Capítulo 16
— Nena, hablé con el kinesiólogo y me dijo que puedo volver a trabajar en diciembre.
Mi cabeza se llena de preguntas, pero la principal no me deja tranquila.
¿Qué ocurrirá con nosotros?
Trago saliva, sin saber exactamente cómo reaccionar. Yoon-gi me mira atentamente está a medio camino de subirse sobre mí y su pecho sube y baja rápidamente producto de nuestro profundo beso de hace un par de segundos.
¿Qué se supone que debería decir?
— Eso es genial, oppa. —le respondo cuando noto que me mira preocupado por mi largo silencio.
Me incorporo en silencio y me siento, haciendo que Min Yoon-gi se corra un poco hacia el lado. ¿Qué hago? ¿Qué digo? Me remojo los labios al mismo tiempo que me paso la mano por el cabello.
— Es una excelente noticia, definitivamente. —intento sonreírle, no sé si lo logro.
También se sienta. Sus ojos me miran brillantes en la oscuridad de la habitación. Sé que él está emocionado por volver, lo tengo más que claro, y por lo mismo no me permitiría amargarlo con mis preguntas. Pero es que no dejan de venir a mi cabeza.
Estiro mi mano y le acaricio la mejilla.
— Estoy muy feliz por ti, oppa. —me acerco y le doy un pequeño beso en la frente. Vuelvo a hablar después de un momento— Ven, vamos a dormir.
Sé que, si tenemos sexo ahora, terminaré llorando como la primera vez porque estoy muchos sentimientos encontrados. Vuelvo a acomodarme en la cama y quedamos en la misma posición inicial, abrazando a Yoon-gi por la espalda. ¿Cómo le explico que me preocupa lo que vaya a pasar sin arruinar su emoción? Me da una sensación extraña en el pecho y me tengo que tragar las ganas de llorar. Meto mi mano por debajo de la camiseta de su pijama y toco la cálida piel de su torso.
¿Estoy dejando de ser sincera si no le digo cómo me siento? Totalmente.
¿Dejaría de ser sincera para que Min Yoon-gi esté feliz? No lo sé. Hace un momento estaba apreciando su hermosa sonrisa, pensando en que no quiero que nunca abandone su hermoso rostro, pero no encuentro totalmente justo para él mentirle u omitirle información.
Me sentiría demasiado hipócrita.
— ¿Puedes cantar algo para mí? Tu voz es realmente hermosa. —la profunda voz de Min Yoon-gi me saca de mis pensamientos.
Me muerdo el labio inferior. ¿Una canción? ¿Qué debería cantar? En este momento sólo puedo pensar en canciones tristes. Lo abrazo más fuerte, escondiendo mi cara en su espalda.
— Esto es un poco vergonzoso.
Se ríe suavemente y mi corazón se siente cálido. ¿Qué importa la vergüenza?
Es mejor cantar algo con lo que me sienta cómoda. Alguna canción que haya escuchado antes de venir a Corea, cuando era adolescente. Y recuerdo lo que me dijo sobre que quería que yo fuera la persona que arreglara su corbata cuando estuviera torcida.
Pienso en una canción realmente hermosa.
Me aclaro la garganta antes de empezar.
https://youtu.be/yyvW5Na_6eU
— When your legs don't work like the used to before and I can't sweep you off of your feet...
Nunca le había dedicado una canción a nadie, y cantarle a alguien es como dedicársela. Es por eso que debía elegirla con cuidado, no podía llegar y cantar Gasolina de Daddy Yankee.
Sigo acariciando su piel mientras canto, pensando en todas las cosas que Yoon-gi provoca en mí. Quizá es mucho pensar en un futuro tan lejano como dice la letra de la canción, pero creo que es la adecuada.
— Hiciste que se me erizara la piel. —dice después de que terminé de cantar y nos quedamos callados.
— Realmente sentí lo que cantaba.
Se gira y quedamos mirándonos. Sus ojos apenas se mantienen abiertos por el sueño, pero aun así me sonríe. Le sonrío de vuelta, olvidando todo lo que pasaba por mi cabeza hace un rato. Quizá mañana le diga todo lo que pienso.
Lo primero que siento cuando abro los ojos es una suave caricia en mi brazo. Me quejo y cierro los ojos otra vez.
— Buen día, dormilona. —una profunda voz me hace abrir los ojos nuevamente.
Cierto, anoche dormí en la habitación de Min Yoon-gi, como él me había pedido más de una vez. Me giro lentamente y me lo encuentro recostado a mi lado, con los ojos bien abiertos y sus labios curvados hacia arriba en una preciosa sonrisa. ¿Cuánto rato lleva despierto?
¿Qué hora será?
Comienzo a sentarme, pero me sostiene por los hombros y me empuja suavemente hacia atrás para que vuelva a recostarme en la cama.
— Quédate ahí, te hice el desayuno.
Toma una bandeja que reposaba sobre la mesa de noche y la pone sobre la cama.
— No puedo comer recostada. —me río.
Min Yoon-gi se ve más animado de lo normal, sus labios no dejan de esbozar una sonrisa y sus ojitos parecen dos medias lunas. No deja de conversarme sobre diferentes cosas. Me siento hipnotizada todo el rato que comemos. Podría acostumbrarme a despertar todos los días así, pero...
Cierto, cuando comience diciembre esto se terminará.
— Oppa, debo hacerte una pregunta. —me limpio los labios con una servilleta cuando terminé de comer.
— Primero tomemos un baño.
Toma mi mano y tira de mí fuera de la cama, se dirige hacia la puerta del baño, pero de repente se devuelve hacia la mesa de noche como si olvidara algo. Saca una tira de condones.
Vaya.
Me guiña el ojo cuando me sorprende mirándolo y vuelve a conducirme hacia el baño. Se detiene junto al jacuzzi y comienza a llenarlo con agua.
Vaya, otra vez.
De repente el recuerdo de mí intentando relajarme ahí mismo se apodera de mi mente. Sí, el mismo día que me caí de culo porque pensé que Min Yoon-gi finalmente había llegado y yo estaba haciendo cualquier estupidez. Ese día pensé que perdería mi trabajo.
Sin darme cuenta, Yoon-gi ya se había quitado el pijama y se está metiendo en el agua. Lo sigo apresuradamente y me siento a su lado. El agua caliente y la espuma provocan inmediatamente que mis músculos se relajen. Me deleito con el olor. Rosas.
— El olor a rosas es afrodisiaco. —señalo.
— Lo sé.
La forma en la que pronuncia esas dos palabras hace que mi cuerpo vibre. Min Yoon-gi estira su mano y la pone sobre mi nuca, atrayéndome con cuidado hacia su rostro. Cierro los ojos cuando nuestros labios se juntan tan placenteramente como siempre.
— Ayer no pudimos terminar lo que habíamos comenzado. —se separa para hablarme.
Sus ojos se ven intensos y casi como si fueran negros, y sus labios lucen rosados y apetecibles. Sin dudarlo me acerco nuevamente a él, ahora besándolo un poco más brusco. Mi lengua se abre paso entre sus labios y cuando abre la boca para recibirla aprovecho de mordisquearle suavemente el labio inferior. Con un suave gruñido me toma por la cintura y me sienta sobre él. Su pene erecto queda entre nuestros cuerpos, rozándome. Siento frío en los pechos, que anteriormente habían estado cubiertos por el agua caliente, y se me ponen los pezones duros.
Yoon-gi lleva sus labios húmedos hacia mi cuello y tiro mi cabeza hacia el lado para que tenga un mejor acceso. Me pone las dos manos sobre las tetas y las aprieta lo suficiente como para hacerme gemir y no tanto como para que me duela. Vuelve a llevar sus besos a mis labios y yo pongo mis manos sobre su torso, delineando con las yemas de mis dedos cada uno de sus músculos, bajando cada de a poco hasta llegar a su pene y agarrarlo con mi mano derecha con decisión. Suelta un suspiro y muerdo nuevamente su labio mientras empiezo a mover mi mano de arriba abajo con suavidad. Tira la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, disfrutando de la atención que le estoy brindando. Siento cómo su pene se pone todavía más duro bajo mi tacto y los músculos de mi vientre se contraen deliciosamente.
— Métemelo ya. —estiro mi brazo para buscar uno de los condones.
— No tan rápido, Han.
Con una destreza increíble me baja y me pone sobre mis rodillas, quedando de espalda a él.
— Apoya las manos y la cabeza en el borde.
Sin dudarlo, le hago caso y me pongo en la posición que me indica. Escucho cómo separa un condón de la tira y lo abre para ponérselo, pero no me penetra inmediatamente, sino que pone la palma de su mano sobre mi vagina y me acaricia el clítoris suavemente, casi con maestría.
— Mira hacia adelante. —me pide cuando nota que tengo los ojos cerrados disfrutando de su tacto.
Abro los ojos e incorporo levemente la cabeza para mirar hacia donde me pide. Justo frente a nosotros se encuentra la pared que está cubierta de espejos y ahí estoy yo, con las mejillas rojas y el cabello desordenado, gozando la forma en la que Yoon-gi pasa sus dedos entre mis labios húmedos. Me mira fijamente a través del espejo, con la boca entreabierta. Si pensaba ponerme el doble de caliente, lo logró. Mirarnos es el mejor panorama. Suelto un pequeño gemido cuando introduce uno de sus dedos en mí y comienza a moverlo de forma circular. Lo pasa una y otra vez sobre ese punto que me hace explotar y siento cómo un orgasmo se empieza a apoderar de mi cuerpo. Introduce un segundo dedo y le da especial atención a aquel punto cuando comienzo a mover las caderas por mi cuenta, ayudándolo. Las paredes de mi vagina comienzan a contraerse una y otra vez cuando siento esa increíble oleada de placer provocada por sus dedos. Arqueo la espalda involuntariamente y suelto un gemido.
— No sabes cómo me pone mirarte.
A mí también.
Dirijo la vista nuevamente hacia el espejo, mirándolo cuando lleva sus dedos a su boca para limpiarlos. Luego mira hacia abajo y con la misma mano toma su pene y lo pasea por mis labios, sin meterlo dentro. Suelto un gemido, echando las caderas hacia atrás en un vano intento de que me penetre. Echa su torso hacia adelante, poniendo su boca al lado de mi oreja.
— ¿Sabes? Creo que esta se está convirtiendo en mi posición favorita. —susurra.
Su lengua me acaricia el lóbulo y después baja por mi cuello, hasta mi hombro, donde deja un suave mordisco al mismo tiempo que me penetra. Suelto todo el aire que tenían acumulados mis pulmones, sintiendo cómo toda su longitud de introduce lentamente en mí. En esta posición su pene puede entrar más profundo que en las otras. Se incorpora y comienza a mover sus caderas suavemente, sujetándome la cadera con una de sus manos y el cuello con la otra.
— Hazlo más rápido. —pido, mirándolo por el espejo.
Luzco sumisa y me gusta.
Parece un poco sorprendido, pero acata inmediatamente a mi petición y sus caderas me impactan con más fuerza sobre mis glúteos. Tengo que afirmarme bien del borde del jacuzzi para mantener el equilibrio. El agua comienza a desbordarse por de las pequeñas olas que producen nuestros movimientos.
— Si tuvieras el cabello más largo lo tomaría y tiraría de él.
Supiera que me lo corté por la misma razón. Algún día se lo contaré.
No le respondo nada, en cambio, lo miro por el espejo mientras me muerdo el labio inferior. Mi cuerpo se mueve hacia adelante y atrás producto de las fuertes embestidas que me da. Aprieta suavemente su agarre en mi cuello y me parece totalmente placentero, así que comienzo a mover mis caderas, siguiendo su ritmo.
— Si haces eso me voy a correr.
No me detengo ante su advertencia, pero unos juguetones dedos se ponen sobre mi clítoris y lo acarician circularmente, con suavidad. Me dan ganas de cerrar las piernas producto del placer que me da su pene y sus dedos, pero no puedo.
Tengo una sensación extraña, como si me fuera a orinar, pero sé que es un nuevo orgasmo que se avecina. Arqueo mi espalda, sintiendo que el placer se está apoderando de mí. Yoon-gi aumenta la velocidad de sus embestidas porque también se va a correr. Los músculos de mi vagina se contraen repetidamente sobre su palpitante pene, que también acaba de llegar al orgasmo.
Se echa hacia adelante y apoya su frente sobre mi hombro, respirando agitadamente.
— Esta es mi posición favorita. —concluye.
Finalmente, no pude decirle nada. No quise romper el ambiente romántico que se había formado luego de tener sexo como animales en el jacuzzi. Ahora me estoy arreglando para la cena que Yoon-gi me mencionó anoche. Realmente cumple con su palabra.
Me maquillo sencilla, puesto que no quiero llamar mucho la atención. Voy a ir a comer con el mismísimo Min Yoon-gi. Lo que menos quiero es que nos miren de más. Me aplico tinte rojo en los labios antes de salir del baño y observo el vestido negro que elegí para ponerme. No tiene ningún diseño en específico, sólo es un vestido negro con escote en v y que llega hasta la mitad de mi muslo.
En realidad, no tengo más vestidos que este.
Me lo pongo y veo que todavía me queda, lo compré hace tres años para un evento que hicieron en la universidad. Ahora que lo pienso, temo verme vulgar al lado de Yoon-gi. Me pongo los mismos tacones negros que usé hace tiempo para acompañarlo a las sesiones de kinesiología y tomo el pequeño bolso negro en el que guardé mis pertenencias. Cuando salgo de la habitación me encuentro a Min Yoon-gi sentado en el sofá. Lleva un traje negro y camisa blanca, sin corbata. No puedo negar lo sensual que se ve a pesar de estar vistiendo lo tradicional.
— ¡Mírate! —se levanta de su lugar y camina hacia mí.
Me pone las manos sobre la cintura mientras con sus ojos recorre todo mi cuerpo y, finalmente, mi rostro.
— No es la gran cosa, sólo un vestido y maquillaje simple.
— No necesitas más que un vestido y maquillaje simple para verte radiante.
Me aclaro la garganta cuando siento que las mejillas me empiezan a arder y bajo la vista hacia el piso. Siento unos dedos tirar suavemente de mi barbilla hacia arriba. Los ojos de Yoon-gi brillan, pero es diferente a cuando tenemos sexo, me hace sentir como si estuviera viendo lo más hermoso que ha visto alguna vez en su vida. Suelto un suspiro sin darme cuenta.
— Eres tan hermosa que hasta cuando estás sin maquillaje me quedo como idiota mirándote. —pone sus manos en mis mejillas, apretándolas levemente y haciendo que mis labios sobresalgan y se entreabran— Eres tan hermosa que no necesitas ningún accesorio para resaltar, tu cara y tu cuerpo son tu mejor accesorio. —suelta una pequeña risa— Mierda, hasta vestida con un saco de papas te verías bien.
Me pongo todavía más roja.
Y ahora lo comprendo. Nunca nadie me había hecho sentir de la forma en que lo hace Min Yoon-gi. Nunca nadie me había hablado de la forma en la que él lo hace. Y, no voy a mentir, nunca nadie me había dado placer de la forma en la que él lo hace. Y es que si él fuera una persona normal no importaría, me aferraría a su cintura hasta que llegara el momento indicado de dar el siguiente paso en la relación. Pero no. Él una de las personas más famosas de Corea del Sur y del mundo entero. Y nada ni nadie puede asegurar que cuando él vuelva a trabajar podamos seguir estando juntos como pareja. Se me forma un nudo en garganta y comienzo a ver borroso producto de las lágrimas que quieren salir de mis ojos.
— ¿Qué pasa, cariño? No llores.
Me abraza y apoyo mi cabeza en el hueco de su cuello, oliendo el exquisito perfume que siempre lleva. No me atrevo a decirle el motivo de mi llanto, pero intento recomponerme lo más rápido que puedo.
— Se me estropeará el maquillaje si lloro. —me echo hacia atrás para quitar con cuidado las lágrimas rebeldes que se habían atrevido a salir y le dedico una sonrisa— Tú también te ves radiante.
Me sonríe de vuelta y camina hacia donde está colgado mi abrigo, lo saca y me ayuda a ponérmelo. Después de ponerse el suyo coge las llaves de su auto y me ofrece el brazo para que salgamos.
— Necesito comprar más condones. —me dice cuando llegamos de vuelta del hermoso restaurante.
Lo miro con los ojos un poco abiertos y se ríe de mí.
— Mira, Han-ssi —me explica, llamándome de la misma manera en la que yo lo había llamado una vez anterior. En general, se considera ofensivo utilizar ese pronombre junto con el apellido y no con el nombre. Si hubiera sido otra persona no hubiera dudado en despedirme—, llevo toda la noche tentado con esos hermosos labios rojos y no he podido besarlos en ninguna ocasión. Vas a tener que soportar que te ponga en posición de perrito y te dé toda la noche. Voy a necesitar más para hacer todas las cosas que quiero hacerte.
Ahora soy yo la que se ríe.
— Se me hubiera estropeado el maquillaje —le reclamo, señalándome los labios—. Además, ¿qué hubiera pensado la gente si vieran Suga besando a una chica?
Se muerde el labio y mira hacia arriba como si estuviera pensando mientras que con una mano me atrae por la cintura. Nuestros cuerpos chocan suavemente y no me corro porque pasaría la eternidad pegada a él.
— Quizá pensarían que quiero mucho a mi novia y que soy muy afortunado.
Creo que eso está totalmente alejado de lo que pensarían algunas de sus fans. ¿Realmente estaría dispuesto a revelar que está en una relación? No es algo que se pueda tomar a la ligera.
— A la vuelta te dejaré besarme y darme de perrito toda noche. —le insinúo.
Me dirijo nuevamente a la puerta y salgo sin esperarlo. Me alcanza cuando estoy presionando el botón del elevador.
— ¿Lo dices en serio? —me pregunta, con los ojos brillantes y las mejillas ligeramente rosadas.
Por un momento me imagino la escena y también se me enrojecen las mejillas. Quiero que Yoon-gi me tome del cuello de la misma manera que en la mañana.
Asiento con la cabeza, mirándolo fijamente.
— Entonces hay que darse prisa porque estamos perdiendo preciado tiempo.
Me toma de la muñeca y me arrastra hacia dentro del ascensor, luego me arrastra hacia la calle. Afuera del edificio está parado un chico vestido de negro que me queda mirando cuando Yoon-gi no se da cuenta. Yo también lo miro y no puedo reconocerlo porque lleva mascarilla y capucha. Es extraño. Después de caminar media manzana me quedo afuera de la farmacia esperando a Min Yoon-gi termine su compra. A lo lejos puedo seguir viendo a aquel chico que mira en esta misma dirección, como si me estuviera mirando a mí.
Pero eso es demasiado descabellado, ¿no? ¿Por qué un extraño me miraría de esa manera?
Me abrazo a mí misma en un intento de apaciguar el frío que siento, además de la incomodidad de sentirme observada por un desconocido.
— Todo listo. —Min Yoon-gi llega a mi lado, mostrándome una hermosa sonrisa y una bolsa donde supongo que están los condones.
Doy una rápida mirada hacia el chico de negro. Todavía está ahí, mirándonos desde la lejanía. Me cuelgo del brazo de Yoon-gi para sentirme más protegida cuando emprendemos dirección hacia el edificio, y hacia el misterioso chico.
— Oppa, —digo, intentando calmar un poco mis nervios— cuando estemos arriba debo decirte algo.
Estoy decidida a decirle cómo me siento desde anoche. No es justo que le esté ocultando mis sentimientos.
Quizá juntos podamos llegar a una solución juntos.
O quizá no.
— ¿Mi-suk? ¿Han Mi-suk? —una voz que realmente se me hace conocida me habla desde el lado.
Miro y es aquel misterioso chico. Trago saliva. ¿Cómo sabe mi nombre?
Dejo de caminar lentamente, aferrándome aún más fuerte al brazo de Min Yoon-gi. No voy a negar que siento un poco de miedo.
— ¿Quién eres? —pregunto sin rodeos.
El chico retira su capucha y baja su mascarilla. Siento como si todo fuera en cámara lenta y no puedo creer lo que ven mis ojos.
— ¿Oppa? —pregunto.
Suelto a Yoon-gi y me acerco lentamente a él.
No hay duda de que es él.
— ¡Oppa! —afirmo esta vez.
Me tiro a sus brazos que me esperan abiertos y su calidez me invade. No quiero separarme de él nunca.
— ¿Han Mi-suk? —la voz de Min Yoon-gi se hace presente.
Me alejo del chico y giro la cabeza para mirarlo. Lleva mascarilla, pero puedo notar a kilómetros que está totalmente serio, disgustado.
Perdón si quedó medio kk el capítulo, andaba con bloqueo creativo y no encontré otra manera de que avanzara unu
También quería decir que el final de este fic se acerca lentamente :( Hacer más capítulos sería alargarla demasiado y sería inútil
Les quiero mucho
-Nini
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