Esa noche fue la mejor y de toda su existencia de ella. Sintió una fuerte conexión inquebrantable con él. Nadie podía separarlos. Se sentía plena, poderosa y segura de sí misma bailando con él. Todas las personas a su alrededor se esfumaron y solo estaban ellos dos.
Las luces de múltiples colores hacían parecer al bar en una gran discoteca a pesar de ser un lugar reducido pero adecuado para beber y bailar hasta caer rendidos en el piso hasta el día siguiente.
-Bailas muy bien. —le susurró ella al oído. Ethan la hizo girar repetidas veces por la pista, bailaba como un experto y hacía que Katheryn se moviera como una bailarina de porcelana: delicada y hermosa. Incluso las personas que bailaban a su alrededor se detuvieron para verlos bailar haciendo un circulo para ellos.
Entre la multitud, una melena negra con mechones blancos los observaba detenidamente.
Katheryn sonreía mientras danzaba entre los brazos de Ethan sin darle importancia a nada. Pero los ojos de Ethan no dejaron pasar de desapercibida a la persona que los observaba con interés abstracto.
-Florecilla, no te alarmes. Quiero que des vueltas tres veces y te escondas entre la multitud. —le susurró al oído, ella dejó de sonreír.
>>No hay problema, es Brenda. << Juno le dijo a través de la mente que todo estaba bien. >>Yo me encargo de ella, ustedes sigan bailando porque lo hacen muy bien…<< y con una risita, salió de su mente.
Por lo tanto, Katheryn estaba pálida esperando a que Ethan siguiera hablando mientras bailaban.
-¿Qué está pasando, Ethan?—frunció el ceño, pero él sonrió abiertamente y la hizo girar una vez más.
-Nada, fue un error. Creí ver a ya sabes quién. —le murmuró.
-¿Y si es ella?—el pánico en su voz era evidente. Pero sin embargo, seguían bailando y fingiendo sonreír para las personas.
-No tienes de que preocuparte. —le aseguró.
Horas más tarde, Katheryn no podía mantenerse de pie y no dejaba de reírse y de decir cosas sin sentido. Ella y Owen habían bebido sin precedentes. Eran las dos de la madrugada y aún había personas bailando y gritando.
-Bebiste demasiado, Florecilla. —le dijo él, la sostenía en sus brazos para que ella no rodara por el suelo. —es hora de regresar.
-¡No quiero! ¡Estoy muy bien aquí!—gritó, riéndose. Owen se partía de la risa a un costado de ellos, Juno lo tenía controlado en una silla.
-¿Qué hay con la odiosa de Brenda?—le preguntó Heidi, ella tenía a Luke del brazo, ya que él quería escaparse e ir a hablarle a una rubia que le mandaba besos.
-La seguí hasta la puerta trasera pero la perdí de vista. Vino sola.
-Hay que regresar ya. —Objetó Ethan, negando con la cabeza. —estos dos tendrán una resaca fuerte en unas horas.
-Por supuesto que no, nunca pasa…-protestó Owen, riéndose con Katheryn. — ¡Eh! Katheryn, ¿Qué te pareció venir…?
-¡Genial!—rió con ganas. — ¡Tenía décadas que no me divertía así!
Ethan tiró de Katheryn lejos de Owen y la cargó. Ella enroscó los brazos alrededor de su cuello y recargó su cabeza en su pecho.
-Te amo. —le susurró, adormecida. Salieron a la calle fría y helada.
-¿Sabías que los niños y los borrachos dicen la verdad?
Ethan bajó su mirada y vio a Juno sonriendo, de una de sus pequeñas manos llevaba a Owen agarrado.
-No necesariamente Katheryn debe estar ebria para saber que me ama—bromeó.
-Tienes razón. Pero ella casi nunca muestra sus sentimientos abiertamente, ¿o sí?
Ethan meditó sus palabras de ella, en todo caso tenía razón.
-No.
-Me imagino que el sentimiento es mutuo.
-Sí.
-¿Estás seguro que ya has olvidado a Sam?—le preguntó de repente. Ethan paró en seco y con el ceño fruncido la miró desconcertado. — ¿Olvidas que soy más antigua que tú?
-Eso lo tengo bastante claro, pero no sabía que estabas al tanto de nuestras intimidades pasadas. —gruñó.
-No me subestimes. Soy buena persona pero puedo llegar a ser la peor. —le regaló una sonrisa. —no la hagas sufrir o de lo contrario, no será Palmer quien acabe contigo.
-¿Quién lo hará?
-Yo, por supuesto.
Y con una sonrisa, Juno se adelantó con Owen dejándolo atrás con Katheryn en sus brazos.
La advertencia era más que clara. Pero no tenía sentido, lo que él quería a toda costa era protegerla y no dañarla, pero Juno sabía más de lo que decía. Era un aviso.
La nieve derretida a causa de la sal esparcida por todas las calles, provocaba ciertos resbalones entre todos. Ninguno de ellos bajó la guardia, Brenda estaba cerca acechándolos en silencio.
-Jake está aquí. Es tan idiota que no sabe cómo ocultarse. —Dijo Luke, riéndose—lo veo desde este punto donde estamos que se está escondiendo en esa esquina de ahí.
Todos volvieron la cabeza hacia la esquina oscura que Luke había señalado y una silueta entre cortada se ocultó más adentro.
-Son las dos treinta de la madrugada, deberían descansar. —bufó Heidi, azorada.
Hasta atrás, Ethan miraba todo a su alrededor iluminado pero silencioso y luego volvía a mirar a Katheryn, que, permanecía dormida como una niña pequeña en sus brazos sin darse cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor.
Owen tropezaba con sus propios pies al ser jalado por Juno, ella lo había hipnotizado para hacerlo caminar sin necesidad de cargarlo.
Una pareja de edad madura pasó junto a ellos y les lanzaron una mirada desaprobatoria al pasar, iban a paso rápido.
-¿Cuál es su problema de esos ancianos?—gruñó Luke, sujetando la mano de Heidi al cruzar la última avenida que les faltaba para llegar a la catedral de San Nicolás.
-Es de madruga y ver a un grupo de adolescentes caminando por las calles no es del todo natural para ellos, sin decir que yo llevó a una hermosa chica en mis brazos y es posible que piensen que está drogada—apretó los labios contemplando a su novia, y alzó la mirada para ver si no venía autos para cruzar. Pero todo estaba en silencio. Una que otra persona vagaba a largas distancias de ellos.
Al llegar a la iglesia, entraron con sigilo y Paul lo esperaba en un sofá con un periódico en las manos. Becca estaba adormitada en el otro sofá.
-Pensé que no volverían. —les dijo, sin despegar los ojos del periódico. Se acomodó sus gafas de aumento y los miró al fin. — ¿Todo bien?
-Todo bien, abuelo.—respondió Juno, dejando a Owen sobre Becca, y ésta dio un respingo y empujó al chico haciéndolo rodar por el suelo, pero eso a Owen no pareció importarle, se hizo un ovillo y se durmió en el frío suelo.—está frito.
-Llevaré a Katheryn a su habitación. —agregó Ethan llevándosela.
Esa noche Ethan no pudo dormir. No era tanto por Katheryn, sino por la pregunta que Juno le había hecho sobre Sam, lo que él tenía entendido era que nadie más que él sabía de sus intimidades. ¿Era posible que tanto Juno y Paul sabían la historia pasada de todos los Elegidos?
El frío invierno estaba en toda su totalidad en Estocolmo. En pocas horas estarían esperando ansiosos la Navidad. Katheryn durmió profundamente hasta las primeras horas del amanecer y él estuvo haciéndole compañía sin dormir, escuchando hora tras horas a Juno caminar o reírse con alguien, incluso creyó oír la voz adormitada de Owen.
-¿Quién duerme aquí?—los pasos silencioso de Owen que se acercaban a la habitación de Katheryn, hicieron enfadar a Ethan, que se puso de pie detrás de la puerta para sorprenderlo. Miró su teléfono y el reloj marcaba furiosamente las seis de la mañana. — ¿Katheryn, estás aquí?
Ethan apretó los puños.
Al entrar, Owen dejó la puerta abierta y se fue acercando a Katheryn. Ethan cerró la puerta de un portazo. Owen dio un respingo y se volvió.
-¿Qué demonios estás haciendo aquí?—le espetó Ethan, empujándolo a la fría pared.
-No, no, aquí él que pregunta soy yo. —respondió Owen, alzando la barbilla con desafío. —ella aun no despierta y estás aquí.
-Se supone que soy su novio, ¿no? Pero, ¿Tú qué haces aquí?—siseó, bajando la voz para no despertar a Katheryn.
-Solo quería saber quién estaba aquí. No tengo intenciones retorcidas. —susurró, mirándola dormir.
-¿Qué pretendes? No había tenido oportunidad para hablar contigo, fue buena idea que vinieras. —lo apretó a la pared sosteniéndolo en el aire. —habla. ¿Qué pretendes?
-Ella es mi amiga. Quiero su amistad, no puedes prohibirle que me hable.
-A ella no puedo prohibírselo pero a ti sí.
Ninguno de los dos se había dado cuenta que Katheryn llevaba tiempo observándolos con el ceño fruncido. Ethan tragó saliva, avergonzado y soltó a Owen.
-Florecilla, ya despertaste. —le envió una mirada de advertencia a Owen.
-¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?—preguntó, irritada. Su rostro estaba cansado y enrojecido.
-Vine a ver si ya estabas despierta pero Ethan te estaba cuidando. —sonrió, con falsedad y su lunar se desplazó hacia arriba.
-Afuera. Ahora. —musitó ella.
-Sí, largo de aquí. —alardeó Ethan.
Katheryn lo fulminó a los dos.
-Tú también, Ethan.
A regañadientes, ambos salieron de la habitación y Katheryn volvió a dormir. Pero en las siguientes horas, despertó y todo estaba en total silencio. No oía la risa de Juno, ni la voz estresada de Heidi regañando a Luke, Paul nunca hacia ruido pero Becca sí, y Ethan tampoco había ido a verla después de que lo corrió.
Se encogió de hombros, se puso su abrigo de Ethan que había quedado ahí y salió al pasillo para desayunar. Eran las once de la mañana y tenía un fuerte dolor de cabeza y arcadas.
Abrió la nevera y sacó el bote de leche, se sirvió en un vaso y se sentó en el sofá, cogió el control remoto de la tv y la encendió. Noticias y más noticias.
Enseguida recordó a Clara Ponce y Brenton Lawton. Sus dos amigos que había abandonado en California y que no tenía ni la menor idea si ellos se encontraban bien en esos momentos. Se tragó las lágrimas y decidió no pensar en nada más que en su vaso frío de leche.
-Pensé que no despertarías.—Owen apareció detrás de ella, con su rubio cabello mojado y pegado al rostro, su amplia sonrisa sonrojaron a Katheryn, pues, él lucía como un modelo salido de la tv y ella como una vaga que husmea en los basureros.
-¿Dónde está todo el mundo?—frunció la nariz y dejó el vaso en el suelo. Él se sentó junto a ella.
-Salieron a comprar unos presentes para Navidad.
-¿Todos?
-Todos. —respondió, mirando la tv.
-¿Y por qué tú estás aquí?
-Estaba duchándome y no quisieron esperarme. —Se encogió de hombros y luego sonrió con diversión. —tu novio me amenazo a muerte si te hacía algo en su ausencia.
Katheryn sacudió la cabeza y rió.
-Él es así. Tendrás que acostumbrarte…
-Haré un esfuerzo para no golpearlo. —Bostezó, Katheryn le dio un golpe. — ¿Por qué me golpeas? Eso es bullying. —rió.
-Promete que jamás lo golpearás.
-¿Por qué? si hay oportunidad…
-¿Quieres morir?—lo fulminó, Owen dejó de sonreír.
-Es broma. No me gusta pelear—balbuceó. — ¿Qué ocurre?
-¡Tengo los nervios de punta, Owen!—espetó.
-Bien. Apresúrate.
-¿Apresurarme? ¿Por qué?—arqueó su ceja, más relajada.
-Quiero que me acompañes a mi humilde morada, traeré algunas prendas para estar aquí unos días. —su sonrisa radiante se asomó en sus labios.
La pequeña pero cómoda casa de Owen estaba a solo siete calles de la Catedral de San Nicolás, por lo tanto no fue un largo recorrido. Katheryn no se duchó en lo absoluto, el agua estaba helada y el boiler estaba descompuesto, y se puso lo primero que encontró: Unos jeans azules, una blusa manga larga, su abrigo y un gorro que Becca le había obsequiado días atrás para cubrir su desordenado y rebelde cabello.
Las calles estaban más resbaladizas que antes y sus tenis no podían contra eso. Aferrada al fuerte brazo de Owen, logró andar sin apuros. Todas las personas iban envueltas en abrigos más cálidos que los de ellos.
-¿Quieres ir más despacio? Mis converse no dan para este tipo de suelo. —graznó ella, dándose un resbalón. Le hincó las uñas en la mano de Owen.
-Auch. —se quejó él, riendo. —está bien, pero yo voy a paso lento.
-Pues más lento.
El sonido de las luces de los árboles de Navidad estresaban a Ethan y eso era lo que había estado escuchando desde dos horas atrás.
Juno Weber había decidido ir a comprar presentes para todos, cuenta de Navidad y Luke y Heidi no pudieron negarse, pues, Paul se encargaría de pagar todo lo que ellos quisieran. Becca se había ido a comprar presentes distintos para todos pero quería que fuese sorpresa. Mientras que los demás permanecieron en el centro comercial donde cientos de personas hacían filas o escogían presentes a última hora.
Ethan se reunió con Paul para observar las filas para cobrar e ir apartando una por si lograban coger lo que todos querían y avanzar lo más rápido y salir de ahí. Pero al parecer, se iban a quedar durante un par de horas más.
-¿Ya le compraste un presente a Katheryn?—le preguntó Paul con los ojos clavados en una señora atractiva que intentaba pasar entre las filas de personas.
-No pienso comprarle algo de aquí.
-¿En dónde piensas comprárselo?
-No tengo idea. —Cambió su peso en su otra pierna, llevaba media hora cambiando el peso de su cuerpo en sus piernas. —quiero salir a buscar algo que a ella le guste. ¿Puedo largarme de aquí, Paul?
-Intenta no comprarle ropa, no tienes sus gustos y puede que no le agrade—le aconsejó con una sonrisa.
Ethan puso los ojos en blanco y se mezcló entre las personas para poder salir. Tardó diez minutos en poder pisar el hielo helado de la calle.
Galletas de mantequilla. Katheryn se había comido siete galletas de mantequilla que Owen le había dado. Tenía tres cajas llenas en su cocina y no pensaba comérselas solo.
Katheryn husmeó toda su pequeña y acogedora casa de él. Había dos habitaciones y al parecer había ropa femenina en una de las habitaciones.
-Dijiste que vivías solo. —le dijo, él dejo de guardar de su ropa para verla. —y al parecer vives con una chica.
-Es la ropa de mi tía.
-Ajá—achicó los ojos— ¿Y dónde está tu supuesta tía?
-No lo sé. Siempre se va y regresa meses después.
-¿Qué edad dijiste que tenías?
-Creo que 21, no estoy seguro.
-¿No estás seguro de tener esa edad o de que no me dijiste que tenías 21?
-No estoy seguro de tener 21 años.
-Todos saben exactamente qué edad tienen, Owen.
-Tal vez te suene extraño pero es la verdad. No recuerdo a mis padres y tampoco recuerdo mi niñez, estoy seguro que también la señora que dice ser mi tía, no lo es. Y estoy más que seguro que no tengo 21 años sino más aunque tenga la apariencia de un chico de esa edad. Lo único que sé es que soy de Florida. Solo eso.
Katheryn dejó caer una caja entera de galletas de mantequilla al suelo. Sintió pánico y miedo. ¿Sería posible que Owen fuera un Elegido de algún ciclo pasado? No, no podía ser. Todos los Elegidos recuerdan todo y saben quiénes son. —pensó. —tal vez perdió la memoria de pequeño.
-Oh. —susurró ella, recogiendo la caja del suelo— ¿Puedo quedarme con esta caja? Están deliciosas.
-Por supuesto. —Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba y su lunar se contrajo como siempre—llévate las que quedan. Son tuyas.
-Gracias.
Y con ese pretexto, dejaron a un lado la extraña confesión de Owen.
Al regresar a la iglesia, Owen dejó sus cosas en el sofá y encendió la tv. Nadie había llegado todavía y ellos dos estaban solos. Sin embargo, Katheryn seguía dandole vueltas a las palabras de su amigo, y en el trayecto a la iglesia se devoró una caja entera de galletas y ya iba por la segunda.
-Quiero darme una ducha. —dijo ella, dejando la caja en el suelo. Owen la miró de reojo. — ¿podrías ayudarme? El boiler se ha descompuesto y el agua está helada.
-Si quieres te caliento un balde de agua mientras que llenas algún bote de agua, ya luego te pasó el agua.
-¿Me harías ese gran favor?
-Sí. —sonrió y una vez más, Katheryn se ruborizó. ¿Qué tenía de especial Owen Kennedy?
Una hora más tarde, Katheryn se encontraba duchándose con agua tibia dentro del cuarto de baño que estaba en su habitación. Owen le había dicho que estaría viendo la tv por si algo se le ofrecía. Minutos después se estremeció al pensar en Ethan Quin, su chico que tanto amaba con todas sus fuerzas y que no tenía ningún presente que darle cuenta de Navidad. Terminó de bañarse y se puso una bata de baño muy suave e intentó girar la perilla pero esta se había atascado y las luces titilaban avisando que se apagarían en cualquier momento. Katheryn recordó que eran la una o dos de la tarde para asustarse. Las bombillas de toda la iglesia eran antiguas y de seguro ya había llegado a su fin. Suspiró tratando de aclarar sus ideas. La puerta no podía abrirse y estaba en total oscuridad, y apenas un ligero rayo del sol entraba por una ventanilla a tres metros sobre el suelo, aire frío se colaba también dandole escalofríos.
-Es una lástima que seas tan guapa. En serio, no quisiera asesinarte pero es mi deber. Es tu vida o la mía. —una voz surgió entre la oscuridad de un rincón del baño. Katheryn sintió que su corazón le daba un vuelco. —oye, tranquila. Deberías estar contenta de que sea yo quién acabe contigo, porque Palmer planea hacerte cosas muy dolorosas.
-¿Quién eres?—preguntó en un hilo de voz. Su voz apenas era audible.
-Ya nos habíamos presentado. —Rió con voz ronca. —soy Ben Smith, Katheryn Levis.
*
-¡Ni si quiera me di cuenta que alguien había entrado a su habitación! ¡Lo juro!—exclamó Owen, angustiado. Ethan lo tenía del cuello y sus pies estaban unos centímetros por encima del suelo—no gritó y tampoco la vi salir. ¡Nadie salió por esta puerta! Yo estuve sentado en el sofá mirando la tv.
-¡Por qué no le hablaste cuando notaste que se estaba tardando! Pudiste haberla ayudado, imbécil. —gruñó Ethan, encolerizado.
-¡Detente, Ethan!
-¡Suéltame, Juno!—la empujó y ella cayó al suelo.
-Por favor, todos tienen que tranquilizarse. —espetó Paul recogiendo a su nieta del suelo.
-Estúpido anciano, ¡Sabía que no podía largarme y dejarla sola con este idiota! Palmer u otro de ellos se la llevó y yo estaba lejos para protegerla. —miró a Luke y a Heidi. —iré a buscarla, si saben algo de ella búsquenme.
-Voy contigo. —agregó Owen detrás de él.
-No.
-Soy culpable en todo esto así que voy a ir contigo a buscarla. —apretó la mandíbula y Ethan los puños.
-Esto no es asunto tuyo, Kennedy. No quiero que más personas inocentes salgan heridas por nuestra culpa. —Dijo—si quieres ayudar, vete a casa y no vuelvas. Y tú Becca, —la miró irritado—si quieres salir viva de este problema, te aconsejo lo mismo: vete.
Con el rostro rígido y los puños aun cerrados, Ethan salió de la iglesia dando de portazos a la puerta. Becca lo fulminó y se volvió para ver a todos.
-Juno, pequeña…
-¡No! No te irás, él solo está asustado. —balbuceó Juno, horrorizada. Owen fruncía el ceño sin entender y Luke y Heidi lo jalaron del brazo para contarle todo.
-Yo te quiero tanto, mi niña. Pero tiene razón el joven Quin. —se sentó y la abrazó. —yo creo que es mejor que me vaya, no soportaré que algo pase y yo no pueda hacer nada.
-Nada te pasará, te lo prometo. Yo te seguiré protegiendo.
-Ya no más.
-¡Abuelo, dile algo!
-Juno, es su decisión y yo la respeto. —dijo él, quitándose las gafas. —todo esto se salió de control. Se han llevado a Katheryn y no tardaran en venir por nosotros. Debemos irnos.
-Pero Becca vendrá con nosotros. —interpuso.
*
Luke le lanzaba miradas nerviosas a Heidi, Owen los seguía en silencio hacía la azotea. No tenía idea de lo que estaba pasando y estaba dispuesto a averiguarlo.
-¿Me dirán que es lo que ocurre? Espero que sí, por qué detesto los rodeos. —se cruzó de brazos.
-Es posible que no nos creas o nos tomes a locos y estás en todo tu derecho de creerlo.
-Solo hablen, yo los escucharé.
Heidi y Luke se miraron una vez más antes de comenzar a hablar.
*
Frío, copos de nieve nublando su vista, más frío, resbalones, copos de nieve y mucho más frío. Estaba oscureciendo y Ethan llevaba cerca de una hora dando vueltas por todo Estocolmo sin ni si quiera encontrar alguna señal de Katheryn. Por lo que Owen había dicho, Katheryn se metió a duchar cerca de la una de la tarde y hasta dos horas más tarde se dio cuenta del silencio y de la ausencia de ella. Y Ethan por desgracia llegó tres horas después, emocionado y alegre de que por fin había encontrado un presente especial para ella: Unos guantes grises como sus ojos con sus iniciales de ella. Pero el presente que le había comprado voló varios metros lejos de él cuando se enteró lo que le había pasado a ella.
Siete de la noche y no la encontraba. No era Palmer quién la había ido a raptar por qué la hubiese asesinado sin vacilar. Pero Owen no vio a nadie entrar ni salir…
-¡Ben Smith!—gritó enfurecido—asquerosa rata de la oscuridad, ¡Entraste por las sombras!
Aceleró el paso y se chocó con infinidades de personas que iban en dirección contraria a él. Tenía la ligera esperanza de saber dónde estaba Katheryn.
*
-¿Qué demonios estoy haciendo aquí? dijiste que ibas a asesinarme.—espetó Katheryn, abrigándose con la sudadera que logró coger de su habitación antes de ser raptada por Ben, sin contar que apenas logró vestirse frente a los ojos azules de Ben que la observaron con diversión.—estamos en un restaurant, ¿con qué finalidad?
-Tengo hambre.
-Entonces quieres matarme pero antes de eso, ¿quieres comer?
-Sí. —Sonrió sin descaro y alargó una mano para coger un panecillo. — ¿Gustas uno?
-No.
-Bien, más para mí.
Katheryn quería estrangularlo ahí mismo. ¿Qué necesidad tenía llevársela a un restaurant para luego asesinarla?
-¡Déjame regresar! El plazo aún no termina.
-El plazo quedó anulado desde hace tiempo. —Respondió, tragó con dificultad y bebió su soda. —te mentí al decirte que yo te mataré. Será Palmer por supuesto, pero ella no sabe que te tengo en mis manos. Nadie más que yo lo sabe.
-¿Me raptaste por tu cuenta?—arqueó las cejas. Él asintió con vaguedad— ¿Por qué?
-No quería pasar solo Navidad y tampoco pasarla al lado de la lunática de Palmer. Así que decidí pasarla contigo.
-No creas que soy una tonta, ¿Qué planeas? Dime la verdad. —lo fulminaba con rabia.
-Ya te lo he dicho: Planeo pasar la Navidad con alguien decente y sin aire de locura.
-¿Y quién te dijo que pasaré la Navidad a tu lado?
-Te tengo aquí, conmigo. Deberías estar feliz, no te haré daño. No todavía. —Embozó una irónica sonrisa. —te llevaré de vuelta a tu iglesia pasado mañana y les dirás a todos que estuviste de fiesta con unos adolescentes que conociste.
-¡Me raptaste! ¿Piensa que van a creerme? Que salí por arte de magia y luego paso Navidad rodeada de desconocidos, ¿A caso crees que son idiotas? Juno Weber y Heidi Delorme leen la mente.
-Piensa lo que se te venga en gana. Pasarás la Navidad conmigo, punto final.
-¿Y si yo no quiero?
-No tienes opción. —los bocadillos que engullía, a Katheryn le daba arcadas. Quería asesinarlo.
-Eres su guardaespaldas de ella, deberías pasar la Navidad con tus amigos y no conmigo.
-¿Quién dijo que son mis amigos?
-Si no lo son, ¿Por qué estás…?—se interrumpió así misma—ya entiendo, quieres seguir con vida y por eso le obedeces.
Él asintió, sonriendo.
-Cobarde.
Ben se encogió de hombros y siguió cenando sin limitarse a observarla. Los ojos de Katheryn barrían todo a su alrededor tratando de divisar alguna manera de escapar, por lo tanto fingió ir al sanitario para huir del restaurant lo antes posible.
Su plan no salió como lo planeó, pues, Ben la descubrió escabulléndose por la puerta trasera del personal.
-Te dije que pasarías la Navidad conmigo, dime, ¿No lo entendiste?—resopló sujetándola del brazo.
-Lo entendí pero no pienso obedecerte.
-Sí que lo harás.
-Estás demente, ¡Suéltame!—forcejeó con él dando de patadas y puños pero lo que hizo fue caer de espaldas a la fría nieve del suelo.
-No seas ridícula. No es apto de una mujer portarse de esa manera. —Musitó irritado, se puso de cuclillas para ayudarla—vamos, Katheryn, no te haré daño. Te doy mi palabra de hermanos Elegidos.
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