Extra 1
N/A: Hola a todos, aquí les dejo un extra, cortesía de , quien se lo ganó en una dinámica del grupo de lectores, los quiero mucho.
—No creo que esto sea buena idea.
Romeo giró los ojos y me tomó de la mano para brindarme seguridad, mientras la otra reposaba en el volante.
—Es una experiencia que tú deseas, no por tu estúpida alergia te lo vas a perder.
Bufé en respuesta —Pero, es complicado, ¿sabes? Un niño es complicado de cuidar, se va a preguntar por qué su padre nunca lo abraza o por qué nunca le da un beso de buenas noches, y no voy a poder hacer nada al respecto. Va a pensar que no lo quiero y me va a odiar.
—Leonardo, cariño —no dijo nada hasta pararse en el semáforo en rojo, una vez que el movimiento del auto paró acunó mi rostro entre sus manos—, podemos hacerlo, encontraremos una forma y todo estará bien.
—Aparte estamos viejos, tengo treinta y tres años, la gente va a pensar que somos sus abuelos, no sus padres.
—Por lo menos dale una oportunidad, ¿sí? —dijo regresando su vista a la calle y separándose de mí.
Di un largo suspiro y me apoyé sobre la ventana. La paternidad ni siquiera era algo que me imaginaba hasta hace unos años, después de casarme con Romeo.
—Llegamos.
Romeo se quitó el cinturón y salió del auto mientras yo me colocaba unos guantes negros sobre mis manos. Abrió mi puerta y me ayudó a salir.
Caminamos juntos hacia la entrada, él tenía la mano rodeando mi cintura para mostrarme apoyo, pero eso me ponía aún más nervioso. Entramos y alguien ya nos estaba esperando. Nos guió hasta una oficina en donde los tres nos acomodamos en unos sillones marrones.
—Su esposo me ha comentado de su situación —comentó la mujer, mirándome—, estuvimos revisando sus expedientes y creemos que serían una pareja ideal para una adopción, pero nos preocupa la salud emocional de los pequeños, no todos aquí han tenido vidas fáciles, y puede resultar contraproducente dejarlos estar con un pequeño cuando no podría existir algún tipo de relación cercana.
—Leonardo sigue en tratamiento, seguimos buscando solucionarlo, pero no es fácil —contestó Romeo, sin dejarme hablar—, sabemos que un niño conlleva muchas responsabilidades y atención, estamos dispuestos a brindársela, pero tal vez no será de una manera ordinaria-
—Yo —dije interrumpiéndolo—, sé que es complicado, y créame, durante todos estos años mi alergia ha sido un factor importante para aplazar esta decisión, pero creo que este es el mejor momento que tenemos para poder tener una familia. Sí, yo no podría tener ningún tipo de contacto físico con el niño, pero, ¿acaso eso lo es todo? ¿Acaso un buen padre no puede abstenerse de eso y simplemente estar presente? Pienso que escuchar, apoyar y brindar son las cosas esenciales para una familia, tuve una madre cariñosa a su manera y no por no tener ningún tipo de contacto creí como un niño insensible, y aunque no seamos el modelo común u ordinario, estamos más que dispuestos a dar todo de nosotros para ser unos buenos padres.
La mujer sonrió, se levantó del asiento y caminó hasta su escritorio para recoger una carpeta amarilla. Regresó y nos la tendió. Ambos la tomamos y comenzamos a hojearla.
—Su nombre es Milo, apenas tiene tres años, pero es tranquilo —comenzó a explicar—, después de leer su archivo supe inmediatamente que este pequeñín podría ser una buena adición a ustedes, pero mi trabajo es proteger la integridad de los pequeños y no podía decírselos hasta estar segura de que son la pareja adecuada.
Ambos la miramos sorprendidos, volvimos a ver los papeles del pequeño. Su tez era un poco morena, tenía los ojos marrones y el cabello castaño.
—Milo... —repetí.
—Milo Montsco —contestó Romeo.
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