Tu voz.

Esa voz que me llama con su encanto,
que me envuelve con dulzura en su inocencia y candidez.
Esa voz que me lleva a la locura,
cuando la busco en mis recuerdos dormidos,
anhelando en mis oídos volverla a tener.

Tus ojos.

Dos lunas brillantes,
iluminando mi oscuro sueño.
Dos cosmos llenos de estrellas,
siendo tú la más hermosa de ellas.
Esos ojos que al mirarlos me llevan a mis dulces años,
donde yo era tu Héroe,
y tú siempre serías mi Rey.

Tus labios.

Esos labios que claman mi nombre,
controlando mis sentidos,
invocando a mi espíritu de hombre,
atrayendo a mi alma de niño.
Esos labios que suspiran ansiando los míos,
en un beso lanzado al olvido.

Tu voz, tus ojos, tus labios...
desaparecen como el sol en el ocaso.

Y yo sigo vagando en este mundo,
rogando de rodillas,
convertirme en mar, en ola, en espuma;
y regresar a tu orilla.

Porque la vida ya no será vida,
si mi reloj interior se paraliza,
y se resiste a contar las horas,
hasta que no vuelva junto a ti.