Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15. Y el lobo sopló y sopló

Fox estaba confundido acerca del motivo por el que Charles estaba en lo que parecía ser una muy emotiva discusión con dos hombres parecidos entre sí y probablemente hermanos a juzgar por su parecido.

Se quedó de pie en su sitio, cruzándose de brazos al sentir una ráfaga de aira helado soplar en su dirección. No sabía qué hacer y supuso que sería de mal gusto cruzar la calle e interrumpir, así que simplemente se quedó donde estaba, dando un paso atrás y tratando de imaginar qué podía estar conversando Charles con esos dos hombres.

No se movió de ahí, pensando en que si aparecían signos de que algo anduviera mal podría intervenir y actuar. Pero mientras tanto no habían razones para irse, y con un amargo y desagradable sabor inundando su boca esperó y aguardó por algo más.

Charles entonces pareció percatarse de que lo miraba desde el otro lado de la calle, y a pesar de la distancia que los separaba Fox pudo ver en su semblante lo que parecía ser duda, sorpresa y vacilación.

Fox observó como Charles volvía a girar su rostro hacia los dos hombres, sus labios articularon un par de palabras que claramente no pudo alcanzar a entender y de nuevo sus ojos se giraron en dirección de Fox. Y segundos más tarde se puso en marcha y cruzó la calle, dejando a los dos hombres con los que hace poco conversaba atrás y andando un par de zancadas hasta llegar al lado de Fox.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Charles, hundiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta que se había puesto encima de su camisa blanca.

Fox ladeó ligeramente la cabeza.

—Te estaba buscando adentro, y cuando una de las camareras me dijo que te había visto salir pensé en hacerlo también —contestó, y luego, con la intriga tejiendo su voz decidió preguntar:—. ¿Quiénes eran los hombres con los que estabas?

Los hombros de Charles se tensaron y rehuyó su mirada para fijarla en el suelo.

—Nadie. No eran nadie —respondió con rapidez, y mordió su labio inferior con fuerza. Claramente mentía, y aunque por unos segundos Fox sopesó la idea de pretender creerle y dejar ir el asunto se dió cuenta que no podía, no cuando lo veía tan nervioso y asustado. La curiosidad era simplemente tanta que fue incapaz de dejar pasar el tema.

—No suena como si así fuera —volvió a decir—, Charles... ¿De dónde los conoces?

No quería sonar insistente, pero realmente no sabía qué otra cosa hacer.

—De ningún lugar —dijo Charles con tono ligeramente cortante—, no son importantes. ¿Podemos ir adentro ahora? Ya deben estar sirviendo la pizza...

—Quiero saber quiénes eran.

—¿Para qué quieres saberlo?

—Porque no suenas bien, ¿algo malo pasó?

Fox no era exactamente la definición andante de "empatía", pero Charles era su amigo, así que era inevitable que él no se sintiera mal de verlo en ese estado alterado, vacilante y hasta incluso tembloroso.

Charles frunció el entrecejo.

—No, nada malo ha pasado. Escucha, ¿podemos sólo entrar al Salón? —su voz era seca, dejando en claro que realmente no quería seguir con el asunto.

Pero por supuesto esto sólo aumentó la intriga y preocupación de Fox.

—Charles, si quieres hablar sobre algo puedo escucharte, y puedes confiar en mí cuando te digo que yo nunca te juzgaría o se lo contaría a alguien más —reiteró, y aunque realmente no solía disfrutar oír los problemas de otras personas tenía la certeza de que este caso era uno diferente, y que hablaba en serio cuando le decía aquello.

Se preguntó cómo era posible que realmente hablara en serio cuando hace tan sólo días atrás se habría reído si alguien le hubiera dicho que tendría un amigo de verdad. Pero ignoró este hecho y en gesto que esperó pareciera consolador puso su mano sobre el hombro de Charles.

Pero Charles sacudió su cabeza y dió un paso atrás, alejándose de él.

—No puedo contarte —murmuró en voz lo suficiente alta para que Fox pudiera alcanzar a oírle—. Es muy complicado... Todo esto es muy complicado.

Fox dudó, preguntándose qué se suponía qué debía responder a eso cuando no tenía idea de a lo que se estaba refiriendo.

—¿Qué es complicado? —preguntó, aun cuando se daba cuenta que la pregunta sonaba redundante.

Charles pasó una mano por su rostro con lo que parecía ser frustración.

—¡No puedo decirte! —exclamó, y dejó su mano sobre su cuello, sin mirarlo a los ojos en lo absoluto—. Lo siento, Fox.

Diciendo esto dió media vuelta y volviendo a hundir sus manos en sus bolsillos empezó a caminar en dirección contraria a donde Fox se encontraba, haciendo claro que no planeaba volver al Salón de fiestas. Fox, sintiéndose estupefacto por las emociones de Charles cuya fuente desconocía por completo, decidió seguirlo.

—¿Qué sucede? —cuestionó apurando su paso para llegar a su lado.

—Nada, Fox, por favor deja de preguntarme —contestó Charles.

Fox no lo hizo. Y deteniendo su andar tomó del brazo a Charles para obligarlo a hacer lo mismo.

—Dejaré de preguntar cuando tú me respondas —decretó sin ocultar la insistencia en su tono, apartó su mano en el brazo de Charles y con lentitud agregó:—. Dijiste que somos amigos, y los amigos se cuentan las cosas que les preocupan entre sí... ¿Verdad?

O eso suponía, no era como si hubiera estado en una situación similar a esta antes.

La mirada renuente de Charles por fin lo miró al rostro, su ceño estaba arrugado en un gesto pensativo y sus la comisura de sus labios estaba algo fruncida hacia abajo en una ligera mueca.

Pasaron unos minutos de total silencio antes de que Charles por fin optara decir algo.

—¿Qué harías si supieras un secreto que nadie más puede saber? —preguntó a cambio, sus ojos pasaron de la renuencia a la tristeza, y el tono de sus ojos verdes pareció oscurecerse.

Fox no pudo evitar pensar por algunos minutos en esta pregunta.

—Depende —respondió, tragando saliva y cruzando sus brazos de forma involuntaria e inconsciente—, ¿cuál se supone qué es ése secreto?

Charles enfocó su mirada en el suelo una vez más.

—Uno malo —su voz se volvió ronca y átona, casi sin fuerza o volumen.

—¿Qué secreto podría ser tan malo? Nadie se ha muerto por guardar uno. Charles, si te sientes mejor guardandolo no te presionaré pero si quieres hablar al respecto puedes hacerlo conmigo.

Charles negó con la cabeza y sus labios exhalaron un débil suspiro.

—No, estoy bien. Da igual, creo que no es muy relevante —desestimó, aun cuando su postura y su tono declaraban a gritos que sí lo era—. Creo que volveré a casa... A la casa de la Sra. Anderson.

—¿Seguro? La fiesta de Liliane apenas empieza y no creo que sea seguro que regreses tú solo...

—Estaré bien —interrumpió Charles, y se encogió de hombros—. No te preocupes por eso.

—Te acompañaré —aseveró Fox—, no es como si tuviera algo que hacer en la fiesta de Liliane.

—Tu madre seguro se daría cuenta que no estás...

—No lo creo. Creo que notaría más tu ausencia que la mía. No creo que se de cuenta.

Charles asintió con la cabeza.

—De acuerdo. Entonces vamos —dijo, y Fox se alegró por ver en su semblante la sombra de una sonrisas.

Al menos algo había logrado hacer bien, y consideró eso un buen augurio para el resto de la tarde.

.

Eileen había vuelto a sentarse al lado de su hermano tras conseguir llenar su vaso vacío de más refresco, haciendo que su excusa no fuera completamente vana.

Pero Math había dejado de prestarle atención y estaba inmerso jugando con su celular, algo que hizo que Eileen soltara un suspiro de alivio, pues eso significaba que estaría tan enfrascado en él que seguro ya no mencionaría su conversación acerca de la identidad de Peter.

Los camareros habian retirado ya su platillo de la extraña y rara sustancia verde, y habían dejado en su lugar una mezlca de comidas que Eileen no se tomó la molestia de identificar.

Se reclinó sobre su asiento y cruzó los brazos sobre su pecho, sin sentir apetito y observando a los demás engullir sus comidas sin el menor reparo o vacilación, excepto por Math y una que otra persona quisquilosa que miraba su plato con poco ánimo.

Eileen mordió el interior de su mejilla y volvió a mirar su celular, observando que le había llegado un nuevo mensaje.

Peter
¿Te molesta si llego ahí en 15 minutos?

Eileen pensó esto, y comprendió que no, realmente no le molestaba y que hasta cierto punto se sentía ansiosa por esto.

No. Ven en 15 minutos.

Ahora sólo quedaba esperar. Miró su comida frente a ella y dibujando en sus labios una clara mueca se inclinó al frente y tomando un tenedor comenzó a separar lo que parecían ser verduras de carne de res envuelta en un extraño sazón que hacía picar su nariz.

Afortunadamente, los siguientes minutos pasaron rápido, y Math no volvió a insistir con el nombre de Peter. Eileen, al fijarse que el tiempo estimado ya había pasado, se puso de pie y sin dar explicación alguna a su hermano se encaminó hacia la salida del Salón.

Hacía frío y se abrazó a sí misma al sentir el inmediato cambio de clima entre la calle y el Salón. Pestañeó varias veces con el aire helado y soltó un suspiro. Tenía su celular en una de sus manos y al ver que Peter no hacía acto de presencia tuvo el impulso de volver a mandar otro mensaje, pero lo resistió cuando observó que al otro lado de la calle una persona caminaba hacia ella cabizbaja y con paso ligero.

Era Peter. Y una pequeña sonrisa subió a los labios de Eileen.

Peter lucía algo cansado cuando alzó la cabeza para mirarla, habían unas ojeras en su semblante y sus pupilas parecían desgastadas, sus manos estaban metidas en su sudadera y sus hombros parecían algo tensos, aunque eso no evitó que le devolviera la sonrisa con la misma energía de siempre.

—Así que —comenzó Eileen con cierta vacilación—, ¿para qué querías verme?

—¿Dónde quedaron los "hola" Y "Hey, que gusto verte"? —preguntó Peter, ladeando la cabeza.

—Lo siento. Hola, Peter, que gusto verte —añadió Eileen con cierto humor, y la sonrisa de él se ensanchó.

—Eso es mejor. Y acerca de eso... Bueno, es un poco largo.

—Tengo toda la noche para oírte. Pero si quieres podemos entrar al Salón, hace algo de frío aquí afuera..

—¿Con ese vestido sin ningún abrigo quien no tendría frío? —bufó Peter, y tendiendo su brazo en dirección de Eileen agregó;—, entremos.

Eileen sonrió y entrelazó su brazo con el suyo. Y ambos se digirieron a la puerta principal del Salón, al entrar por ella Eileen sintió el inmediato cambio de clima en sus extremidades, provocándole alivio suficiente para hacerla sentir más tranquila.

Al entrar al lugar observó que las personas se habían empezado a levantar, la música había aumentado su volumen y retumbaba en las cuatro paredes del Salón, los niños habían salido al patio a jugar, los adolescentes seguían inmersos en sus celulares y los adultos eran los que se habían puesto de pie.

Eileen decidió que no quería que su madre o hermano la vieran en compañía de Peter y tirando de su brazo lo guió al pasillo que daba a la cocina.

—¿De qué querías hablar? —preguntó Eileen una vez más, apartando un mechón de pelo de su rostro.

Peter carraspeó con su garganta y sacó sus manos de bolsillos.

—Es más algo que quería darte, ¿recuerdas? —contestó, y tendió en lo alto lo que parecía ser un lindo brazalete de color plata que brillaba bajo las luces pálidas del pasillo.

Eileen se cruzó de brazos y sus cejas se fruncieron en un gesto pensativo, tratando de figurarse la respuesta qué debía darle.

—Cierto... ¿Puedo preguntar el motivo? —inquirió mordiendo su labio interior sin fuerza.

Peter paseó su mirada hasta fijarla en el suelo, y luego se encogió de hombros con indiferencia, una que su postura le hacia pensar que realmente no sentía.

—Tómalo como una promesa —contestó tras unos minutos de quedarse en un total silencio—. Estuvo mal que Casper te ofreciera... Hum, eso. Y sé que muchas no lo toman bien, y que probablemente no lo está... Y no eres la primera persona que nos dice algo al respecto. Pero si soy sincero no quiero que esto suponga una diferencia entre ambos. Quisiera que ambos fuéramos amigos

La palabra "Amigos" resonó en Eileen como un eco electrizante en su mente. Pestañeó varias veces y por unos instantes se quedó en blanco, dudando con fuerza acerca de lo qué debía contestar.

—¿Amigos... Tú y yo? —repitió, luego sacudió la cabeza al darse cuenta que parecía un loro remedando las palabras y decidió que lo mejor era responder algo más que eso—. Supongo que podríamos serlo.

Los ojos de Peter centellearon en una fugaz chispa de entusiasmo.

—¿De verdad?

—Sí... Pero, yo también quisiera algo, que tú me prometas algo.

No estaba segura si era una buena idea pedirle lo que estaba a punto de pedir, si no era algo grande para alguien a quien apenas si conocía. Pero bueno, si su prima vivía siendo imprudente y la vida parecía tratarla bien seguro que nada malo podía pasar si trataba de imitarla en menor cantidad en una que otra ocasión.

—¿Qué es? —cuestionó Peter, alzando una ceja.

—Quiero que me prometas que no irás lejos —se quedó callada y acto seguido agregó:—. Con las drogas, quiero decir. Que me prometas que si hace falta las dejarás. ¿Podrías prometerme eso?

Peter vaciló y su mirada se clavó en sus ojos, la duda alzándose con claridad en sus pupilas. Y Eileen se preguntó si había sido una mala idea perdirle aquello, estaba a punto de retractarse cuando él dijo:

—De acuerdo. Lo prometo —sonrió de  nuevo, y entonces le tendió el brazalete que había traído consigo—, pero sólo si usas esto. Mientras lo tengas podré saber que nuestra promesa es vigente.

Una sonrisa tiró de los labios de Eileen, y tomando con delicadeza el brazalete. Lo observó con más detalle, percatándose que habían pequeñas inscripciones en el material que le parecía tan ligero. Inscripciones que rezaban su nombre en letras minúsculas; "eileen"

—Estoy sorprendida de que lo hayas escrito con doble "E" —comentó sin poder despegar su vista del brazalete, debía admitir que le parecía un regalo muy lindo y que realmente le gustaba—, la mayoría de la personas lo escriben con sólo una "E".

Peter alzó una mano y tomó al brazalete con delicadeza, quitando el broche y cerrandolo de nuevo alrededor de la muñeca de Eileen con suavidad.

—Bueno, no soy como la mayoría de las personas —respondió, alejándose un paso y alzando la barbilla para mirarla a los ojos—. Entonces... ¿Estamos bien? ¿Seremos amigos?

Eileen asintió lentamente.

—Sí. Está bien —miró sobre su hombro al oír que la música en el comedor subía su volumen, y mirando de nuevo hacia Peter agregó:—, ¿quieres bailar?

Peter le tendió su brazo.

—No necesitas preguntarlo.

.

Math se puso de mal humor cuando se dió cuenta que todos se estaban poniendo de pie para ir a bailar. Suspiró con exasperación y trató de concentrarse en su juego, pero no, simplemente no podía con esa muisca martillando su cabeza sin cesar.

Se levantó de su asiento y se abrió paso con codazos y uno que otro empujón entre la multitud que minuto a minuto se volvía más abundante.

Logró conseguir salir al patio, y pasó a sentarse a una de las bancas vacías, cruzando sus piernas sobre el asiento e inhalando el aire fresco del sitio.

Observó con ojos cansados el como los niños parecían igual de desagradados con el hecho de que el interior del Salón se hubiera convertido en una pista de baile, y los miró jugar y corretearse entre ellos. Una niña en particular se acercó hacia él dando traspiés al caminar y arrastrando de su pata un muñeco de dragón.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó la niña, y sin reparo alguno se sentó a su lado balanceando sus pies por la orilla de la banca.

—Soy Math —respondió él volviéndose hacia ella, y tras darse por vencido con su juego dejó su celular sobre su regazo.

—¿Math cómo matemáticas?

Math frunció el ceño.

—No, Math como Mathieu, es un diminutivo.

La niña parpadeó un par de veces y luego ladeó la cabeza.

—Qué raro nombre. ¿Por qué tus padres te llamaron así?

—Mi padre se llama así.

—Que mal —comentó ella como si le hubiera contado una terrible y horripilante noticia—. ¿Sabes? Justo acababa de conocer a un niño con un nombre igual de raro que el tuyo, algo así como Foz...

Math alzó una ceja y cruzó sus brazos con interés y curiosidad.

—¿No era Fox?

La niña asintió.

—Anda, así era. ¿Lo conoces?

—Es mi hermano.

—¿De verdad? Vaya. Para que sepas, tu hermano no sabe jugar "Uno". Deberías enseñarle, además es muy grosero, me dijo que volvería para que yo le mostrara cómo jugar y no volvió. Salió para buscar a su amigo y aun no ha vuelto.

Math abrió la boca para responder a eso pero al oír a alguien carraspear a sus espaldas decidió no hacerlo, girandose en dirección del sonido y sonriendo involuntariamente al ver a Beatriz ahí.

Ella estaba de pie a un lado de la banca, con sus manos tras su espalda y sus pies de puntillas.

—Hola, Math —saludó, luego advirtió en la presencia de la niña que se hallaba junto a él, y una sonrisa subió a sus labios—, conque tienes compañía, ¿eh? Me alegra saber que no eres un renegado completamente asocial.

La niña se levantó y escudriñó con su mirada e interés a Beatriz, y después sin agregar nada corrió a sentarse en el suelo junto a un par de niños que la esperaban ahí. Beatriz se sentó en el lugar vacío que la niña había abandonado y colocó sus manos sobre su regazo, tamborileando sus dedos sobre sus piernas en aquel característico gesto energético que siempre asociaba a ella

La sonrisa de Math se ensanchó y por unos segundos no supo qué decir, simplemente se quedó mirando el rostro de Beatriz, preguntándose en silencio cómo era posible que hubiera besado esos mismos labios hacía apenas un día atrás, parecía que tal sucesos había ocurrido hace mucho más tiempo. Y aunque había sido sólo un beso que probablemente no significaba demasiado aun seguía pensando en él.

Beatriz se rió al ver que no dejaba de mirarla, y colocó su mano sobre su brazo.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó con clara burla.

Math negó con la cabeza y aclaró su garganta, apartando por fin su mirada de su rostro.

—No, nada —contestó rápidamente y con la intención de desviar aquello añadió:—. ¿Me ayudarás con todo eso del mensaje?

—No, Mathy, vine aquí sólo para quedarme quieta mientras me miras por media hora en silencio —ironizó, y ladeó la cabeza haciendo caer un par de mechones de pelo por su hombro. Math no se irritó en lo más mínimo por el pequeño apodo—. Por supuesto que te ayudaré. A ver, muestrame la conversación.

Math lo hizo, desbloqueando su celular y entregándoselo con la conversación mencionada. Beatriz la leyó y esa sonrisa de gato de Cheshire afloró su semblante.

—Bien, ya respondo yo —dijo, y comenzó a teclear con rapidez en el celular.

Math decidió que no quería saber lo que escribía, y le costó concebir la idea de él haciendo todo eso sin Beatriz, la conocía de tan poco pero esa familiaridad y afecto con el que ella lo trataba le hacía sentir como si la conociera desde años. Lo cual era un muy extraño pensamiento que no sabía que era capaz de tener.

Sacudió la cabeza y dirigió su mirada hacia el frente, donde los niños seguían jugando y corriendo como si sacaran su energía de la luz del Sol.

Aunque hablando de sol, éste ya estaba oculto y las primeras estrellas ya estaban asomando por el cielo que se oscurecía poco a poco.

—Genial, ya contestó —informó Beatriz con jovialidad.

Beatriz había enviado en un mensaje una pequeña descripción de la chica que habían inventado, el mensaje decía "Soy Amber!! Una alumna suya, seguro me reconoce ;)"

Math no sabía qué tenía Beatriz con las caritas guiñando un ojo, pero supuso que era un hábito en sus mensajes. La respuesta del profesor sustituto era simple: "No creo reconocerte... Aunque, ¿Cómo conseguiste mi número?"

—Le diré que se lo robé porque me moría de ganas de hablar con él —dijo Beatriz soltando una risa de sus labios, y sin esperar la aprobación de Math volvió a teclear, y tras presionar lo que debía ser la tecla de enviar se volvió hacia él—, ¿qué tienes, Math? Pareces algo triste.

—No estoy triste —contestó él, arrugando levemente el entrecejo, y luego soltó un extenuante suspiro, relajando su semblante—. Creo que sólo estoy cansado.

—¿Qué hiciste en el día?

—No mucho realmente...

—¿Cómo puedes estar cansado entonces?

Math le dedicó una mirada inquisitiva.

—Acabas de sonar justo como mi madre.

Beatriz pestañeó confundida.

—Oh, demonios, ¿de verdad? Eso suena como un buen augurio —se rió, restregando sus ojos con fuerza con una de sus manos—. Vaya, creo que me has pegado tu cansancio sin motivo.

Y sin previo aviso Beatriz subió sus pies a la banca y se acurrucó contra el pecho de Math apoyando su cabeza sobre su hombro, cosa que lo sorprendió por completo y ante lo mismo no pudo evitar tensarse ante el contacto.

Beatriz lo notó y alzó la cabeza para verlo.

—Lo siento, a veces olvido lo fríos que son los ingleses —se disculpó, a pesar de que no se separó y volvió a dejar caer su cabeza en el hombro de Math.

—No somos fríos —defendió él, dándose cuenta que el contacto físico no le desagradaba por completo, o al menos lo toleraba lo suficiente como para no apartar a Beatriz.

—Ajá —murmuró ella, y sus labios soltaron un bostezo. Seguía sosteniendo entre sus manos el celular de Math y a juzgar por como se movían sus pulgares seguía escribiendo en él—. Vamos, el profesor ha sido tan idiota para creerse que Amber realmente robó su número porque le interesaba hablar con él. Es tan idiota.

—Concuerdo. Pero bueno, ¿qué se le va a hacer?

—Seguro un buen golpe con un sartén ordena las neuronas en su cabeza...

Beatriz se calló abruptamente y se enderezó de golpe.

Math la miró con confusión.

—¿Qué sucede? —preguntó, poniéndose de pie cuando Beatriz lo hizo de un brinco.

Beatriz apuntó con su dedo hacia el frente hacia el comedor donde a través de las puertas transparentes se alcanzaba a ver a múltiples personas bailando y conversando. Pero a quiénes Beatriz apuntó no eran nadie más y nadie menos que su hermana Eileen bailando con un chico que Math no conocía en lo más mínimo.

—Él, yo a él lo conozco —aseveró Beatriz, sus ojos se habían abierto en par en par con su dedo índice apuntando en aquélla dirección con intensidad, y el resto de sus dedos se hallaban apretados con fuerza unos contra otros.

—¿Quién es? —cuestionó sin entender la razón de su repentina palidez y desconcierto.

Beatriz bajó su mano y la dejó a su costado, al mismo tiempo que respondía:

—Ese menudo imbécil es mi primo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro