Epílogo
Una vez más devuelta al cuarto de paredes blancas acolchonadas. Al menos ya no me colocan aquí adentro sin una camisa de fuerza. Que me tengan que monitorear de vez en cuando para observar mi comportamiento a solas se está poniendo cansado, pero prefiero estar aquí encerrado en este hospital psiquiátrico solo, fingiendo seguir estando supuestamente loco, que estar en la correccional para menores de edad, posiblemente metiéndome en mayores problemas cada dia.
Aquí puedo estar tranquilo, acostado en el suelo cómodo, sin ruidos, sin nadie que me moleste a menos que sea para sacarme de nuevo a mi habitación normal. Siempre pienso en Kira, todo el tiempo, todas las noches, imaginando una maravillosa vida con su compañía. Nunca pude recuperar el cuchillo de los policías, pensaban que solo la quería para matar, aunque si fuera valiente como ella, quizás tuviera el cuchillo aquí conmigo y pudiéramos conversar a la hora que sea.
Lo raro de todo siempre ha sido que nunca se encontró evidencia de su existencia, tampoco es como que me importe, ya lo que pasó, pasó. Soy un agresivo con problemas mentales y caso cerrado, aquí me quedo internado hasta que se me dé la gana. Me divierto más con los locos de éste lugar, al menos ellos no se burlan de uno, o no con sentido aparente, son bien raritos la verdad.
—Justin…
«¿Eso sonó como…?». Bueno, después de todo creo que si estoy loco.
—Justin…
«¿Kira?». Volteo a un lado de la habitación y me quedo pasmado con la figura que se hizo presente en la habitación, «¿Estoy alucinando?». Ahí está ella, parada en la habitación ante mí con las manos ocultas por detrás, como una persona viva, suponiendo que no estoy alucinando. Lleva su uniforme completamente limpio, y su cabello negro tan lacio y brillante, cubriendo su rostro. Por la iluminación del lugar, puedo detallar una sonrisa debajo de su cabello.
—¿Kira?, ¿Cómo tú…? ¿Qué haces aquí? —cuestiono confundido poniéndome de pie en la habitación.
—Vine a devolverte lo que te pertenece.
Se acerca y me muestra en una de sus manos el cuchillo que nunca creí volver a ver, no sé cómo, pero es real. Me toma la mano derecha, puedo sentir su contacto, y coloca el cuchillo en mi mano cerrando mi palma. Subo mi mirada para verla a la cara, levanto mis manos a su rostro para tomar su cabello y colocarlo detrás de sus orejas, encontrándome con un rostro hermoso, sin ojeras, rasguños, ni nada… solo una cara angelical, justo como deseaba verla.
—Eres la chica más hermosa que siempre has sido.
—Nunca más volveré a dejarte solo, Justin.
La abrazo, sabía que podía hacerlo, y era cierto, puedo sentirla como algo real. No puedo evitar soltar una lagrima y aferrarme a su cuerpo. Ahí estaba conmigo, en esa habitación de paredes blancas. No sé si es un sueño, pero al menos sé, que ya no estaré solo nunca más.
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