Capítulo 7 "Cercanos"
Más tarde, Emilia se está preparando para ver a su amiga y su marido la mira con seriedad.
- ¿Otra vez iras al hospital?
-Si... ¿Por qué? -Incomoda. -Después iré al trabajo.
-Tienes una linda excusa para encontrarte con tu amante.
La rubia escucha eso y se molesta.
- ¿Cuándo vas a terminar de ver cosas que no son? No estoy viendo a nadie.
- ¿Y tú piensas que soy tonto?
La toma del cuello con fuerza y el aire empieza a escapar de sus pulmones. Intenta empujarlo y la zamarrea.
-Suéltame.
Casi no puede hablar y utiliza sus últimas fuerzas para rogarle que la suelte.
La empuja y ella se golpea la espalda con la punta del mármol. Cae sentada al piso y sus ojos se llenan de lágrimas.
-Vas a aprender a respetarme o te juro que lo harás a la fuerza.
El hombre sale de la cocina y deja a la mujer en un mar de lágrimas.
En ese momento, Benicio está conduciendo para ir a su trabajo y no se percato de que el libro de poemas que le había regalado a Emilia por su cumpleaños estaba en el asiento trasero del auto.
Recién se dio cuenta cuando salió del auto y sus ojos se quedaron fijos en el libro de Whitman. Lo toma en sus manos y al mirar la tapa su mente lo llevo al recuerdo en la noche del cumpleaños de Emi. Una sonrisa se dibuja en el rostro y sus ojos brillan al recordar la felicidad de la mujer cuando vio los obsequios. La alegría que transmitía y como se sintió la piel de su cuello cuando le coloco el collar.
Se quedó quieto, pensando en ella con un profundo amor hasta que reacciona. Agradece tener el libro en sus manos para devolvérselo y así aprovechar otra oportunidad para verla.
Tiempo más tarde, Emilia está acompañando a su amiga y ambas están solas en el cuarto de hospital.
-No sabes que paso. -Seria. -Eduardo se atrevió a venir y no sabes como estaba. -Suspira. -Me dejo en vergüenza delante del guardaespaldas.
- ¿Y cómo se enteró?
-No lo sé. Eso quiero saber, me hizo una escena de celos al ver a Bustamante, no se que mierda le pasa.
- ¿Y eso que te molesta?
-Es que Adrián me hizo varias preguntas.
-Te pregunto si estás en algo con Eduardo.
-Si, ¿Cómo lo sabes?
-No es muy difícil darse cuenta. -Sonríe.
- ¿Qué quieres decir? -Confundida.
-Deja, yo me entiendo. -Sonríe con picardía.
Emilia se muerde el labio al darse cuenta de la atracción mutua de su amiga y Adrián, dejando a Victoria con una curiosidad que no puede contener.
Al salir del hospital, la rubia camina hasta la boca del subterráneo y baja rápidamente las escaleras. Cruza los barriletes y espera a que el subte llegue. Pasan unos breves minutos y el transporte ya está en la estación, entra enseguida y toma asiento.
Respira hondo al sentirse tan cansada mentalmente y no puede evitar agarrar el dije que le regalo Benicio, su mirada se pierde y trata de no llorar al darse cuenta como le pican los ojos.
No quiere llorar y mucho menos por el monstruo de su marido, le destroza el corazón vivir en la realidad que está viviendo y no sabe cómo todavía se mantiene con vida.
Llega a la estación que está cerca del ateneo y enseguida sale a la calle. Camina la cuadra que la separa de su lugar de trabajo y empuja la puerta de vidrio.
Se encuentra con un montón de gente caminando por la librería y se echa andar hasta llegar a la administración. Se sienta en su taburete y deja su cartera en el suelo, respira hondo y trata de alejar su infierno personal para hacer su trabajo.
Estuvo sentada durante un tiempo largo hasta que llego el horario del almuerzo y se encuentra con la presencia de Benicio.
-Hola Ben, ¿Cómo estás?
-Muy bien. -Animado. - ¿Vos?
-Bien. ¿En que te puedo ayudar?
-Te traje esto. -Le da el libro. -Te olvidaste mi regalo en el auto.
-Ay si... no me había dado cuenta con todo lo que paso con Vicky.
-Lo sé, hable con ella y está muy bien. Mañana le darán el alta.
-Ay no sabía. -Contenta. -Muchas gracias por avisarme y gracias por el libro.
- ¿Estás ocupada?
-No, ahora voy a almorzar.
- ¿No quieres almorzar en la cafetería de la librería? Yo te invito.
-No se... -Duda. -Debes tener muchas cosas que hacer.
-Ahora estoy libre y quiero invitarte a almorzar, ¿Qué dices?
La mujer sonríe, recuperando la alegría que perdió en la mañana y asiente.
-Está bien Ben.
Ambos empiezan a caminar en dirección al gran salón del ateneo.
Mientras, Victoria no puede contener las ganas de darse un baño y Adrián le vuelve a preguntar si va a poder sola.
-Ya le dije que sí. Cualquier cosa le pido que me ayude.
El guardaespaldas asiente pero no puede ir en contra de su cabeza dura y se apresura en ayudarla en bajarse de la cama.
Las manos del joven se apoyan en su cintura y ambos quedan frente a frente. La mujer lo mira con una mirada penetrante y el fuego otra vez se apodera de su cuerpo.
La mirada intensa de ambos es demasiado obvia y sus bocas se van acercando poco a poco hasta que estos rozan, la respiración de la abogada se entrecorta y sus labios se besan suavemente, estremeciéndose por el beso apasionado del joven.
Adrián la rodea con sus brazos y ella hace lo mismo rodeando su cuello. El beso se vuelve apasionado y tuvieron que dejar de besarse debido al aire que se desvaneció. Ambos jadean en búsqueda de aire y los ojos negros del guardaespaldas la comen con la mirada.
Los ojos verdes de la abogada se mantienen estáticos, sin poder creer lo que paso hace unos instantes pero lo deseo tanto. Sabe muy bien que le gusta demasiado y no lo puede negar.
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