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Capítulo Cuatro.


Ansioso, exasperado y un poco cansado. Así se encontraba Sesshomaru Taisho en aquella amplia sala de reuniones con sus abogados. Tamborileaba con su dedo índice la mesa de cristal y miraba a todos lados; incluso levantaba la cabeza en dirección a los grandes ventanales que iluminaban y daban vista a la ciudad. Sin duda alguna esos mensajes de Kagome le habían hecho estragos en su solemne mentalidad.

-¿Señor Taisho, nos escucha?. - uno de los abogados llamaba su atención. Giró su cabeza en dirección al hombre de traje negro y rostro tan serio como su profesión. Con ambas manos abiertas golpeó la mesa y todos los juristas lo miraron sorprendido y algo asustados. La ansiedad de Sesshomaru se convirtió en un irremediable mal humor.

-No. No los escucho. ¿Sabes por qué?. ¡Porque estoy tan arriba de ustedes que no los OIGO!. - gritó aún más la última palabra. El abogado que antes había hablado se encontraba temblando de miedo.

Y allí se encontraba esa faceta de Sesshomaru que muchos temían: Gran Demonio. Así le decían debido a su mal carácter.

Estaba él, posando sus manos en el pasamanos de su silla personalizada en esa sala. Con la expresión más que enojada y un identificable tambor de sus talones chocando con el suelo de mármol gris. Los prestigiosos abogados tragaron grueso. ¿Cómo diablos habían transformado a su jefe sin siquiera haber hecho algo? ¿Qué le sucedía? ¿Acaso tenía algún problema?. Incógnitas que ninguno de los presentes pudieron resolver.

Todos comenzaron a ordenar sus papeles e introducirlos en sus respectivos maletines. Se levantaron en unidad e hicieron una reverencia y salieron de la amplia sala. Únicamente dejando a una sola persona (o tal vez un demonio disfrazado de persona). Sesshomaru cambiaba de pose; posando una de sus piernas sobre la otra y apretando su tabique nasal.

-Imbéciles. - murmuró para sí y miró otra vez los ventanales.

...

Por las puertas de la entrada del gran edificio entraba una Kagome radiante y demasiado bella y sensual. Sus regalos después de todo habían causado efectos en los demás trabajadores de la empresa.

Las mujeres ardían de celos y envidia mientras que los hombres babeaban de sólo ver tal majestuosidad de anatomía. ¿Acaso podría haber algo mucho mejor que ver dicho monumento viviente caminar por todo el edificio? Seguramente no.

Kagome se detuvo en recepción. Las recepcionistas la miraban sorprendidas y llenas de rabia. Esa mujer si que era una gran modelo con ese conjunto puesto. La azabache sacó su celular de su bolso y verificó la hora.

-"10:26 AM. Todavía debe de estar en la sala de reuniones". - pensó. Guardó nuevamente su celular y miró a las recepcionistas. -¿El Señor Taisho está aún en la reunión?. - preguntó. Ambas mujeres asintieron con desgano. -Bien. - dijo de último hasta adetrarse en las cuatro paredes del ascensor.

...

Las puertas de la sala de conferencias se abrieron dando a ver los altos ventanales iluminado, las sillas bien acodadas a en los lados de la mesa rectangular y un Sesshomaru pensativo. Kagome sonrió. Cerró con el seguro las puertas y caminó hasta el peliblanco. Lo abrazó por la espalda y le depositó un suave beso en la mejilla.

-Muchas gracias por el regalo, Sessh. - susurró. La expresión neutral del de ojos ámbar cambio a una más calmada y dulce.

-¿De verdad?. Lo escogí sin pensarlo mucho. Nunca me has dicho tu color favorito. - dijo y la miró a los ojos. Una pasión y deseo morbo nacieron juntos al verse cara a cara.

-Me gusta mucho el rosa... - susurró cerca de sus labios. -Aunque ahora me gusta un poco más el color dorado de tus ojos. - lo besó, tomándolo por sorpresa. Kagome quiso probar más de esa cavidad y adentró su lengua en el interior de la boca de Sesshomaru; comenzando un coreografiado baile parsimonioso de lenguas. Se separaron por la falta de aire. Sonrieron juntos.

-Admítelo, Kagome. Ya has caído a mis pies. - dijo con calma Sesshomaru. Dirigió sus besos a sus mejillas y luego al cuello y clavícula de la azabache. Kagome echaba su cabeza hacía atrás mientras que Sesshomaru la atraía hacía él; haciendo que ella se sentara sobre su regazo.

El vestido poco a poco fue levantándose hasta las caderas de Kagome. Sesshomaru observó. Los muslos suaves y los glúteos levantaban su apetito por poseerla allí mismo. Mas no podía. Alguien podría verlos haciendo de la suyas ellos dos.

¿Qué pensarían los de la empresa?. El gran Sesshomaru Taisho, un prestigioso abogado y actor de novela, acostándose y teniendo una relación con su secretaria. Sería el escandalo total, no solo a nivel nacional, hasta en el Polo Norte se enterarían de ello.

-Vallamos a mí casa. - sugirió ella. -Mi madre trabaja hoy hasta tarde, tenemos en apartamento para nosotros. - con un dedo acarició la nariz del albino, este sonrió ante la cosquilla que le provocó el gesto de su azabache. Sí. A partir de ese día ella sería suya.

-Me parece bien. ¿Estás segura que cabemos los dos en la misma cama? ¿O crees que tengo que pedir con anticipación una cama para dos?. - susurró a su oído y lamió el lóbulo de su oreja, sacándole un suave gemido a la de ojos chocolate. Sonrió triunfante.

-Claro que cabemos. No sólo lo haremos en la cama, ¿verdad?.

-Claro que no. Lo haremos en el baño, en la cocina, sala, balcón. En toda la casa vamos a cogernos como locos de amor porque eso es lo que siento por ti, Kag. Estoy locamente y jodidamente enamorado de ti, Kagome Higurashi. - su confesión dejó sin palabras a Kagome. Unas cuantas lágrimas escaparon de sus ojos chocolate. Sonrió feliz. Por fin encontraba el amor verdadero.

-También te amo, Sessh. Vamos. Si nos apresuramos tal vez podamos hacerlo al menos ocho o nueve veces antes de que mi madre o hermano lleguen. - le dijo y jalando de su brazo salieron de la sala. En el camino al ascensor Sesshomaru le bajaba el vestido a Kagome ya que ella se le había olvidado que tenía en vestido hasta arriba de las caderas.

...

El trayecto de subida por las escaleras de aquel edificio lleno de apartamentos de segunda clase fue un poco cansado y a la vez divertido. Sesshomaru de vez en cuando se sentaba en un escalón y respiraba agitado. ¿Cómo demonios esa mujer podía subir todos los días esas infernales escaleras? Esa era su pregunta. Kagome sólo reía.

Llegaron al quinto piso del edificio y después de abrir una puerta de caoba se dio paso al apartamento de Kagome y sus familiares. Era un poco pequeño pero el espacio era bastante grande en comparación con otros apartamentos. Estaba muy bien decorado; la madre de Kagome tenía muy buenos gustos y siempre lo mantenía limpio.

Cortinas blancas decoraban las ventanas de cristal que daban paso al pequeño balcón. Un sofá suave color crema y lo bastante grande como para caber, al menos, tres personas. Un televisor no tan moderno y algunos adornos florales y pequeñas esculturas de cerámica. Así estaba decorada la sala del apartamento.

-¿Quieres jugo de naranja?. - preguntó Kagome. Estaba inclinada hacía adelante del refrigerador rebuscando algo para comer o beber. Su trasero se marcaba perfectamente con aquel conjunto puesto, incluso, se podía notar la pequeña tanga negra que traía puesta.

Sesshomaru se acercó por detrás; levantándole el vestido hasta arriba de sus pechos y bajarle la tanga. Quitó su cinturón y fue bajando sus pantalones y bóxer hasta notarse una erección. Kagome sonrió. Volvió a incorporarse en una postura recta y quitó completamente su vestido. Sus senos saltaron al ser quitada la prenda y junto con ellos el miembro de Sesshomaru se levantó aún más.

Kagome quitaba la camisa. Botón por botón fue quitando con calma, emocionando aún más a Sesshomaru. Después de desabotonar la larga ilera de círculos deslizó su camisa por sus brazos y la tiró al suelo. Miró la camisa hecha un desastre en el suelo y luego vio a Sesshomaru. Mantenía una sonrisa seductora. Colocó sus manos en su pecho y lo empujó directo al sofá; luego se subió ella sobre él, presionando a aquella viralidad.

-Dejarás de ser el jefe en esta ocación, Sesshomaru. Ahora soy yo quién manda. - sonrió con malicia mientras comenzaba a besear el cuerpo del hombre bajo de ella.

-Veremos cuanto dura tu liderazgo. Seré sincero, nena, me traes loco desde que te vi con ese vestido puesto. - murmuró en su oído y lamió el lóbulo. Kagome se ruborizó aún más sintiendo su intimidad aún más húmeda.

Con sus pequeñas y suaves manos tocó cada parte del cuerpo del albino. Él acariciaba su espalda y de vez en cuando apretaba sus nalgas y senos. Sólo jugaba. La verdad es que desde hace un rato deseaba el miembro de ese hombre dentro de ella. Levantó su dorso y se puso se rodillas frente a Sesshomaru. Sentía el pene del de ojos ámbar entre sus pliegues vaginales. Gimió suave y eso fue lo que la hizo caer.

Rápidamente Sesshomaru se levantó y enredó las finas piernas de Kagome en su cadera. El rose con la vagina de Kagome fue bien recibido en su amigo, quién ya estaba desesperado por adentrarse en las entrañas de la azabache. Entraron a una de las tres habitaciones. La habitación de la madre de Kagome fue elegida ya que era la más cercana (y también porque tenía la cama mucho más grande) parecía una cama matrimonial.

Incontables veces Kagome le había dicho que su madre vivía sólo con ella y su hermano de un año menor que ella. Sin embargo, ver esa cama... Y el armario con las puertas entreabiertas y algunas camisas y pantalones de hombre lo hizo dudar. Dejó a su amada en la cama y dejando atrás sus dudas comenzó a besarle el sexo a la de ojos chocolate.

-¡Ahhh!.... ¡Sessh... me....!. - no terminó de decir y su orgasmo llegaba. Mojando las sábanas y la cara del peliplata. Sesshomaru lamió sus labios y besó a Kagome con sus jugos en sus labios.

-Eres muy dulce, preciosa. Me pregunto si... - fue adentrando su miembro en esa estrecha cavidad. La cara de Kagome reflejaba placer puro. Tuvo miedo de continuar pues estaba convencido de que aquella mujer que estaba debajo de él era virgen. Su sorpresa fue al darse cuenta de que no era así. -Kag... Ahh... Tengo una duda. Son varias pero... Esta es la más importante. - continuó embistiendo a la azabache con suavidad en un ritmo tortuoso.

-Dime... Ahh... Sessh, más rápido. - gimió y acató su orden. Embistió más fuerte y brusco. Casi temiendo que ella fuera a romperse como una muñeca de porcelana. Pero no fue así, Kagome recibía sus embestidas con fuertes gemidos y arañazos en su espalda.

-¡¿Acaso eras virgen?! ¡Ah!. - gruñó y gimió. Sintió casi estar llegando a su clímax.

-¡No lo era! ¡Ahhh!. - gimió fuerte y ambos llegaron a un fuerte orgasmo. Sesshomaru se dejó caer en la cama casi sin aliento. Respiraba fuerte y con la expresión de sorpresa en su cara. Kagome abrazó su pecho un poco antes de recomponerse. -Perdí mi virginidad hace mucho tiempo. - comenzó a contar. Sesshomaru le acariciaba el cabello levemente mojado por el sudor. -Fue hace cuatro años, en verano. Amé a un hombre que me engañó y sólo me usó para acostarse conmigo algunas veces. Casi terminaba la Universidad. Íbamos al mismo colegio y estabamos en la misma clase, los de promedios más altos en todo el centro. Su nombre era Bankotsu. Su apellido... Nunca lo supe. Lo amé desde la primera vez que lo vi y, un día, me confesé ante él. Correspondió y fuimos una supuesta pareja de novios por el verano. Mí primera vez con el fue en el campamento de verano que había programado la Universidad por nuestros esfuerzos. Él me llevó a orillas de la playa y allí lo hicimos. Fue brusco, nada gentil y mucho menos le importó arrebatarme toscamente mi virginidad... Pero a mí tampoco me importó. Estaba ciega de amor por ese idiota. Después de que pasara casi todo el verano quedamos una semana antes de que se acabaran las vacaciones. Creí que me llevaría a un lugar encantador y lo haríamos otra vez... Pero cuando llegué al lugar acordado lo vi besándose con otra mujer. Mucho más atractiva que yo y se veía un poco mayor que yo. Él me vio se acercó a mí después de besar a esa mujer y me dijo: terminamos. Una palabra que sonó muy cruel y despiadada. Salí corriendo de aquel lugar y estuve en depresión en todo mí último semestre en la Universidad. Nunca te lo dije porque no quería recordarlo. Pero si ahora vamos a mantener una relación... Creo que es mejor que contemos algunas cosas privadas de nosotros, ¿no crees?.

-Cierto. Tengo otra pregunta. Estoy muy seguro que tu salario es demasiado bueno, incluso te lo he aumentado hace dos semanas debido a que te quedabas a trabajar fuera de tus horarios laborales y terminabas tú trabajo muy a tiempo. Creo que sería suficiente dinero como para comprarte un apartamento mejor, incluso, comprar otro o remodelar este para tú madre y hermano. Mi pregunta es: ¿Por qué no lo has hecho?. - la miró ella también lo hizo. Bajó su mirada chocolate al pecho de su amado.

Dudó en responder pero sabía que si no le contestaba ahora Sesshomaru no dejaría de interrogarla con la misma pregunta todos los días.

-Mí madre y hermano no son mis únicos familiares. Tengo un padrastro que es como mi padre adoptivo. Mí papá verdadero abandonó a mí y a mí madre mucho antes de que yo naciera y luego mí madre volvió a enamorarse del hombre al que llamo papá desde que aprendí a hablar. Mí padre, Katsugo Higurashi, se encuentra hospitalizado en el hospital Internacional de Tokyo. Tiene cáncer de pulmón en segunda face y la mitad de mi salario es para pagar la estadía y los medicamentos de mí padre en ese hospital. - su voz comenzaba a quebrase y sus ojos se llenaban de lágrimas. Le dolía hablar de ese tema por lo mal que le hacía. Sesshomaru la abrazó más a su pecho y besó su frente. -Por eso no he podido comprar un apartamento para mí o para mí madre y hermano. Tienes razón, el salario que me pagas es mucho pero aún así... Lo que gasto en el hospital y lo que gasto en las cosas de la casa algunas cosas para mí abarcan toda la cifra. Los medicamentos están más caros todavía y mí salario junto con el de mí madre y hermano no nos son suficientes como para dejar algo para comprar las reservas de comida o pagar los gastos de electricidad y agua. Yo... Yo ya no sé que hacer. - quebró en llanto. Estuvo conteniendo esas lágrimas por mucho tiempo.

-¿Por qué nunca me contaste antes? Podía ayudarte, Kagome. Podía aumentarte aún más el sueldo y prestarte dinero aún sabiendo de que nunca te lo aceptaría si tratabas de devolvérmelo. Podías haberme explicado tú situación.

-¡Lo sé!. - chilló ocultando su rostro en el pecho desnudo de Sesshomaru. Sus quejidos y lágrimas no cesaban. -Pero me daba vergüenza decírtelo. Eres muy bueno conmigo, me pagas súper bien, me atiendes y me hacer reír con tus bromas y cosas pervertidas. ¿Cómo querías que te pidiera algo si me tratabas tan bien? Simplemente no pude decírtelo, Sessh.

-Te ayudaré. Puedes dejar de pagar los medicamentos y estancia de tu padre en el hospital, yo lo haré. Cada mes le daré una cantidad alta a tú madre para que se ocupe de comprar comida suficiente, pagar el uso de electricidad y agua, hacer algunas reparaciones aquí y que ella pueda comprarse algo para sí y tú hermano. En cambio, quiero que tú hagas algo. - Kagome lo miró confundida con los ojos aún llenos de lágrimas. -Quiero que te ocupes de ti misma. Puedes vivir conmigo o comprar un pent-house para cuando quieras estar sola o estés cansada de mí. Quiero que compres ropa bonita que se esté usando de último momento. Que vallas a salir con tus amigas a restaurantes caros y tiendas de ropas caras y compres lo que quieras y disfrutes. Quiero que seas feliz, Kag. Quiero que te sientas feliz mientras no estés conmigo o quieras estar sola. - Kagome volvió a llorar en el pecho de su amado. Seguía sin creer como ese hombre le decía esas cosas tan lindas. -Mírame, Kagome. - ella lo miró. Sesshomaru retiró las lágrimas de sus ojos y mejillas y le besó la coronilla. Acarició sus mejillas y le sonrió con ternura. -Cumpliré mí promesa a cambio de que tu hagas lo que te dije. ¿Estás de acuerdo sí o no?.

-Sí. Cumpliré con todo eso. Seré feliz estando a tú lado y estando sola. Me preocuparé por mí misma. Compraré un pent-house en un edificio cerca del parque de los cerezos y compraré ropa de moda. Saldré con las chicas a muchas tiendas de ropa y maquillaje y después de las comprar iremos a almorzar a un restaurante gourmet e iremos a la feria a divertirnos más. Y en la noche estaré contigo. Me gustaría que viviéramos juntos y estemos juntos también en mí pent-house... Me sentiría un poco sola si no estás. - sonrió y Sesshomaru le copió el gesto. Besó los labios de su Kagome, sí, a partir de ese día el sería suyo y ella sería suya.

-Trato hecho. Mañana en la trarde saldré de viaje a Italia por tres días por un caso que me encargaron. Cuando vuelva me encargaré de lo prometido y tú harás lo demás. En ese tiempo quiero que elijas en donde vivirás, los decorativos y muebles que vas a elegir, la ropa y todo lo demás. Cuando vuelva quiero que tengas al menos elegido el pent-house. También quiero otra cosa.

-¿Qué cosa?. - preguntó ella con curiosidad.

-Que me hagas algo de comer porque te juro que no voy a tener energía para la segunda ronda de sexo. Kag, me estoy muriendo de hambre. - su cara era desesperación reflejada. Kagome había escuchado pequeños gruñidos de algo pero no sabía que era. Ahora se daba cuenta de que el estómago de Sesshomaru pedía a gritos algo de comer. Kagome carcajeó seguida por Sesshomaru. Ambos se levantaron desnudos de la cama y al llegar a la sala volvieron a vestirse con sus ropas.

-¿Que quieres que te prepare? Hay mucha comida en la nevera y provisiones en la alacena. - volteó a verlo y él se detuvo a pensar un poco mientras abotonaba su camisa arrugada. -Tengo que plancharla. El gran Sesshomaru Taisho no puede andar por ahí con su camisa arrugada.

-No es necesario. Se me antoja pasta italiana con mucho puré de tomate y queso. Y albóndigas. - pidió y se acercó hasta la muchacha para abrazarla por la cintura.

-Pareces una embarazada con antojos. - sonrió la azabache y se dispuso a buscar el paquete de fieos largos en la alacena.

-¿Eh? No es así. Sólo quiero ir acostumbrándome a la comida de Italia.

-Sí, sí. Lo que tú digas. Sólo no comas mucho o engordaras. - dijo la azabache, colocando el agua fría para hervir y dejando que los fideos en el agua.

-Ahora mismo me comería un pastel con la forma real del Perla Negra de Jack Sparrow. ¿Has visto sus películas?.

-No veo muchas películas. ¿De que trata?. - preguntó sentándose junto a él en el sofá mientras Sesshomaru buscaba en la lista de películas que ofrecía una película del personaje mencionado.

-Si nunca has visto Piratas del Caribe entonces no sabes lo que son verdaderas películas. ¿Acaso no has visto ninguna película de Jhonny Deep?. - Kagome negó con la cabezam Sesshomaru bostezo. -Voy a tener que enseñarte, amor. Comencemos con la primera película de la mejor saga de la historia: "La Maldición del Perla Negra". Prepárate para la acción. - presionó en botón de Ok y la película comenzó a reproducirse en la pantalla del televisor.

-¿Puedes volverme a decir amor?. - preguntó ella haciendo un tierno puchero.

-Te amo, mí amor. Eres lo mejor del mundo, preciosa. Ojalá el tiempo contigo se detuviera para estar siempre contigo, amor de mi vida. ¿Quieres que siga?.

-Sonaste muy cursi. - dijo ella dirigiendo su mirada al TV.

-¿Que? Sólo quería ser cariñoso y...

-¡Oh mira! ¡Un loco en un bote! ¿Quién es, quién es?.

-El protagonista de esta historia. Jack Sparrow, capitán Jack Sparrow.

Continúa.

Kagome... La pasta se te quema.
😅😅😅.

Holis aquí terminando este capítulo que lo he reescrito como 7 veces y no me convence todavía. Soy mala para el Lemon, nifff 😞😢

Que cuentan? Algo erótico han leído recientemente? 😏

A quién le gusta las pelis de Piratas del Caribe? A me encantan y pienso que son la mejor saga de la historia. No ustedes.

En fin espero q les haya gustado el capi y voy recordando que este fic no tendrá muchos capítulos (probablemente😉😈).

Bye Bye.

By: Mary__🌸

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