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Los miembros más ancianos de los Onmyōji, una organización que llevaba existiendo desde hace milenios, se reunieron en la oscura y polvorienta sala de reuniones, rodeados de libros antiguos y pergaminos amarillentos. El líder, un hombre de semblante sombrío y ojos entrecerrados por la experiencia, comienza a relatar la historia de Nobita y Sarah.

—Desde tiempos inmemoriales, los registros han mencionado los nombres de Nobita y Sarah— comienza el anciano con voz grave y lúgubre. —Desde las cavernas hasta los tiempos modernos, sus almas han estado entrelazadas en un ciclo interminable que no le ha traído más que dolor—

—Los hemos encontrado una y otra vez, cada vez que se reencarnan— continúa, su tono cargado de desdén. —Desde la era de las cavernas, cuando provocamos la muerte de Nobita por las fauces de un león dientes de sable, hasta el Japón feudal, donde manipulamos la mente del emperador para ejecutar a Sarah como una hereje. Incluso en tiempos más recientes, cuando perseguimos a Sarah acusando que sus investigaciones eran brujería y terminó con ella condenada a la hoguera.—

El anciano se detiene un momento, sus ojos mirando a todos los reunidos.

—Lo hacemos porque su unión va en contra de las leyes establecidas del universo—, declaró con frialdad. —Su compatibilidad es una anomalía, una aberración que no sabemos lo que causará con el equilibrio cósmico. Cada vez que se encuentran, su conexión intensa perturba la energía espiritual — agregó indicando este hecho como algo grave —Es nuestro deber asegurarnos de que permanezcan separados— añade con voz implacable. —Aunque tengamos que recurrir a métodos brutales y despiadados para lograrlo.—

—Incluso cuando utilizamos la magia más oscura para enviar el alma de Sarah al futuro, creíamos haber encontrado una solución definitiva—, murmura, sus palabras cargadas de asombro. —Pero incluso eso no fue suficiente para separarlos. Las fuerzas del destino parecen conspirar para unirlos una y otra vez, desafiando todos nuestros esfuerzos por mantenerlos separados.—

—Es como si estuvieran destinados a encontrarse, sin importar cuántas barreras pongamos en su camino— continúa, su tono lleno de frustración. —Incluso cuando pensamos que hemos tenido éxito en nuestra tarea, el destino se burla de nosotros, devolviéndolos el uno al otro una vez más.—

Los otros miembros escuchan en silencio, sus rostros reflejando una mezcla de asombro y resignación. Para ellos, el hecho de que incluso la magia más poderosa no haya sido suficiente para separar a Nobita y Sarah es una revelación desconcertante y perturbadora.

—Parece que su conexión es más fuerte que cualquier hechizo o barrera que podamos crear— murmura el anciano, su voz llena de desaliento. —Pero no importa. Seguiremos luchando, usando todos los medios a nuestra disposición para asegurarnos de que permanezcan separados. Aunque sea lo último que hagamos.—

Los otros miembros asienten en silencio, sus rostros marcados por la sombra de la complicidad. Para los Onmyōji, la separación de Nobita y Sarah es una misión sagrada, una tarea que llevarán a cabo sin vacilación, sin importar cuánto derramamiento de sangre o sufrimiento pueda implicar.

El líder de los Onmyōji prosiguió con su relato, su voz resonando en la sala de reuniones con un tono aún más sombrío.

—Pero hay algo más...— murmuró, sus ojos entrecerrados con preocupación. —Nobita y Sarah no solo representan una amenaza para el equilibrio debido a su conexión innatural, sino que también son víctimas de una peligrosa atracción espiritual.—

—Las almas tan compatibles como las suyas emiten una resonancia espiritual tan poderosa que actúa como un faro para los ayakashi— continuó el anciano, sus palabras cargadas de gravedad. —Estos seres, formados por los peores aspectos de los sentimientos humanos, se sienten atraídos por esa energía, alimentándose de ella y creciendo en poder.— murmuró mientras tomaba un libro de aspecto antiguo y pasaba las hojas viendo un monstruo más horripilante que el anterior

—Cada vez que Nobita y Sarah se encuentran, su energía espiritual aumenta, atrayendo a más y más ayakashi hacia ellos— explicó el líder de los Onmyōji. —Estos seres oscuros se alimentan de los conflictos y las tragedias que rodean a la pareja, causando estragos en aquellos que los rodean—

—Permanecer separados es crucial para evitar que esta influencia oscura se propague— declaró con firmeza el anciano. —Si Nobita y Sarah continúan encontrándose, su resonancia espiritual podría crear un desequilibrio tan catastrófico que afectaría a todo el mundo—

Los miembros de los Onmyōji escucharon en silencio, comprendiendo la gravedad de la situación. La amenaza de los ayakashi era una realidad sombría que no podían ignorar, y la separación de Nobita y Sarah se convirtió en una prioridad aún más urgente.

—Debemos redoblar nuestros esfuerzos para mantenerlos separados— declaró el líder de los Onmyōji con determinación. —No podemos permitir que su unión cause más sufrimiento y destrucción. Aunque el costo sea alto, debemos asegurarnos de que Nobita y Sarah nunca se encuentren de nuevo—

Con esta resolución sombría pero necesaria, los miembros de los Onmyōji se prepararon para enfrentarse una vez más al desafío de mantener separadas a estas almas entrelazadas, conscientes de que esto era importante.

En la suave penumbra de la habitación de Nobita, los dos se encuentran solos después de que Doraemon se haya marchado al futuro con los resultados del sondeo cerebral que les hizo. Un aire cálido y reconfortante envuelve la estancia, como si el universo mismo estuviera presenciando el momento que se avecina entre Nobita y Sarah.

Se sientan juntos en el suelo, compartiendo un cómodo silencio. En sus ojos, se refleja un destello de reconocimiento, como si el alma reconociera al compañero perdido durante siglos. Lentamente, como despertando de un largo letargo, comienzan a recordar los momentos compartidos en vidas pasadas.

Recuerdan cómo, en las cavernas, se protegieron el uno al otro de los peligros del mundo primitivo, compartiendo la carga de la supervivencia. Cómo, en el Japón feudal, encontraron refugio en los brazos del otro en medio del caos y la persecución. Y cómo, en la era moderna, hallaron consuelo y esperanza en su amor mutuo, un faro de luz en un mar de oscuridad.

La cercanía entre ellos es palpable, un lazo invisible que los une más allá del tiempo y el espacio. Sarah se acerca lentamente a Nobita, su corazón latiendo con ternura y deseo. Lo mira con ojos llenos de amor, como si pudiera leer en su alma y encontrar allí todo lo que ha anhelado durante siglos.

Sin necesidad de palabras, sus labios se encuentran en un beso que trasciende el tiempo y el espacio. Es un beso suave pero apasionado, cargado de todo el amor y la devoción acumulados a lo largo de las eras. Nobita responde al gesto con la misma intensidad, sus brazos rodeando a Sarah con una ternura infinita.

Entre susurros y caricias, se despojan de sus ropas, desnudando no solo sus cuerpos, sino también sus almas ante el otro. Cada toque, cada roce, está impregnado de una dulzura y una pasión indescriptibles, una expresión física del amor profundo que comparten, un amor que lleva con ellos durante milenios.

Cuando finalmente se unen en un abrazo íntimo, se sienten transportados a un estado de éxtasis puro. Sus cuerpos se convierten en uno solo, y en ese momento, se sienten más vivos y más conectados que nunca. Cada movimiento, cada suspiro, está impregnado de amor y entrega, como si estuvieran bailando al compás de una melodía celestial.

En ese instante, en los brazos del otro, Sarah y Nobita encuentran la plenitud que han buscado durante eones. Se sienten amados, deseados y completamente aceptados el uno por el otro. Es un momento de conexión pura y de amor compartido que los eleva a un estado de éxtasis sublime, donde el tiempo se detiene y solo existen ellos dos, unidos en cuerpo, mente y alma. Es como si el universo entero se rindiera ante su amor, envolviéndolos en una esfera de luz y calidez donde todo lo demás desaparece, dejando solo la eternidad de su amor.

Flock, Shizuka y Gigante tenían expresiones cansadas mientras escuchaban cómo Suneo no dejaba de alardear sobre el gimnasio personal que sus padres le habían construido, y cómo pronto se volvería musculoso gracias a ello. Gigante interrumpió de inmediato cuando notó que Suneo se detenía para tomar aire.

—Al final, Sarah nunca llegó a la casa de Suneo— murmuró, mirando al joven rubio. —¿No crees que podría haberse perdido?— agregó, preocupado por la ausencia de su amiga. Flock negó con la cabeza.

—Cuando veníamos para acá, le envié la ubicación de la casa de Suneo... Ella es muy buena con las indicaciones y leyendo mapas, así que es imposible que se pierda— dijo Flock mientras continuaba caminando. —Probablemente decidió regresar a su casa... O tal vez se dirigió a visitar a Doraemon— agregó, pensativo.

Suneo sonrió al escuchar la idea de visitar a Nobita; después de todo, podría aprovechar para envidiar también su gimnasio. —¿Por qué no nos encaminamos hacia su casa?— propuso, recibiendo dos asentimientos de sus amigos.

Los tres caminaban por la vereda cuando a lo lejos vieron a Tamako, la madre de Nobita, quien llevaba una canasta con varios víveres para la cena. Una cálida sonrisa se formó en su rostro al ver a Shizuka, Suneo y Takeshi, los amigos de su hijo. Sin embargo, si ella supiera que en realidad estos últimos eran más sus bullies que sus amigos, seguramente no les sonreiría de la misma manera.

Tamako saludó con amabilidad a Suneo, Shizuka y Gigante mientras se acercaban. —¡Hola, chicos! ¿Cómo están?— preguntó con una sonrisa sincera, sin sospechar la verdadera dinámica entre ellos y su hijo. Suneo y Gigante devolvieron el saludo con cortesía, presentando a Flock como un nuevo amigo.

—Mucho gusto, señora Tamako— dijo Flock con respeto, inclinando ligeramente la cabeza en señal de saludo

Tamako asintió con simpatía. —Encantada de conocerte, Flock. ¿Eres amigo de Nobita también?— preguntó con curiosidad, Flock asintió contento.

Suneo se acercó un poco a ella — disculpe señora Tamako, ha visto a Nobita— pregunto no queriendo perder más tiempo.

Tamako lo pensó por unos instantes — está en casa, llegó acompañado por una joven rubia los vi dirigirse a su habitación— dijo antes de sonreír de manera traviesa —me pregunto si era su novia— agregó con esperanzas de que su hijo tuviera a alguien.

Flock frunció el ceño por unos instantes. <Mi hermana mintió> pensó para sí antes de sonreír de la misma manera que Tamako. <Hermana, hermana, si querías darte una escapadita con Nobita, debiste decírmelo> añadió con una pizca de complicidad. La idea de que Nobita se convirtiera en su cuñado no le desagradaba para nada.

Por otro lado, Suneo y Gigante fruncieron el ceño con desagrado. Estaban seguros de que en algún momento Nobita le había mentido y engañado a Sarah para que se fuera a casa. Ella era como una versión rubia de Shizuka, solo que con cabello rubio y un cuerpo más maduro. La idea de que Nobita hubiera engañado a Sarah para llevársela y empezar a cortejarla los molestó demasiado.

Shizuka no sabía cómo sentirse. ¿Celos? ¿Debería tener celos? ¿Enojo? ¿Cuántas veces ya se había enojado por alguna chica que se acercaba a Nobita, solo para que él volviera a ella? ¿Debería preocuparse o simplemente no debería darle importancia? Estaba confundida y su corazón se debatía entre diferentes emociones mientras seguía caminando hacia la casa de Nobita con sus amigos.

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