Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

suceso.


» h...

— Es muy sencillo, señorita Onisse, si usted me dice qué pasó, podrá irse tranquilamente a su casa, con su familia...

Al ver que ella no respondía, el oficial dejó salir un suspiro. Hizo un gesto con el rostro a su compañero, que al parecer se llamaba Watson por la chapa metálica en su uniforme.

Vaya, como Sherlock Holmes.

—Mira, Helena, yo no quiero hacer esto porque eres joven y te arruinaría la vida...pero eres sospechosa de asesinato y te condenarían así seas menor, ¿sabes por qué? Porque en tres días cumplirás los dieciocho y entonces se te tratará como una adulta.

—Tim, no va a decir nada —el otro oficial malmetió cual chivata en pueblo.

—Helena, haz esto más sencillo...

Pero ella no dijo ni una palabra. Miraba hacia el suelo todo el rato, y algunos cabellos rojizos caían sobre su rostro, cubriéndolo.

—¿Tu madre está de acuerdo con ese rojo tomate que llevas? —preguntó Watson. Recibió una mirada dura por parte de su compañero, haciendo que dejase de reír ante su propia broma.

Tim se levantó de la silla frente a Helena. Parecía no querer hacerlo, y sus movimientos eran lentos. Tomó unas esposas metálicas, lo suficientemente grandes para que las manos de Helena, delgadas y finas, pudiesen liberarse a la perfección. ¿Era Tim consciente de ello?

—Son demasiado grandes —advirtió Watson.

—De todas formas no irá a ninguna parte.

El otro bufó.

—No deberías estar tan seguro.

—Watson, deberías ir a por un café, ¿no te apetece?

Negó rotundamente con la cabeza, después, señaló a la chica.

—¿Y perderme la detención de la asesina muda? Ni hablar.

—Watson, ve a por un café. —el tono autoritario de Tim lo asustó.

—¿Para que la dejes ir?

—Para que te calles.

Watson asintió levemente con la cabeza, después se frotó la punta de la nariz y salió de la sala de interrogatorios dando un portazo.

Tim volvió a dirigirse a la sospechosa.

—Helena, eres la última persona que la vio, debes saber algo.

La chica alzó ligeramente el mentón, permitiendo ver sus ojos grises. Tenía la piel pálida y algunas ojeras se dibujaban bajo sus ojos.

—Tienes mala cara, ¿has comido algo?

Ella negó en un movimiento casi imperceptible.

Tim sacó de su bolsillo una barrita envuelta en un papel naranja con el nombre de "Reese's". Se la ofreció a Helena. Notó algunas marcas en sus muñecas y automáticamente pensó en heridas al intentar defenderse.

Ella la comió despacio, masticando cada trozo como si fuese la última barrita de chocolate del mundo.

Cuando terminó, bajo la atenta mirada de Tim dejó el papel sobre la mesa.

—Cayó a la vías del tren.

—No hay signos que demuestren eso.

—Yo vi cómo el tren le pasaba por encima, ¿qué vio usted?

—No estaba allí, no pude saber con certeza lo ocurrido, pero desde luego no le pasó un tren por encima.

—No debería estar tan seguro.

—Helena, si me das pruebas puedo investigarlo, pero unas palabras ahora mismo no sirven de nada si no concuerdan con las pruebas oficiales.

Ella se encogió de hombros.

—Deténgame entonces.

Tim se pasó la mano por el rostro. Parecía tener pocas ganas de hacer aquello. Miró fijamente a Helena y ante la frustración, decidió que sería lo mejor.

—Sé que tú no la mataste.

—¿Enserio?

—Corre y no vuelvas, o te descubrirán. Tienes que irte, Helena.

Ella frunció el ceño incrédula. ¿Se consideraría un policía corrupto? ¡Qué mas daba!

Helena, con eficacia, se levantó y dirigió hacia la puerta, no sin antes dedicarle una última mirada al policía. Entonces, cayó en cuenta de que faltaba hacer algo. Un cómplice es un cabo que atrapar.

—Gracias, Tim... —Se acercó a él.

Era un hombre de estatura alta, complexión robusta y voz grave. Parecía tener entre treinta y cuarenta años, por lo que aún le quedaba bastante para estar indefenso.

—Helena, cuando salgas de comisaría tienes que ir lo más rápido que puedas. —ella asintió—. Le prometí a tu padre que te protegería.

Eso la confundió. No sabía que su padre tenía algún tipo de relación con aquel desconocido. De hecho, ni si quiera estaban en la misma ciudad.  Greenville y Charlotte se distanciaban por casi dos horas. Sus padres practicaban el sedentarismo y rara vez salían de Greenville.

Pese a la confusión, siguió con su objetivo. Con rapidez tomó el arma de Tim de su bolsillo y le apuntó directamente a la frente. Él levantó las manos sorprendido.

—Helena, por favor...

—No mentía cuando te he agradecido, pero me permito dejar cabos sueltos, y eso implica que tú mantengas tu boca cerrada.

—No voy a decir nada...

—¿Sabes cuál es la mejor forma para que no hables? —no le dio tiempo a responder, ni si quiera a suplicar— La muerte.

Disparó. La bala impactó justo donde ella quería. Tim cayó al suelo de rodillas para finalmente caer boca abajo al suelo. Por fortuna, el silenciador fue muy útil.

—Una pena, Tim...tu esposa echará de menos tus ojos azules.

...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro