Capítulo Dos.
El albarino salió de la oficina de la azabache con las piernas un tanto apretadas debido a que aún sentía el terrible dolor en su entrepierna. El golpe de Kagome le había llegado hasta lo más profundo de su ser. Sonrió al volver a recordar como esa sexy azabache le había hecho ver las estrellas sin tener que acostarse con ella.
Caminó por todo el pasillo hasta el final y llegar al ascensor, presionó el botón para llamar el ascensor y al llegar de adentró otra vez al estrecho cuatrado. Ya dentro, presionó el número 15; en ese piso se encontraban las oficinas de los dos jefes, él y su medio hermano, algunos abogados de gran prestigio para la compañía, oficinas de secretaría, los baños y una pequeña cafetería-bufet. Se encontraba en el piso 14 así que solo subiría un piso nada más. Antes de que las puertas se cerraran, una mano impidió que se sellaran. Su primo y mejor amigo Miroku entraba en el estrecho espacio.
—¡Valla! Que coincidencia, ¿no?. Justo iba a verte a ti. – saludó el pelinegro a su primo. Él albino sonrió acompañado con una pequeña carcajada de su primo. —¿Dónde va el gran Sesshomaru Taisho?. – preguntó.
—Iba a mi despacho y luego me iba a pasar por la sala de abogados a pedir disculpas por faltar a la reunión y después asistir a otra con una clienta.
—¿La que tiene las...?. – colocó ambas manos abiertas frente a su pecho, imitando los senos de una mujer.
—Si... – sonrieron ambos a carcajadas. Miroku aún tenía las manos imitando esa parte del cuerpo femenino. Sin darse cuenta las puertas del ascensor se abrieron y la cara de un Inuyasha sorprendido se hizo presente.
—¡¿Qué coño están haciendo los dos?!. – preguntó saludando a ambos y entrando al ascensor. Los dos, primo y medio hermano, sin darse cuenta se quedaron dentro del cuadrado y bajaron al piso 13 con Inuyasha.
—Sesshomaru y yo hablábamos de la clienta que tiene las tetas grandes. – explicó el pelinegro.
—¿Cuál? Éste maldito tiene muchas clientas con las tetas grandes. – los tres sonrieron.
—A la que el esposo mató a su amante. – dijo Sesshomaru. Inuyasha aún mantenía la cara de incertidumbre. —¡La de pelo castaño que tiene una araña tatuada en la espalda! ¿Cómo se llamaba?...
—¿Kagura Onigumo?. – susurró la pregunta el menor de los pelinegros.
—¡Esa!. – dijeron los otros dos a unisono.
—¡Ejem!. – se escuchó unas voces femeninas aclarar su garganta. El ascensor ya se había detenido.
—¿Que hacen?. – preguntó Kikyo entrando con Sango y Kagome al ascensor. Todas ellas se iban a la cafetería que se encontraba frente al edificio.
—Hablabamos de una clienta de Sesshomaru. – explicó Inuyasha.
—Si. Seguro que hablaban de Kagura Onigumo, la de pechos grandes. – dijo cruzando de brazos la castaña. Los chicos agacharon la cabeza mirando los tacones de las chicas.
—Al parecer has acertado, querida Sango. – cruzo de brazos Kagome, seguida por Kikyo.
—-Oye Kag, la punta de tus tacones está estropeada. – señaló Miroku.
La azabache miró sus tacones, era cierto, la punta de su tacón izquierdo estaba estropeada. Apolló su mano derecha en Sango y levanto la pierna con el tacón estropeado. Sesshomaru ante esto fingió que algo se le caía para poder observar mejor aquella zona que él deseaba ver con mejor claridad.
—Mamasita... – susurro agachado en el suelo viendo la entrepierna de Kagome. Usaba una pequeña braga negra con detalles de flores rojas.
—Eres un pervertido, Sesshomaru Taisho. – habló la azabache de ojos cafés. El aludido sonrió apenado volviéndose a levantar.
—Dejaré de ser un pervertido cuando te tenga desnuda en mí cama. – sonrió con picardía, luego acarició la mejilla ruborizada de la azabache. Ella mordió el dedo índice del peliblanco, éste respondió con un leve gemido. —Suelta mí dedo, me prendes.
—sSabe, ¿que tocaste? ¿caca?. – una cara de asco se formó en el rostro de la joven.
—Se te olvidó lavarte las manos, cabrón. – cruzó de brazos Miroku, ebosando una sonrisa.
—Se me olvidó. – sonríen ambos.
—¿Que tocaste?. – preguntó Sango.
—La vagina de Karen. – cofesó muy neutral.
—¡Oh maldición! Voy a... – al instante de casi avisar, vomitó en el piso del ascensor. Un poco del vómito calló en los zapatos de Sesshomaru. —Eres asqueroso.
—¡¿Yo asqueroso?! ¡Mira cómo me has dejado mis zapatos!. – chilló el albino mirando con asco sus zapatos. —Ahora los tengo que votar por tú culpa, tonta.
—¡Oye! no le digas así. – defendió Kikyo a su amiga mientras le sobaba la espalda.
—Así es. Además eres millonario, te puedes comprar otro par en menos de un segundo. – se queja la castaña quitando algunos mechones de cabello que tapaban el rostro de la joven.
—¿Y por qué ella me tiene que vomitar a mí? Yo no le hice nada. – se defendía Sesshomaru. —¿Y ustedes dos no me van a defender?. – le preguntó a los otros dos.
—No me metas en tus asuntos, te lo he dicho. – ignoró su necesidad de defensa su primo.
—A mamá no le gusta que me meta en tus líos. Además tú eres un adulto, ya sabes resolver tus asuntos. – dio media vuelta Inuyasha, ignorando a su hermano.
—Canallas. – murmuró Sesshomaru. Devolvió la mirada a Kagome quien se encontraba un poco pálida y aún se notaba que estaba asqueada. Tomó uno de sus brazos y lo colocó detrás de su cuello, haciendo que ella se apollara en él. —Perdona, Kag. A veces me paso en situaciones como esta. – sonríe. La azabache le devuelve el gesto. —Hueles fatal. ¿Te apetece una ducha?.
—La verdad es que sí, me gustaría una ducha ahora mismo. – sonrió de mala gana mientras miraba el desastre que había causado. —Perdona lo de tus zapatos. Te compraré otros.
—No es necesario. Tengo el par original en mi casa.
—¡¿Esos no son los originales?!. – chillaron las otras dos chicas.
—No, ¿que creían? ¿Que iba a traer unos zapatos originales súper caros a trabajar? No sean tontas. – sonrió al ver cómo las otras dos se miraban. —¿Te llevo a tú casa?. – preguntó él a Kagome.
—Mi madre está en mi casa y no querrá verme así. Y también conozco tus verdaderas intenciones. – lo miró con una cara levemente enojada.
—Ahora mismo solo me preocupa tú salud, nada más. No me importa de que tamaño tienes los senos o si lo haces rico, solo quiero que estés bien. ¿Quieres que te lleve a mí casa?. – preguntó.
—¿Prometes que no me vas a hacer nada?.
—Lo prometo. – sonrió y luego le acarició el cabello.
—Vale, llévame a tú casa. – dijo resignada. De todas maneras Sesshomaru no la dejaría ir a su casa.
—Ok. Le pido una disculpa a mis abogados y cancelo mis reuniones. – sonrió él. Kagome lo miró con cara rara. Las puertas del ascensor se abrieron y dejaron ver las puertas de cristal de la entrada. —¿Pero qué? ¿No estábamos en el piso 15?. – todos salieron del ascensor. Mientras miraban hacía arriba.
—Yo iba al piso 13 a buscar unos papeles. – Inuyasha se rascó la nuca.
—Tus papeles los tengo yo, Inuyasha. Recuerda que tienes secretaria. – dijo Kikyo entregándole un sobre con varios papeles al pelinegro.
—Yo iba al piso 15 a ver a Sesshomaru. – miró al lado y allí estaba el aludido.
—Y yo iba a hablar con mis abogados por haber faltado a la reunión, luego iba a la reunión con Kagura Onigumo y después a un almuerzo con Miroku. – mencionó el peliblanco.
—Se me olvidó decirte, Sesshomaru. Les expliqué a los abogados que faltaste por un inconveniente y Kagura canceló su reunión. Dijo algo que debía escupir a su ex-marido y restregarle el culo en la cara. – habló la azabache. —Y bueno, cómo pediste hace un momento que cacelara tus reuniones iba a llamar a los abogados en entrenamiento para que no se presenten a la reunión.
—Entonces todo está resuelto. – dijo Kikyo.
—Es parece. – le siguió Sango. —Nos vamos, chicos. Kikyo y yo iremos a almorzar. Sesshomaru cuida a Kagome y no le hagas nada malo. – amenazó la castaña, luego agarró a su amiga del antebrazo y se la llevó corriendo a la cafetería.
—Vámonos, amor. – comentó sonriente el albino.
—Me estoy arrepintiendo, te lo advierto. – mencionó Kagome.
—Ya. Sólo bromeaba. Vámonos. – se la llevó hasta el aparcado de autos y se fue a su casa acompañada de Sesshomaru.
—¿Y nosotros qué?. – pregunta Inuyasha a su primo.
—¿Nos cogemos?. – sonríe bromista Miroku.
—Payaso, ¿nos vamos a almorzar con las chicas?. – pregunta otra vez el azabache.
—Sí. – afirma el otro y se van a la cafetería con las chicas.
...
—Tienes ropa de mujer aquí. – Kagome tomaba algunas prendas de vestir de mujer del armario de Sesshomaru. Parecían ser de su talla.
—Son de mi hermana menor. La conoces, ¿verdad?. – rasca su nuca viendo cómo Kagome tomaba entre sus manos un babydool de encaje rojo con decoraciones de perlas.
—¿Tú hermana usa esto?. – pregunta con el seño fruncido.
—Bueno... Ella ha venido algunas veces con su novio y bueno... Lo hacen aquí en mí... Cama. – dice apenado. Un ligero rubor se forma en sus mejillas.
—¿Esta es ropa de tus otras amantes?.
—Sí. – afirma resignado Sesshomaru. Odiaba el ambiente tenso que se estaba formando.
—¿Quieres que me ponga ropa de mujeres que no conozco y que además se estuvieron restregando contigo? ¡Debes de estar de broma, Sesshomaru Taisho!. – gritó Kagome. Trato de esquivar el cuerpo de Sesshomaru y salir de aquella casa, pero le fue imposible ya que las manos de Sesshomaru atraparon las suyas y la hizo pegarse a su cuerpo de un fuerte tirón. —Suéltame. – exigió.
—Primero toma una ducha, descansa y luego vamos a tomar un helado en la playa. Relájate por hoy, Kagome. Te doy permiso. – sonríe soltándola.
—No me voy a poner ropa asquerosa como esa. – señala las ropas y babydolls que yacían en el piso.
—Puedes ponerte alguna camisa mía. Tengo pantalones de dormir que ya no uso porque me quedan muy apretados y cortos, tal vez esos te queden perfectos. – sugirió. Ella cruzó de brazos y volteo al guardaropa.
Eligió una camisa de mangas cortas blanca con la figura de un surfista dibujada en ella. Cogió unas medias y unas pantuflas que había encontrado regadas en el suelo y se metió en el baño, cerrando la puerta con seguro.
—¿Por qué no te puedes desvestir frente a mí?. – preguntó el en un leve grito.
—¡Porque puedo exitarte y no quiero terminar contigo en la cama, entiéndelo!. – chilló una respuesta dentro del baño.
Suspiró cansada. ¿Cómo pudo aceptar la oferta de Sesshomaru? Podía haberse ido a su casa, y aunque su estado habría espantado a su madre, estaría mucho más tranquila y no se preocuparía si alguien como Sesshomaru la miraba de otra manera, con ganas de quitarle la ropa con los ojos o simplemente dejarla inconsciente por alguna pastilla y violarla hasta cansarse. No. No creía que Sesshomaru fuera ese tipo de hombres. ¿O tal vez si?.
Sesshomaru podía ser un pervertido que siempre la coqueteaba para que ella se acostara con él y ya, sólo un acostón de una noche; pero sabía muy bien que si ella se encontraba débil y vulnerable él sería incapaz de tocarla. Los coqueteos y frases sexuales seguirían pero él sería incapaz de tocarla en ese estado.
Volvió a suspirar.
Sacudió la cabeza para sacarse los pensamientos relacionados con el ambarino y abrió la regadera, un baño de agua tibia era lo que le hacía falta para soltar ese malestar que el dedo de Sesshomaru le había causado.
Mientras Kagome se bañaba plácidamente, Sesshomaru yacía sentado en la cama, pensando. Otra vez ese pensamiento de obligarla a hacerlo en la cama le azotaba la mente. No podía. De ninguna manera podía. Era un hombre de leyes, no violaba la ley porque se identificaba con ella. Sería justo y buen hombre. La dejaría descansar, incluso le prepararía un té de ser necesario. No la molestaría. Podría hacer eso después de que ella se sintiera mejor. Incluso estaba pensando en llevarla a comer a algún restaurante de comida americana que tanto le había mencionado ella que le gustaba. O tal vez llevarla a la feria y divertirse un poco. O simplemente, si así lo prefería ella o si algunas de las ideas anteriores no funcionaban, la llevaría a casa y no la molestaría hasta el día siguiente. Se lo pensaba tranquilo y con calma.
Después de unos minutos la puerta del baño se abrió, expulsando el vapor y el cuerpo de Kagome envuelto en una bata de baño. Sesshomaru contuvo la risa al verla ya que esa bata le quedaba muy ancha y le pasaba los tobillos. Ella cruzó de brazos.
—Tus pantalones se me caen y la camisa me queda demasiado ancha. – dijo seria. Sesshomaru aún cubría su boca, no quería incomodarla.
—Perdona, Kag. Pero es mi talla y es mucho más grande que la mía. Ya te dije que puedes usar la ropa de mujer que tengo aquí. ¿Qué te molesta? ¿Tú ego no te permite que uses esa ropa que antes la usó una mujer con necesidades? ¿O simplemente no quieres darme el gusto de verte con la ropa de mis ex-amantes? Porque si es así te aseguro que prefiero verte con esa ropa que cagarme de la risa con esa bata. – volvió a tapar su boca. Ella rodó los ojos y sin pensarlo agarró unos shorts blancos con lentejuelas rojas y una playera de Sesshomaru.
—¡Sólo usaré el short!. – grito con un ligero rubor en sus mejillas y volvió a encerrarse en el baño. Sesshomaru sonrió negando con la cabeza y se fue a la cocina a prepar algo de café.
Kagome salió poco después de que el albino se fuera de la habitación. La puerta de la habitación estaba cerrada y Sesshomaru ya no estaba en el interior. Hizo un ligero puchero, inflando sus mejillas seguidamente y expulsando aire. Dedicó ese momento a inspeccionar la habitación. Era amplia, con paredes pintadas en un tono gris claro y muy organizada para ser de un hombre. En la pared frente a la cama se encontraba acomodado un sofá blanco con varios cojines y almohadones de terciopelo rojo y una laptop junto con unos auriculares. A la derecha se encontraba un escritorio con varios papeles regados y algunas carpetas. Se acercó a el observando mejor el material de la mesa semicircular. Estaba hecha de caoba y la silla detrás de el mullida en cuero negro. Giró sobre sus talones y dirigió su mirada al balcón detrás de la ventana de cristal en la que estaba acomodada la cama. Cortinas blancas transparentes bailaban al compás del viento y la brisa veraniega. Se apolló sobre sus codos colocados en el barandal y aspiro el aire. Un olor a mar sentía, tal vez la casa no estaría lejos de la playa. De repente otro olor inundó sus fosas nasales. Café. Dio media vuelta y allí estaba Sesshomaru con una charola y en ella dos tazas de café y galletas de chocolate en un pequeño tazón. Él sonrió. A paso lento se fue acercando al hombre mientras en acomodaba la charola en la cama.
—¿Así que les das café con galletas a todas tus invitadas antes de meterlas en la cama? Valla modo de conquistar, Señor Sesshomaru. – dijo con un toque de burla y se llevó una galleta a la boca.
—Estos gustos sólo te los he dado a ti. Mi siquiera a mí madre le he servido el café en charola ni se lo he llevado a la cama. Siéntete afortunada.
—Vale. Soy la única que ha logrado que le traigas el café a la cama. Me gusta. Una pregunta... ¿Tú casa está cerca del mar? Es que siento ese olor a brisa marina y no pude evitar preguntármelo. – tomó la taza blanca y le dio un sorbo a su café. Sonrió degustando el combinado sabor amargo del café con el dulzor del azúcar. Le encantaba ese tipo de combinaciones.
—A unas cuadras. Incluso se puede ir a pie. ¿Te apetece ir?. – preguntó. La verdad es que se le antojaba ir a nadar. Sentir la arena meterse en sus dedos, el sol calentar su piel y el agua fría de mar calmando su calor era unas de sus cosas favoritas.
—La verdad es que sí pero no tengo traje de baño. Y no pienso bañarme desnuda para que ni te lo imagines. – señaló con el dedo índice a Sesshomaru quien levanto ambos brazos en modo de derrota.
—Hay una tienda de trajes de baños cerca. Podemos ir y nos vamos a la playa después. – sugirió.
—Está bien. ¿Nos vamos?. – ni siquiera esperaba una respuesta del albino pues ya ella salía de la habitación dando saltitos y siendo seguida por Sesshomaru. —Apúrate o se nos va a terminar el día por tu lentitud. – sonrió y continuó dando saltos hasta salir de la casa de dos pisos. Por el resto del día el auto de Sesshomaru podría descansar tranquilo.
—¿No quieres ir mejor en auto? El sol está muy fuerte. – propuso y Kagome corrió hasta meterse en el interior del auto.
—¡Vamos, date prisa!. – chillo y Sesshomaru se metió dentro del vehículo y comenzar a conducir hasta la tienda.
Bueno... Ese día el auto no iba a descansar. Eso estaba claro. Pero al menos Sesshomaru y Kagome se divertirian y tal vez, sólo por cosas del mismo destino, Kagome comenzaría a ver a Sesshomaru de otra manera. Olvidaría que es un pervertido que solo quiere llevarla a la cama a pasar a ser un hombre tierno y cuidadoso que quiere hacerla sentir especial y cuidarla como si una débil flor se tratase.
Tal vez esa tarde sería el comienzo de algo nuevo para ambos.
Continuará...
Y aki yo en el mejor momento lo dejo a medidas, soy una terrible y muy mala persona, ajajj😂.
Pero ¡bueno! Continúa ¿no? A menos que el Continuará tenga algún otro significado. Tal vez siga haciendo capítulos un poco más largos (aunque no lo creo porque el cel se me bloquea cuándo escribo mucho, la app se me detiene y se me acaba la batería) creo que debería actualizar Wattpad ¿? No sé, supongo que no quiero hacerlo por el miedo de perder mi cuenta y mis historias y perderlos a todos ustedes, aunque sean pocos, pero los aprecio mucho. Y bueno por eso no lo hago (por q soy tan cobarde?)
En fin, es todo lo que tengo que decir en esta nota.
Bye.
Pdata: sabían que el verano ya casi se acaba? Ustedes no creen que fueron unas vacaciones suuuuper cortas? Esto de la vida laboral después de vacaciones es un asco.
By: Mary__🌸
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