003. gummies for the scare
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↯ CAPÍTULO TRES
▬ ❝ gomitas para el susto ❞ ▬
[+30 comentarios y +70 votos en este apartado para el cap 004.]
EL ENOJO DE BELLA POR LA FALTA DE EDWARD CULLEN A LA ESCUELA ME HACÍAN SOLTAR LA CARCAJADA AL AIRE. Era divertido verla refunfuñar porque el chico no llegaba a clases ya que según ella tenía un discurso muy bien organizado que le diría apenas y lo viese a la mañana siguiente. Vaya sorpresa al ver solamente llegar a sus hermanos, más no a él.
—Quizás está enfermo y por eso no vino, ya vez, una explicación a que se sintiera mal y tuviese la mano sobre su nariz: nauseas —hablé junto a ella, mientras le quitaba un auricular de su oído para que me escuchase.
—Tal vez tengas razón.
Mi mirada no paro de subir y bajar del lugar hasta que mis ojos dieron contra los ojos dorados de Jasper, quien alzó una mano en mi dirección y yo repetí su acto, más tímidamente.
Una chica llegó a su lado, según dijo Jessica su nombre era Alice, siguió su mirada hasta mi con una sonrisa y fue cuando entonces baje mi mirada hacia el suelo involuntariamente.
Una ola de paz remplazó a mis grandes nervios, causando que soltase un resoplido. No obtuve la valentía para regresar la mirada y sonreírle a la chica visiblemente amigable.
—Creo que Angela y Sam me hablan, ahora vuelvo.
Y con la mirada abajo fui hacia las mencionadas, aún sintiendo una que otra mirada en cada paso que daba.
Estaba claro que mi cerebro sabía de quienes se trataba.
LAS COSAS EN FORKS ESTABAN MÁS RARAS QUE DE COSTUMBRES. Los ataques de animales ocurrían con aún más frecuencia, levantando dudas en los habitantes y logrando que alarmas encendiesen a la gente, preguntándose sobre qué animal estaría detrás de todos esos ataques.
Eran realmente curiosos, y tenía mis dudas al respecto, aún que nada más podría sorprenderme de Forks, quizás los animales están quedándose sin comida en el bosque y están bajando en busca de alimento.
—¡Ah!
Solté una enorme y ruidosa carcajada al ver como mi torpe hermana caía al piso tras resbalarse con el muy mojado suelo. Me sostuve el estomago, aún riéndome de ello.
—¿Estas bien? —se apresuró papá a salir de nuestra camioneta y caminar a paso rápido hacia mi hermana, quien aún estaba en el suelo.
Solté una última carcajada antes de retirar un par de lágrimas de la risa de mis mejillas.
—Si —me fulmino con la mirada mientras era levantada por Charlie—. El hielo no ayuda a los torpes.
Papá me estiró un brazo para que no tocase sin supervisión el lado que mi hermana piso y que por ello cayó.
Bese su mejilla como agradecimiento y me dirigí al otro lado del vehículo para subirme en el asiento de copiloto.
—Por eso hice que le cambiaran las llantas a la camioneta —eche mi mochila al asiento y mire a papá—. Las otras estaban bastante lisas. Tal vez llegue tarde. Estoy yendo al condado de Mason. Un animal mató a un guardia de seguridad del aserradero Grisham.
—¿Un animal? —inquirimos Bella y yo a la vez.
Charlie, que ya estaba en la puerta de su vehículo, se giró para vernos—. Ya no están en Phoenix, chicas. Tengo que ir a echarles una mano, Sam ira conmigo.
Sam, el padre policía de Sami, había adquirido un puesto según nos contó Samara gracias a papá y era por eso que habían regresado.
—Ten cuidado —grite.
Papá me sonrió—. Siempre.
—Y gracias por las llantas —siguió Bella.
—Si.
Papá se subió a la patrulla y arrancó de aquí hasta el punto en donde me fue imposible verlo.
—HOLA, SEÑORITA.
Alce la mirada de mi libro, el cual era súper interesante –noten mi sarcasmo– al oír aquella voz a mi lado. Parpadeé un par de veces al ver a Jasper tomar asiento junto a mi, confundida. Lo que sucedió hace una semana fue bastante incómodo, al menos para mi, pero él siguió intentando entablar más de dos palabras conmigo.
Cosa difícil para alguien más o menos introvertida pero a la vez tan extrovertida.
—Jasper —salude, asintiendo con mi cabeza también como un saludo antes de regresar mi mirada al libro.
De nuevo ninguno dijo nada más, aún que me sorprendió de que esta vez el ambiente no fuera incomodo, aquello se sentía agradable, como... era una sensación extraña pero se asemejaba mucho a paz.
Siempre que él me miraba o rondaba cerca mío la paz abarcaba a todo mi cuerpo.
—Buen libro —volví a alzar la mirada en su dirección—. Lo leí el verano pasado, supongo que es un clásico del terror.
—Stephen King es efectivamente el rey del terror, claro —afirme—. En realidad sus libros son buenos, el más favorito del público es It, pero no es el mío precisamente.
Jasper sonrió ligeramente—. Parece que la lectura es una de sus cosas favoritas, señorita.
—Y no me has oído hablar sobre Harry Potter —dije en tono divertido mientras cerraba mi libro y ponía toda mi atención en el chico de facciones hermosas y ojos terriblemente preciosos.
—Te escuchó —se cruzó de brazos sobre el escritorio.
Y si soy honesta, me sorprendí.
—¿Eh?
—Nunca me he leído Harry Potter, ¿por qué no comienzas a contarme sobre ello? Soy todo oídos.
Dentro de mí estoy chillando. Nadie quiere que hable sobre Harry Potter, siempre Bella terminaba durmiéndose y callándome.
Y la sonrisa de interés de Jasper me hacía sentir muchísima emoción y demás cosas raras en mi estomago. Parecía demasiado a gusto con la idea de hacerme feliz y oírme.
—Pues entonces... —me aclare la garganta de manera exagerada, haciendo así que una sonrisa creciera en los labios de Jasper— todo empezó el 31 de Octubre de 1981, con la muerte de James y Lily Potter y la "muerte" de Voldemort a manos de Harry Potter...
ASENTÍ VARIAS VECES HACIA JASPER Y A SU PREGUNTA QUE ME LOGRO SACAR UNA CARCAJADA. No siempre te preguntaban el aspecto de el villano más feo que hasta hoy he leído. Recién terminaba de contarle el final del cuarto libro y parecía todavía más interesado al oírme decir que uno de mis libros favoritos era el quinto.
—Entonces... ¿calvo y sin nariz? —inquirió en tono burlón por lo que asentí varias veces, aún sonriendo.
—Y ojos rojos, que no se te olviden —proseguí—. Y piel verdosa, muy fea.
—Necesitaré una foto más que una simple descripción —se recargó en el casillero junto al mío, esperando a que pusiese ahí los libros de cálculo y tomara mis cuadernos para hacer mi tarea de español—. Soy un poco más... visual.
—Probablemente algún día lo veas en la pantalla grande —hablé—. Por lo que tengo entendido la película se estrena este noviembre.
—Entonces iremos juntos —abrí mis ojos de par en par, sorprendida. No creí que fuera a invitarme—. Solo si usted quiere.
Asentí, con las mejillas tan rojas que fácilmente podrían confundirme con un tomate—. C-claro... digo, si, es una gran idea.
¿Soy yo o Jasper acaba de invitarme a salir?
Antes de que alguno de los dos llegáramos a hablar, una tercera voz se incluyó a nuestra conversación y por alguna razón me sentí aliviada de que aquello sucediese.
—¡Hola! —despegue mi mirada de la de Jasper y cerré mi casillero. Al darme vuelta me encontré con Alice, que iba de la mano con Aston, según tengo entendido, su pareja—. Es un gusto por fin hablar contigo, Alessia.
Sonreí un poco—. Digo lo mismo, Alice, un gusto conocerte.
No es como si hubiera estado evitándote desde que me sonríes a lo lejos.
—No nos han presentado —el rubio tomado de la mano de Alice sonrió en mi dirección—. Yo soy Aston, Aston Cullen.
—Hola Aston.
Alice se alejó de su novio y colocó una de sus manos sobre mis hombros, un escalofrío recorrió esa área y mi espina dorsal al sentir como era que estaba terriblemente helada.
—Vamos, tengo por seguro que seremos muy buenas amigas.
Quizás fue su tono animado de voz el que hizo desaparecer toda aquella rara sensación de mi cuerpo cambiándola por una más positiva. Sonreí aún más amigable en su dirección y sin más me deje conducir por ella hasta la salida mientras íbamos hablando sobre lo que nos gustaba a las dos, descubrimos un par de gustos en común y uno que otro que no, mas ella se aseguró de afirmar que terminaría por gustarme.
A fin de cuentas Alice era buena, muy agradable y en su mayoría alegre.
No me di cuenta en que momento los dos chicos desaparecieron de nuestras espaldas hasta que finalmente salimos del instituto y vi como ambos estaban de espaldas, hablando con una chica que reconocía como Rosalie, melliza de Jasper, y su pareja, Emmett.
Le sonreí tímidamente a Jasper al ver como Rosalie señalaba hacia donde Alice y yo aparecíamos, Jasper sonrió de vuelta hacia mi.
Me di cuenta que junto a nosotras se apareció Edward, el tormento de mi hermana, que comenzó a buscar algo por el estacionamiento, se recargó en su auto al encontrarlo y no perdí mi tiempo siguiéndole la mirada: no me interesaba el tema como a mi hermana que, al parecer, no le gustaba mucho la idea de que los Cullen me empezasen a hablar, ya que desde la camioneta me dirigió una mirada seca, una mirada que nunca me había dirigido a mi.
Con rapidez desvíe mi mirada de ella, no queriendo seguir sintiendo lo que su mirada me transmitía.
Mis ojos cayeron sobre los de Sam, quien estaba a unos metro de Bella, esperando a que su hermana terminase de hablar con sus amigas. Me sonrió y yo le devolví el gesto: no habíamos tenido mucho tiempo para hablar, en la mayoría de clases no compartíamos asignatura, solamente nos topábamos en los recesos y nos reíamos como un par de locas desquiciadas, algo que a Bella tampoco le agradaba.
—Esa chica, Samara, tiene algo muy extraño —me dijo una vez que volvíamos de la escuela, mirando la carretera fijamente—. Deberías de tener cuidado con ella, lo menos que quiero es que te hagan daño.
No le tome mucha importancia a sus palabras, lo atribuía a sus pocas ganas de socializar con la chica Sage.
Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta en que momento Alice desapareció de mi lado y en su lugar apareció Jasper, que abrió su paraguas apenas llegó junto a mi y me hizo entrar dentro del espacio, así reduciendo la distancia entre los dos.
De nuevo mis mejillas se tiñeron de un rojo escarlata fuerte y mi pena subió su nivel de intensidad.
—¿Tiene frío? —alce mi mirada un poco debido a nuestras diferencias de alturas y mire a Jasper, nerviosa—. Sus mejillas están muy rojas.
—N-no, bueno, no mu-mucho —balbucee, metiendo mis manos a los bolsillos de mi chaqueta negra—. Puedo sobrevivir.
—No me gustaría que enfermara y...
La respuesta de Jasper se vio interrumpida por el derrape de una camioneta. Por inercia giré mi cabeza en seguida y mire hacia donde según creí estaba Bella, fue una grande pero muy grande sorpresa darme cuenta que la camioneta ya no estaba, literalmente me había dejado aquí, botada, solo por hacer algo que quizás a ella no le gusto.
Aunque no me paré a molestarme en ese momento ya que recordé que mi hermana no era la única fuera del coche momentos atrás. Ahora mi vista se dirigió hacia donde estaba Sam, un malestar en mi estomago se instaló al ver que la camioneta de Tyler iba hacia ella.
Estaba en shock, hasta que el frío –muy frío– tacto de Jasper se posó sobre mi mano, fue cuando reaccione.
Voltee a mirar a los demás y fue donde me percaté de la ausencia de Edward.
¿Él no estaba...?
Cuando logré salir de mi shock me solté de Jasper y corrí hacia donde estaba Sam, atravesando todo el estacionamiento y llegando a donde todos estaban rodeando a mi amiga, empuje a muchos y fui hacia ella, en especial para tomar a Hilary y sacarla de ese tumulto.
La adolescente veía con los ojos llorosos a su hermana mayor y aquello sí que era doloroso.
—¡¿Mara estas bien?! —grito Hilary, que estaba junto a ella para tomar la mano de su hermana.
—Si, estoy bien —Sam me miró y asintió—. Lex, llévatela, voy a estar bien.
Llamamos a la ambulancia y Sam se fue en ella.
Yo seguí a esa ambulancia de cerca con la camioneta de Sam junto a la pequeña Hilary, que no lloraba pero seguía en shock. Era una extraña para ella pero aquello no parecía que le importara mucho en estos momentos.
—¡Fue mi culpa! Yo fui la que no le quiso hacer caso y subirme al auto.
La mire de reojo y suspire—. No, no es tu culpa Hills, no podíamos evitarlo porque no sabíamos que iba a ocurrir, además, Sam está bien, quizás es solo el susto.
Ella hipo—. Igual no me voy a sentir mejor, extraña amiga de mi hermana.
—Toma mi mochila.
Ella me miró confundida, por lo que se lo volví a pedir y ella aceptó un tanto extrañada, se estiró hasta el asiento de atrás y alcanzó mi mochila.
—¿Y ahora qué?
—Toma un par de gomitas, te harán sentir mejor. ¡Solo pocas! Mi reserva de la semana ya se está agotando.
BALANCEABA MIS PIES AL FRENTE Y HACIA ATRÁS CON SINCRONÍA AL IGUAL QUE HILARY, quien se encontraba sentada sobre la camilla a mi lado, comiendo gomitas patrocinadas por mi gracias al susto. En vez de pan, recuerden, las gomitas son mejor para el susto.
Llevábamos aquí una media hora a lo mucho, ya me había aburrido, pero le prometí a Sam que no la iba a dejar sola y mucho menos a Hilary, a quien apenas y calme con las gomitas.
Además no tengo nada que hacer, iba a terminar mi tarea y luego a dormir y eso antes de pelear con Isabella por abandonarme en la escuela.
—¡Samara! —la voz del oficial Sage hizo que me quedase quieta en mi sitio y dejase de llevarme gomitas a mi boca—. Tu y yo vamos a hablar —esta vez se dirigió al pobre de Tyler—. ¿Estas bien?
Le sonreí a mi papá y este me regresó igualmente la sonrisa, un tanto aliviado al verme en una pieza.
—Estoy bien, papá, cálmate —dijo en tono bajo y suave Sam, intentando hacer que su padre guardara la calma.
—Sam, de veras lo siento, trate de parar —sonreí por lo bajo ante las palabras de Tyler. ¡Ahora irá a la cárcel!
—Lo sé, tranquilo. Esta bien —volvió a decir en ese tono suave Sam.
Que quizás si tiene algo de culpa, solo digo. ¿Quien maneja tan loco cuando hay hielo y suelo mojado? ¡Nadie! Es lógica.
—No, créeme que no está bien —intervino papá, mirando al moreno con el ceño fruncido.
—Papá, Sami esta bien... lo bueno es que esta enterita —me adelanté a decir, metiéndome un puñado de mis gomitas a mi boca—. Además solo te llame para que vinieras por mi.
Charlie resoplo y me miró con sus manos sobre su cadera—. Bájense de ahí las dos, no fueron casi arrolladas —reprochó Charlie a mi y a Hilary, quienes bajamos de la camilla de mala gana.
¡Le quita la diversión a la vida!
—Pudo haberte matado, ¿lo entiendes? —habló el señor Sage de nuevo, con un tono de voz más serio.
—Si, pero no lo hizo. Alex lo dijo, sigo entera —bromeó ella, en un vano intento de aligerar el ambiente.
—Despídete de tu licencia —farfulló de nuevo el señor Sage, mirando a Tyler una vez más de una manera muy fea.
La puerta se abrió de nuevo y por ella entró uno de los médicos del hospital. Tenía el cabello rubio y un par de orbes dorados que sin duda se estaban volviendo repetitivos en mi cabeza.
—Oí que las hijas del nuevo ayudante de Shérif están aquí junto a la hija del jefe —dijo el doctor, sacándome de mis pensamientos que rondaban por la cabellera rubia de Jasper y su tacto tan frío pero a la vez lleno de protección.
—Dr. Cullen.
Sentí que mi cabeza de nuevo daba vueltas. ¿Otro Cullen? ¡Claro! Era lo que necesitaba en estos momentos.
—Charlie, Sam —saludó a ambos oficiales con una pequeña sonrisa que era bastante tranquilizadora— yo me encargo, Jackie.
La enfermera que atendía a Sam asintió antes de entregarle la carpeta con las anotaciones sobre lo que le hicieron a Sam.
—Samara.
Sam hizo una pequeña mueca—. Solo diminutivos, por favor.
—Bueno Sami, esa caída fue fuerte. ¿Como te sientes?
Se encogió de hombros—. Bien.
El Dr. Cullen le realizó los procedimientos necesarios para ver si tenía una lesión en la cabeza. Al final llegó a la conclusión de que estaba bien.
—Creo que vas a estar bien.
—¡Sam, de veras perdón...!
El señor Sage le hizo una seña a papá quien asintió y cerró la cortina que dividía cada camilla, dejando así a Tyler con la palabra en la boca.
—Pudo haber sido peor si Edward no hubiera estado ahí, él me salvo de mi muerte —me quede quieta en mi sitio sin saber que decir.
Aún seguía un poco sorprendida por la manera tan rápida de Edward para moverse.
—¿Edward? ¿Tú muchacho? —cuestionó el señor Sage hacia el Dr. Cullen, que miraba fijamente la carpeta.
Hilary se recargó en la camilla de su hermana, metiendo otro puñado de gomitas a su boca—. Fue muy impresionante como llego tan rápido si no estaba cerca de ella.
—Creo que tuviste suerte —el doctor Cullen sonrió en mi dirección—. Sam, Charlie.
Se despidió y se fue a atender a algún otro paciente.
Era extraño, porque Edward estaba con nosotros al otro lado del estacionamiento muy lejos de Sam.
PAPÁ NOS ABRIÓ LA PUERTA DE LA SALIDA DE EMERGENCIAS, le lance una beso al aire como agradecimiento mientras cruzaba mi brazo con el de Sam para tenerla cerca de mi y que no ocurra ningún accidente más. ¡Ahora solo falta que una camilla la arrolle!
—Tengo que firmar unos papeles —habló el oficial Sage, mientras hacía una seña hacía Hilary para que le hiciera caso a su hermana mayor—. Deberías llamar a tu tía.
Mire divertida la mueca en el rostro de Sam—. ¿Se lo has dicho? Debe estar... histérica.
—Eso suena a mi mamá —murmure, viendo a papá asentir de acuerdo. Me acerque a Hills y la tome por el hombro, brindarle una pequeña sonrisa—. Dejemos que tu hermana hable con su tía.
—Bien.
La tome por los hombros y la guié hacia una de las maquinas expendedoras del lugar, mientras sacaba del bolsillo de mi pantalón un par de monedas para comprarme unas gomitas pequeñas.
Mis reservas estaban acabadas por mi y por los nervios de Hilary, tendría que comprarme más para sobrevivir.
—¿Quieres algo Hills? —pregunte en su dirección, aunque grande fue mi sorpresa al ver que no me estaba poniendo atención, si no que estaba viendo por donde su hermana se había ido—. Hills, ¿qué dijimos sobre eso de espiar a la gente?
—Que está mal.
Asentí y le pase un paquete de gomitas—. Entonces, ¿por qué lo haces?
—Por que mi hermana está haciendo lo mismo justo ahora.
Mis ojos se abrieron de par en par y, tomando la mano de Hilary, nos guié hacia donde Sam había ido.
Efectivamente estaba escondida en la parte final de la pared antes de salir hacia el pasillo.
Comencé a caminar silenciosamente junto a Hilary, quien solo hacía ruidos al momento de querer abrir la bolsa de las gomitas.
—¿Qué querías que hiciera? No iba a dejar que ella muriera cuando podía evitarlo —¿esa era la voz de Edward Cullen?
Coloqué una mano sobre su hombro, logrando sobresaltarla, pero al girar su mirada sobre su hombro nos vio a mi y a su hermana detrás suyo lo que quizás la calmó. Puso uno de mis dedos sobre mis labios para que no dijeran nada y así las tres nos pusimos a espiarlos.
Era una conversación familiar entre el Dr. Cullen, Edward y Rosalie.
—Esto no se trata solo de ti y ella —vociferó Rosalie—. Esto nos concierne a todos, ella a sido muy discreta y no te a preguntado nada, hasta diría que lo hace por no incomodarte, pero no dudó en que pronto eso no será lo mismo.
Alce mis cejas y las tres sacamos un poco la cabeza de nuestro escondite: nada disimuladas.
—Mejor hablamos en mi oficina —las tres abrimos de más los ojos en cuanto la mirada del Dr. Cullen se posó en nosotras y consigo la de los otros dos Cullen.
Mierda. Maldije en mis adentros. Mire a mis dos acompañantes quienes igual que yo parecían avergonzadas por ser cachadas espiando.
—Di algo —murmure hacia Sam, sonriendo falsamente para disimular.
Hilary, quien ahora tomaba la mano de su hermana, asintió de acuerdo conmigo.
—Lo que sea.
—¡Ya te oí! —masculló de regreso entre dientes y sin más, dijo lo primero que le llegó a la cabeza—. ¿Puedo hablar contigo?
El Dr. Cullen tomó por los hombros a su hija y se la llevó un poco de ahí, de igual manera Sam nos miró a mi y a Hilary. Asentí como respuesta y seguí mi camión en dirección al Dr. Cullen y Rosalie, siendo seguida de mala gana por Hilary.
No dije nada al llegar al lado de la rubia, solamente quería dejar sola a Sam con Edward. Al sentir aún la pesada mirada de Rosalie sobre mi solo atiné a alzar mis manos a los lados en señal de que no diría lo que sé y lo que vi. La hermosa mujer a mi lado asintió, le sonrió ligeramente a Hills –para mi sorpresa– y sin más las tres nos alejamos de la pareja que hablaba.
—Tu debes ser Alessia —alce una de mis cejas sorprendida al oír hablar al doctor Cullen feliz—. Jasper me a hablado mucho sobre ti.
Mis mejillas ardieron ante aquel hecho y me sentí ridícula por ello—. ¿Si? Bueno, espero que sean cosas buenas.
—Absolutamente —asintió el Dr. Cullen antes de mirar a Hilary━━. Tu eres la hija pequeña de Sam, ¿no?
Hills asintió por lo bajo—. Esa soy yo, si.
—Eres bien parecida a tu padre —halago el doctor rubio, ahora provocando que las mejillas de la pequeña Hilary se tiñesen de un rojo escarlata brillante.
Rosalie miraba encantada a Hilary, no me sorprendía aquel hecho ya que la niña tenía su encanto, pero no la veía sonreír mucho casi nunca, solo aquella vez en el comedor que la vi reír, ahora de cerca lucia aún más hermosa de por si.
Edward volvió visiblemente enfadado, fue cuando aproveché para huir de aquí junto con Hills. Me despedí de ellos al igual que Hilary y rápidamente salimos de ahí en dirección a Sam.
—¿Qué te dijo? —pregunte, mientras que Hilary corría hasta su padre y se posaba a su lado, dejando que el ayudante Sage acariciase su cabeza con cariño.
Sam sonrió por lo bajo—. Lo dejé con la palabra en la boca, es bastante desesperante.
Reí y negué, con lo poco que conozco a Sam si era algo que ella haría.
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