◍Diseño 2◍
Pasaron siete meses desde aquel incidente, 3 meses en los que Seokjin no salió de su habitación y 4 meses en los que apenas logró entablar alguna que otra charla con sus sirvientes, a los cuales quiso echar el mismo día que todo ocurrió. Sin embargo, ellos no tenían culpa alguna de su miserable destino.
En estos meses, ellos pudieron averiguar el motivo de la fuerte depresión por la que pasaba su joven amo. Optando por cuidar de él lo mejor que pudieran, eso incluyó quemar la invitación que les llegó de la boda de Jungkook y Yoongi. Estaban indignados con semejante atrevimiento. También impidieron que el pequeño pelinegro ingresara a la mansión, aunque se ponga a llorar desgarradoramente, alegando que necesita aclarar las cosas con Seokjin.
Por último, Namjoon, la mano derecha de Seokjin y el jefe de la servidumbre. Optó por hacerse cargo de la sastrería de su joven amo, no iba a permitir que se vaya a la quiebra, porque vio lo mucho que a su amo le había costado llegar a ser reconocido.
—Nam— llamó Seokjin al ajetreado y alto moreno.
—¿Qué desea, amo?— hizo una reverencia al estar frente al joven Kim.
—Vende esta casa, ya no soporto los recuerdos que me trae— ordenó mirando a la ventana, sus ojos parecieran que tenían ojeras permanentes, su piel estaba tan descuidada y agrietada como se encontraba su corazón.
—Lo que usted ordene, pero…— Namjoon no era de cuestionar las órdenes del joven Kim, más no podía obedecer a ciegas esta vez, su amo aún no parecía estar lúcido.
—¿Dónde va a vivir? Si es que logro vender esta mansión — preguntó con algo de miedo, aunque también quiso preguntar por la servidumbre, pues se quedarían en la calle. Aunque no era el momento de ponerle más drama al asunto.
—Ya no deseo vivir, Nam— respondió casi enseguida, su voz sonaba tan desgastada, como si hubiera gritado todos los días hasta romper sus cuerdas vocales.
Namjoon se petrificó al escuchar tan seria declaración. No sabía cómo, pero necesitaban sacar a su amo de ese estado, antes de que cometa algo irremediable.
—Pero ustedes no tienen la culpa— continúo Seokjin, sin dejar de ver a través de la ventana. Como si el cielo en esos momentos, fuera lo más interesante del mundo— así que primero compra una casa, una más pequeña para que no tengan que sufrir tanto en mantenerla. Una vez la consigas, todos múdense allí. Luego, venderás esta casa y con ese dinero atiendan a sus familias. También vende el local de mi sastrería, no me sirve de nada pues ya no puedo diseñar. Mi imaginación tan mágica que sentía al sostener un lápiz o unas tijeras, se esfumó. Por eso, véndelo todo.
Dijo lo último y se fue sin siquiera darle oportunidad a Namjoon de refutar su petición.
Namjoon quedó de piedra, todo parecía tan irreal. Hace unos meses Seokjin era todo sonrisas y malos chistes, hasta le había dicho que su sueño era tener su sastrería a nivel nacional y si se pudiera en un futuro a nivel mundial. Ahora, todo estaba perdido por culpa de la horrible familia que le tocó y el estúpido novio del que llegó a enamorarse.
Estaba de acuerdo con dejar la mansión, ya todos estaban cansados de tratar con el joven Min para impedir su ingreso. Cambiar de lugar seguro le haría bien a su joven amo. Pero, vender el local de la sastrería, eso sí que no podía.
Cuando todo los lotes de trajes se haya terminado, será el momento de cerrar momentáneamente. Porque tenía en mente decirle al público, que Seokjin se fue de viaje para buscar más inspiración y aprender nuevas técnicas. Supuso que por el momento era lo único que podía hacer para ayudar al joven amo Seokjin.
—Señora y joven Park, señora Woo, señor Lee y señorita Khang. Tengo que informarles que el joven amo ha decidido vender esta mansión— los sirvientes parecían no tan sorprendidos con la noticia —me dio la orden de conseguir otro lugar donde vivir y quería saber cuántos de ustedes nos seguirán. Porque sé que están conscientes del estado de nuestro amo y la molestia que causa las constancias visitas inapropiadas del joven Min. Por ello debo ser cuidadoso a la hora de dar a conocer la nueva dirección, porque sí, como deben estar pensando. Esta vez queremos que todo sea lo más anónimo posible, al menos hasta que nuestro amo recupere su brillo habitual. Por eso mismo, vuelvo a preguntar. ¿Quiénes se van con nosotros y quiénes prefieren irse a buscar otro empleo?
Todos los sirvientes se miraron entre sí, hace cuatro meses que los más jóvenes sirvientes que había en la mansión se habían rendido y dejaron el lugar. Los que quedaban era los más fieles, los primeros en trabajar para el amo. Cuando aún vivía en casa de sus padres.
—Mi hijo y yo, seguiremos al lado del joven amo. No pensamos abandonarlo a su suerte— respondió firme la señora Park y Jimin asintió eufórico a las palabras de su madre.
—Ya estoy muy vieja como para querer buscar otro lugar, ustedes son mi familia y el joven amo es como mi nieto. Definitivamente quiero ir a dónde sea que el vaya— respondió la mayor de entre todos los presentes, con la mirada más decidida que pudo ofrecer su arrugado rostro.
—Opino lo mismo que esta vieja, ya estoy mayor para ir a buscar jardines que atender. Además el amo no sabrá cómo llevar alguna Glicinia, si es que en ese lugar no hay de esos árboles. Me necesita, aún soy útil— sentenció el anciano, ganándose una mala mirada de la señora Woo por el modo en que la llamó.
Finalmente todas las miradas cayeron sobre la señorita Khang.
—Bueno, yo… Quisiera seguirlos, el joven amo es el mejor amo al que uno quiera servir. Lastimosamente no podré hacerlo, con todo este ajetreo no pude avisarles que me casaré en poco tiempo, además estoy esperando un hijo— confesó tímidamente.
Todos asombrados por tremendas noticias, fueron a abrazarla y desearle todo lo mejor para su futuro.
Así de ese modo, Namjoon pudo buscar con más calma el nuevo hogar que los acogería. No quiso informarles las palabras tan suicidas que salieron del joven amo, pues sería alterar a todos. Prefería evitar más catástrofes, pues los mayores eran los más delicados a algún tipo de fuerte impresión.
—¡Abran! ¡Vamos, déjenme entrar! ¡¿Acaso no escuchan?!— un desesperado Yoongi, golpeaba las rejas de la mansión, gritando a todo pulmón.
—Joven Namjoon, está en la puerta, otra vez— avisó la señorita Khang y se retiró a la cocina.
—Maldición, justo hoy que el joven amo decidió salir por fin al jardín— murmulló, con la furia subiendo por su sistema.
—¡Señorita Khang!— la detuvo antes de que deje la sala —vaya por el amo que está en el jardín trasero, tráigalo a la cocina. No importa la excusa que tenga que inventar, sólo no deje que salga de allí. No debemos hacer que vea al joven Min, eso lo destrozará, todo lo que ha mejorado se irá a la basura— explicó rápidamente y la señorita Khang obedeció, saliendo de allí lo más rápido que pudo.
—Es momento de frenar este acoso sin sentido— murmuró para sí mismo y salió al jardín delantero, hasta llegar a la reja dónde un bullicioso Min seguía haciendo su espectáculo.
—¡Hasta que al fin apareces! ¡Ya me están saliendo callos por tantos golpes que le di a estos fierros viejos!— protestó enfurecido.
—Joven Min, mejor dicho joven Kim. ¿Qué se le ofrece?— respondió, ignorando su palabrería.
—Soy joven Min, para ti— lo corrigió frunciendo más el ceño.
—Tengo entendido que usted ya se casó, por lo tanto, eso lo hace un Kim— Namjoon quería poner todo claro para ese pequeño petulante.
—Ya que soy un Kim, como dices. Te ordeno que me dejes entrar— exigió, acercándose más a la reja.
—Lo siento pero, acá no tenemos porqué obedecer a los Kim. Sólo obedecemos a nuestro joven amo Seokjin— debatió, sintiendo su paciencia llegar al límite.
—Eres un…— prefirió evitar insultar al lacayo grandote, ya había intentado muchas veces ingresar por las malas. Quizás si utilizaba su belleza, le serviría para engatusar al moreno.
—Si me hace el favor de marcharse, gracias— Namjoon se adelantó, no quería escuchar insultos ni nada de ese pequeño albino altanero— Y no vuelva por acá, le informo que nuestro amo ha salido de viaje. No sabemos si volverá— dicho lo último, dio media vuelta importándole nada el gesto desfigurado que vio en el rostro del mayor.
—No me mientas, yo sé que él está dentro. Si me dejas pasar, puedo pagarte muy bien— ofreció, en un intento vano por hacer que el lacayo se detenga.
—¡¿No quieres más dinero?!— el sirviente seguía sin voltear o detenerse. No iba a permitirlo— Entonces, ¡También puedo hacerte otros favores!— ofreció su última carta. La verdad era que ese moreno le había llamado la atención desde que lo vio partir leña como si fuera mantequilla. Estaba seguro que follaba como los dioses.
—¿Disculpe? — Namjoon ya estaba por perder la paciencia, tenía que hacer algo para espantar a ese pequeño de una vez por todas — ¿Qué favores me está ofreciendo? Aunque le dije que mi amo ya no se encuentra acá.
—Sé que es una mentira, él no puede vivir sin mi. Me necesita, sólo yo puedo curarlo. Pero no importa, digamos que te creo. Así que cuando vuelva, tú me dejaras verlo— cambió el tono de voz a uno más sensual y coqueto —¿Qué favores puedo hacerte? Muchos, si lo deseas. Tu eres tan alto y fornido, de seguro alguien como yo. De complexión esbelta y piel tan blanca como la nieve, soy de tu agrado. ¿Verdad? — comenzó a desabrochar los primeros botones de la camisa holgada que llevaba puesta— Te haré el favor de tener por una vez, a un cuerpo tan perfecto y a alguien de la burocracia. Algo que un plebeyo como tú, nunca lograría alcanzar, ni en sus mejores sueños— sacó su lengua para lamer sus labios finos y pasear sus dedos por las ya expuestas clavículas. Gesto que él sabía prendía hasta al más frío de los hombres y alocaba a los más ardientes.
Namjoon tragó en seco, nunca hubiera imaginado que el joven Min fuera tan sensual. Nunca lo había visto con esos ojos, pero no iba a negar que era un completo pecado lujurioso en ese momento.
—Entonces, usted quiere ver a mi amo. A cambio, ¿me dejará joderlo como se me antoje? Yo no soy ninguno de sus finos burócratas, soy tosco y podría asustarse. No crea que lo voy a tratar con delicadeza— respondió también lamiendo sus labios, acercándose a la reja.
Yoongi sonrió satisfecho, sabía que nadie podía negarse a él.
—Eso no es problema, me encanta que sean bruscos— siguió insinuándose.
—Bien, si así te gusta. Arrodíllate y chúpamela— llegó a la reja y dirigió su mano a la hebilla de su pantalón.
—¿Qué? ¿Acá? ¿No te parece mejor en alguna habitación?— Yoongi comenzó a sentir pánico de pronto, no imaginaba tremendo mandato. Aunque no podía negarse que eso lo encendió un poco.
—¿No que te gustaba lo brusco? Te dije que no te trataré con delicadeza, eres un ofrecido. Por lo tanto no mereces estar en mi cama, además tener a un burócrata de rodillas ante alguien como yo, un simple plebeyo, con mi pene en tu boca. Es todo un espectáculo, que quiero tener al aire libre— soltó socarrón. La verdad era que a cada momento ese pelinegro le daba más asco, nunca creyó que fuera alguien tan promiscuo y quería ofenderlo todo lo que pueda. Como una venganza por su joven amo.
—¿Quién te crees que eres al hablarme así?— Yoongi estaba indignado por la desfachatez de ese lacayo — ni creas que te salvarás por faltarme al respeto.
—Usted fue el que se me ofreció, yo sólo aproveché el momento. Creí que realmente tenía ganas de ver a mi amo, hasta estaba pensando en decirle dónde se fue a quedar en Japón— se encogió de hombros, haciendo un amague de retirarse del lugar.
—¡Espera! ¿Entonces es verdad? — Yoongi estaba procesando tanta información lo más rápido que podía. No quería hacerse ver como él le dijo “un ofrecido” pero si eso le daba la oportunidad de volver a ver a Jin. Tenía que intentarlo.
—¿Qué? ¿Acaso aceptará chupármela acá?— lo retó soltando una risa sarcástica.
—Lo haré y será la mejor de tu miserable vida— respondió decidido. Después de todo, ¿qué podría salir mal?. No era un lugar tan público y mucho menos concurrido, había un solo camino y estaban rodeados de árboles de pino. Así que, el bochorno no tenía que ser un problema.
—Bien, yo diré si llega a ser la mejor como presumes. Intenta lubricarme bien, o te va a doler más de lo que imaginas— sonrió ladino.
—¡¿Cómo?!— una electricidad recorrió su cuerpo, ¿acaso estaba insinuando lo que estaba pensando?.
—¿No me estabas ofreciendo el paquete completo? ¿Por qué crees que te dije que me la chuparas? Obviamente te voy a coger acá, ya que tanto deseas una polla en tu culo ¿Para qué esperar?.
—Eres un malnacido. No deseo nada de eso, estás demente— comenzó a cerrar los botones de su camisa. Se sentía tan humillado.
—¿Ah no? Yo creí que estaba urgido por una buena cogida, ya que vino hasta acá y me lo ofreció. Al parecer tampoco le tiene el mínimo de respeto a su actual esposo, así como no lo tuvo con mi joven amo— lo encaró, sintiéndose más aliviado por al fin decirle todas sus verdades.
—Como te atreves a juzgarme, ¡no sabes una mierda! No te metas en mis asuntos. ¿Quieres verme de rodillas? Bien, ¿quieres que te la chupe? ¡Bien! Lo haré, sólo porque quiero ver a Jin. Luego me olvidaré de ti, pero… ¿Podrás olvidarme? ¡Cada que veas a tu joven amo, verás mi rostro y sufrirás el remordimiento de haberte cogido a su pareja!
—¡Tu ya no eres su jodida pareja! ¿No lo entiendes?— Namjoon quería golpear ese rostro que lo veía con superioridad, ¿qué le pasaba por la cabeza?.
En ese momento vio cómo se acercó a la reja y se puso de rodillas. Namjoon intentó escapar, en realidad no quería nada de ese sujeto.
—No puedes huir, no ahora— lo tomó del cinturón y lo atrajo a la reja.
Namjoon se asustó por la fuerza de ese pequeño pelinegro, ¿de dónde? Si parecía tan débil.
—¿Qué está pasando acá?— en ese momento, Jimin llegó, luciendo totalmente confundido.
—El joven Min, vino a pedir disculpas— Namjoon logró apartarse de esas manos —le dije que no podía ver al joven Seokjin, porque ya se fue de viaje— completó la información rápidamente, antes de que Jimin diga algo contradictorio.
—Sí, ya me voy. Esperaré a su regreso. Hasta luego— Yoongi no tuvo más remedio que marcharse, se sentía tan humillado que ni siquiera pudo ver a los ojos del recién llegado. Corrió despavorido, maldiciendo su suerte y maldiciendo al lacayo que se dio el lujo de insultarlo y hacerlo sentir como una puta barata.
—Ajá… ¿Quieres que te crea?— Jimin no dejaba de ver a Namjoon, sabía que todo eso era una sarta de mentiras.
Namjoon no contestó, optando por ayudar a Jimin con las cajas de vegetales.
—No me evites la mirada, Namjoon— el nombrado quedó tieso, sabía que estaba en problemas — ese tipo, estaba por chupártela ¿Verdad?— Soltó una risa tan ruidosa, al ver a Namjoon soltar la caja de los vegetales.
—¿C-cómo sabes?— Namjoon se dio la vuelta, con la cara toda roja de la vergüenza.
—Porque te conozco, Joonie— se acercó al más alto, sin dejar de ver esos ojos asustados —tu rostro era de terror puro, sólo pones esa cara cuando uno es muy atrevido contigo— puso su mano descaradamente sobre el miembro de Namjoon, quién soltó un quejido.
—Yo…no…, no hice nada. En serio, él se me ofreció y yo solo, sólo quería humillarlo, jamás iba a tomarlo de verdad— se apresuró a explicar, mientras Jimin seguía estrujando sin piedad su hombría.
—Lo sé, confío en ti. Aunque no confío en ese escurridizo, por lo tanto, te prohíbo volver a dejar siquiera que te toque. O no respondo, yo defiendo lo que es mío. ¡Ah! y de castigo, hoy no me tocas — se fue soltando a Namjoon, dejando las cajas de vegetales en el piso y caminando hacia dentro de la mansión, moviendo sus caderas exageradamente.
Namjoon soltó un grito de frustración.
—¿Por qué eres así, Park Jimin? Me dejaste todo duro, maldición. Yo no era el que debía recibir castigo— se quejó como niño chiquito, sacudiendo su pie como signo de suberrinche.
—Por lo menos, pude poner en su lugar al malnacido de Min— se dijo a sí mismo, feliz de haber vengado a su amo. Aunque tenga un pequeño costo que dar a cambio de eso.
—Otra noche más. Maldición, ya no puedo mover las manos.
—Así es, querido— Hoseok soltó una risa ensordecedora.
—¿Por qué estás acá?
—Porque tu último dueño se cansó de ti, me pidió que te recogiera y… acá estás, cariño— volvió reír burlonamente.
—Maldita sea, es imposible conseguir romper el hechizo antes de perder la conciencia por completo.
—Nada es imposible, lindura. Ya estás en mi tienda otra vez, quién sabe. Quizás llega alguien que te compre y sea el indicado— se puso a limpiar la cerámica de su estante.
—No me des esperanzas, es extraño cuando viene de ti.
—Sólo intento ser amable, ¿no puedo?— fingió ofensa y se acercó.
—Amable, sí claro. Mejor no lo seas, nada sale bien cuando lo intentas.
—Que poca fe me tienes y mira que cada noche que estás acá, te atiendo sin falta. Te limpio, te pulo y hasta te doy retoques para que no pierdas la belleza.
—Sería mejor si me dejaras libr…
—¿Qué? Lo siento cariño, pero no entendí. Ah, cierto ya salió el sol. Que pena lindura, continuemos a la noche con nuestra charla.
◍ ◍ ◍ ◍ ◍ ◍ ◍ ◍ ◍ ◍
Holas pixelitos de mi corazón! 💜 Les traigo el siguiente capítulo de este MiniFic! 🎉
Espero les esté gustando, nos vemos mañana!
Cuídense mucho, las amito 🥰
Bye 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro