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Capitulo 4

Caminando por los largos pasillos de San Mungo, Nela consideró seriamente el lanzarse por la ventana del vigésimo piso, pero ahora tenía un hijo que cuidar de por vida, así que sus ataques suicidas ya no eran una opción factible para ella. Odiaba ser una adulta independiente con muchas responsabilidades, aunque su pequeño Neville jamás sería considerado como un problema para ella.

Al llegar a su despacho en el último piso, ubicado al fondo del pasillo principal, cerró la puerta con pesadez al mismo tiempo que se quitaba la bata de sanadora, estirando los brazos. Acababa de atender una emergencia en el cuarto piso, en el área de Daños provocados por hechizos, teniendo que revisar un maleficio.

—Dios, tengo solo veintitrés años y ya me quiero jubilar. —murmuró Nela con cansancio.

—Eso se puede arreglar fácil.

Nela giro tan abruptamente su cara que temió internamente que se lastimara el cuello. Su respiración se corto y su corazón latió furiosamente. Ahí de pie frente a ella estaba nada más y nada menos que Blaise Zabini, aquel joven italiano que estuvo a su lado en las buenas y en las malas, salvándola de más de un problema.

Durante unos segundos no hicieron más que verse mutuamente, ambos con el corazón acelerado, analizándose mutuamente. Para Blaise, Nela nunca había estado más guapa con aquel vestido que entallaba sus sinuosas caderas; Para Nela, Blaise nunca había estado más atractivo, estaba más alto y más fornido, vestido con un elegante traje negro.

Antes de darse cuenta, Blaise toma de la cintura a Nela, sentándola en el escritorio y la besó con pasión, acariciando la espalda de la chica, quien gimió entre el beso. Blaise acarició el rostro y cintura de la chica durante el besó, mientras que ella entrelazó las manos detrás del cuello del muchacho, acariciando la nuca del varón, pegándose más a él.

Se separaron cuando el aire fue extremadamente necesario, alejándose no más de unos pocos centímetros. Blaise recargo su frente contra la de Nela, ambos respiraban un poco agitados y fue el muchacho quien volvió a romper la distancia, abrazándola con fuerza y enterrando su rostro en el cuello de Nela.

—Te extrañe mucho—murmuró Blaise contra su cuello, causando que la piel de la chica se erizara.

—Y yo a ti...—dijo Nela y con cierta duda se atrevió a acariciar el cabello del muchacho.— Espera.—lo alejó y miró confundida.— ¿Cómo supiste que trabajo aquí? En realidad, ¿Cómo hiciste para entrar a mi despacho?—cuestionó.

—No hay nada que el dinero no compre, querida.— respondió Blaise con una sonrisa arrogante, encogiéndose de hombros.— excepto, claro, tu amor.

Nela no dijo nada durante unos segundos, no muy segura sobre que decir. Blaise pareció comprender su debate interno, por lo que soltó su cintura y acaricio la cabeza de Nela con una sonrisa.

—Yo...— Blaise empezó a hablar pero en ese momento la puerta fue abierta de golpe.

—¡Nela!—exclamó Luna Lovegood apareciendo en la puerta con una sonrisa con, sorprendentemente, Theodore Nott a su lado. La chica corrió hacia Nela, abrazándola con fuerza— ¡Me alegró tanto de verte!

—¡Luna! ¡Vaya, hola! ¿Cómo has estado?—saludó Nela con una sonrisa.— Esperen, ¿Cómo entraron?

—Sobornamos a la recepcionista.—respondió Luna.

—No hay nada que el dinero no compre.—añadió Theodore Nott y miró a Blaise.— ¿Ya tan rápido viniste a rogarle? No tienes vergüenza.

—Déjame en paz—se quejó Blaise cruzándose de brazos.— y será dignidad. Vergüenza nunca tuve.—añadió.

—Dignidad tampoco.—se burló Theodore.

—Debo cambiar a la recepcionista.—se quejó Eva con pesadez y miro a Nela.— ¿Y...umm...qué hacen aquí?—pregunto— No es que me moleste que entrarán sin avisar y sin pedir previa cita pero quisiera saber si hay algún motivo en especial.—explicó con una sonrisa.

—Oh sí, ¿podrías revisarle el pene a Theodore?

—...

—...

—...

—...

—Ok, vamos de nuevo....—dijo Nela sonriendo tensamente.— Luna, cariño, ¿por qué razón, motivo, consecuencia o maleficio quieres que revise el pene de Theodore Nott?

—Lo que pasa es que termine con Rolf...

—¡¿Por qué?!—interrumpió Nela impactada.

—Me engaño con una cubana de nombre María Elena—respondió Luna haciendo un gesto despectivo.— el caso es que me emborrache en un bar hace unas semanas y me encontre con Theo, me confesó que esta enamorado de mi desde hace años, tuvimos sexo toda la noche y hemos estado saliendo desde entonces. Mi acta de divorcio llego ayer y para celebrar tuvimos sexo nuevamente pero creo que hice algo y ahora tiene dolor en su pene y pues de querer que se lo revise cualquier otra medimaga, prefiero que lo hagas tú. Se que no te interesa su pene.—explicó Luna con tranquilidad.

—¿Te rompieron el mini Theo, Theo?—se burló Blaise.

—Al menos yo si follo con quien amo.—contraataco Theodore.

—Púdrete.

—Luna.—interrumpió Nela con el ceño fruncido.— ¿Entonces quieres que yo, tú amiga, revise el pene de Theodore Nott, tu actual pareja?

—Sip. Por favor.—asintió Luna energeticamente.

—No me pagan lo suficiente.—suspiró Nela.

—¿Puedo ir?—pregunto Blaise.

—¿No te molesta esta situación?—pregunto Theodore confundido.

—Claro que no, la tengo más grande que tú y aparte podré burlarme de ti.—respondió Blaise con soberbia y Theodore le soltó un golpe en el estomago, haciendo que ambos varones empezaran una especie de lucha amistosa.

—Ya basta.— los detuvo Nela con seriedad y se volvió a colocar la bata de sanadora.— Tú.— señaló a Luna.— esperame aquí y puedes comer los dulces de mi escritorio.

—Gracias, Nela.—sonrió Luna emocionada y se sentó a comer dulces. Nela miró a Theodore.

—Tú, entra a esa habitación, ponte una bata de las que estan ahí y esperame.—ordenó Nela señalando una habitación del fondo.

—De acuerdo.—murmuró Theodore y con gesto apenado se fue a dicha habitación.

—Y tú.—Nela señalo a Blaise.

—¿Sip?—Blaise sonrió inocente.

—Más te vale no tomar fotografías, anda, vamos.—ordenó Nela con seriedad.

—¡Sí!

Y mientras Nela caminaba hacia el pequeño consultorio que había en su despacho, pensó seriamente en que cosas más extrañas o reencuentros inesperados sucederían en su regreso a Londres. También no pudo evitar pensar en lo extraño que era sentirse cómoda con Blaise a pesar del tiempo que estuvieron separados. Era extraño...pero se sentía bien....se sentía....correcto.

(...)

—¡Señorita, por favor!—exclamó un desesperado Harry Potter a la recepcionista.

—Lo lamento señor Potter pero no puedo darle información respecto a la sanadora Longbottom.—dijo la recepcionista, ignorándolo.

—¡Pero acabo de ver como si le daba indicaciones a Theodore Nott y Luna Lovegood! ¡Incluso le acepto dinero!— reclamó Harry furioso.

—Cierto.—aceptó la recepcionista.—pero odio los padres abandonadores así que usted puede irse a la mierda. Buenas tardes.—dicho esto, se fue.

—¡OIGA!


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¡Feliz año a todos! ¡Los amo!

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