu ceja está curándose.
-Tal vez Juno se aburrió y ya no está empleando nada para bloquearnos las heridas.
-No me gusta que te haya dañado, me da rabia de solo pensar cuando te golpeó sin que yo estuviera presente—lo abrazó y él la apretujó en su pecho.
-Parte de eso fue lo que hablé con el anciano, Florecilla.
Katheryn deshizo el abrazo para verlo a los ojos.
-¿Qué hablaste con Paul?
-No creo que este sea el lugar indicado para hablar de eso—hizo una mueca y al mismo tiempo señalando el techo con los ojos—te lo diré cuando lleguemos a Oslo.
-Pero…
-Shh.
La besó fugazmente y le regaló una gran sonrisa.
-No te apresures, Florecilla, todo a su tiempo.
Horas después, todos estaban agazapados en la sala mirando la tv esperando a que el reloj marcara las seis en punto e irse. Paul y Juno eran los únicos que seguían en sus habitación arreglando sus cosas, incluso Becca ya tenía todo listo.
Owen le enviaba miradas a Katheryn y sonrisas que la ruborizaban, Ethan lo fulminaba con los ojos y por no ser por Luke, desde minutos atrás le hubiera dejado morado el otro ojo a Owen, que de todas maneras su ojo aun no sanaba, seguía un poco morado con tono verdoso.
-Oye, ya no tienes las heridas en tus brazos—le susurró Heidi a Luke.
-Ayer comenzó a desaparecer—la abrazó por encima de los hombros.
-¿Ustedes ya son novios?—interrumpió Owen, Ethan lo fulminó el doble.
-Se puede decir que sí, aunque Luke no me lo ha preguntado—Heidi le sonrió a Owen y Luke rompió a reír.
-¿Con el beso no fue más que suficiente para que entiendas lo que yo siento por ti?
-Estoy educada a la antigua y eso no significa nada.
Luke rodó los ojos.
-Gracias, Kennedy…-siseó.
-No hay de qué—le guiñó un ojo a Heidi—suerte, muñeca y no seas dura con él.
-Lo tomaré en cuenta—fijó su mirada en Luke.
Katheryn y Ethan tenían toda su atención sobre ellos. Luke rió entre dientes y les lanzó una mirada orgullosa a todos, se puso de rodillas frente a ella.
-Heidi Delorme, ¿Quiere ser mi novia de aquí hasta toda la eternidad?—le preguntó con tono dramático, y poniendo una mano sobre su pecho y con la otra mano sosteniendo la de Heidi.
-¡Qué emotivo! Es mejor que ver películas románticas—murmuró Owen sonriendo. Heidi rió.
-Por supuesto que sí acepto. He esperado décadas para que me lo preguntaras, idiota—lo abrazó y cayeron los dos al suelo.
-¿No estamos rompiendo más reglas, o sí?—preguntó Ethan, tenso.
-Ustedes ya rompieron las estúpidas reglas que Palmer creó y nosotros igual, ¿Qué puede pasar, aparte de asesinarnos?
-No le hagan caso a Ethan, está un poco asustado—Katheryn le dio un apretón de manos a él.
-¿Quieren algo de comer antes de irnos?—ofreció Becca detrás de ellos, nadie la había notado durante la declaración de Luke. Se sonrojaron.
-No, estamos bien…
-Yo sí. Quiero un sándwich—Owen se puso de pie y siguió a Becca. Ethan dejó escapar un suspiro de fastidio.
-Son las cinco con diez minutos—anunció Paul desde el pasillo, en sus manos traía cuatro maletas enormes pero no venía Juno con él—renté una camioneta lo bastante amplia para nuestras maletas, y renté otra para nosotros. Alguien tendrá que conducir la camioneta donde irán las maletas, ¿Quién se apunta? Irán detrás de nosotros, no se perderán.
-¿Podemos ir dos personas?
-Sí.
-Entonces iremos Ethan y yo—afirmo Katheryn y Ethan asintió.
Minutos después, Owen y Becca regresaron a la sala.
-¿Y dónde está Juno? ¿No irá?—preguntó Owen, esperanzado, Paul negó con la cabeza.
-Ella se adelantó a Oslo a buscar el lugar donde siempre nos quedamos, así que no viajará con nosotros.
Katheryn dejó escapar el aire de sus pulmones con gran alivio y para su sorpresa, Luke y Heidi también estaban aliviados y Ethan sonreía de oreja a oreja.
-Al fin un viaje tranquilo, sin la voz chillante e irritable de Juno—dijo Ethan y Paul asintió dandole la razón. Hasta su propio abuelo no la soportaba.
El trato que todos emplearon con Juno al principio, había desparecido. Ella demostró no ser tan perfecta como ella pensaba. Era una adolescente inmortal con poderes, y su adolescencia seguiría por el resto de su vida. Nunca cambiaría. Y era lo peor, porque si se enojaba, podía matar a todas las personas que se toparan con ella solo por diversión o capricho.
Pasaron los minutos, faltaban diez minutos para las seis y dos enormes y cómodas camionetas los esperaban afuera.
Entre Paul, Ethan y Luke se encargaron de meter las maletas a la camioneta, mientras que Owen permaneció charlando con Katheryn y Heidi, Becca guardó comida en diferentes trastes para todo el viaje.
-Ya todo está listo. Es hora—Paul se cruzó de brazos—echaré de menos este sitio.
-Vamos a regresar en unos días, ¿no?
-No, Katheryn. No vamos a regresar.
*****
-¡Ethan, acepta que estamos perdidos!—espetó Katheryn, cruzada de brazos—son las ocho de la noche y tiene una hora que perdimos de vista la otra camioneta.
-No. Es por aquí—afirmó él, tenía blanco los nudillos de tanto apretar el volante. La nieve era densa en toda la carretera y solo los focos delanteros de la camioneta alumbraban todo el camino, los árboles y pinos le daban un toque siniestro a la noche. Ellos eran los únicos en la carretera, y no había ninguna señal de Paul.
-Tal vez deberíamos llamarlos, ¿traes tu teléfono?
-Está en mi bolsillo, tómalo—Katheryn sacó el aparato y buscó en la agenda de Ethan, había varios nombres pero ninguno útil—solo que no tengo ningún número de Paul ni de los demás, florecilla.
-¿Y qué hacemos? Es peligroso estar solos en este lugar.
-Mientras estemos dentro de la camioneta y yo no me estacione, estaremos bien. No pasará nada—la tranquilizó—no sé si recuerdas, pero puedo hacer dormir a quién sea.
-Menos a mí.
-Ya que hablas de eso, ¿Cómo fue que no puedo hacerlo contigo?
-Aprendí a defenderme—respondió con vaguedad, ni si quiera tenía la intención de contárselo y se mantuvo en silencio.
-Con tu respuesta seca y tu silencio, me das a entender que no seguirás contándome—bufó.
Antes de Katheryn pudiera replicar, un sonido seco y duro golpeó el techo de la camioneta. Ethan frenó de golpe y las llantas derraparon en la nieve girando en círculos en el hielo, casi perdiendo el control.
-¿Estás bien?—gritó Ethan, Katheryn estaba con los ojos cerrados y con la cabeza ladeada sobre el frío cristal de la ventana— ¡Cielo mío! ¡Katheryn!
Se desabrochó el cinturón y le quitó el de ella. Le tomó el pulso y se tranquilizó. Estaba desmayada pero tenía un fuerte golpe en la frente.
Con sumo cuidado, Ethan bajó de la camioneta y aseguró la puerta de ella.
A unos metros de distancia divisó una silueta que se cortaba por las luces de la camioneta, a pesar de poder ver bien en la oscuridad, no podía ver a la persona que estaba frente a él y se debía a que era su poder natural: poder ser parte de la oscuridad. Ben Smith estaba frente a él.
-¿Qué es lo que quieres?—le gritó Ethan, lleno de rabia.
-No fue mi intención asustarlos de esa manera, pero tuve que hacerlo. Van en la dirección opuesta a Oslo—salió de la oscuridad y su rostro se bañó de luz por los focos.
-¿Qué, ahora eres bueno?—preguntó, con sarcasmo.
-Solo quiero vivir, así como tú.
-¿Te ha mandado Palmer? Por qué si es así, despídete de tu miserable vida—gruñó—no tocarás a Katheryn.
-No le voy a hacer daño—dio un paso adelante y Ethan no se movió. El reflejo de los focos hacía que el rostro de Ben se mirara espeluznante.
-¿Entonces qué es lo que haces aquí?
-Ya te lo he dicho: van en dirección opuesta a Oslo.
-No me convence tu respuesta estúpida. ¿Qué es lo que pretendes? Las mentiras que le dijiste a Katheryn hace unos días hizo que ella ya no te odiara, ¿Qué le dijiste?
-Le dije la verdad.
-¿Qué verdad?
-Descubrí algo que tú adorada Juno Weber nos esconde a todos los Elegidos junto con su estúpido abuelo, y decidí luchar contra todos para recuperar a alguien que por tanto tiempo eché de menos. Le dije a Katheryn que no le haría daño y no le haré nada. Si mañana o en los primeros días de Enero no mueren, tal vez en unos meses los busque para decirles lo que descubrí.
-¿Qué descubriste?—ahora Ethan dio un paso adelante y Ben retrocedió.
-No es el momento. Si te lo digo ahora, la propia Juno nos asesinaría a todos en este instante y no nos conviene.
-Estás delirando.
-No.
-No tiene sentido nada de lo que estás diciendo.
-Solo recuerda esto, Quin: No solo Palmer es nuestra enemiga, también Juno Weber.
Y sin más, se elevó por los aires y se fue enfrentando los copos de nieve que comenzaban a caer.
Ethan suspiró y se subió de nuevo a la camioneta, donde una Katheryn recién despertada de su desmayo lo observaba perpleja. Su frente ya no estaba herida.
-¿Qué pasó? ¿Por qué estabas afuera?—le preguntó, ceñuda.
-Nos equivocamos de dirección. Una persona me indicó que vamos en la dirección opuesta, relájate, Florecilla y ponte el cinturón—giró la camioneta al lado contrario y reanudó el viaje.
Llegaron tres horas retrasados y fue por dos cosas, una por haberse equivocado de carretera y dos, por toparse en el camino a una manada de ciervos. Les costó media hora avanzar a vuelta de rueda para no lastimar a ninguno.
En la entrada de Oslo, la otra camioneta estaba estacionada antes de entrar directo a la ciudad. Los focos traseros estaban prendidos con intermitentes.
-¡Ya están aquí!—Ethan respiró profundo al oír el grito de Juno, ella estaba parada en medio de la carretera agitando sus brazos como loca.
-Ni si quiera pienses en nada. Piensa en mí—le dijo Katheryn. Ethan quería gritar, no pensar, quería gritarle a Juno que se apartara o también echarle de una vez el auto encima. Las palabras de Ben estaban en su mente, ella era una enemiga más—relaja tu mente. Si Juno se mete en tu cabeza, estás perdido.
Él asintió, apretando el volante con fuerza, Katheryn temió por el volante que estaba por ser destrozado, pero no fue así. Ethan se relajó y embozó una sonrisa al pasar junto a Juno, incluso la saludó con la mano, Katheryn se relajó en su asiento.
Paul bajó de la camioneta y se acercó a la ventanilla de Ethan, su rostro estaba sonrosado a causa del frío.
-Oye, ¿Qué pasó? Tardaron más de cinco horas en llegar. Los hemos estado esperando por más de dos horas y media—Ethan bajó el cristal y el aire helado penetró adentro, Katheryn se abrazó así misma—pensamos que algo les había pasado…
-Pero yo aún sentía su presencia de ustedes y sabía que estaban bien. Fue por eso que no fuimos a buscarlos—terció Juno. Ethan tragó saliva y forzó de nuevo una sonrisa, Juno sonreía dulcemente, parecía una muñeca de porcelana y sus ojos violetas sin pupilas ocultaban malicia.
-Gracias, pequeña, me confundí de carretera y una persona amable nos indicó el camino—le respondió Ethan y sacó su mano para despeinarla, despegó sus ojos verdes que estaban sobre Juno para ver al anciano— ¿Y ahora qué?
-Sígueme. Y esta vez no se pierdan, ten cuidado al conducir porque el hielo está muy grueso—musitó el anciano y se llevó a Juno de la mano hasta la otra camioneta. El hielo del asfalto era el triple de grueso que en Estocolmo.
-Juno Weber comienza a caerme peor que Palmer—dijo Katheryn entre dientes.
-Ya somos dos, Florecilla—susurró Ethan y echó andar la camioneta detrás de Paul.
La llegada hasta la estancia en la ciudad fue larga, cruzaron toda la ciudad. Katheryn aprovechó para visualizar—tal y como Ethan le había enseñado—todo a su alrededor. Aunque era bastante tarde y escaseaba las personas, todo estaba iluminado y lleno de nieve. Se sentía viva la ciudad.
-¿Quieres venir mañana a pasear por la ciudad?—le preguntó Ethan, sonriendo.
-Me encantaría—se acercó a él y le estampó un frío beso en la mejilla.
La casa donde se hospedarían no era más que una gigantesca cabaña de madera en las afueras de la ciudad. Los árboles y pinos rodeaban la estancia, ocultándolos de las personas de la ciudad.
Metieron las camionetas a un amplió garaje que consistía de cuatro arboles de tres metros rodeando un claro detrás de la cabaña.
El silbido de Owen volvió a irritar a Ethan. Todos bajaron de la camioneta, sus rostros estaban rojos e hinchados. Venían durmiendo.
-Este lugar parece de película—exclamó Owen, estirándose pero se encogió por el frío—aquí voy a congelarme.
-Parece más de libros. Parece mágico—eludió Heidi, rodeada por los fuertes brazos de Luke en su espalda.
-Anciano, ¿A qué hora entraremos? Me estoy congelando hasta los…
-¡Luke!—lo reprendió Heidi, él rió con fuerza. Ethan rió y abrazó a Katheryn mientras esperaban a Paul y a Becca para abrir la cabaña, Juno estaba sobre el techo observando todo.
-La puerta está atascada, en un segundo—gritó Paul a unos metros de distancia.
-Por cierto, ¿Dónde estaban?—Luke volvió su mirada a Katheryn y a Ethan, quienes se daban de besos—tortolos.
-Luego te cuento—le respondió Ethan, hizo una mueca mirando a Juno en la terraza de la cabaña y Luke comprendió el mensaje: No podía hablar en ese momento.
-Traje chocolates Ferrero, ¿Alguien quiere? Son perfectos para estos momentos—Owen sacudió una caja dorada con aproximadamente cincuenta chocolates dentro. Luke no lo pensó dos veces y le robó diez para compartirlos con su adorada e histérica novia. Un segundo después, Owen giró su castaña mirada en Ethan y Katheryn— ¿Ustedes no quieren? Tengo de sobra, hay dos cajas más guardadas en mis maletas.
-¿Quieres, Florecilla?
-Sí, por favor—le sonrió a Owen, él le devolvió el gesto y les entregó la caja.
Ethan cogió un puñado de trece chocolates y le agradeció a Owen con un gesto en la cabeza, guardó cuatro para él y luego abrazó a Katheryn dandole los chocolates.
Diez minutos estuvieron helándose afuera por culpa de la puerta de la cabaña, Juno tuvo que partirla en dos para poder entrar.
Adentro estaba cálido y había una chimenea. La cabaña era de dos pisos y más sofisticada que el convento de la catedral de San Nicolás en Estocolmo. Paul encendió todas las luces y quedó todo iluminado, el reloj de la pared funcionaba y marcaba media noche.
-Dos personas, necesito a dos personas para que me ayuden a meter las maletas—anunció Paul. Todos lo fulminaron con la mirada.
-¿No podemos hacerlo mañana? Tenemos sueño y hace frío.
-No te preocupes, abuelo. Yo las meto todas—agregó Juno con una sonrisa y salió dando saltos a la nieve.
Paul y Becca salieron a ayudarla.
Luke subió de inmediato acompañado de Owen y de Ethan a la planta alta para supervisar si no había nadie en la cabaña. Heidi se sentó en el sofá frío con Katheryn.
-Hace unas horas le llamaste a tu amiga de California, ¿verdad?—Heidi recargó su mejilla sobre su mano y la observó con las cejas enarcadas, Katheryn resopló—leí tu mente cuando hablabas con ella, solo que no pude saber que decías cuando hablaste con el otro sujeto.
Katheryn soltó una risita.
-De nuevo me bloqueaste—con los ojos en blanco, Heidi le dio un golpe amistoso.
-Lo hice sin darme cuenta—se encogió de hombros, risueña.
-Katheryn—el tono de voz de su amiga se transformó en preocupación, Katheryn dejó de sonreír y la miró atenta—presiento que algo va a pasar.
-¿A qué te refieres? ¿Algo malo? ¿Palmer sabe que estamos aquí?—se precipitó.
-No, no. Pero tengo la sensación que venir aquí no fue buena idea.
-Y no eres la única. Yo también lo siento—siseó Ethan mientras bajaba las escaleras, arriba se escuchaba la risa histérica de Luke y de Owen—Owen encontró un zorrillo muerto y se lo arrojó a Luke, no se preocupen por ellos.
Heidi embozó media sonrisa y luego suspiró.
-En serio, lo presiento.
-¿Qué haremos si Palmer nos pilla desprevenidos? Quiero estar preparada mental y físicamente.
-Físicamente ya lo estás—Ethan alzó un par de veces las cejas mirándola con picardía. Katheryn se ruborizó.
-¡Ethan!
-Ya, solo bromeaba, Florecilla—se sentó a su lado y la atrajo a él en un abrazo—bien, solo nos queda algo por hacer.
-¿Te refieres a…?
-Sí, llevaremos a cabo el plan de escapar de aquí mañana a la media noche sin que Juno se dé cuenta—susurró.
-Es arriesgado, lo saben—objetó Katheryn.
-Yo arreglé eso, Florecilla.
-¿Cómo?
-Paul está de nuestro lado. Él quiere deshacerse de Juno lo antes posible—bajó aún más la voz—Juno es peligrosa y hoy terminé de confirmarlo.
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