Capítulo Uno.
Era alto, de espalda ancha, cuerpo musculoso y muy definido; el conquistador perfecto. Cualquier mujer caía a sus pies sin tener que mover un dedo, era experto en la cama y en su trabajo. Presidente de un prestigioso buffete de abogados y un gran actor de telenovela, no se podía pedir más. Un multimillonario reconocido por su brillante apellido, los Taisho era una de las familias más ricas en todo el mundo; y estaba orgulloso de ser el hermano mayor en la familia.
Allí entraba él. Pasando por las puertas de cristal del elegante edificio como toda la estrella que es. Usaba una playera amarilla, no chillona, en un tono claro que lo hacía lucir más que precioso. Unos pantalones de mezclilla y sus zapatos Gucci lo hacían lucir aún mejor. ¡Oh divino dios que calló del cielo!. Siempre que pasaba por aquel pasillo hasta terminar en el estrecho espacio del ascensor le sacaba gemidos y suspiros a todas las mujeres.
Sólo una se controlaba. Y esa era Kagome Higurashi, su secretaria personal. Una muchacha de 26 años, joven y poseedora de un atractivo cuerpo. Lleno de provocativas curvas que lo hacían enloquecer al verla llegar a su despacho. Sus inocentes ojos cafés lo volvían aún más loco. Su cabello salvaje negro y largo lo tenía enbobado y su piel blanca era el balazo perfecto, no había ninguna otra mujer que pudiera superar a esa muchacha.
La acorraló en el ascensor. Colocó sus dos grandes brazos a su alrededor mientras la miraba provocativo y seductor. Mordió su labio inferior y sonrió al ver cómo ella se sonrosaba frente a él.
—Buen día, señorita Higurashi. Hoy parece más hermosa, ¿un maquillaje nuevo?. – pregunta mirando su coronilla y luego sus ojos cafés abiertos como platos llanos.
—Buen día, señor Taisho. Si me disculpa, está violando mi espacio personal. Por favor quítese. – pide amable la azabache antes de mostrarle una cara enojada al albino.
—¿Y si no quiero? ¿Qué tal si violar su espacio personal no la violo a usted en mi cama? Le aseguro que mi colchón es suave y cómodo; además de que tengo unas sábanas súper cálidas y suaves. ¿Qué me dice?. – vuelve a sonreír seductor.
—Puede dormir con otra mujer. Además yo me muevo demasiado cuando duermo.
—No me importa. Cuanto más se mueva, más dura me la pone.
—Quítate. – muestra una vez más su cara enojada.
—No me apetece. Anda. Ven conmigo, Kagome. No te vas a arrepentir.
—Se salva de que necesito el trabajo porque este tipo de acoso si que no lo soporto. ¿No le da miedo que lo acuse de acoso?. – pregunta antes de pisar un pie de Sesshomaru.
—¡Auch! Joder, Kagome. Pisas duro. Me pregunto si así de dura eres en el sexo. Y respondiendo tu respuesta, no, no me da miedo que me acuses por uno, no tienes pruebas contra mí y segundo, tengo toda una línea de abogados experimentados para defenderme.
—Con permiso. – logra salir de la prisión de brazos de Sesshomaru y poder salir del ascensor. Suelta todo el aire en sus pulmones al sentir las puertas cerrarse. —Maldito pervertido.
—Te escuché.
—¡¿Qué haces aquí?!. – chilla la joven al oír la voz del muchacho.
—Este es piso de la oficina de Karen. – sonrie. La azabache asiente comprendiendo las intenciones de su jefe. —Dicen que tiene unas tetas grandes y el trase...
—¡Ya cállese! Me está volviendo mi mente perversa como la suya. – tapa sus oídos y comienza a caminar a la oficina de Sango, su amiga.
—¿Te vuelvo la mente perversa?. – se entromete en su camino. —¿Es decir que imaginaste el encuentro entre la rubia y yo? ¡Wow, Kagome!. – sonríe pícaro. La de ojos cafés se avergüenza y vuelve a caminar un poco más rápido. —No me ignores, Kag.
—¡Sólo mis amigos me pueden decir Kag y usted no es mí amigo! ¡Y no me imaginaba ningún encuentro de usted dándole a Karen como cajón que no cierra, joder! Con permiso.
—¡Oye, Kagome! Te olvidas decirme mi agenda. – grita.
—Tiene una reunión con los abogados en 15 minutos, a las 10:20 tiene otra reunión con una clienta; la del caso que su amante fue asesinado y todo ese blah blah blah, un almuerzo con Miroku y por último una reunión de instrucción de leyes ante los divorcios para los nuevos abogados. Listo, me voy. – da media vuelta pero una mano la detiene.
—Te faltó darme algo.
—¿Qué quiere?.
—Me das un beso y no te molesto en todo el día. – sonríe.
—Vete a la mierda, Sesshomaru Taisho. Primero muerta que besarte. – sonríe de mala gana y sale corriendo en dirección al despacho de su amiga.
—Pronto vas a caer, señorita Higurashi. – sonríe y se va en dirección al despacho de Karen; quien lo recibe completamente desnuda y sudada; la calefacción estaba prendida.
—Buenos días, señor Taisho. ¿Necesita algo por aquí?. – una de sus manos baja por su vientre hasta llegar a su clítoris y masajearlo con lascivia. Echó su cabeza hacía tras al sentir la fuerte corriente de placer inundar su vagina. Unos dedos largos sustituyeron los suyos.
—Yo te ayudo. Se nota que nunca te has masturbado. – sonríe con picardía y sustituye sus dedos por su lengua. El orgasmo de la rubia llego en menos de 5 minutos, cosa que le desagradó a Sesshomaru ya que le gustaba que las mujeres sufrieran antes de llegar al anhelado orgasmos. Karen definitivamente estaba eliminada en su lista de posibles encuentros sexuales por segunda vez.
Sacó de uno de los bolsillos traseros de su pantalón un pañuelo blanco con flores de cerezo en rojo marcadas en la fina tela. Limpio su cara; quitando todo rastro de los jugos de la rubia. Sin más que decir se fue del despacho, dejando a una Karen cubriendo su rostro debido a las lágrimas que salían de sus achinados ojos verdes.
Él albino, ésta vez, se dirigía al despacho de su querida secretaria. Al entrar sin avisar y no verla allí lo confundió muchísimo, ¿dónde diablos te encuentras, mí querida y sensual Kagome?, se preguntó para sí mismo. Justo cuando estaba a punto de dar media vuelta e irse a su oficina la azabache atraviesa las puertas de roble.
—¡¿Pero qué demonios hace aquí?! Su reunión ya comenzó hace tres minutos. – chilla la azabache, ignorando los amenazantes pasos de su jefe acercándose a ella. Tragó en seco al verlo así de serca. Nunca antes lo había visto tan detenidamente como lo hacía ahora. —¿Cuánto mides?. – pregunta.
—¿La verga? No se pero es...
—¡Tú, maldito!. – grita avergonzada.
—¡Ah! 1.80, y tu medirás 1.57.
—Mido 1.74, ¿y por qué te digo esto?. – dice esquivando a su jefe y sentándose en la pequeña silla de ruedas.
—¿Tienes curiosidad de que tan grande es mí miembro?. – sonríe seductor, sentándose en una de las sillas frente del escritorio de Kagome.
—Tengo curiosidad de saber cuándo usted piensa irse de mi despacho e irse a su oficina, cómo ha perdido su reunión con los abogados, supongo que se irá a mimir como todo un gatito a su oficina. – sonríe burlona. Una cara de gracia se dibujó en el rostro de Sesshomaru.
—¿Por qué no mejor me durrmo aquí? Si hasta tienes un sofá de cuero con cojines. – se levanta de la silla y se deja caer en el sofá. —Mejor duermo aquí. – cierra sus ojos simulando que va a dormir. La azabache se levanta rápidamente de su silla y llega hasta donde está su jefe. Toma uno de sus grandes brazos y los tira con la intención de tumbarlo y sacarlo de la comodidad de su sofá.
—Vete a dormir en tú sofá de cuero americano con almohadones de seda. – sigue tirando hasta que de un fuerte tirón la azabache queda sobre el cuerpo del ambarino. Sus ojos brillaban cual sol naciente. Sus labios carnosos y húmedos la provocaban a besarlos y morderlos sin descanso. La nariz repingada lo hacía lucir muy guapo y su cabello blanco rebolvido en todo el sofá y parte de su pecho ansiaba que ella tirara cada uno de ellos al sertir su cúspide llegar. —¿Que haces?.
—Te ves más hermosa ahora que te tengo más cerca de mí. – sonríe y pega su rostro en el hueco del cuello de Kagome, aspira levemente el olor de la azabache. Un olor a vainilla profanaba sus fosas nasales. —Hueles como toda la flor que eres.
—Deja de acosarme.
—Y tú deja de ser tan provocativa. ¿No ves que tú misma eres la que me provoca a acosarte?.
—No es mi culpa ser tan provocativa. ¿Puede soltarme ya? Me incomoda la posición en la que estamos y además de que alguien nos puede ver. – se remueve entre los brazos del albino pero su intento de escapar del agarre fue imposible.
—Dame un beso y te suelto.
—¿Quieres una bofeteda verdad? ¿Es quieres?. – sonríe maliciosa.
—¿Quieres una bofetada en ese lindo trasero que tienes?. – sonríe de la misma manera él.
—Eres un pervertido.
—Y tú pareces una prostituta con ese cuerpo.
—Ya, suéltame. – vuelve a removerse.
—Dame un beso.
—Sesshomaru... por favor no comiences con tus juegos.
—¿Qué pasa? ¿Qué te detiene?. – su mano derecha sube por uno de los muslos de la joven hasta agarrar con fuerza su trasero. La otra mano acariciaba levemente un pezón.
—Ya basta, por favor.
—No niegues que no te gusta. Admítelo. Es bueno.
—¡Basta!. – sólo bastó que su rodilla derecha hiciera un fuerte choque en su entrepierna. Los brazos del hombre la soltaron y ella calló al suelo boca arriba. —Me dolió... Auch.
—¡Maldición!. – apretaba levemente la zona afectada. —¡¿Es que me quieres esterilizar mujer?!. – chilla.
—Creo que sería mejor así. De seguro serías un pésimo padre. – sonríe victoriosa tomando su portátil y bolso, hiéndose en dirección al departamento de su amiga Sango.
—No voy a rendirme. ¡Oh mierda, esto duele!. – grita el joven removiéndose en el sofá.
°°°
Continuará...
Este es solo el primer capítulo. Este fic tal vez solo le escriba 5 o 9 capítulos pero no creo que llegue a más de 15. Aún así, cómo he dicho muchas veces, si me da la locura de escribir más lo hago. Espero que les valla gustando y creo que me voy a acostumbrar a escribir notas finales y principales jajaja😅. Bye.
By: Mary__🌸
(⌒_⌒)–♥
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