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Capítulo 09

Cenaron. Cenaron en absoluto silencio.

La comida que Katheryn saboreaba era exquisita, jamás la había probado en toda su larga y tediosa vida.

-¿Qué es esto? sabe increíble.

-Es carne de serpiente bañada en salsa inglesa. —le respondió, sin mirarla.

Katheryn apartó el cubierto de sus labios y miró horrorizada su plato casi vacío. ¿Se había atragantado una serpiente?

-¡Santo Dios!—gimió ella, tratando de no vomitar en la mesa. — ¿Una S-Serpiente?

Ethan asintió con perplejidad y a la vez con terror.

-¿Nunca habías probado este platillo? Es común aquí en Nueva York. —se limpió los labios con elegancia con una servilleta.

Ella movió automáticamente la cabeza diciendo no, mientras miraba horrorizada su plato.

-No te pasará nada, solo es la carne y de hecho estas serpientes no son venenosas.—hizo una pausa para suspirar.—no mires así a la comida.

Ella despegó la mirada de la serpiente para luego clavársela en Ethan.

-Y tampoco me mires así, no soy un jodido monstruo.

Intentó no sonar tan ruda pero no lo logró, explotó sin ponerse a pensar que estaba haciendo el ridículo frente a personas elegantes pero no le importó.

-¡Yo me largo!—gruñó, con rabia.—¡Me tragué una estúpida serpiente! ¡Yo me largo, pero me largo a California!

Salió dando tropezones entre las mesas, había olvidado su celular en la mesa pero ni si quiera le importó. Corrió hasta la calle, mientras que Ethan corría detrás de ella tratando de que se tranquilizara. ¿Pero, tranquilizarse? Ella se había tragado una serpiente sin saber.

Katheryn alargó su delgado brazo por la enorme avenida transitada y un taxi se estacionó en la acera.

-Lléveme a California, no importa el precio.—dijo, alterada. El conductor asintió, un tanto intimidado.

Abrió la puerta decidida a largarse pero un fuerte brazo la tomó por detrás y tiró de ella, dejando escapar la manija de la puerta.

-No irás a ninguna parte, florecilla. Estás conmigo.—le susurró al oído. Ella se puso pálida.—no necesitaremos su servicio, muchas gracias.—le dijo al conductor y éste arrancó, mezclándose de nuevo en el tráfico.

-¿Por qué hiciste eso? ¡Lo lamentarás!—gritó, furiosa.

-¿Por qué lo lamentaré? ¿Qué te he hecho para qué te pusieras de esa manera?—la forma en la que la soltó fue suave y agobiante para ella. Su rostro mostraba inocencia y diversión.

-Odio todos los animales que se arrastran por el suelo y justamente me acabo de comer uno sin saber.—sus ojos grises querían encenderse en llamas, en cambio los ojos verdes de él, mostraban satisfacción.

-Pensé que ya lo sabías.—frunció el ceño.—tú pediste lo mismo que yo, ¿lo recuerdas?

-Sí, pero…

Ethan elevó una ceja, mostrándose divertido. Ella se ruborizó y apartó la mirada.

-¿Quieres ir a otra parte? Los empleados del restaurante me dijeron que jamás se nos vaya a ocurrir volver por qué ya no somos bienvenidos.—soltó un suspiro y la abrazó por encima de los hombros.

-Nunca volveré a pisar este estúpido sitio.—apretó los dientes, enfadada y se dejó abrazar por él.—quiero ir a mi antiguo hogar, Ethan. Quiero ver donde solía vivir.

-Fuimos a ese lugar en cuanto llegamos, ¿recuerdas? Incluso dormimos ahí.

-Sí, pero quiero estar otra vez ahí.

-De acuerdo, vamos.

Pasaron de nuevo por las calles transitadas, incluso pasaron de largo del hotel donde se hospedaban. Muy en el fondo ella se sentía inmensamente feliz por tener a alguien como Ethan a su lado. Aunque no eran novios, su pasado los unía. Pensaba preguntarle más acerca de su vida pasada, desde mucho antes de que el rayo lo alcanzara. Pero no quería molestarlo, idearía alguna manera de sacar el tema a relucir & ahora que se dirigían a su antiguo pueblo—que ahora era un sucio bosque abandonado—le preguntaría sobre él.

El matiz iluminó todo los arboles desquebrajados del suelo y de todo alrededor. Katheryn sintió que la piel se le ponía de gallina.

-Ya estamos de nuevo aquí.—apagó el motor, pero dejando las luces encendidas para mirar en la oscuridad y los dos bajaron.

Todo seguía igual que la noche anterior, pese a que la fogata o los restos que había, ya no estaban. Alguien los había recogido.

-Parece que hicieron limpieza aquí.—dijo ella, rodeando la parte donde debía de estar la fogata.

-Eso parece.

-Ethan, ¿Cómo fue exactamente el accidente que tuviste?—le soltó Katheryn de repente. Ethan dejó de fisgonear algunos troncos y se volvió para verla. —¿Estabas solo cuando el rayo te alcanzó?

-¿Quieres que te cuente lo que sucedió?—ladeó la cabeza a un costado, sin parpadear.

Ella asintió, algo avergonzada.

-Yo no estaba solo cuando me cayó el estúpido rayo, estaba con Sam—Katheryn se dio cuenta que se le había formado un nudo en la garganta.

-Si quieres no me lo digas, no te sientas obligado.

-No, no. —Le sonrió, algo triste.—ven, siéntate a mi lado. Te contaré mi historia.

Ethan se sentó sobre un tronco que habían utilizado la noche anterior, Katheryn se sentó a su costado y lo observó.

-Yo estaba a punto de casarme. —prosiguió, Katheryn tuvo que tragarse sus celos enfermizos. —Sam era hermosa, amable, simpática y muy humana. Era lo que siempre soñé. —sonrió con nostalgia al recordarla, cogió la mano de Katheryn y la acarició.—pero el día de nuestra boda, una tormenta eléctrica se hizo presente. Los rayos caían cerca de los invitados, y logró derribar parte de la iglesia. Sam estaba aterrada y salió corriendo afuera, donde la lluvia caía a cántaros, y los rayos caían terriblemente cerca.

>>Mis padres estaban agazapados detrás del enorme crucifijo de la iglesia y yo no sabía qué hacer. Sam había salido y yo no podía quedarme adentro sin hacer nada. Así que salí sin mirar atrás. Mi abuela intento detenerme pero la empujé con fuerza, tirándola al barro.

Corrí entre las casas, toda mi ropa era un desastre y resbalaba sobre el barro, pero seguía corriendo. No miraba a Sam por ningún lado.

De repente recordé que había un lugar donde solo nosotros dos solíamos ir. Cambié de rumbo y me adentré en el prado. El prado no tenía ningún árbol o casa para protegerme de los rayos o de las furiosas gotas, pero seguí adelante.

Y vi a Sam.

Ella estaba echa un ovillo en medio de la hierba, estaba empapada. Le grité con todas mis fuerzas y ese fue mi peor error. Sam se puso de pie, estaba desorientada por la lluvia y me miró. Le sonreí a pesar de que tenía la vista nublada, ella se echó a correr en mi dirección pero en un segundo, un fuerte trueno retumbo mis sentidos y una luz cegadora me llegó a los ojos junto con un grito proveniente de ella.<<

-¿Ella fue alcanzada por un rayo?—preguntó con cautela. Al parecer él también había sufrido la pérdida de un ser amado.

-Sí, Kath.—asintió.—pero segundos después también a mí. Me alcanzó un rayo justo cuando fui a ayudarla, lo único que recuerdo antes de ser lo que soy…-tragó saliva.—fue ver el cuerpo carbonizado de Sam entre mis brazos.

-Lo siento tanto.—lo abrazó, él se estremeció.

-Pero luego de eso, lo superé.—una sonrisa débil se asomó en su rostro.—al siguiente día todo mi cuerpo cambió y eso asustó a toda mi familia. Pero no me corrieron, solo me trataban con miedo.—soltó una carcajada, sorprendiendo a Katheryn.—me largué de Inglaterra y me embarqué en el primer barco que encontré.

-¿Llevas doscientos años viviendo solo?

-Sip. Al igual que tú.

-¿Trabajas?

-Por supuesto, si no trabajara no tendría un auto.—le guiñó un ojo.

-¿Nunca supiste que fue de tus padres?

-Apenas hace diez años regresé a Gran Bretaña, pero solo encontré las ruinas del cementerio antiguo. —bostezó.—y me dio pereza buscarlos.

-Ya veo. —arqueó las cejas.

-¿Y qué hay de ti? Cuéntame lo que te sucedió.—su rostro se puso serio.

-Me pasó casi lo mismo que a ti, solo que yo estaba con mis hermanos. —se enjuagó una lágrima que amenazaba con salir.

-¿Quieres contármelo, Katheryn?—sus ojos mostraron tristeza y la abrazó.

Con el labio inferior temblándole, Katheryn comenzó a contarle toda su historia. Él era la primera persona a la que se lo contaba y se sentía insegura.

Le contó absolutamente todo, todos los detalles que habían sucedido en aquella tarde tan espantosa.

Ethan la escuchaba con atención y sin interrumpirla. Al parecer en dos ocasiones, Katheryn estuvo casi segura de que los ojos de Ethan se le llenaron de lágrimas, pero estaba oscuro. Aunque ella miraba perfectamente bien, no pudo saber si de verdad lo había visto así o solo había sido su imaginación.

-Demonios.—musitó él, agobiado.—y yo que pensaba que era el más miserable de toda la tierra.

-¿Qué quieres decir?

-¡Tú sufriste más que yo! ¡Maldita sea!—gritó, exasperado. Se puso de pie y Katheryn lo imitó.

-¿Qué te pasa?—ella abrió más los ojos para poder verlo. Ethan tenía el rostro contraído de furia, estaba totalmente rojo.

-¡No pueden hacerlo! ¡Simplemente no pueden!—gritó una vez más y luego tomó a Katheryn de los hombros y la abrazó con fuerza.—nadie te hará daño. Lo prometo.

Y eso fue lo único que Katheryn escuchó. Un sueño tranquilo la inundó por completo.

Pasaron las semanas, faltaban solo dos días para volver a California y Katheryn no quería irse. En esas semanas que había transcurrido, se las había pasado de maravilla, sin contar que Ethan había estado saliendo por la noche durante una semana entera y ella no lo había visto volver.

Sus habitaciones estaban frente a frente, al otro día de hospedarse una pareja abandonó la habitación de enfrente y Ethan no perdió el tiempo en trasladarse. Y así fue que Katheryn se daba cuenta de sus salidas de él en la noche. Pero no le cuestionó nada, esperó el momento adecuado para hablar sobre eso.

-Ethan, ¿Cuándo me dirás la razón por la que sales todas las noches? Nunca escuchó cuando regresas.—le preguntó mientras veía la tv y él comía palomitas. Estaban en la habitación de ella.

-Yo no salgo a ninguna parte.—tragó un puñado de palomitas.

-Te he visto, Ethan Quin.—lo miró, entrecerrando los ojos.—no mientas.

-Solo he salido un par de veces, además pasado mañana volveremos.—le sonrió.

-Has salido durante una semana.

-Uhm. —Dijo él. — ¿A caso te intereso tanto, qué tienes la necesidad de saber dónde estoy?—enarcó una ceja. Katheryn rodó los ojos y le arrojó una sandalia a la cabeza. —eso quiere decir que sí.

-¿Y qué esperabas que hiciera? Solo te tengo a ti justo ahora & te largabas dejándome sola.

-Solo fui a un casino.

-Yo hubiera ido también. —le respondió, algo herida.

-No dijiste nada sobre salir de madrugada, Kath.

-No, pero sabías que yo estaba aquí. —se encogió de hombros.—descuida, de todos modos quién quisiera ir contigo a esas horas, es posible que seas un violador o un acosador sexual por las noches.

-No pueden haber acosadores o violadores tan guapos como yo.—de nuevo sacó a relucir su belleza, Katheryn se tumbó lejos de él para no golpearlo.

-En ese caso te llevas el premio mayor.

-No tengo necesidad de violar chicas, ella solas vienen a mí.

-Solo hay alguien a quién no le interesas, Ethan.—se burló, él se tumbó junto a ella.

-¿En serio? ¿A quién no le parezco malditamente sexy?—embozó una sonrisa.

-A mí, por supuesto.

-Oh por favor. —Dijo él, con ironía. —eres la primera que me ve atractivo, de hecho aún no crees que alguien como yo se haya fijado en ti.

-Somos casi iguales, no lo olvides.

-Tienes razón, pero eso no quita lo que dijiste hace unas semanas.

Katheryn sintió sus mejillas arder de vergüenza, ella misma le había dicho semanas atrás a Ethan que él era mucha cosa para ella. Ahora estaba arrepentida de haberle dicho aquellas palabras tan sinceras, pero no pensó que él las usaría en su contra más adelante.

Ella rodó por la cama, se colocó sus tenis y una sudadera cómoda, planeaba salir a la calle y disfrutar las últimas horas que le quedaba por estar en la ciudad. Su antiguo hogar.

-¿Qué haces?—le preguntó, sus ojos de Ethan estaban postrados sobre ella.

-Voy a salir.

Enseguida él se levantó de un salto de la cama y se acercó a su teléfono para rectificar la hora, segundos después la miró con el ceño fruncido.

-¿Tienes idea de la hora que es?

-Sí, son las diez de la noche.

-No saldrás a ninguna parte.—le bloqueó el paso de la puerta.

-¿Por qué no? Tú has salido de noche y yo no te detuve.—lo empujó fuera de su camino.—ahora es mi turno, así que apártate.

-Es de noche y no puedes salir tú sola.—se cruzó de brazos.—si quieres salir, iré contigo.

-No eres mi niñero, apártate de la puerta.—gruñó, tratando de empujarlo pero era como empujar una pared de ladrillos. Ethan ni si quiera se movió.

-A estas horas hay miles de violadores y acosadores sexuales de verdad vagando por las calles en busca de su próxima víctima y si sales sola, estarás entregándote en bandeja de plata a ellos.

-Si tú vas, ¿Ellos se detendrán?—rodó los ojos. Él asintió, orgulloso.—estás loco, fuera de la puerta.

-Me apartaré si me dejas acompañarte, no hay trato si no cedes.

-¡Bien! ¡De acuerdo! Puedes ir, pero apúrate.—resopló. Ethan se salió de la puerta para ponerse la chaqueta, Katheryn aprovechó esos valiosos segundos para abrir la puerta y salir corriendo por el pasillo.

Ethan salió disparado detrás de ella, pero Katheryn ya estaba tres pisos abajo. Iba por las escaleras para bajar más rápido, y Ethan tuvo que bajar por el ascensor.

Las calles estaban iluminadas y los autos transitaban, el aire impregnado de humo le rozó las fosas nasales de Katheryn. Optó por correr en dirección a Central Park, el parque le quedaba cerca para ir y regresar en pocos minutos, pero temía que Ethan la encontrara. Corrió por las calles sin tener la más mínima intención de tener cuidado al cruzar las avenidas, se sentía libre, plena y feliz. Su época favorita era Octubre porque eso significaba que Navidad se acercaba y usaba el pretexto de “cenar en familia” para pasar todo el día en su departamento sin hacer nada.

Así era su vida, relajada y algo dificultosa.

Por fin llegó a Central Park y se sentó sobre las bancas metálicas, bajo un enorme árbol recién podado. Algunas familias ya estaban yéndose a sus casas y ella junto con otros grupitos de personas quedaba en el parque.

-¿Puedo sentarme?—un joven de ojos muy azules se le acercó, andaba un gorro que abarcaba toda su cabeza. A Katheryn se le hizo muy familiar.—salí a caminar y pensé en sentarme a gusto en Central Park pero para mi sorpresa… no hay ningún asiento disponible.

-Haz lo que quieras, el parque es libre.—se encogió de hombros y el joven se sentó muy cerca de ella.

-Bonita noche, ¿no crees?

Katheryn odiaba cuando personas desconocidas se acercaban a ella tratando de entablar una conversación sin sentido.

-Sí, muy bonita.—dijo, en tono arrogante. Se limitó a mirar a otra parte, pero él insistió en la charla.

-Te he visto en alguna parte.

-¿En serio? Yo no.

-¿Fuiste a la estatua de la libertad hace unas semanas?—preguntó. Katheryn se volvió para mirarlo y cayó en la cuenta: Él era sujeto que había intentado colarse en el yate y que iba acompañado de una mujer muy similar a él.

-Es posible.

-¿Puedo saber cuál es tu nombre?—preguntó él, acercándose más a ella.

-¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que no podías salir sin que yo viniera contigo.—Ethan irrumpió de la nada y fulminó al chico con los ojos, los dos se miraron irritados.

-Nadie te da derecho de venir a vigilarme, Ethan. Soy lo suficientemente mayor para cuidar de mí.—se levantó, estresada. Miró a su acompañante que se fulminaba con Ethan.

-Vámonos, hay que regresar.—la sujetó del brazo, sin apartar los ojos del joven.

-Me llamo Katheryn Levis.—ignoró a Ethan para presentarse con el joven.

-Luke Greenwood.

-¿Podrías dejar de coquetear e irnos, por favor?

-Lo siento, debo irme.—espetó ella y miró a Luke.—espero verte pronto, adiós.

-No te preocupes, nos volveremos a ver.—respondió, con una sonrisa.—de eso debes estar segura.

Katheryn se alejó unos pasos, pero Ethan permaneció al lado de Luke. Los dos se estaban mirando furiosamente.

-Hicimos un maldito trato, Luke. ¿Qué demonios haces aquí y por qué te le acercaste?—estalló.

-Quería conocerla más, y aparte no pensé que era tan guapa.

-No hables así de ella.

-Es la verdad.—se encogió de hombros.

-¿A qué has venido?—espetó.

-A conocerla ya te lo dije, Ethan.—resopló y alzó sus ojos azules para encontrarse con los ojos verdes esmeraldas de Ethan, que ardían de ira.—debes de estar tranquilo, Palmer no sabe que estoy aquí y tampoco los demás, solo Heidi.

-¿Y piensas que voy a creerte?—rió con ironía.—por favor, tú eres él más astuto y mentiroso de toda la historia de la humanidad que conozco.

-No estoy mintiendo, ¿Acaso piensas que si Palmer lo supiera, Katheryn aun siguiera con vida? Palmer la hubiese destrozado en un segundo.

-Hicimos un trato, no la puede tocar.—apretó los puños a sus costados.

-No, pero si se la encuentra por causalidad sí. Y más si está sola, como hoy.—señaló el lugar donde ella se había sentado.

-Pero cuando fuimos a la jodida estatua, ustedes dos estaban ahí.—apretaba la mandíbula constantemente, tratando de controlarse y no golpearlo.

-Yo fui con ella para vigilarla.

-¿Por qué lo estás haciendo?—entrecerró los ojos, acusándolo.—vives bajo sus faldas de ella, y le tienes miedo. ¿Por qué tan protector de Katheryn?

-Por qué estoy aburrido y aparte no quiero que su muerte se adelante por qué eso significaría que Palmer comenzaría a asesinarnos uno por uno y yo no quiero morir.

-No entiendo por qué le están siguiendo el juego, ella los asesinará para vivir de por vida.

-No tenemos opción. Ella es la que manda.

-Solo por qué es la más antigua, saca el pasado de ella y queda igual que nosotros.

-Ethan, solo quédate tranquilo.—lo sujetó del hombro.—yo estoy de tu lado, intentaré avisarte cuando Palmer esté cerca.

-Haz lo que quieras pero no te le acerques a Katheryn.—rugió, y miró en dirección a Katheryn. Ella ya estaba afuera del hotel, esperándolo desde lejos.

-No puedo prometértelo. —retrocedió un par de pasos de Ethan.

-¿Por qué no?—quiso saber.

-Por qué me agrada y es muy guapa.

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