Capitulo 31
Abrah camina delante de mí y yo simplemente lo sigo.
¿A dónde nos dirigimos? No losé, esta parte de la casa no la conozco, jamás he venido. A pesar del tiempo que tengo viviendo aquí, no puedo terminar de acostumbrarme al gran tamaño de este lugar, es inmenso.
—Entra—me dice al abrir la puerta de una habitación. Yo solo asiento.
—¿Qué sucede? —le pregunto. ¡Demonios, estoy que me derrito! Estoy de nuevo frente a él.
—Solo quiero hablar contigo. Toma asiento —apunta una de las sillas.
A esta habitación jamás había entrado, es como una biblioteca pequeña, parecida al despacho donde comúnmente se suele encerrar, pero esta luce más como una sala del té. Es muy linda y colorida, incluso huele a canela.
—Bien, dímelo. Tengo muchas cosas que hacer.
Él se ríe.
—¿Ya no me hablas de "Usted"?
—Le hablaré de la manera en la que se sienta cómodo.
—Bien, porque no me gusta, háblame de "Tu".
—De acuerdo, ¿eso era todo? me retiro —le digo levantándome de la silla.
—Alto, yo no te he dicho que te puedes retirar ¿o sí? Siéntate.
—Es que en verdad estoy ocupada.
—Yo soy la persona más ocupada de esta casa y estoy hablando contigo.
—No hay personal que le ayude a Laura, mi turno de hoy comenzaba por la tarde y ella tuvo que despertarme porque no había nadie que le ayudara, por eso lo digo.
—Bien, me ocupare de eso. Si temes hablar conmigo por no estar cumpliendo tu trabajo, es muy sencillo.
¿Eh? ¿Qué dijo? Estoy desconcertada.
—Magda que todos vuelvan a sus tareas habituales, Mia estará ocupada en el despacho conmigo, asígnale sus tareas a alguien más —dice de repente por el radio.
—Claro corazón, si necesitas otra cosa estoy al pendiente —responde Magda y se cierra la conexión.
Esto me huele a complot.
—Bien, tienes todo el día disponible, ¿ahora si podemos hablar?
—¿Qué quieres? —respondo a la defensiva.
—Tengo un evento en dos semanas, necesito que vayas conmigo —hablando arrogante como siempre.
—¡¿Y yo por qué?!
—Lee esto —me entrega una clase de carta. No me lleva más de 1 minuto leerla. ¿A esto se referían los señores en el comedor? —. ¿Qué significa? —le pregunto.
—Ese hospital lo fundó mi abuelo, será su aniversario, se hace un evento formal para celebrar.
—¿Y yo que tengo que ver?
—¿Que no se te vino a la cabeza al momento de leerla? Puedes volver hacerlo, tenemos mucho tiempo.
Yo solo puedo mirarlo con un enorme resentimiento.
—La historia de que nosotros somos pareja es tan grande que incluso mi personal lo cree —comienza a explicarme con un comportamiento extraño, ¿acaso es egocentrismo? —Un rumor que comenzó desde que compraste el auto, un rumor que continúo creciendo semanas atrás y que al parecer termino por confirmarse, aquel día que fuimos a la universidad de Arleth o tal vez en aquella noche en el burdel. De cualquier forma, ahora creen que eres mi esposa.
—¿Cómo podrían creer algo así? Tú lo dijiste es un rumor, un simple chisme nada más.
—Lo sé, pero la gente es estúpida.
—En esta invitación dice "señora Marcerano" —le digo apuntando la carta. —Yo no veo el nombre de "Mia" o mi apellido. Suena ilógico, lo más probable es que se trate de tu madre.
—No se trata de mi madre. Le están dando la bienvenida a la corporación a mi nueva esposa, está todo claro, lo dice en la carta.
—¡Pero no dice mi nombre! —levanto la voz.
De repente tocan la puerta de la habitación.
—¿Sí? ¡¿Quién es?! —pregunta Abrah molesto.
—Soy Isabel. Magda me dijo que estarías aquí, ¿se te ofrece algo?
—¡No! —grita. —Y te recuerdo que para eso tienes un radio. No quiero que venga nadie, no quiero que me molesten.
Ella no responde.
¿Cómo es posible que haga esto? De seguro sabe que estoy aquí, mendiga vieja loca.
¿Acaso le provoca tantos celos, que ahora tiene que venir a donde esta él para asegurarse? ¿pero qué demonios le pasa? ¡Que va a asegurar! Él ni siquiera la toma en cuenta, él no tiene nada con ella, jamás ha tenido algo con ella ¿Por qué se comporta así?
—Ella seguirá allá afuera, no se marchará —le digo.
Él se levanta de su silla y va a rumbo al enorme librero que se encuentra detrás de mí, abre una clase de puertita donde hay unos botones, termina por presionar unos cuantos. Las persianas se cierran y la luz se hace tenue.
—Acabo de presionar un botón que evita que cualquier tipo de sonido salga de la habitación, aunque pegue su oreja a la puerta no logrará escuchar nada. Ahora sí, ya nadie nos molestará.
No sé porque, pero me hace sentir más nerviosa saber esto, he estado sola con él y no es que sea un degenerado, pero si es peligroso. También tengo miedo de mí misma, sola con él soy distinta, la última vez terminé en sus piernas, devorándonos como si fuera el fin del mundo.
Tal vez por eso la gente no dudó en que fuéramos pareja, si casi mata a unos hombres en ese lugar y luego nuestro tremendo show erótico gratis, ¿Quién no pensaría eso?
—De acuerdo —respondo temerosa.
—¿Sabes porque esa carta no viene a tu nombre? —me pregunta acercando su silla a la mía.
Yo niego con la cabeza lentamente para que continúe.
—La familia Marcerano tiene una ideología desde hace generaciones. Es obligatorio que todos los integrantes de la familia al nacer lleven la inicial "A" en su nombre ¿por qué? No tengo la mínima idea, esto lleva así años, el siglo completo podría decirse, no se sabe con exactitud quien lo comenzó, ¿y por qué? Tal vez al principio solo era una coincidencia, alguien se dio cuenta y desde ese momento decretó que todos los hijos de los hijos y demás se nombraran así.
—Bueno, ahora sé otro dato interesante de tu familia.
—No solo es un dato interesante, todos lo saben, todos en Italia lo conocen, es historia. No solo llevan la "A" los que nacen con el apellido, también los que se integran, en este caso las esposas y esposos.
—¿Cómo? —pregunto, acercándome tal como lo hizo él. Tomando atención a cada palabra, a cada frase que sale de sus lindos labios.
—Sería muy extraño encontrar a tu pareja y que su nombre lleve la inicial "A" ¿no? Seria mucha suerte que fuera así, pero en la mayoría de los casos no lo es. Mi mamá, por ejemplo.
—La señora Anelle.... ¿Qué quieres decir?, ¿no se llama así realmente?, ¡¿se cambió el nombre?! -exclamo impaciente.
Él se queda pensativo un momento.
—Su nombre era Elena. Se cambió el nombre al casarse con mi papá. Ella fue inteligente, únicamente volteo su nombre "e - l – e – n – a". Agrego otra "L", pero ella dice que aún continúa llamándose así.
—¡No puedo creer que hagan algo así! Es muy cruel.
—No es mi decisión, es algo que ya lleva mucho tiempo, y la verdad es que no quiero pararlo, aun si yo quisiera, mi abuelo y mi padre me lo prohibirían.
—Entonces por eso no viene un nombre en la carta. Porque ellos saben que tu supuesta "novia" al casarse contigo tendría que cambiar su nombre.
—Exacto. Ellos no saben cuál es el nombre de mi esposa, al menos el que eligió.
—Y asumes que esa supuesta "esposa", ¿soy yo?
—No lo asumo, lo afirmo. Agustín investigó, eres la única mujer con la que me han involucrado desde mi regreso a Italia.
—¡Estás loco! ¡Yo no voy a hacer eso, jamás lo haré! —respondo levantándome de la silla.
—Tienes que hacerlo, no hay opción.
—¿Es enserio? Aparte de tener que vivir en esta casa por el resto de mi vida, también tengo que hacer todo lo que tú quieras. ¡Por supuesto que no!
—No exageres, solo será en algunos eventos.
—No necesitas una esposa ¡Es una tontería! Y sí la necesitaras, tienes muchas empleadas en esta casa, cualquiera de ellas te podría ayudar.
—Pero a ellas no las conocen, y a ti sí. Ya nos han visto juntos por la ciudad.
—¿Y porque mejor no dices la verdad? Que soy una simple empleada, o una amiga, o lo que tú quieras, pero que no soy tu esposa. Sería muy fácil y sencillo —comienzo a deambular por toda la habitación. — ¿No has pensado en la magnitud del problema? Si tú dices que soy tu esposa en un evento como ese, ¡Jamás podré salir de aquí! Estaré atada a ti, por el resto de mi vida.
—¡Claro que no! Yo lo puedo solucionar. No me pienso casar, ni ahora, ni nunca. Y en eventos como este necesito una acompañante, tú lo dijiste eres mi empleada y lo seguirás siendo, solo quiero darte otro tipo de trabajo, asistir a esos eventos conmigo, los demás días vuelves a tu rutina normal, te triplicaré tu salario. Quiero librarme de todas las mujeres que están tras de mí, y de todos los hombres que creen que soy inestable por el hecho de no estar casado, supongo que creen que no tomo con seriedad las cosas. ¡Pero no es así! Soy muy bueno en lo que hago y se llevar perfectamente este negocio, solo necesito una esposa, incluso los presidentes hacen esto, por apariencia, solo es un negocio Mia.
—Lo siento, pero no lo haré, consigue a alguien más —le digo en voz alta, dirigiéndome a la salida.
—Si abres esa puerta se desactivará el silenciador —me dice, mientras me quedo quieta tocando la perilla. —Necesito de tu ayuda, podemos negociarlo ¿qué te parece?
¡Está loco, definitivamente está loco! No hay nada de que lo pueda negociar.
Bueno... no estaría de más intentar. ¿Será posible? ¡No Mia, no es posible! Deja de imaginar tonterías, ellos te humillaron, te obligan a trabajar para ellos por el resto de tu vida. Lo que necesitas es crear un plan para escapar de aquí, esa es la razón por la que a nadie le has dicho que vienes de México. Pero él si lo sabe.... te investigó.
Ambos nos quedamos en silencio, nos miramos de vez en cuando. Analizo todo lo que me dijo, y por momentos recuerdo que aun sigo enojada con él. Tengo que sacar provecho de esto.
—Te tengo una propuesta —le digo sin titubear.
—Te escucho.
—Lo pensaré, si tú... me dices que si a las siguientes peticiones.
Él me mira con arrogancia, sabe que no pediré cualquier cosa.
—¿Qué quieres?
—Tu dijiste que triplicarías mi sueldo. Me gusta, pero me pagarás por horas, no por día. Además, tu pagarás todos los atuendos, calzado, maquillaje y accesorios que necesite para cualquier evento. ¡Tendré libertad total! ¿Qué significa? Que podré salir y regresar cuantas veces quiera. Si seré tu "esposa", las personas deberán verme de vez en cuando por la ciudad y no estando encerrada como una esclava y, también debo pasar la noche en mi antiguo departamento por lo menos dos veces al mes.
—¿Eso es todo? ¿No quieres añadir más? —pregunta con ironía.
—No, eso es todo.
—Bien, porque ¡No aceptaré! —levanta la voz.
—¡¿Que?! —exclamo.
—Tú eres la loca, ¿cómo puedes pedirme eso?
—Tú tienes mucho dinero, dudo que te moleste pagar unos cuantos euros de vez en cuando. ¿No entiendo porque te molestas?
—De eso no me estoy quejando. ¿Libertad? ¿Dormir en otra casa? No pasará.
—Bien, consíguete a otra —añado para finalizar la conversación y poder retirarme.
—¿Acaso estas tratando de manipularme? —pregunta molesto.
—No, tu dijiste que negociaríamos. Es lo que estoy haciendo.
Él no deja de mirarme, está tratando de leer cada uno de mis movimientos. ¡Es tan meticuloso!
—Esta es mi oferta. Te pagaré lo que dijiste, te compraré todo lo que quieras con tal de que te veas hermosa. Libertad ¡JAMÁS! Ir a tu antiguo departamento... —se queda callado pensando en la respuesta. —Solo será permitido una vez al mes, y solo de visita, no te quedaras a dormir en ese lugar, estoy seguro de que se trata de un sector muy peligroso, aparte tendrás un equipo de guardias que se encargaran de tu protección y una camioneta con chofer, no pienso dejarte manejar.
¿Estará hablando enserio? Nunca creí que él pudiera acceder, o al menos ceder un poco a mis peticiones, creo que si vale la pena pensarlo.
¡De esta manera podré ver a Gabriela de nuevo! ¡La extraño tanto! ¿qué pensará de mí?, ¿estará preocupada? Espero poder verla muy pronto.
—¡¿Cuál es tu respuesta?! —me pregunta alterado.
—Lo pensaré. Gracias por el día libre —le digo, girando la perilla dramáticamente y saliendo de la habitación.
Él se queda en su lugar, no me dice nada, solo permanece callado, mirándome como siempre con su mirada intensa y profunda. Creí que comenzaría a gritarme para que volviera o algo así, pero se quedó allí, tranquilo.
Bajo de inmediato a mi habitación, ¿Qué fue todo eso que me dijo? ¿Será verdad que necesita mi ayuda? ¿Será buena idea pensarlo? ¿Aceptar? Necesito platicarlo con Nora para que ella me dé su consejo.
«Habitación de Mia & Nora»
—¡¡Que!! ¿Está loco? ¿Enserio te propuso eso? ¿Y tú que diablos le dijiste? —exclama Nora con mucho entusiasmo.
—Que lo pensaría.
Ella suelta una gran carcajada.
—Mia estás demente, ¿cómo pudiste dejarlo así? —vuelve a reír. —Le diste en su orgullo, seguramente pensó que tu dirías que sí de inmediato, ¡Imagínate! Una oportunidad así, cualquiera la aceptaría.
—Lo sé, por eso mismo le respondí de esa manera. Tal vez piensa que por nuestro "momento" de aquella noche siento algo por él, o algo así.
—¿Tú crees? Yo lo dudo, sinceramente creo que tiene razón en pedírtelo a ti, eres la única persona con la que lo han relacionado desde que llegó de Alemania. Aparte si no eres tú su supuesta "esposa" ¿Quién más lo sería?
—Isabel aceptaría sin dudar —añado aprensiva.
—Pero es porque ella está enamorada de él, así que no vale—me dice entre risas.
—¿Crees que ella sea un problema si acepto este trabajo?
—Te mentiría si te dijera que no, pero es solo decisión tuya y de Abrah, nadie más debe meterse en sus asuntos. Así que no debes preocuparte, yo estaré para ti en todo momento.
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