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7

Sewashi soltó un pesado suspiro mientras miraba a Doraemon. —Sabes que lo que me estás diciendo no tiene sentido— murmuró, masajeandose las sienes en un intento de aliviar la tensión.

Dorami, la hermana de Doraemon, observaba la escena con preocupación evidente en su rostro. —¿Estás seguro de que no te equivocaste en el diagnóstico?— murmuró, dirigiendo una mirada inquisitiva a su hermano.

Doraemon frunció el ceño ante la insinuación de su hermana. —¡Por supuesto que no me equivoqué!— replicó, con un tono que denotaba una mezcla de frustración y determinación. —Revisé los cálculos y los análisis varias veces. Todo indica que esto es correcto, aunque suene imposible—

Sewashi exhaló otro suspiro, esta vez más profundo, y dejó caer las manos a los costados. —Entonces, si todo está bien, ¿cómo explicas esta situación tan absurda?—

Doraemon se tomó un momento para organizar sus pensamientos antes de responder. —Lo sé, parece absurdo. Pero la tecnología del futuro no siempre sigue las reglas que conocemos. Hay variables y factores que aún no comprendemos completamente. Lo que estamos viendo podría ser una de esas anomalías.—

Dorami continuaba observando a Doraemon, todavía con dudas en sus ojos. —¿Y qué propones que hagamos ahora? Si realmente es una anomalía, podríamos estar en un gran problema.—

Doraemon asintió lentamente, entendiendo la gravedad de la situación. —Necesitamos investigar más a fondo. Recolectar más datos y tratar de entender qué está causando esto. No podemos permitirnos cometer un error—

Sewashi se levantó de su asiento, la determinación reflejada en su rostro —Entonces, manos a la obra. No podemos dejar que esta anomalía cause más problemas. Trabajaremos juntos y encontraremos una solución—

Con esas palabras, el trío se sumergió en su tarea, combinando sus habilidades y conocimientos para enfrentar lo desconocido. La tensión en el aire era palpable, pero también lo era su determinación para resolver el misterio que se cernía sobre ellos

Cerca de la medianoche, el cajón del escritorio de Nobita se abrió silenciosamente, revelando a Doraemon, Dorami y Sewashi, quienes emergieron con cautela. Nobita estaba profundamente dormido, su respiración era regular, pero los rápidos movimientos de sus ojos bajo los párpados y los ligeros movimientos de su cuerpo indicaban que estaba soñando.

Sewashi sacó con cuidado un aparato que parecía una diadema, adornada con varios cables que se conectaban a algo similar a una laptop. Con destreza, colocó la diadema en la cabeza de Nobita, asegurándose de no perturbar su sueño. En la pantalla de la laptop, apareció una imagen detallada de un cerebro, destacando una inusual actividad en el hipocampo, la sección del cerebro responsable de los recuerdos.

Dorami miró la pantalla con interés y preocupación. —La actividad en el hipocampo es extremadamente alta— susurró, señalando los picos de actividad que parpadeaban en la imagen. —Nunca había visto algo así—

Doraemon, observando atentamente, asintió con gravedad —Eso explica los extraños recuerdos y sueños que Nobita ha estado teniendo últimamente. Esta anomalía podría estar interfiriendo con su percepción de la realidad—

Sewashi tecleó rápidamente en la laptop, ajustando algunos parámetros y recogiendo más datos —Necesitamos descubrir qué está causando esta actividad inusual. Si es una anomalía temporal o algo más permanente—

El trío trabajó en silencio, analizando los datos que aparecían en la pantalla. Cada segundo que pasaba, la imagen del cerebro mostraba nuevos patrones de actividad, cada vez más desconcertantes.

De repente, Dorami, con una expresión pensativa, sugirió: —¿Y si estos no son recuerdos ficticios? ¿Y si lo que Nobita está experimentando son recuerdos de sus vidas pasadas?—

Doraemon y Sewashi se quedaron en silencio por un momento, procesando la idea. —¿Recuerdos de vidas pasadas?— repitió Doraemon, con una mezcla de escepticismo y curiosidad. —Eso explicaría la naturaleza tan vívida y detallada de estos sueños. Pero, ¿cómo podríamos confirmar algo así?—

Sewashi asintió, considerando la posibilidad. —Es una teoría intrigante. Si esos recuerdos provienen de vidas pasadas, podrían estar reactivándose debido a algún tipo de estímulo desconocido. Tal vez algo en su entorno actual está desencadenando estas memorias—

Dorami añadió: —Podríamos buscar patrones específicos en los recuerdos que Nobita está experimentando. Si hay consistencias históricas o culturales que no corresponden a su vida actual, eso podría ser un indicio de que estamos tratando con recuerdos de vidas pasadas—

Doraemon, con renovada determinación, dijo: —De acuerdo, vamos a profundizar en esta teoría. Si realmente se trata de recuerdos de vidas pasadas, podríamos estar ante un descubrimiento asombroso. Pero también debemos ser cautelosos y asegurarnos de que no estamos pasando por alto ninguna otra explicación posible—

Sewashi continuó recopilando datos y ajustando los parámetros de la diadema, mientras Doraemon y Dorami observaban atentamente los patrones en la pantalla. La habitación estaba llena de una nueva tensión, pero también de esperanza y curiosidad. Si lograban desentrañar este misterio, no sólo ayudarían a Nobita, sino que también podrían abrir una ventana a los secretos más profundos de la mente y el alma humanas.

Sin que ninguno de ellos lo notara, fuera de la ventana se encontraba una criatura extraña, lo que parecía ser un ojo que volaba con alas de murciélago. La criatura se acercó con lentitud a la ventana, y al hacerlo, el ojo se abrió como una boca, dejando ver docenas de dientes tan afilados como agujas.

Dentro de la habitación, sobre el escritorio de Nobita, estaba el daruma que su abuelita le había dado. Justo cuando la criatura se acercó más a la ventana, una tenue luz azul emanó del daruma. La luz, aunque débil, creció en intensidad al acercarse a la criatura.

Al contacto con la luz azul, la criatura soltó un chillido agudo y comenzó a retorcerse de dolor. La luz la envolvió, quemándola hasta convertirla en cenizas que se desvanecieron en el aire nocturno.

Doraemon, Dorami y Sewashi, absortos en su análisis y en la pantalla de la laptop, no se percataron del peligro que había acechado ni de la protección silenciosa que los había salvado. La habitación volvió a la calma, y el daruma, con su expresión tranquila, continuó en su lugar, como si nada hubiera sucedido.

Amaneció, y los primeros rayos de sol se filtraron a través de las cortinas de la habitación de Nobita. Con un largo suspiro, Nobita se sentó en su cama, los recuerdos de la noche anterior pesando en su mente. Había pasado toda la noche soñando con sus vidas pasadas junto con Sarah, una figura recurrente en sus sueños. Sin embargo, lo que más se repetía en su mente eran las muertes de ella y de él mismo. Una y otra vez, vio a Sarah morir de diferentes maneras, y cada vez que intentaba protegerla, fallaba de manera miserable.

Nobita se frotó los ojos, tratando de sacudir la sensación de impotencia que lo envolvía. Los sueños eran tan vívidos que se sentían como recuerdos reales, no simples fantasías de su mente dormida. Podía ver el rostro de Sarah con claridad, sus expresiones de dolor y desesperación grabadas en su memoria.

Desconcertado, Nobita se levantó de la cama y se dirigió al baño, intentando sacudirse la inquietud. Al mirarse en el espejo, las imágenes de Sarah muriendo repetidamente lo golpearon de nuevo, y un escalofrío recorrió su espalda.

Mientras tanto, dentro del armario en donde dormía Doraemon se había convertido en algo mucho más espacioso lleno de papeles y varias pantallas , Doraemon, Dorami y Sewashi continuaban discutiendo los datos que habían recopilado durante la noche. Sewashi notó primero que Nobita se había despertado y sugirió que hablaran con él sobre sus sueños.

—Buenos días, Nobita,— dijo Doraemon con voz tranquila dijo salió del armario —¿Cómo te sientes hoy?—

Nobita, aún perturbado por los recuerdos de sus sueños, respondió con un tono cansado: —No muy bien, Doraemon. He estado teniendo estos sueños extraños sobre mis vidas pasadas. En cada uno de ellos, Sarah muere, y no puedo hacer nada para salvarla—

Dorami, preocupada, se acercó a Nobita. —Nobita, queremos ayudarte sin embargo ninguno de nosotros entiende lo que te esta pasado...siempre hubo personas que decían tener vidas pasadas se comprobó que eso era falso...pero contigo es real—

Nobita frunció el ceño, tratando de procesar la información. —¿no se que debería hacer...me siento tan perdido?— con suavidad se frotó las sienes —solamente espero que Sarah haya podido dormir mejor—

Sarah se había dormido muy feliz, sintiéndose finalmente completa. Mientras compartía una comida con su hermano, su padre y sus amigos, varios recuerdos aparecían en su mente de manera esporádica. Estas memorias la envolvían, mezclándose con la calidez del momento presente.

Primero, recordó la primera persona de la que se había enamorado. La sensación de mariposas en el estómago y la emoción pura que había sentido en ese primer amor eran tan vívidas como si acabaran de ocurrir. La sonrisa en su rostro se amplió, y su mirada se perdió momentáneamente en el pasado.

Luego, vinieron los recuerdos de su primer beso. La timidez y la incertidumbre, seguida por la alegría y la conexión profunda, resonaban en su mente. Era un momento que había atesorado, y ahora parecía formar parte de una larga cadena de experiencias similares a lo largo de sus vidas pasadas.

Más intensamente, recordó su primera vez. Cada detalle, cada emoción y cada sensación se grabaron en su memoria, no solo en esta vida, sino en todas las vidas pasadas momentos que había compartido con la misma persona que comenzaban a despertar en su conciencia. Era como si cada experiencia se apilaron una sobre otra, creando un mosaico complejo de amor y deseo.

Todo cambió cuando finalmente se durmió. Sumergida en sus sueños, Sarah recordó cada vivencia con Nobita. A través de las brumas del tiempo y las vidas pasadas, vio cómo, a pesar de haber intentado ocultarse en muchas de esas vidas, siempre terminaban muriendo juntos. Estos recuerdos la envolvieron, trayendo consigo una mezcla de dolor y tristeza profunda.

Recordó haber estado embarazada tres veces en sus vidas anteriores. Dos de esos embarazos terminaron trágicamente, con la muerte de ella y de Nobita antes de que los bebés pudieran siquiera nacer. Las imágenes de esos momentos se repetían en su mente, mostrándole las esperanzas destrozadas y los sueños no realizados.

En otra vida, logró dar a luz a su hijo, solo para enfrentarse a otra tragedia. Vio su hogar en el Reino Unido ser atacado y destruido. En ese ataque, su hijo, su pequeño bebé, perdió la vida. La impotencia y el dolor de esa pérdida la abrumaron, y su corazón se quebró una vez más al revivir esos momentos.

Sarah se sentó en su cama, con el peso de los recuerdos todavía fresco en su mente. Con las mangas de su pijama, se limpió las lágrimas de los ojos, tratando de calmarse. Miró por la ventana y notó que ya había amanecido.

Decidida a enfrentar el día, se levantó y caminó hacia el baño. Abrió el grifo del lavabo y dejó correr el agua, salpicando su rostro con la esperanza de despejar su mente.

Sarah sabía que no podía cargar con este peso sola. Tenía que hablar con Nobita, estaba segura que ahora si encontrarian una manera de romper el ciclo de tragedias que los había perseguido a lo largo de tantas vidas.

Después de refrescarse, se dirigió a la cocina, donde el aroma del desayuno empezaba a llenar el aire. Su hermano y su padre ya estaban allí, preparando la comida. Al verla, su padre levantó la vista y le sonrió, aunque notó la preocupación en los ojos de Sarah.

—Buenos días, Sarah. ¿Dormiste bien?— preguntó su padre con voz cálida.

Antes de que Sarah pudiera responder, Flock, su hermano, interrumpió con una risa juguetona. —Apuesto a que estaba soñando con su novio, Nobita— dijo con una mirada traviesa.

Sarah se sonrojó intensamente ante el comentario de su hermano y trató de esconder su rostro detrás de su mano. —¡Flock, deja de decir tonterías!— exclamó, pero no pudo evitar que un pequeño destello de diversión brillara en sus ojos.

Flock continuó, ignorando las protestas de su hermana. —Estoy seguro de que ya estabas deseando ver a Nobita, ¿verdad? Queriendo pasar tiempo con tu novio— bromeó, mientras le guiñaba un ojo con complicidad.

El rostro de Sarah se puso aún más rojo, y ella desvió la mirada, sintiéndose avergonzada pero también un poco halagada por las insinuaciones de su hermano y su padre. Cuando Flock mencionó a Nobita como su novio, ella se quedó en silencio, sin saber cómo responder, mientras su hermano continuaba riendo y bromeando.

Su padre intervino, tratando de calmar un poco la situación. —Está bien, chicos, basta de bromas. Sarah, si necesitas hablar sobre esos sueños, estamos aquí para ti— dijo con una sonrisa tranquilizadora.

Sarah asintió, todavía sintiéndose abrumada por la situación. —Gracias, papá. Tal vez más tarde— respondió tímidamente, antes de centrarse en el desayuno para desviar la atención de las insinuaciones de su familia.

Sarah y Flock caminaban juntos por la calle, con Flock siguiendo a su hermana, quien caminaba inusualmente rápido. Flock no pudo evitar sonreír de manera burlona al ver la prisa de Sarah. —Sabes, este camino es el más largo— dijo Flock con tono juguetón, viendo cómo su hermana se detenía y luego comenzaba a caminar de nuevo.

—Curiosamente, la casa de Nobita está por aquí— agregó, observando cómo Sarah se detenía otra vez. Aunque ella estaba de espaldas a él, Flock notó que su hermana se sonrojaba porque incluso sus orejas se habían puesto rojas.

—¡Flock, ya basta!— dijo Sarah, tratando de sonar firme pero sin poder ocultar la vergüenza en su voz.

Flock soltó una risa suave. —Vamos, Sarah. No tiene nada de malo querer ver a tu novio— bromeó, dándole un ligero empujón.

Sarah se giró, con las mejillas todavía rojas, y le lanzó una mirada de advertencia. —Nobita no es mi novio— dijo, aunque su tono carecía de convicción.

Flock no perdió la oportunidad de seguir bromeando. —Oh, pobre Nobita, se pondría tan triste si te escuchara decir eso— comentó con un suspiro exagerado. —Aunque entiendo que te dé vergüenza, no deberías negarlo—

Sarah bajó la mirada, sintiéndose atrapada. Sabía que su hermano tenía razón, y negar sus sentimientos no iba a ayudar. Finalmente, levantó la vista y, con un suspiro, admitió: —Está bien, está bien. Nobita es mi novio.—

La cara de Flock se iluminó con una sonrisa de satisfacción. —¡Sabía que lo admitirías! Me alegra escuchar eso, Sarah. De verdad. Nobita es un buen chico, y estoy seguro de que te hará muy feliz.—

Sarah no pudo evitar sonreír también, contagiada por el entusiasmo de su hermano. —Gracias, Flock. Eso significa mucho para mí.—

—De nada, hermanita— respondió Flock, dándole un suave golpe en el hombro. —Ahora, vamos a ver a tu novio. Estoy seguro de que también quiere verte.—

Sarah y Flock caminaban por el camino hacia la casa de Nobita, cuando de repente, al girar una esquina, se encontraron cara a cara con él. El rostro de Sarah se iluminó al verlo, y Flock no perdió la oportunidad de bromear.

—¡Wow, Sarah! Esa sonrisa tuya casi me deja ciego— dijo Flock, cubriéndose los ojos de manera exagerada.

Sarah se sonrojó, pero no pudo evitar reírse. —Oh, cállate, Flock— respondió, dándole un pequeño empujón.

Nobita, al ver a Sarah, también sonrió ampliamente, aunque ambos notaron las ojeras en el rostro del otro, señal de que ninguno había dormido bien. Sin decir una palabra, se acercaron y se abrazaron, sintiendo que sus corazones se aligeraban con el contacto.

—Te extrañé— murmuró Sarah, con la cara apoyada en el hombro de Nobita.

—Yo también te extrañé— respondió Nobita, apretándola con suavidad. Al separarse un poco, sus miradas se encontraron y, sin pensarlo mucho, se dieron un beso, sintiendo que, a pesar de todo, en ese momento todo estaba bien.

Flock, observando la escena, no pudo evitar reírse. —Vaya, ustedes dos son tan empalagosos. ¿No pueden esperar hasta llegar al instituto?—

Sarah y Nobita se separaron, sonrojados, pero ambos sonreían. —Flock, ¿puedes dejar de hacer comentarios por un momento?— dijo Sarah, aunque su tono era más divertido que molesto.

Flock levantó las manos en señal de rendición, aún sonriendo. —Está bien, está bien. Solo digo que es lindo verlos tan felices. Vamos, no queremos llegar tarde.—

El trío continuó caminando hacia el instituto, con Sarah y Nobita tomados de la mano, sintiéndose un poco más ligeros después de compartir ese momento. Las bromas de Flock siguieron durante todo el camino, pero en lugar de molestarlos, solo hicieron que Sarah y Nobita se sintieran más cercanos, sabiendo que tenían el apoyo y la compañía de alguien que se preocupaba por ellos.

Mientras caminaban, compartieron risas y pequeñas historias, sintiendo que, a pesar de los sueños y los recuerdos difíciles, juntos podían enfrentar cualquier cosa.

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