Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO VEINTISÉIS - RAFAEL

Martes, 28 de mayo del 2019

Estoy seguro de que Marcos no estará muy contento cuando regrese. Avisé a Tomás de que me iba unos días con una nota, pero a él solo le dije cuando me iba, pero no cuando regresaría y odia cuando hago eso.

Pero ha valido la pena. Por fin soy instructor de Systema, aunque eso signifique que llevo seis días fuera y nunca había estado tanto tiempo desaparecido. He avisado a Marcos ayer de que estaba bien y que llegaría hoy para que se calmase un poco en las veinticuatro horas que pudo asimilarlo todo.

Al acercarme al cuartel general, veo que Tomás y Marcos hablando muy acaloradamente.

—Mamá, papá, espero que no estéis discutiendo por mi culpa —bromeo, aunque estoy seguro de que no es el mejor momento.

—¡Rafael! ¿Por dónde has llegado? —me pregunta Tomás, preocupado.

—Tranquilo, amigo. Siento ponerte en estas situaciones cuando desaparezco, pero quiero que sepas que esta vez ha sido la última —le aseguro con una sonrisa sincera.

—Si casi no regresas —se queja Marcos, que parece enfadado, aunque mucho menos de lo que me esperaba.

—Vine hoy, como te advertí ayer en mi nota. Además, repito que no lo volveré a hacer, incluso puedo hablar de lo que he estado haciendo —les propongo para suavizar el ambiente.

—Preparando tu boda —sigue enfadado Marcos.

—¡Qué poco me conoces! Pensé que te ibas a esforzar más en conocer a la gente como yo —me meto con él, estoy de buen humor y no puede cambiarlo nada ni nadie.

—Entonces, ¿dónde diablos estabas? —esta vez es Tomás quien me pregunta exasperado.

—Tenéis delante al nuevo instructor de Systema. Lamento que me haya llevado tantos días, pero las pruebas no pueden hacerlas en modo concentrado para personas que están en un programa de protección de testigos —les informo un poco pedante.

—¿Estás hablando en serio? ¿Systema? —pregunta Marcos, perplejo.

—Sí, era importante para mí ir regularmente a los entrenamientos estos meses y convertirme en instructor. El más joven de la historia de este arte marcial —le digo orgulloso de mí mismo.

He entrenado muchísimo y me he esforzado todavía más para llegar a este momento.

—Pues la verdad es que me sorprendes, Manuel. Y visto así, es normal que lo hayas querido mantener en secreto. No te hubiese dejado ir y entiendo la relevante que tiene para ti —me dice un Marcos más comprensivo que antes.

—¿No estás enfadado? —me sorprendo agachando la cabeza, porque tengo que pedirle un favor otra vez, se ha vuelto una costumbre.

—No, no estoy enfadado, me quito el sombrero. Sin embargo, como castigo, dos días a la semana deberás entrenar a los chicos.

—Me parece un trato justo —le contesto.

—Y yo sigo sin entender de lo que estáis hablando —interviene Tomás.

—No es nada, solo que tu amigo se ha hecho instructor de una de las disciplinas de lucha más completas del mundo. Lo de sorprendernos se ha vuelto algo muy común, aunque con lo de la boda se superó —le explica Marcos a Tomás.

—Pues me alegro de que te lo hayas tomado tan bien —le digo cogiendo el toro por los cuernos, es ahora o nunca —porque necesito pedirte un favor.

—¿Otro? —me contesta Marcos, poniendo caras de circunstancias.

—En realidad, hace tiempo que no te pido un favor, el último fue cuando la pedida de mano y de eso hace más de un mes. Aun así, cuando te cuente lo que estoy planeando, me vas a apoyar, porque sé que tienes muy buen juicio —intento acaramelármelo.

—Eso de hacer la pelota se te da muy bien, amigo —me elogia Tomás.

—Sí, Manuel, se te da muy bien —lo secunda Marcos, sonriendo.

—Y cuando te cuente todo, vas a ver que la idea te va a encantar —insisto en suavizar un poco la conversación.

—Cuéntanos tu idea, me tienes intrigado, amigo —me incita Tomás.

—Gracias, Tomás, tú sí que eres comprensivo —comienzo con la táctica de ganármelo de aliado—. En realidad, quiero hacer lo mismo que estoy haciendo contigo, lo de ayudarte a aprobar el examen que tienes en dos semanas, pero con un compañero que necesita mi ayuda.

—Ya sabes que no puedes acompañar a Tomás en el examen —me recuerda Marcos.

—Lo que no entiendo, ya que nosotros dos solos podríamos ir sin problema y estaríamos a salvo. Pero como eres el que da las órdenes y no quiero llevarte la contraria, he preparado un dosier con todo lo relacionado con la seguridad en el campus. No te olvides de llevártelo hoy contigo —sigo intentando acaramelármelos a los dos.

—Es todo un detalle, Manuel, pero ayudar a un amigo a examinarse es algo que no puedo permitir —me dijo Marcos serio.

—En realidad, me presento yo también. ¿No querrás que mi expediente académico se vea perjudicado porque hemos salido del programa después de los exámenes?

—¿Lo dices en serio? —Marcos no termina de creérselo.

—Pues claro. Y podría aprovechar para ver tan solo veinte minutos a mi futura esposa cuando terminásemos.

—¿Cuándo serán los exámenes? —pregunta Marcos concentrado.

—El catorce y el quince de mayo, en dos semanas —le digo.

—Esos son los de Tomás —me responde Marcos.

—Perdona, pensaba que me estabas preguntando por los de él. Los nuestros son del diecinueve al veintiuno, en tres semanas. Pero necesito llegar el diecisiete para poder ponernos al día con las materias que nos faltan.

En realidad no es mucho lo que le estoy pidiendo, aunque no lo digo en voz alta.

—¡Si tú sabrás más que el profesor! —exagera Tomás.

—Amigo, así no me ayudas. Además, es importante plantear las soluciones conforme a lo que solicita el profesorado, no según nuestras propias directrices. Tengo un piso franco, pasaré todos los días con mi amigo y no veré a nadie sino a él. Comeremos y estudiaremos allí. Cuando hayamos acabado por la tarde, ya que nuestros exámenes empiezan todos los días a las tres, me ducharé, me cambiaré, veré a mi prometida media hora y volveré.

—¿La verás media hora y volverás? —Tomás sigue sin servirme de mucho.

—Hombre de poca fe. Por supuesto que llegaré por la mañana, pero desapareceré de escena y me pondré de camino para regresar con vosotros. Dos o tres semanas después estaremos fuera y no voy a arriesgar eso por nada del mundo —digo gastando mi último cartucho.

—Yo voy a extrañar todo esto, nunca he sido tan feliz en mi vida. No echo de menos nada de mi vida anterior. Quizás porque no tenga amigos ni familia que me estén esperando —se sincera Tomás.

—Pero los tienes aquí dentro —le digo yo refiriéndome a Marcos y a mí —y ya verás la vida de estudiante, es de lo más estimulante.

—El futuro sí que me apetece, parece que a partir de ahora todo solo puede ir a mejor. Y si tenemos algún problema, robamos un helicóptero y desaparecemos —le toma el pelo Tomás a Marcos.

—Yo prefiero robar una moto. Perdona, siempre me olvido de que tenemos delante a un hombre de la ley —sigo con la broma, aprovechando que saqué el carné la semana pasada.

—Yo no me reiría mucho. A ver qué hacéis con los coches que tenéis y las motos que trajeron hace unas semanas. Todavía no entiendo cómo no se ha partido nadie la cabeza aún —se queja Marcos.

—¿Tú has visto con qué maestría conducimos? —presumo, picándole un ojo.

—Pues por eso lo digo —responde Marcos.

—Al final, lo de los exámenes. ¿Cómo lo ves? —insisto, regalándole mi mejor sonrisa.

—Lo veo, pero no hagas ninguna estupidez —me dice para mi sorpresa.

—Sí, señor —le respondo serio, aunque agradecido.

—Ibas a ir de todas formas —se queja Marcos.

—Pues hablad de eso que estabais hablando antes de yo llegar, que en una hora seguimos con los estudios, Tomás. Deja que coma algo y coja prestada la guitarra. Marcos, diles a los chicos que los martes y jueves dos horas de Systema a las nueve de la mañana, después de correr.

—¿No era yo quien tenía el mando? Este chico no cambia ni cuando te quiere hacer la pelota —se queja Marcos negando con la cabeza.

—Si te parece bien, claro —rectifico con mi mejor sonrisa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro