10 | Despeinado
Jungkook abrió los ojos y se encontró recostado sobre un colchón de hojas y a su lado, acurrucado sobre su pecho, yacía un pequeño ser, despeinado y profundamente dormido con la boca abierta.
Intentó quitar su brazo y el movimiento logró despertar al hada. Jimin se sentó rápidamente y Jungkook quedó hipnotizado tras esa mirada color ámbar. No así de su cabello cuyos mechones rebeldes apuntaban en todas direcciones dándole un aspecto muy tierno y gracioso,
-—¿Quién eres? —preguntó Jungkook con voz aún un poco débil.
—¿No me recuerdas? Soy Jimin. Ayer te encontré herido y curé tu brazo.
—Jimin… ¿Eres un…?
—Hada, sí, soy un hada de otoño.
Jungkook notó la bufanda roja sobre su pecho y repitió el gesto que había hecho el día anterior, la tomó con ambas manos se la llevó a la nariz y respiró profundo.
—Este olor me vuelve loco —No sabía si lo había dicho en voz alta. Levantó la mirada y y clavó sus ojos negros en los de Jimin. No era una mirada grata, ni amable. Quería borrar de golpe lo que sus labios habían pronunciado.
—Es mi olor natural. Huelo a jacintos y azucenas —sonrió tras revelar su aroma, porque le pareció haber notado que a Jungkook le gustaba cómo olía.
—No me importa. No me aclares cosas que no me interesan.
Se levantó de golpe y dejó caer la bufanda roja al suelo.
Jimin se sintió pequeño ante el destrato del alípede. Nunca, nadie en toda su vida le había hablado en ese tono, de tal modo que él no sabía cómo responder ni cómo actuar. Levantó su bufanda del suelo, enredó con nerviosismo sus dedos entre el tejido y se retiró unos pasos hacia atrás para mirarlo de arriba abajo.
—¿Qué? —preguntó Jungkook.
—¿Qué, qué? —contestó Jimin levantando sus hombros y remedando el tono de voz de Jungkook.
—¿Qué me miras?
—¿Qué te importa? ¿Acaso hace dos segundos no me pediste que no te aclarara cosas que no te interesan?
Pequeño perspicaz, pensó el ángel pero no quería demostrarle que le había encantado la respuesta del hada.
Jungkook sonrió y des-sonrió en el acto.
A él, nadie le sacaba una sonrisa, menos un duende despeinado y con olor a flores.
Emprendería regreso al bosque de cerezos donde su amigo Yoongi seguramente debía estar muy preocupado por su ausencia, pero el punzante dolor en su brazo lo hizo retorcerse.
—¿No dijiste que me habías curado?
—Sí. Lo hice. Pero olvidé decirte que un hada puede deshacer un hechizo si lo desea.
Jungkook lo observó sin poder creer que ese tierno ser enfundado en un mameluco de jeans y con el pelo erizado estuviera siendo responsable de su dolor.
El ángel soltó un grito ahogado y se retorció.
—¿Duele?
—Sí, mucho. Mira, aquí me due..-
Jungkook se detuvo al ver que el hada le había dado la espalda, y cuando se colocó la bufanda roja en el cuello, el impulso hizo que los flecos de la manta le pegaran en la cara.
Volvió a girar y se posicionó frente al ángel. Sin emitir palabra alguna, Jimin puso sus manos sobre la herida y emitió unos sonidos mágicos. Una luz verde envolvió el brazo del alípede y la herida dejó de doler, poco a poco. Jungkook sintió un alivio inmediato y abrió los ojos y los unió a los de Jimin.
—De nada —gesticuló el hada y le guiñó un ojo.
—Gracias, Otoño —susurró, Jungkook.
Cuando Jimin se disponía a irse, Jungkook lo detuvo.
—Espera, por favor ¿Podríamos comenzar de nuevo? Te pido disculpas por descargar mi ira contigo que lo único que hiciste fue ayudarme.
Sí, afirmó Jimin con su cabeza.
—¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo sanaste mi herida?
—Me han preparado, desde que nací para proteger a los seres vivos con mi magia. También podría haber preparado un ungüento para reparar tu hueso roto, pero hubiera tardado horas. Eso hacemos las hadas, es nuestra forma de amparar al bosque y a sus habitantes. —explicó Jimin.
—Eres increíble. Yo no tengo ningún don. Solo sé volar y cantar.
—Eso sí es increíble. ¿Puedes cantar algo para mí? —pidió Jimin.
—No. Lo siento, ya no lo hago.
Supo que detrás de la negativa había un recuerdo doloroso y de ninguna manera, echaría alcohol en la herida intentando conocer el secreto.
Inmediatamente cambiaron de tema y Jungkook le contó con detalles que la herida se la había provocado él cuando intentó saltar de una rama a otra pero sus alitas del pie derecho se enredaron y cayó como peso muerto sobre su brazo.
—La verdad es que me he perdido y no sé cómo regresar al bosque de cerezos —contó Jungkook.
—¿Vives con los cerezos? ¿En serio? Tienes idea de lo importante que es eso?
—Ehhh… no.
—El clan de cerezos es un pueblo muy honorable. Son fuertes, bellos e inteligentes. Tienes mucha suerte Jungkook. ¿Cómo llegaste allí? ¿De dónde eres? ¿Qué haces en nuestros bosques?
¡Mi mejor amigo es un cerezo! Se llama Yoo..---
—Ey, ey, ey ¡Una pregunta a la vez! —interrumpió y contuvo sus ganas de reír.
—Llegué hace un año. Soy un alípede llegado de la nada misma. No tengo familia, ni clan, ni nada de nada. Soy solamente esto que ves —Se señaló a sí mismo de la cabeza a los pies, con la palma de la mano hacia arriba. La charla, nuevamente, había tomado rumbo hacia un lugar de angustia como cuando se había negado a cantar.
—¿Y tú? ¿por qué estás solo en este bosque helado?
—Estoy a la espera de que ocurra mi presentación. Cada hada, en esa etapa debe ingresar al corazón del bosque a recibir sus dones especiales y definir su casta.
—Tú ya tienes dones. Me curaste con un hechizo.
—No, no. Ese no es un don, es magia y es aprendida. Cuando la naturaleza se manifieste en mí, sabré exactamente a qué casta me ha consagrado y si...– –
—¿Casta? —Lo interrumpió— Pero… ¿No eres un hada de otoño?
—Lo soy, claro, las hadas de otoño somos las encargadas de traer el cambio de estación, de pintar las hojas de los árboles de tonos rojizos y dorados, de esparcir el rocío sobre las telarañas y de preparar el mundo para el invierno y todo eso que ya sabes —aunque Jungkook no sabía de qué le hablaba— Pero existen cuatro castas principales —continuó relatando, Jimin— y cada una tiene sus propias habilidades y características.
Jungkook no pudo emitir un sólo sonido. Nunca había escuchado lo que Jimin le estaba contando. El hada entendió que esos ojos llenos de dudas merecían una explicación.
—Cuatro castas, Jungkook, cuatro —hizo con sus dedos y Jungkook confirmó que nunca había visto cositas más tiernas.
—Brisa, Llama, Tierra y Luz —continuó Jimin.
La boca gigante de Jungkook merecía profundizar la explicación.
—Brisa, las hadas de esta casta son las más ágiles y veloces, capaces de volar a gran altura y de controlar el viento. Se encargan de soplar las hojas caídas y de llevar los mensajes entre las demás hadas.
Llamas, son las más apasionadas y valientes, capaces de generar y manipular el fuego. Se encargan de encender las hogueras y de proteger el bosque de las amenazas.
Tierra —suspiró Jimin— es la casta más sabias y bondadosas, capaces de comunicarse con los animales y las plantas. Ellas se encargan de cuidar de la flora y la fauna y de curar las heridas.
Jungkook batió sus alitas de los pies con fuerza, —¡¡Esa casta!!
—¿Qué?
—¡Tu eres un hada de la Tierra, curaste mi herida! —Gritaba feliz, sentía que había descubierto el don de Jimin antes de que le llegara.
—Ya te dije que eso no es un don, yo aprendí desde pequeño algunos hechizos, las hadas de tierra no necesitan hechizos, ellas son poderosos vínculos entre la tierra y la vida que la habita.
—Estoy seguro que pertenecerás a esa casta.
—Aun no te dije la cuarta…
—Es verdad, ¿cuál es?
—Luz. Las hadas de la luz, son bellas y misteriosas, capaces de crear y reflejar la luz. Se encargan de iluminar el camino y de guiar a los demás seres.
—Esa también podría ser tu casta, eres bello y misterioso.
Jimin sonrió con sus ojos café sin poder creer los elogios de Jungkook.
—¿Cuál prefieres tú, Jimin? —cortó el momento empalagoso que se estaba generando.
Jimin se encogió de hombros, es algo que nunca se había preguntado.
—Todas las castas son venerables. Cuando me presente, será un honor para mí pertenecer a cualquiera de ellas.
—¿Y por qué lo dices con esa cara de tristeza?
—No es tristeza es duda. Soy un hada de otoño y me han confinado a la profundidad del bosque para hacer mi presentación en pleno invierno.
—¿Eso es normal?
—No, que yo sepa. Mis padres estaban muy preocupados.
—¿Será que en realidad eres un hada de invierno?
Giró su rostro para observar el del chico de pies alados, de arriba abajo, de abajo arriba, intentando procesar qué, detrás de las palabras que Jungkook había pronunciado, se escondía una realidad que ni él ni sus padres habían contemplado.
—No puedo ser un invierno, sería un error de la naturaleza.
—No entiendo…
—Si soy un invierno, todo lo que conozco y soy hasta este momento quedaría en la nada misma.
Las hadas del clan invierno son seres mágicos y hermosos, pero viven en las regiones más frías, donde la nieve y el hielo cubren el paisaje durante la mayor parte del año. Me enviarían al confín de los mundos... La luna me proteja, Jungkook, no puedo ser un invierno…
Se largó a llorar llevando su cabeza hacia el pecho y las flores que coronaban su melenita, cayeron formando una pequeña lluvia amarilla.
Jungkook se acercó y quiso abrazarlo para darle consuelo pero no sabía si debía hacerlo. Se contuvo, pero Jimin no lo hizo, él abrazó a Jungkook por la cintura y lloró sobre su pecho.
Las enormes manos del alípede acariciaron la cabeza de Jimin y enredó sus dedos entre sus suaves mechones dorados.
—Shh, shhh, no llores, Jimin, no llores por favor. Eres un otoño, bello y poderoso. Te lo aseguro.
Se separaron para mirarse, Jungkook limpió las lágrimas del hada y le sonrió.
Sonrió. Jungkook, sonrió.
Bajó sus ojos a los labios de Jimin y se quedó en ellos por un rato y los delineó con su pulgar. Ninguno de los dos sabía qué estaba ocurriendo en ese momento pero sí sabían perfectamente, que fuera lo que fuera, era lo más hermoso que alguno de los dos había experimentado.
Jungkook sonrió de nuevo. Por primera vez en años, se permitió sonreír y no sentirse culpable.
Y es que su sonrisa, ahora tiene un dueño y es este pequeño duende despeinado y con olor a flores.
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