₁₉
Cuando Taehyung tenía siete años, supo que quería pasar el resto de su vida con alguien como los príncipes de las historias que escuchaba con tanta atención, mayor a la que Jeongyeon, la hermana menor de Yoongi, podía lograr.
La niña se había quedado dormida hacia ya rato, y los otros dos, Yoongi y Chanyeol, estaban más concentrados en lanzarse calcetines sucios de una cama a otra. Era una pijamada, y la madre de Yoongi, una hermosa omega de cabellos obscuros y expresión amable les leía cuentos en su voz sedosa y confortable.
Taehyung observó a Yoongi, sus ojos grandes e infantiles fijos en la figura del amigo de su hermano mayor. Era lindo, y le cuidaba cada vez que alguien quería molestarlo, le gruñía a su padre cuando quería regañarlo y conseguía flores y piedras para'u él cada vez que salían al jardín como obsequio.
Ahí, Taehyung decidió que Yoongi sería su príncipe.
Hasta que simplemente no lo fue.
No era justo realmente, pero era lo que había, lo que el destino decidió que sería acorde para alguien como él. No era justo que dedicase toda su vida a alguien que no le amaría como sus idealizaciones le indicaron que lo haría. Fácil era cubrirse los ojos y atribuirle rasgos a una persona, cualidades y facetas que nunca poseerían. Creaba una desdicha grande a la persona cuya forma de amar era elevar a tal ser en un altar imposible de alcanzar, y Taehyung mismo era capaz de testificar a favor de ello.
Dolía, dolía mucho observar en lo que Yoongi se convirtió, y darse cuenta de que siempre fue así. Que no habían cambios realmente, sino vendas cayéndose y recuerdos tornándose amargos en los desdichados "quizás, quizás, quizás..."
Quizás, si Yoongi lo amara un poco más. Quizás, si no se hubiesen casado tan pronto. Quizás, quizás, quizás.
Taehyung estaba harto de los tal vez, de las medias tintas, de lo que quizás sería. Lo amargaba eternamente, ofreciéndole un fruto, una pequeña porción de lo que no poseía y tal vez jamás tendría. De nuevo, el tal vez... ¿Acaso la felicidad no llegaría, acaso era esta una meta o algo consecuente en el camino? Tratar de aprovechar los pequeños instantes, el ahora, todo era casi imposible cuando no había nada bueno que sacar.
Observar a Yoongi de espaldas en la cama que se suponía que era para ambos era algo nuevo, porque a esa hora lo más normal era ya ni siquiera verle. Despertarse tarde un fin de semana junto a su esposo ya no sonaba tan usual, tan rutinario, era más como una anormalidad. Trazó líneas con su dedo índice en la espalda de este, recibiendo suspiros involuntarios antes de atreverse a algo más.
Lo abrazó, su nariz husmeando entre la calidez del cuerpo ajeno, entre sus aromas a madera que siempre le resultaron exquisitos y perfectos para perderse en las feromonas del alfa, de su alfa. Pero ahora su alfa cada vez se alejaba más y más, hasta que se sentía como una presencia ajena a la que no tenía permitido acercarse.
Tan cerca, pero a la vez tan lejos. Acarició la piel de su costado, el tono aperlado incitándole a probar algo más cuando una mano se cernió con rudeza en su muñeca hasta hacerlo chillar. El cuerpo del alfa se giró sobre su espalda, observándolo posteriormente con una muy mala cara.
¿Había hecho algo mal, se había ganado acaso el enojo de Yoongi? —¿Qué mierda haces?
La mala palabra lo hizo parpadear, el calor acumulándose bajo la piel de dos pómulos hasta teñirlos como cerezas. Taehyung tragó en seco, sus labios temblando notablemente. —Pensé que tendrías ganas...
¿Desde hace cuánto no tenía nada con Yoongi, en el ámbito íntimo? Hacia ya un mes, probablemente, y su último celo había sido suprimido solo para darse tiempo a pensar las cosas. Pero con su salud en juego, la idea de seguir arentando contra este no era atractiva. —¡No, Taehyung, no! No es no. No quiero y no lo haré, ¿Acaso estás cerca de tu celo? Porque si es así-
—¡Solo quiero estar contigo! ¿Tan difícil de entender es que pueda estar con mi esposo? Hablas tanto de que no es no pero cuando quieres acostarte conmigo ni siquiera me lo consultas. ¡Todo es a conveniencia contigo!
Las palabras calaron con dureza en el alfa, quien tragó en seco mientras le miraba con sus ojos cafés bien abiertos. Se había sentado al igual que él, mirándole con aquella estupida expresión en su cara. —Yo no te he obligado a nada.
—¿Que no? Sabes muy bien que sí —Taehyung le sostuvo la mirada, sus labios arrugados e disconformidad. Estaba harto y cansado, constantemente empujado a un límite—. La última vez que vi a mis padres me dijeron algo. Mi padre me dijo que por esa razón te casaste conmigo, porque tu familia tenía problemas económicos y él los ayudaba. No quería creerlo, no quiero hacerlo, pero me orillas a pensar que de eso se trató todo.
El par de ojos ni siquiera parpadeaban, el aliento cerrando la garganta de Yoongi mientras lo observaba con aquella expresión que Taehyung no lograba discernir. —Pero tiene sentido, ¿No? Ya no sé ni qué tenemos. Me siento como alguien que comparte piso contigo, no como tu pareja. ¿Qué nos pasó?
Podía ver turbulentas mareas en sus ojos, y Taehyung sabía que las cosas estaban peor de lo que creía. Mucho peor, hasta el punto de resultarle físicamente doloroso.
—Bonito espectáculo te armaste, Taehyung. Felicitaciones —Yoongi rodó sus ojos, levantándose con brusquedad de la cama. El vacío en la cama ya ni siquiera le afectaba, estaba tan acostumbrado que no era nada del otro mundo ya no sentirlo cerca de él.
—Mi celo es en unas semanas —se felicitó mentalmente por la dureza en su voz, la decisión que brotaba de cada palabra que salía de su boca sin siquiera analizarlas demasiado—. No voy a suprimirlo. No más.
Yoongi suspiró. —Ese es /tú/ problema, Taehyung, no el mío.
Quería convencerse de que no dolía mientras veia salir de su habitación rumbo al baño. Pero sabía muy bien que decirse eso a sí mismo era una gran y miserable mentira.
En Jimin siempre veía el amargo recuerdo de lo que pudo ser, pero no fue. Por la culpa de quién fuera, por las razones que fuesen, pero era un tiempo desperdiciado en un futuro que nunca alcanzó del todo. Una bruma de arena que se desvanecía entre sus dedos, y aún así era fácil poder levantarse y decir adiós. Jungkook había aprendido a dejar las cosas atrás, a seguir hacia adelante sin dudarlo. Fue la forma en que lo criaron, sin arrepentimientos ni cavilaciones. Siempre un paso en frente, nunca hacia atrás.
Podía haberlo amado, ferviente y bellamente, pero ahí estaba; pudo ser, pero no era, y Jungkook no era del tipo que se enfrascaría a rememorar y atesorar cosas que ya no aportaban nada bueno. Su facilidad para dejar ir sería algo que atesoraría en un futuro cuando ya no estuviese, de eso estaba seguro.
—Para serte honesto, me fastidia un poco que siempre me llames para vernos —suspiró, sirviéndole una taza de café que había colado recientemente, hallándose este aún caliente y perfecto para beber. Jungkook prefirió no servirse una taza, luego lo haría, cuando estuviese a solas y más tranquilo.
Jimin le miró, su ceño fruncido antes de suavizarse al recibir la taza y soplar el humeante contenido. —Es infantil dejar una amistad después de romper.
—Subestimas la mierda que me hiciste pasar —a pesar de su ruda elección de palabras, su tono era suave y tranquilo, repleto de cansancio. Y es que era una buena representación de la realidad; estaba cansado de seguir siendo arrastrado a una situación que había comenzado a superar—. ¿Para qué viniste?
—Ayer hablé con tu mamá. Me llamó para preguntarme cómo estaba y esas cosas... Por como hablaba, supongo que sabe bien de nuestra separación pero no las- no las razones —las mejillas del omega se ruborizaron, y lamentablemente Jungkook conocía bien el rumbo que la conversación iba tomando poco a poco—. Te agradezco eso. Ellos son como una familia para mí, y lo sabes, por eso me invitó al cumpleaños de Jiwoo y acepté.
Casi gruñó, el desgano brotando de su expresión. —¡Son mi familia!
—¿Y qué pretendías que hiciera, negarle la invitación? No es justo para ella.
—¿Es justo para mí tener a quien me fue infiel por sabrás tú cuánto tiempo junto a mi familia? ¿Tanto te encanta humillarme? —entrecerró los ojos, tratando con demasiado ahínco no ofuscarse. Pero era difícil, continuaba imaginándose a Jimin, tan campante como siempre, entre sus hermanas y primos sabiendo muy bien las barbaridades que llegó a hacer a sus espaldas—. Pareciera que no procesaras que no estamos juntos y que no quiero tener que relacionarme contigo.
—¿Y con Taehyung sí? La última vez que chequeé, es el esposo de mi pareja —aquella oración sonaba tan condenadamente mal, y Jungkook terminó recordando al omega castaño y pequeño.
Mierda. No quería a Taehyung cerca de Jimin, exponerlo de esa forma era lo que menos pretendía. No se merecía estar cerca del hombre con el que su esposo le era infiel, ni tampoco ser expuesto a desplantes de su madre en favor a Jimin.
Era algo que no procesó bien días antes, algo que solo resonó en su cabeza con la indeseada, e involucrada contra su voluntad, presencia. Debía cancelarle a Taehyung si quería mantener las aguas tranquilas con el chico, algo que, por razones aún por descifrar enteramente, quería con demasía.
Era claro que Taehyung le atraía, no solo físicamente, su personalidad le gustaba tanto y lo envolvía en una calidez nunca experimentada. Quizás, en eso iban sus deseos por no causarle incomodidad ni dolor. —Vuelve a meter a Taehyung en esto y no respondo. Pero parece que eso es lo que buscas, que termine buscando a Yoongi para decirle las cosas en la cara.
Jimin palideció, dejando la taza con brusquedad sobre la mesa. Aún estaba casi llena, de hecho. —No vas a hablar con Yoongi. Ni siquiera te tiene en muy alta estima.
—No me digas, no podré dormir con eso en mente —respondió, la inexpresividad que portaba en su trabajo arropando sus facciones como una máscara perfecta y eficiente—. Me importa absolutamente poco, por no decir nada, lo que el imbécil de Min Yoongi piense. Tampoco me importa que pienses que me estoy acostando con Taehyung, pero igual te aclaro que dejes de proyectar a la basura que tienes a tu lado en todos los demás.
—Ya basta, córtalo. No vine acá para que uses tu bendita condescendencia conmigo e insultes a Yoongi.
—Entonces vete. Si quieres relacionarte con mi familia a pesar de todo lo que hiciste, hazlo, mucho descaro el tuyo pero mi consciencia está sana. Yo no ando lastimando a inocentes por no saber tomar decisiones como un adulto.
Un sentido de deja vu lo llenó al ver a Jimin maldecir y salir de su casa tal como la última vez que lo vio. Pero analizándolo bien, tener unas dos palabras con Yoongi no sonaba del todo mal.
Nota importante: Esta historia se actualizará los días Sábado
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