Prólogo.
DISCLEAMER: Tanto Jujutsu Kaisen como Highschool dxd no me pertenecen, claramente. Todos los derechos están reservados para sus mangakas y sus respectivas editoriales.
Posdata: ¡Vas a caer, Gege!
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Capitulo 0: ¡La muerte del fracaso!
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Era de noche, altas horas de hecho.
Debajo de las estrellas estaba Shibuya hecha completamente trizas o, al menos, una parte de ella.
Era un completo caos…
Había recostado la espalda en los escombros de un edificio en ruinas al azar, solo necesitaba un pequeño momento para recuperarse puesto que apenas podía juntar la fuerza suficiente para moverse. Era solo eso, un momento, luego se reuniría con los demás para trazar un plan adecuado para lidiar con todo lo que había sucedido en… Unas horas.
En solo unas malditas horas…
No tenía sentido, Yuji no entendía en lo absoluto como todo se había ido a la mierda en tan solo unas horas.
Cientos de personas murieron sin siquiera saber quién o qué los había atacado. Personas inocentes, todas ellas…
Kugisaki, Nanami, Gojo-sensei….
Ni siquiera sabía cómo sentirse al respecto aún. Quería seguir llorando, quería maldecir hasta que su garganta se pudriera, pero simplemente no había energía.
Sus ojos se cerraban lentamente, ya ni siquiera podía oír ningún sonido del exterior.
Todo se estaba poniendo negro, su consciencia se desvanecía.
No quería, no podía dormirse. Debía reunirse con los demás… Debía ser útil.
Tenía que moverse, vamos.
Muévete.
Muévete, no podía descansar aún.
Después de todo, si no se movía en lo absoluto, si no era útil entonces…
Sería simplemente un asesino.
"Lo siento…"
Un susurro que intentó ser voz y, luego de eso, nada.
La vista de Yuji se oscureció completamente antes de caer dormido en un edificio de los muchos que él mismo había destruido con sus propias manos…
Más tarde en sus sueños, cientos de víctimas intentarían arrastrarlo con sus sangrientas manos al pozo de sufrimiento eterno, mismo lugar donde él los había enviado anteriormente.
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La vida de un Diablo reencarnado era una mierda y Viser lo sabía. Por ello mismo fue que desertó y se convirtió en una renegada.
No había sido fácil, no señor. Sin embargo en Kuoh prosperó debajo de las narices de las tan aclamadas hermanitas de los Satán, logró amasar decenas de víctimas humanas que consumió completamente para cultivar fuerza y poder.
Ningún otro tonto se atrevía a pisar este territorio, después de todo, quien no jugara bien acabaría muerto a manos de cualquiera de las hermanas.
Suerte que Viser era buena jugadora.
Todo iba bien, todo iba más que bien hasta que se cruzó con una presa que catalogó como un diamante en bruto.
Era un humano masculino; rasgos asiáticos, cabello rosado totalmente atípico.
Estaba herido, de hecho, parecía que había salido apenas vivo de una gran pelea si sus heridas frescas fueran una indicación.
Sin verle los dientes a caballo regalado se lo llevó a su guarida en la fábrica abandonada, dejando atrás aquel sucio callejón.
Iba a depositarlo en la pila de cuerpos en descomposición como a cualquier otra víctima, pero luego de examinar por unos minutos al niño finalmente lo separó. Después de todo, el niño desprendía una sensación distinta, algo que no comprendía con exactitud pero que, sin embargo, hacía salivar su boca de forma incontrolable.
Era un manjar, se había topado con caviar en forma humana.
Lo sabía, todos sus sentidos lo sabían. Este humano iba a ser la mejor comida que había probado desde que llegó aquí… Quizás estaría a la altura de aquella carne exótica que sería Rias Gremory en un futuro.
Definitivamente se había sacado la lotería.
Sin embargo, al estar tan sumergida en el éxtasis había cometido un error fatal…
La razón por la cual se había mantenido viva hasta la noche de hoy aún si estaba en un territorio tan hostil contra los renegados.
Visor, perdida en aquella vorágine de felicidad, se había olvidado de enmascarar su olor putrefacto mientras separaba a su carne wagyu de la carne regular.
"Buchou, encontré al renegado."
Desde la lejanía, una niña de cabello blanco como la nieve habló por teléfono con voz plana. Sus ojos vigilantes de color miel jamás dejaron la puerta, atenta a cualquier movimiento.
— En la fábrica abandonada, a treinta minutos de la academia... Si… Bien, esperaré.
Visor tenía las horas contestadas y ni siquiera tenía idea…
Pero hasta entonces, la niña simplemente esperaría sentada en un banco no muy lejos del sendero que conducía a la fábrica abandonada.
Fueron unos largos diez minutos que, en realidad, para ella pasaron volando debido a que se entretuvo bastante con sus bocadillos dulces.
Sea como fuere…
"Lamento haberte hecho esperar, Koneko. Issei-kun aquí aún no puede usar un círculo de invocación correctamente."
"Lo lamento…"
Sus ojitos dorados se dirigieron primero a su maestra; una chica de diecisiete años hermosa, demasiado hermosa.
Figura de reloj de arena, cabello carmesí que caía en cascada sobre su espalda, flequillo que enmarcaba su rostro de facciones delicadas y un par de ojos celestes brillantes que la observaban con cariño y algo de preocupación.
"Ningún problema."
Fue la simple respuesta de la niña albina.
Aún así, su mirada se detuvo momentáneamente en la nueva presencia en su grupo.
Hyoodou Issei, un alumno de segundo año que iba a su misma academia.
Cabello castaño, ojos marrones que querían ser miel y un buen aspecto en general…
"Hehehe~..."
Que era opacado completamente por la actitud pervertida.
No habían pasado ni dos segundos y el pervertido no dudó en observar sin vergüenza alguna la leve piel que su maestra, Rias Gremory, dejó a la vista por haberse inclinado levemente mientras acariciaba los cabellos albinos de la niña.
"Pervertido."
"¡G-Gugh’...!"
Issei simplemente fingió que una flecha se le clavaba en el pecho ante el comentario plano de Koneko.
"Ara ara~... A pesar de la situación, me alegro de ver qué están tranquilos."
Llegando desde detrás de su Maestra, estaba Himejima Akeno; mano derecha de Rias.
Una belleza comparable a Rías en todos los aspectos…
Figura de reloj de arena, cabello largo atado en una cola de caballo alta y ojos color ámbar que brillaban traviesamente en, prácticamente, cualquier momento.
"Mm-mmh, después de todo, nos enfrentamos a un Diablo renegado bastante fuerte."
Un muchacho había llegado junto con Akeno. Era rubio y de ojos celestes, figura esbelta y de porte majestuoso.
Un joven guapo, con aires de nobleza por dónde quiera que miraras…
— ¿No estás nervioso Issei-kun? Está será tu primera experiencia después de todo.
"El pervertido ni siquiera entiende la situación. No sale de la cuneta."
Otro comentario mordaz de Koneko, otra flecha imaginaria que Issei fingió recibir bajo la atenta mirada de los espectadores que reían ante la situación.
"La cuneta es lo mejor, ¡Jamás saldré de ella!"
Y más risas.
Era un ambiente alegre a pesar de la tarea turbia que tendrían que manejar…
"Bien, es hora de ponerse a trabajar. Dejemos las bromas para después."
Y ante la voz autoritaria de Rias, sus siervos se pusieron serios a excepción de Issei, quien estaba más a la espera de ver algo grandioso si su ansiedad lo mostraba.
— Según Koneko-chan aquí, Visor finalmente cometió un error y reveló su ubicación. El pedido del Archi duque es simple; acabar con la renegada de cualquier manera.
Siendo así y como está será la primera experiencia de Issei, lo haremos de forma ordenada para que puedan darme tiempo a explicarle las características de cada uno de ustedes.
"Arama’, básicamente nos estás pidiendo que nos divirtamos, buchou…"
Fue Akeno quien había hablado. Issei no pasó por alto las implicaciones inapropiadas de las palabras dichas, pero algo en su cerebro le dijo que no era el tipo de diversión que se estaba imaginando.
"En otras palabras, si. Hagan tiempo, no la maten rápido y, por supuesto, el último golpe es mío para dar. De esa forma la borraremos del mapa. ¿Entendido?"
Y ante el coro de afirmaciones, el grupo se dirigió a la fábrica.
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"¡...!"
Algo hacía ruido…
"¡¿...?!"
Demasiado ruido, apenas y podía dormir.
De hecho, ni siquiera se encontraba durmiendo ya… Simplemente estaba en esa transición por la cual los ojos tratan de acostumbrarse a la luz como buenamente podían.
Mierda, ¿Por qué sentía tantas náuseas de repente…?
Tacha eso, por qué mierda se sentía como una maldita muñeca de trapo.
"¡MALDITA SEAS, HIMEJIMA!"
Eso había sonado fuerte, demasiado fuerte… Casi le rompe los oídos. Pero simplemente no podía abrir los ojos, no podía ver de dónde venía.
"Yuuto."
Una voz más tranquila, segura, dijo lo que aparentemente era un nombre.
"¡NO, MI CAVIAR, MI COMIDA…! ¡MORIRÁS PRIMERO, CABALLERO!"
Finalmente se detuvo, dejó de sentir aquella ingravidez que lo movía para todos lados como si fuera una muñeca…
Las náuseas desaparecieron, el dolor de oídos también… Ahora podría seguir durmiendo en paz…
Solo rogaba porque Megumi lo despierte antes de que sea medio día…
¡!
Abrió los ojos de par en par.
Los recuerdos invadieron su cabeza con la fuerza de un tsunami haciendo que su sentido de la orientación falle estrepitosamente y lo haga caer de bruces al suelo, puesto que anteriormente había intentado arrodillarse.
Él estaba en Shibuya… O al menos eso creía.
"Buchou, problemas."
Yuji escuchó una voz y no tardó en dirigir su vista hacia ella, segundos después quedó atónito.
¿Qué hacía una niña pequeña en este lugar…?
Tacha lo anterior, ¿Qué mierda era este lugar?
Escombros, chatarra; era lo único que se veía por todos lados gracias a la débil luz que se filtraba por los ventanales rotos y…
"Fufufu~... Veamos cuánto más puedes aguantar~."
¿Rayos…? ¿Acaso esa chica estaba lanzando rayos…? ¡Mierda ignora eso! ¡¿Tiene malditas alas?!
"Definitivamente no es un sueño…"
De hecho, luego de sentir claramente la cachetada en su mejilla derecha que él mismo se propinó, supo que no era un sueño lúcido o algo por el estilo.
No sabía cómo llegó hasta aquí, ni siquiera entendía la situación adecuadamente.
Estaba tan perdido ahora mismo…
"¡Koneko, retírate y vé con el civil! ¡Akeno, Yuuto, acaben rápido con ella!"
"¡SI!"
Y ante el coro de voces, las cosas se intensificaron bastante.
Aunque…
"¿Estás bien?"
Él solo tenía ojos para otra cosa en este momento.
La niña que hace segundos estaba al lado de aquella chica pelirroja, había literalmente saltado una distancia enorme y aterrizado al lado suyo sin signos de cansancio o algún dolor.
"¿Huh…?"
Fue lo más inteligente que su cerebro pudo formular en ese momento.
"Te mantendré a salvo."
Simple y llanamente, una niña había declarado tal cosa mientras miraba sin miedo alguno a aquella monstruosidad que estaba aguantando apenas el asalto.
Estaría impresionado por aquel bicho si no hubiera visto cosas peores anteriormente…
De hecho, al finalmente registrar que lo que veía era exactamente una pelea a muerte sus sentidos se agudizaron por instinto.
Finalmente, había salido de su shock ante todo lo que pasaba a su alrededor.
Apoyándose sobre un pedazo de hormigón caído, logró recomponerse en toda su altura, sobrepasando a la niña por bastante y tomándola levemente por sorpresa.
El cuerpo del civil estaba arruinado… No había otra forma de describirlo.
Su mejilla izquierda tenía una pequeña perforación la cual dejaba ver parte de la dentadura, de su cabeza goteaba sangre que humedecía la que ya estaba seca y pegada su frente. Todo su torso contaba con cortes, quemaduras y hematomas tan frescos que hicieron arrugar la frente de la niña.
Este sujeto había pasado por un infierno, Koneko no tenía dudas sobre eso.
Estaba tan inmersa en su exámen extenso, que ni siquiera se dió cuenta que aquel diablo reencarnado que parecía derrotado hace segundos se levantó con fuerzas renovadas y corrió hacía su posición.
Los gritos llegaron tarde a sus orejas, demasiado tarde.
Koneko se preparó para el golpe…
Sin embargo-
"¡TÚ, MI CENA! ¡¿ACASO TE REVELAS?!"
El civil, el humano normal lleno de heridas, había parado las garras de un Diablo renegado con sus manos desnudas.
— ¡¿POR QUÉ NO CAES?! ¡SIMPLEMENTE CAE! SI TE COMO AHORA, SERÉ MÁS FUERTE.
Koneko debía moverse, tenía que ayudar. No podía quedarse detrás del humano y dejar que simplemente muriera...
Pero no pudo, simplemente su cuerpo no obedecía a su cerebro.
Quizás a los demás les sucedía exactamente lo mismo...
Al final estaba claro que nadie lo ayudaría.
— ¡DÉJAME COMERTE!
El humano no respondió, simplemente hizo más fuerza y, en vez de continuar una lucha sin sentido; tiró de los brazos de la monstruosidad y la arrojó encima suya para que, una vez que estuviera encima de él y a punto de aplastarlo, la pateara con las dos piernas; enviándola a volar por donde vino.
"No sé qué clase de cosa eres… Pero-
Y ante la vista estupefacta de los demás.
— No dejaré que lastimes a nadie.
Yuji dejó ver su Energía Maldita la cual cubría sus puños mientras se interponía entre la niña y la monstruosidad.
Ignorando por completo como dicha niña parecía entrar en un profundo shock luego de ver el poder que estaba empleando…
"¡MALDITO HUMANO!"
La batalla se reanudó, pero esta vez fue él el protagonista…
"¡Koneko! ¡Koneko, responde! ¡¿Estás bien, qué sucede?!"
Oyó gritos dónde anteriormente estaba parado, pero no tuvo tiempo de ver quién era. No cuando un bicho de casi tres metros amenazaba con devorarlo vivo.
Un zarpazo amenazó con partirlo a la mitad, pero la velocidad del golpe era simplemente insuficiente. Ni siquiera podía decir que lo veía en cámara lenta…
Haciéndose a un lado y saltando con su pie derecho, conectó dos puñetazos en la mandíbula del monstruo quien intentó atraparlo con sus garras. Pero todo quedó en nada cuando recibió los mismos dos impactos por segunda vez sin que los puños hayan conectado con su carne nuevamente.
Fue el Puño Divirgente lo que hizo que el monstruo se aturdiera.
Aturdimiento que Yuji aprovechó a su favor para saltar a la espalda de Visor, usándola de impulso para su siguiente ataque, el cual fue un golpe en forma de martillo que impactó en la coronilla de Visor quién comió polvo cuando su rostro aterrizó en el concreto, quedando el resto de su cuerpo inmóvil.
Yuji aterrizó a unos metros del monstruo, completamente exhausto.
Su cuerpo estaba cansado, demasiado adolorido, pero se negó a su pedido de descanso.
Se negó a ser inútil de nuevo.
Con la vista fija en la monstruosidad, se sintió aliviado de no haber perdido el foco, pues Visor parecía que aún podía dar pelea.
Se levantó sobre sus patas delanteras y gruñó, sus manos se estaban dirigiendo al pecho pero Yuji la ignoró. Toda su atención estaba centrada en el próximo ataque que sería definitivo.
La Energía Maldita chisporroteo antes de que Yuji rompiese el suelo por el impulso. En menos de un segundo ya estaba delante de Visor quién ya no sonreía tanto como antes pero aún así atacó, una técnica tan absurda que el humano ni siquiera la registró pues su puño también estaba a milímetros de conectar.
“¡Destello negro!”
Y todo el torso de Visor explotó, la parte inferior cuadrúpeda salió disparada hacía los escombros detrás suya por la fuerza del golpe.
La batalla había acabado.
"¿E-Eh…?"
Y aparentemente, la vida de Yuji también.
— ¿En q-qué… momento…?
Cayó de espaldas, mirando con ojos moribundos como la piel de su torso se derretía por un fluido ácido…
¿Iba a morir así…? ¿Realmente?
Ni siquiera había visto el ataque, ni siquiera sabía de dónde había venido.
Simplemente… Sucedió.
— Guurgh'.
Tosió sangre. Apenas podía respirar…
— Q-Que mierda…
Fue lo último que dijo antes de que todo se pusiera negro.
Al final, ni siquiera había podido rescatar a su profesor.
Al final, Sukuna tenía razón...
Itadori Yuji era un fracasado.
•Nasho-Sama•
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