Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

【 068 】



lxvii. the beginning of the end

¡No se olviden de comentar y votar!
Lean la nota del final <3
Disfruten de su lectura

omnisciente

Habían ya pasado semanas desde el cumpleaños número diecisiete de Draco. Y el final del curso cada vez estaba más cerca.

El alumnado de Hogwarts recién comenzaría sus últimas evaluaciones por lo que la gran mayoría se encontraba estudiando aquel atardecer.

Heaven no era la excepción. Ella se encontraba en la Torre de Gryffindor junto a Marietta, su hermana Hazel, Ron Weasley y Hermione Granger.

Marietta se acomodó sobre el hombro de Heaven para hacer un comentario burlesco sobre la pelea que Ron y Hermione habían tenido minutos antes.

—Estoy aburrida —murmuró Heaven empujando los pergaminos fuera de su vista.

—Yo tampoco quiero estudiar —dijo Marietta.

Antes de que alguien pudiera responderles, Harry entró a la sala común como torbellino, luciendo más pálido de lo normal y parecía estar bastante molesto.

—¿Harry? —lo llamó Marietta con preocupación.

El azabache miró al grupo completo y se acercó a ellos.

—¿Estás bien? —le preguntó Heaven.

Harry hizo una mueca pero asintió.

—Estoy bien. Ron, ¿puedes pasarme mi mochila? —el pelirrojo asintió sin cuestionarlo, y una vez que Harry tenía su mochila con él, sacó el mapa del merodeador y su capa invisible—. Acabo de enterarme de algo.

—¿Qué sucedió? —preguntó Hazel.

—Snape fue quién le contó a Voldemort sobre la profecía. Por su culpa, hemos sido atormentados toda nuestra vida.

—¿Qué? —exclamó Ron confusión—. ¡Me debes estar jodiendo!

—¿Cómo lo averiguaste? ¿Estás seguro?

—Trewlaney prácticamente lo delató —hizo una pausa—. Y estoy seguro porque Dumbledore me lo confirmó.

—¿Y cómo le permite ser parte de la Orden de Fénix? —cuestionó Hazel con desagrado.

—No tengo tiempo para explicar todo —dijo Harry—. Acompañaré a Dumbledore a encontrar un Horrocrux.

—¿Estás seguro de que debes ir? Sabes que a Lily no le agrada la idea de que pases mucho tiempo con Dumbledore, puede ser bastante peligroso, Harry —le dijo Heaven.

—Estoy de acuerdo con ella —dijeron Marietta y Hermione a la vez.

—Eso no es lo importante —le entregó el mapa del merodeador a Heaven—. Dumbledore saldrá del castillo, lo que le dará vía libre a Malfoy para llevar a cabo lo que sea que está tramando.

A Heaven se le revolvió el estómago. Aún no había podido hablar sobre su relación con Draco con sus hermanos, y cada vez dudada más de tener tiempo para hacerlo.

—Suena estúpido pero tengo un mal presentimiento respecto a él. Necesito que lo vigilen. Y a Snape también, sé que están juntos en esto. Deberían reunir a los demás del Ejército de Dumbledore. Necesito que le hagan guardia.

—Harry... —murmuró Hermione con confusión, y el resto estaban en el mismo estado.

—No hay tiempo para que les tenga que explicar —dijo Harry con frustración—. Confíen en lo que les digo —de su mochila también sacó unos calcetines hechos bola y se los entregó a Ron.

—Gracias, pero ¿para qué los quiero? —el pelirrojo frunció el ceño.

—En uno de ellos está lo que resta de Felix Felicis. Repártanselo. Tengo que irme, Dumbledore está esperándome.

—¡Espera! —exclamó Marietta mirando con temor a su novio—. No necesitamos la poción. Tómala tú. No sabes a lo que te puedas enfrentar.

—No me pasará nada. Estaré con Dumbledore—dijo Harry—. No me miren así. Por favor, tengan cuidado. Y no se olviden de llamar a la Orden del Fénix en caso que se ponga feo.

Fue lo último que dijo antes de salir por el retrato junto a su capa de invisibilidad.

—No debí decir que estaba aburrida —murmuró Heaven ocasionando la risa nerviosa de los demás a excepción de Hermione.

—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Ron—. Es decir, ¿cómo?

—Tú deberías ir por Ginny y Neville —dijo Hazel poniéndose de pie—. Ustedes dos deberían ir por Luna.

—Yo vi a los tres en la biblioteca hace como una hora, supongo que deben seguir allí —dijo Hermione—. Yo iré por ellos.

—Bueno —Hazel se giró hacia Heaven y Marietta—. En el baño del segundo piso, hay una caja llena de artefactos Weasley, podrían ser útiles en algo. ¿Podrían ir por ellos?

—No hay problema —dijo Marietta.

Heaven no dijo nada pero se puso de pie, la idea no sonaba tan mal.

Luego de repetir el plan una vez más, todos se dirigieron a sus respectivas tareas, y de mala gana, Heaven tuvo que dejarle el mapa del merodeador a su hermana Hazel.

Mientras ambas jóvenes caminaban por los pasillos del colegio, Marietta notó la evidente inquietud de Heaven.

—¿Estás bien? —le preguntó con angustia.

—Sí, bueno, no lo sé —le respondió encogiéndose de hombros—. No he visto a Draco desde hace un par de días. No sé qué está pasando. No sé si está a salvo.

Marietta asintió y se detuvo—. Si quieres ir a buscarlo, hazlo. Yo te cubro.

Heaven abrió la boca con sorpresa—. No pasa nada...

—Yo te cubro —repitió Marietta sonando segura de si misma.

Heaven le sonrió, y comenzó a avanzar en dirección de la sala de menesteres.

Cuando llegó intentó varias veces adentrarse pero la sala no se lo permitía. Suspiró con frustración y tuvo la idea de ir a las mazmorras.

El camino para llegar era algo cansado, ir del séptimo piso hasta las mazmorras era un recorrido bastante largo que podía durar varios minutos.

Sin embargo, cuando estuvo a punto de poner en marcha su plan, se alegró al toparse con Blaise Zabini, uno de los amigos más cercanos de Draco.

—¡Blaise! —exclamó la rubia llegando hacia él.

—¡Heaven! —imitó el tono de la joven.

—¿Has visto a Draco? —le preguntó de forma directa.

Blaise cambió su expresión en el rostro y comenzó a negar.

—No, Heaven. Pero lo mejor es que justo ahora no intentes buscarlo. No es muy seguro —le advirtió—. De hecho, ¿qué se supone qué haces aquí? No deberías de estar fuera de tu dormitorio. Deberías regresar a tu sala común y encerrarte en tu dormitorio —enroscó su mano en la muñeca de Heaven y comenzó a caminar fuera del pasillo.

—¿Sabes que está sucediendo? —le preguntó mientras avanzaba detrás de él.

Blaise hizo una mueca—. Escucha lo que te digo, cielito.

—Por favor, necesito hablar con él —le suplicó con frustración—. No le he visto desde el jueves, y como he estado ocupada con los exámenes no creí que pasaría algo malo.

Se escucharon unos pasos a un par de pasillos de distancia, y Blaise miró con los ojos llenos de pánico a la rubia.

—Heaven, de verdad, tienes que irte de aquí —le repitió con nervios.

—¿Por qué sigues diciendo eso? —frunció el ceño, soltándose bruscamente del agarre de Blaise.

—Porque van a llegar en cualquier momento, y tú al ser una Potter estás en bastante peligro.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —le preguntó con confusión—. ¿En dónde está Theodore?

Blaise miró a la rubia por un par de segundos mientras las pisadas y murmullos se hacían más presentes.

—Heaven, casi no te conozco pero ya te tomé bastante cariño, y por esa razón es que haré esto... espero que no te molestes tanto.

Heaven estuvo apunto de replicar pero lo último que escuchó fue un hechizo salir de los labios de Blaise para luego sentir cansancio extremo y sus ojos pesados hasta que todo se volvió negro.

James Potter supo que algo andaba mal desde que un mal presentimiento lo atormentó desde que comenzó el día.

Lily le había dicho que probablemente era el delirio de persecución que los acorralaba desde hacía un poco más de una década atrás.

El saber que tus seres queridos están en constante peligro luego de haber sido atacados es un trauma que residiría con ellos por el resto de sus vidas. Y por muy triste que fuera, de cierta manera habían aprendido a vivir con ello.

Pero esta vez el presentimiento iba más allá del vacío en su estómago, y sus manos temblorosas.

Y entonces, no le extraño en lo absoluto cuando recibieron el llamado de su ex profesora de Transformaciones, Minerva McGonagall o como a él le gustaba llamarla, Minnie.

Al parecer, Dumbledore le había dejado la orden a la profesora que llamara a todos los integrantes de la Orden del Fénix pues el colegio corría peligro.

Lo primero que hizo al llegar a las viejas instalaciones que por muchos años lo consideró su hogar, fue buscar a sus tres pequeños querubines, que al parecer se habían esparcido por todo el colegio.

A la única que pudo ver por un par de segundos fue a Hazel, quién le dió un pequeño informe sobre el otro par que hacía falta.

—Heaven está con Marietta, fueron al segundo piso en búsqueda de unos refuerzos que creí que podrían ser útiles.

James asintió lentamente—. ¿Y Harry?

Hazel hizo una mueca—. Con Dumbledore.

James se frotó el rostro con frustración. ¿Por qué Harry parecía tomar las peores decisiones en los momentos menos indicados?

—De acuerdo, iré por él. Ten cuidado, ¿si? Sirius está en el otro pasillo, ve con él, y si de casualidad te topas con Heaven, llévala contigo.

Hazel asintió, y desapareció al doblar el pasillo, mientras que James emprendió su camino hacia la Torre de Astronomía.

Avanzaba mientras esquivaba y lanzaba hechizos, ayudando a los amigos de Harry que luchaban sin cansancio contra dos mortífagos.

Del otro lado del corredor, notó a su amigo Remus y a Isabella luchando contra uno de los enmascarados, estando detrás de ellos McGonagall enfrentándose con uno de los hermanos Carrow.

En cuestión de segundos, dos cuerpos cayeron a centímetros de donde se encontraba, y momentos después pasó Harry caminando con prisa.

James intentó detenerlo pero no lo consiguió, sin embargo, se alarmó en cuanto notó a Fenrir Greyback yendo detrás de su hijo.

¡Petrificus Totalus! —exclamó una voz femenina detrás de él. Había sido Isabella quien lanzó el hechizo hacia el hombre lobo, cuyo cuerpo cayó por encima de Harry, ocasionando que el azabache cayera de frente.

De un momento a otro, hubo un poco de paz. Los mortífagos fueron atacados, y "noqueados" por unos cortos instantes, así que el grupo aprovechó para acercarse entre sí.

Los amigos de Harry lo ayudaron a ponerse de pie. Mientras que Remus empujó el cuerpo pertrificado de Greyback fuera del camino.

McGonagall anunció que se dirigiría hacia la enfermería junto al resto de los alumnos a excepción de Harry quién James intentaba tranquilizar.

—Harry, respira e intenta contarnos que sucedió.

—¡Snape! ¡Malfoy! —exclamó alarmado mientras miraba de reojo a la rubia parada junto a su tío Remus.

—Harry, no te estamos entendiendo. Respira —le dijo Remus poniendo sus manos en cada hombro del azabache—. ¿Qué sucede con ellos dos?

—Malfoy es un mortífago, y Snape lo sabía. Ambos aprovecharon que Dumbledore salió del castillo para introducir a algunos mortífagos  —hizo una pausa, luego su rostro reflejó furia y miedo a la vez—. ¡Tengo que encontrarlos! —exclamó antes de salir corriendo por el mismo pasillo por donde Snape y Draco fueron vistos por última vez.

—¡Harry! —exclamó James con la intención de ir detrás de él pero Remus lo detuvo.

—Yo iré por él —aseguró Remus comenzando a caminar detrás del adolescente.

Isabella se giró hacia James suspirando—. Tenemos que irnos de aquí.

—Debí ir yo detrás de Harry —dijo James cambiando el rumbo, pero Isabella tiró de su hombro.

—Remus lo mantendrá a salvo. Debemos ir a ver cómo está el resto.

—Todo el día tuve un mal presentimiento, ¿qué se supone que debe ocurrir ahora? ¿En dónde se metió Dumbledore?

Y antes de que Isabella pudiera intentar tranquilizarlo de nuevo, una bomba de humo negro fue arrojada en su dirección.

—¿Eso fue polvo peruano? —preguntó Isabella antes de comenzar a alejarse para inspeccionar de donde provenía.

—¿A dónde vas? —le preguntó James pero no obtuvo respuesta, y unos segundos después todo se vió absolutamente oscuro.

James desesperado comenzó a alejarse del pasillo, doblando por un atajo que conocía desde años atrás que lo llevaría al otro lado del piso, lo cual lo conduciría de forma más rápida a la enfermería.

Sin embargo, notó una silueta caminar en círculos con desesperación.

Se acercó sigilosamente, y se detuvo a un par de metros detrás de quién reconoció como Draco Malfoy.

Recordó las palabras de Harry. Él joven heredero de los Malfoy había sido uno de los causantes de los líos de aquella noche.

Así que tomó con ventaja la distracción del rubio, y lo tomó del cuello de su saco, acorralándolo mientras lo apuntaba con su varita.

—¿Qué están planeando? —le preguntó seriamente, pero el rubio se sorprendió tanto que no respondió.

Draco tuvo que haber seguido al profesor Snape durante su gran escape pero tenía algo pendiente antes de salir de los terrenos de Hogwarts. Sin embargo, nunca se imaginó ser interceptado por James Potter, el padre de la persona por la que había regresado.

—¿En dónde está Dumbledore? —le preguntó James interrumpiendo los pensamientos del rubio—. Responde —le ordenó al no recibir respuestas.

Pero Draco continuó en silencio. No sabía ni cómo reaccionar, y se sentía apenado. Su salvación fue cuando notó el rostro familiar de Isabella acercarse.

—James, déjalo ir —habló la rubia acercándose bastante alarmada.

James frunció el ceño con confusión—. ¿Qué?

—Déjalo ir —le repitió—. Es sólo un niño, déjalo ir.

—Pero Harry dijo que él estuvo detrás de todo esto, es mi deber como...

Isabella se acercó un poco más—. Confía en mi. Déjalo ir —volvió a repetir.

James miró con bastante desconfianza a ambos, sin embargo, soltó a Draco quien seguía en silencio, y se paró frente a ellos por unos instantes.

El hombre azabache notó como Draco tenía una de sus manos dentro del bolsillo de su pantalón de vestir, mientras que la otra estaba aferrada a su varita.

James estaba desconcertado ante la actitud del rubio, que aunque no conocía para nada, se daba una idea de lo que era.

O al menos, lo que era según la perspectiva de Harry.

Draco abrió su boca para decir algo pero Isabella lo interrumpió.

—No pueden irse sin ti —le dijo Isabella—. Anda, vete y mantente a salvo. Por favor. Tu madre te debe estar esperando.

Draco asintió. Sacó por completo la mano del bolsillo y tomó su varita con más firmeza, comenzando a avanzar con prisa por el corredor.

James quién aún seguía bastante confundido, miró a Isabella—. ¿Por qué querías que lo dejara ir? Algo anda mal, Isabella. No debí escucharte —bufó molesto.

—Tiene diecisiete años, James. Draco no es malvado ni cruel como debes creer. Es sólo una marioneta más de Lord Voldemort. Corría más peligro si lo capturábamos que si regresa a su mansión —hizo una larga pausa—. Aparte, Narcissa y yo tenemos un trato, y no puedo romperlo.

James no estaba para nada convencido, pero asintió quedándose en silencio y así poder evitar soltar algún comentario fuera de lugar.

—Es mejor que sigamos nuestro camino —dijo James pero notó que Isabella se quedó quieta en su lugar—. ¿Qué sucede?

—¿Crees que Heaven también este allí? —preguntó la rubia en un hilo de voz.

James suspiró—. Lo más seguro es que sí. Esta es la noche que tanto has esperado, Jeanette. ¿Qué más da?

—No lo sé, ¿qué tal si...?

Su pregunta quedó en el aire pues al otro lado del piso se escuchó una explosión, y ambos se miraron con preocupación.

—Lo mejor es que te vayas adelantando para reunirte con tu familia —le dijo Isabella antes de comenzar a avanzar—. Yo me encargaré de ver que sucedió.

James frunció el ceño—. No puedes huir, Isabella.

—No, pero necesito unos minutos para prepararme —le dijo desde el otro extremo del corredor, alzando las cejas con diversión para luego desaparecer mientras doblaba en la esquina.

James negó con la cabeza, y se decidió a continuar su camino, sin embargo, un pequeño destello capturó su atención desde el suelo.

Se acercó, agachándose para tomar el collar que se encontraba tirado a mitad del pasillo, para luego analizarlo por unos segundos e inmediatamente reconocerlo.

Era el collar de Heaven, el que usaba casi a diario desde que era pequeña, aunque nadie realmente sabía de donde había salido.

James frunció el ceño—. ¿Cómo llegó hasta aquí? —se preguntó a sí mismo en voz alta.

Su mente retrocedió unos minutos atrás acompañada de la imagen del joven Malfoy titubeante frente a él mientras parecía querer decir algo y que curiosamente mantenía una de sus manos dentro del bolsillo de su pantalón.

James cerró los ojos, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo.

Recordó las palabras de Ron Weasley cuando todos los amigos de sus hijos estuvieron en la finca de sus padres. Específicamente cuando el pelirrojo relató que Hermione Granger supuestamente había inventado el rumor que Heaven salía a escondidas con Draco Malfoy.

Recordó como Heaven se quedó quieta, y esperó a que alguien saltara en su defensa.

¿Cómo no pude darme cuenta antes? Se preguntó a sí mismo mientras continuaba su camino.

Y si bien no estaba tan molesto, no podía evitar cuestionarse que otras cosas Heaven podría ocultarle.

Cuando Heaven abrió los ojos sintió un fuerte olor a humedad, notando la oscuridad que la rodeaba.

Recordó lo último que sucedió antes de quedar inconsciente. Maldijo no haber tomado de la poción que Harry les dejó y de paso, también maldijo a Blaise Zabini.

Su cabeza le palpitaba ligeramente, y comenzaba a desesperarse.

Rebuscó su varita entre su túnica, y en cuatro la encontró exclamó:

—¡Lumos!

El lugar donde se encontraba se alumbró ligeramente. No tardó mucho en identificar el espacio como un cuarto de escobas.

Intentó abrir la puerta pero parecía una tarea imposible. Se echó para atrás y apuntó con su varita.

—¡Dunamis!

La puerta se abrió de manera más brusca de lo que creyó que pasaría. Murmuró un Nox para apagar la luz que emitía su varita y comenzó a caminar de regreso a la Torre de Gryffindor.

Heaven no tenía ni idea de cuánto tiempo había transcurrido pero parecía haber sido bastante, pues el cielo se veía aún más oscuro a través de las ventanas del colegio.

Caminó con prisa, y notó rápidamente como no había ni una sola alma deambulando por los pasillos. El ambiente se sentía denso e incluso algo triste.

Su estómago dio un vuelco, y deseó que nada malo estuviera pasando. Pero una parte de ella sabía que aquel deseo era bastante ambicioso.

Mientras atravesaba un pasillo sintió que alguien la tomó del brazo, y de forma involuntaria soltó un grito.

—¡Cállate! —exclamó Hazel—. Ay, no quise gritarte así. ¿En dónde demonios estabas?

Heaven aún sentía su corazón acelerado—. ¡Nunca en tu asquerosa vida vuelvas a asustarme de esa manera!

Hazel hizo una mueca—. Me he pasado un poco, ¿no? —hizo una pausa—. ¡Pero responde! Estaba preocupada por ti, Jeanette. Cuando Marietta me dijo que ya no estaba a con ella pensé lo peor. Y recién le había asegurado a papá que estabas con ella.

—Alguien me encerró en un cuarto de escobas. Apenas pude salir —dijo Heaven—. ¿Cuánto tiempo me perdí? —le preguntó a Hazel.

—Casi dos horas.

—¿Qué? —exclamó con horror.

—Deberías estar agradecida que solo te está tocando el final de este desastre —murmuró Hazel.

—¿Qué está sucediendo exactamente?

Y antes de que pudiera recibir una respuesta, un hechizo pasó cerca de ellas. Hazel tiró del brazo de Heaven, y ambas cayeron al frío suelo. Las dos se arrastraron para terminar de doblar el pasillo y recuperar la postura allí.

—¿Qué fue eso? —exclamó Heaven en un susurro.

—Hay mortífagos en el castillo —respondió Hazel de la misma manera.

Heaven sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y el miedo comenzó a hacerse presente.

¿Qué hiciste, Draco? Pensó.

—¡Impedimenta! —se escuchó una voz femenina desde el otro lado del corredor pero no le prestaron suficiente atención.

—No podemos quedarnos aquí, algunos están rodeando la Torre de Astronomía, y otros se dirigieron al Gran Comedor. Creo que allí deben estar nuestros papás —dijo Hazel.

Heaven asintió, emprendiendo su camino sin bajar la guardia y con sus respectivas varitas aferradas a sus manos.

Sin embargo, no avanzaron mucho, pues tan sólo unos segundos después, se encontraron con uno de los enmascarados que no dudó mucho en comenzar a lanzarles maldiciones.

Heaven apuradamente se defendía, nunca fue demasiado buena en los duelos a diferencia de sus hermanos, especialmente porque jamás le había tocado lidiar con magos oscuros como Hazel y Harry lo habían hecho a lo largo de sus años en Hogwarts.

En determinado momento Amycus Carrow las acorraló, y Hazel enroscó su mano sobre la muñeca de Heaven esperando recibir alguna maldición imperdonable.

Pero sucedió todo lo contrario. Se escuchó un estallido que al parecer venía de una explosión dirigida a la pared que se encontraba justo a su lado.

Heaven al darse cuenta, empujó a Hazel con todas sus fuerzas fuera del lugar para evitar que saliera lastimada pero no contó que un gran bloque le cayera en su tobillo.

Heaven soltó un grito de dolor y se tiró al suelo, siendo incapaz de mover su pie izquierdo.

—¡Heaven! —escuchó a Hazel exclamar a lo lejos.

Su vista se vió borrosa por el polvo de los cimientos, y comenzó sentir lágrimas deslizarse por sus mejillas.

El dolor era bastante insoportable y lo que más odiaba era no poder ponerse de pie.

Entre la poca claridad del corredor notó una figura femenina acercarse, y el temor se apoderó de ella.

Estaba bastante segura que no se trataba de Hazel por la complexión que se distinguía. Alzó su varita, apuntando débil pero firmemente a la persona que se acercaba.

Pero su mano fue bajando al reconocer a la mujer rubia que se arrodillaba frente a ella.

Heaven sintió sus ojos llenarse aún más de lágrimas que comenzaban a deslizarse con exageración sobre sus pómulos.

Su respiración comenzó a agitarse, y la sensación de vacío en el estómago no se quedó atrás, ocasionado que la joven comenzara a temblar ligeramente.

Se sentía como una niña pequeña, otra vez. Indefensa, y en espera de protección.

Isabella Avery le sonrió tímidamente, con el rostro lleno de diferentes emociones pero entre todas, sobresalía la preocupación.

Ambas se quedaron mirándose en silencio por varios segundos, igual de nerviosas ante la presencia y cercanía de la otra.

Isabella se inclinó para apartarle un rubio mechón de la frente a Heaven, que al parecer cubría un pequeño corte del cual brotaba un poco de sangre.

—¿Me dejas curarte? —le preguntó suavemente.

Heaven asintió, y recibió otra sonrisa de parte de Isabella. Hazel llegó unos segundos después entre los escombros.

—¿Estás bien? —le preguntó sin notar la presencia de Isabella, y en cuánto lo hizo, cayó en lo que parecía un estado de shock.

Miraba de una a la otra, perpleja ante el gran parecido que ambas rubias tenían.

—Los hermanos Carrow siempre han sido conocidos por atacar con explosiones. No entiendo como no pueden tener piedad al atacar jóvenes como ustedes —dijo Isabella enojada—. La próxima vez que me los encuentre sabrán quién soy realmente.

Heaven no pudo evitar sonreír levemente. Le parecía reconfortante que le hablara mientras le limpiaba sus heridas en la frente.

—Fue muy valiente lo que hiciste por Hazel —le dijo mirándola fijamente—. Pero también debes buscar la manera de protegerte a ti misma.

Heaven sintió sus mejillas arder en vergüenza, sabiendo que lo que hizo fue muy tonto y que pudo haberle costado más que su tobillo fracturado.

Isabella terminó con el corte en la frente y miró a su hija—. ¿Puedes mover tu pie? —le preguntó.

Heaven lo intentó pero sólo consiguió volver a soltar un grito lleno de dolor con más lágrimas se deslizándose por sus mejillas.

Isabella la miró con preocupación, y le limpió las lágrimas suavemente.

—Tranquila, te ayudaré, ¿de acuerdo?

Heaven asintió mordiéndose el labio para evitar soltar otro sollozo mientras que Hazel le tomaba la mano aún mirando a Isabella con sorpresa.

Isabella le devolvió la mirada a la pelirroja—. Deberías adelantarte a la enfermería. Si corres podrás alcanzar a tu padre que estaba cerca del retrato de la Banshee.

—Pero yo no estoy lastimada —respondió Hazel luego de unos segundos en silencio.

—Lo sé pero allí está el resto, incluyendo a Sirius y Lily —dijo Isabella.

Hazel asintió confundida pero confiando en las palabras de la rubia mujer, besó la mejilla de Heaven y se levantó para marcharse.

—¿Heaven? —la llamó Isabella.

La joven alzó la mirada—. ¿Sí?

—Voy a lanzarte un hechizo para sanar los huesos rotos pero podría dolerte un poco. ¿Está bien?

Heaven asintió, y cerró los ojos cuando escuchó a Isabella murmurar:

Brackium Emendo

Heaven soltó un desesperado grito de dolor pero finalmente pudo mover su pie con más agilidad.

—Creo que podrás ponerte de pie pero regresarás a la normalidad hasta mañana —le dijo Isabella apenada—. Los hechizos sanadores nunca fueron mi fuerte, lo lamento.

—No pasa nada —dijo Heaven en un susurro—. Gracias —alzó la mirada y le dedicó una pequeña sonrisa.

Isabella frunció los labios—. No era así como pensaba que sería nuestro reencuentro...

—Yo tampoco —confesó Heaven, sorprendiéndose de la naturalidad con la que conversaba con Isabella a pesar de ser la primera vez que le dirigía la palabra.

Isabella se reincorporó, y le tendió una mano—. Vamos, pequeña, ponte de pie. Tenemos que alcanzar al resto. No queremos que tu padre piense que te pasó algo malo

Heaven se levantó con ayuda de Isabella. Recargó todo su peso en su pierna derecha, evitando lastimarse de más.

Mientras comenzaban a avanzar con pasos lentos a la enfermería. Heaven recordó lo que hacía antes de caer inconsciente por el hechizo de Blaise, y se detuvo en seco.

—¿Qué sucede? —Isabella se detuvo también.

—Los mortífagos... —hizo una pausa—. ¿Qué pasó con ellos?

Isabella hizo una mueca—. Escaparon. No se logró detener a ninguno.

—¿A ninguno? —repitió Heaven sintiendo un poco de alivio.

Isabella negó con la cabeza—. Todos escaparon —y luego de observar a Heaven mientras acariciaba el dije de su collar, comprendió a lo que se refería—. No debes preocuparte por Draco. Él estará bien. Te lo aseguro.

Heaven parpadeó un par de veces—. ¿Cómo sabes...?

Isabella alzó las cejas con diversión—. Draco y yo somos amigos por correspondencia. Sé más cosas de lo que imaginas.

Heaven sintió sus mejillas arder por la vergüenza, desviando la mirada a la pared.

En cambio, Isabella se acercó notando el collar que colgaba del cuello de Heaven y tomó el dije con delicadeza—. Es muy bonito.

El dije, como era de esperarse, emitió su peculiar y mágico brillo.

Pero esta vez, había algo diferente de lo que Heaven pudo darse cuenta instantáneamente. La joven estaba bastante segura que el dije jamás había brillado con aquella intensidad.

El brillo que emitió ante el toque de Isabella era hipnotizante y casi cegador.

De pronto, Heaven se sintió abrumada, y un poco apenada al darse cuenta que Isabella no tenía ni idea de lo que sucedía.

Isabella soltó el dije con la misma delicadeza con la que lo tomó, y comenzó a avanzar de nuevo—. Hay que darnos prisa, no queremos que se preocupen.

Heaven asintió sin decir mucho y con ayuda de Isabella emprendieron su camino.

Cuando entraron por las puertas de la enfermería, las miradas curiosas cayeron en ambas. Aunque luego de unos segundos cada quién regresó a lo suyo.

Heaven pudo reconocer a todos los presentes, estaba casi toda la familia Weasley junto a Fleur rodeando una de las camillas donde al parecer descansa Bill.

En la camilla de al lado se encontraba Neville Longbottom, también descansando con Lily sentada en la silla de al lado, sosteniéndole la mano.

Heaven recordó el aprecio que tanto James como Lily le tenían al pelinegro, sobretodo por lo que le sucedió a sus padres.

También se encontró con Hermione y Hazel sentadas en las incómodas sillas mientras Sirius le pinchaba la nariz a la pelirroja con toda la intención de molestarla. Con Nymphadora al lado regañándolo.

Y por último, estaba su padre, recargado en una de las estériles paredes con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

Heaven no estaba segura a donde dirigirse primero. Se sentía con un gran alivio al ver que todos estaban bien.

—Lo mejor será que también te recuestes un rato, y que Pomfrey te examine el tobillo —le sugirió Isabella señalando la camilla más cercana.

—¿Te sucedió algo, princesa? —le preguntó Sirius haciendo un puchero.

—Heaven me salvó de ser aplastada por un muro —dijo Hazel acercándose a donde su hermana se encontraba seguida de Sirius.

Heaven no se dio cuenta el momento en el que Lily había llegado hasta ella también, con el rostro lleno de preocupación.

—¿Estás segura que estás bien? —le preguntó mientras la ayudaba a acomodarse sobre la camilla.

James llegó instantes después, sentándose sobre el colchón.

—¿Estás bien, cielo? —le preguntó con el mismo tono que Lily había utilizado segundos antes.

Heaven asintió—. Creo que solo fue una fractura —hizo una mueca—. Pero... —miro a la rubia junto a ella, que había tomado cierta distancia—. Isabella me ayudó un poco —murmuró con timidez.

Isabella le sonrió, dejándole una pequeña caricia en su cabello.

Tanto Lily como Hazel miraron la escena enternecidas con una pequeña sonrisa en el rostro, sintiéndose ligeramente bien de ver a Heaven convivir con Isabella, a pesar de todo el caos en el entorno.

Las puertas de la enfermería se abrieron nuevamente, dejando ver a Remus acompañado de Harry y Marietta.

Los tres traen sus rostros irradiando tristeza. Especialmente Harry, que incluso se notaba más pálido que de costumbre.

—¿Por qué traen esa cara? —preguntó Sirius, y el resto de los presentes se giraron hacia el trío que recién entraba.

—Dumbledore está muerto —anunció Remus con pesadez.

Heaven escuchó las exclamaciones a su alrededor. No podía ser cierto. Todo parecía tan irreal, como un mal sueño.

—¿Cómo ha muerto? —preguntó Tonks.

—¿Qué sucedió? —se escuchó la voz del señor Weasley.

—Lo mató Snape —dijo Harry, hablando por primera vez desde que entró—. Yo lo vi todo. Dumbledore y yo llegamos a la Torre de Astronomía porque ahí estaba la Marca Tenebrosa. Él no se encontraba nada bien, estaba demasiado débil pero creo que se dio cuenta que nos habían tendido una trampa porque se escucharon pasos. Me inmovilizó por debajo de la capa de invisibilidad, y no podía hacer nada —lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas—. Luego llegó Malfoy —pronunció con enojo—, y lo desarmó.

Heaven bajó la mirada a sus manos, mordiéndose el labio con fuerzas. Sin darse cuenta que James la observaba con cautela.

—Llegaron más mortífagos, y entonces fue cuando Snape le lanzó la maldición asesina.

La profesora McGonagall —la cual Heaven había pasado por desapercibida— se echó a llorar.

Toda la habitación se quedó en silencio por varios minutos, y lo único que se alcanzaba a escuchar eran los suspiros de desaliento mientras que desde afuera se oía el triste lamento de un ave fénix, que de cierta manera, Heaven encontraba reconfortante.

Lily la rodeó con sus brazos, dejando que la rubia recargara su cabeza en su hombro.

—Yo siempre supe que no podíamos confiar en Snape —Sirius fue quién rompió el hielo.

—Siempre fue bueno en la Oclumancia —dijo Remus con la voz más áspera de lo usual—. Todos lo sabíamos.

—Dumbledore confiaba en él —dijo Tonks.

—Y lamentablemente nosotros seguimos confiando en él —dijo Isabella refiriéndose a Dumbledore mientras negaba con la cabeza, luciendo molesta.

—No logro entenderlo —dijo McGonagall—. Siempre insinuaba que tenía un motivo irrefutable para confiar en él.

Harry se reincorporó de donde estaba sentado, y se acomodó sus gafas.

—Eso es porque... —habló e hizo una pausa para mirar a sus padres—. Snape fue quien le informó a Voldemort sobre la profecía. Pero después se arrepintió y corrió con Dumbledore para pedirle ayuda. Por su culpa hemos sido atormentados toda nuestra vida.

—¿Y Dumbledore en verdad le creyó su arrepentimiento? —bufó James tallándose los ojos con frustración.

Sirius lanzó una risa llena de ironía—. Jodido Quejicus. Cuando creí que no podía desagradarme más...

—Hoy han sucedido demasiadas cosas que no puedo terminar de procesar —se quejó Hazel acomodándose en la camilla junto a Heaven.

—Ya somos dos —dijo Heaven suspirando.

Harry le pidió a todos los presentes que narraran los hechos desde su perspectiva, lamentándose que todo salió mal. Nadie sospechaba de Snape y por esa justa razón cuando lo vieron huir junto a Draco, a nadie se le ocurrió detenerlo.

Ante la mención del joven rubio, Isabella y James se miraron con complicidad. Y de cierta forma, el azabache seguía molesto por haber escuchado a su vieja amiga, y haberlo dejado ir.

Heaven se removía con incomodidad cada vez que mencionaban a su novio. Especialmente porque nadie sabía lo que ella sí.

Se sentía confundida y abrumada con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Y en parte, también se sentía culpable. Si bien, Dumbledore nunca le terminó de agradar del todo —especialmente por sus confusas palabras e indicaciones—, no lo deseaba ni un mal, mucho menos si parecía ser la única esperanza de su familia.

Ella sabía que Draco era mortífago y que tenía una misión que no podía contar. Ella —tal vez— pudo evitar que todo esto sucediera.

Sintió un vuelco en su estómago, y por unos segundos creyó que sacaría todo lo que había almorzado durante el día.

—¿Tú en dónde estuviste? —preguntó Harry sonando bastante acusador. Las miradas cayeron en Heaven, esperando su respuesta.

—Primero fui con Marietta en búsqueda de los sortilegios Weasley que creímos que podrían ser útiles.

—Y vaya que lo fueron —dijo Marietta—. Hasta que los ocuparon en nuestra contra.

Ron rió por lo bajo.

—¿Y después? —preguntó Hermione—. Te desapareciste por un buen rato.

Heaven sintió la mirada de su padre, quien tenía las cejas alzadas, casi exigiéndole una respuesta.

—Alguien me dejó inconsciente en un cuarto de escobas —se cruzó de brazos—. Fue Blaise Zabini, supongo que lo hizo para protegerme.

—¿Y cómo por qué sabría lo que sucedería? —cuestionó Harry.

—Es obvio, es de los mejores amigos de Malfoy —dijo Ron—. De hecho, era uno de los que les estaba haciendo guardia.

La mirada de Harry regresó a la ojiverde—. ¿Y por qué Zabini querría protegerte?

—Hazz, ocupa el sentido común —le dijo Marietta—. Blaise y Theodore salen. Heaven es casi una hermana para Theodore, es obvio que Blaise lo sabe; y los Slytherin podrán ser terribles con el resto pero entre ellos no se traicionan ni sea dañan, de ninguna manera.

Harry hizo una mueca, notándose no muy convencido.

McGonagall salió minutos después, aclarando que tenía que hablar con el resto de profesores.

La habitación volvió a quedarse en silencio luego de una charla bastante larga entre los adultos.

—¿Y qué se supone que pasará ahora? —preguntó Neville —quien parecía recobrar la consciencia— rompiendo el hielo, mientras Ginny lo ponía al tanto.

—Es el fin —resopló Harry para luego hundirse en la silla donde estaba sentado mientras que James le daba un apretón en su hombro, intentado tranquilizarlo.

Se ocasionó otro pequeño silencio, que si bien no era incómodo, tampoco era agradable.

—En realidad, es el comienzo... —susurró Isabella con cierta pesadez, recargándose sobre la blanca pared, cruzando sus brazos.

Y todos parecían estar de acuerdo.

Era el comienzo del fin.

***
Sin editar

nota de la autora;

antes que nada, ¿qué opinan del capítulo? ¿les gustó? ¿tienen alguna duda?

y bueno, ahora sí, es de mi placer informarles que el segundo acto ha llegado a su fin, gracias por haberme acompañado hasta aquí y espero que se queden para disfrutar el tercer —y último— acto de hinye <3.

siento que sucedieron muchas cosas en muy poco tiempo pero todo iba muy bien para ser verdad.

iba a dividir el capítulo en dos pero me dio una flojera así que ajá, leyeron todo de corrido.

la neta no quería el reencuentro de heaven e isabella fuera tan dramático así que se me ocurrió que sucediera allí mismo, así medio bonito.

y bueno, les dije que —de los Potter— james sería el primero en enterarse. ¿qué creen que haga?

¿qué creen que sucederá ahora?

estoy muy emocionada por el siguiente acto aunque me pone media triste que cada vez falta menos para que esta historia llegue a su fin.

en estos días subiré el segundo flashback que es como un especial antes de cerrar el acto, así como el anterior fue de Lily, este será de Isabella y Regulus —o al menos ese es el plan—.

de verdad muchas gracias por todo su apoyo, gracias por todos los edits, gráficos, memes y tiktoks que han hecho sobre la fanfic, no saben lo feliz que me pone.

les quiero demasiado.

all the love
francia💘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro