―Donde realmente empieza mi historia con Helina, incluso antes que nosotros pudiéramos percatarnos, fue con un tipo de joyas en específico.

Jimin alzó su mano izquierda, dejándola a la altura del rostro de su entrevistadora. Un pequeño destello abrazaba su cuarto dedo.

ManDi supo enseguida a lo que se refería. Sus atentos oídos, se aguzaron más para poder escuchar el principio de la historia de ese emblemático y distintivo objeto que caracterizaba al artista.

―Una semana previa al primer encuentro grabado, la producción me pidió escoger un objeto para quien sería mi esposa. Optaron porque fuera una argolla. El día del especial musical, ella daría conmigo por este medio.

―Entiendo ―dijo ManDi, aceptando la información. Sin embargo, su inquieta mente la obligó a no dejar morir su respuesta, por lo que continuó diciendo―: ¿Cree que hicieron esto con el fin de alborotar a sus fanáticas femeninas?…de forma negativa ―agregó.

―Con certeza, no podría aventurarme a afirmar dicha suposición ―le contesto Jimin―. Más hasta el día de hoy, NamJoon hyung ha compartido esa conjetura. Por lo que yo he empezado a creerla ―Se tomó una breve pausa―. En primera instancia, me pareció algo apresurado darle a alguien desconocido, un objeto tan comprometedor. «Mi compañera puede sentirse incomoda», fue la primera objeción que me planteé. Antes de cometer error alguno, hice llegar mi punto de vista a la producción por medio de uno de nuestros representantes; mi agenda no me permitió hacerlo de manera personal.

―Supongo que se negaron a cambiar la escena de su primer encuentro ―adujó ManDi.

Casi al instante Jimin sacudió la cabeza, negándolo.

―Ellos dijeron que, mí ya elegida compañera, no tenía problema alguno con el mecanismo. Acotaron que era una joven de mente abierta en cuanto a costumbres y demás formalismos. En ese preciso instante, me darían la primera pista sobre su procedencia; aunque un tanto genérica ―dijo el artista algo decepcionado― «La señorita es occidental», fue su sencilla respuesta; supuse que buscaban tranquilizarme.

Entonces, sin poder rebatir ante un argumento tan consistente (a mi criterio), acudí solo a una joyería de renombre. Claro que previamente busque la compañía y consejo de alguno de los miembros, pero ninguno quiso acceder. Ellos evadieron mi petición con sus bromas y burlas sobre mi situación. Sus respuestas convergían en un mismo punto de vista: «Esas cosas son personales, Jiminie».

Luego opté por hablar con Taemin hyung-nim, puesto que él había tenido paso por el programa a una temprana edad; pero su apretada agenda por la preparación de su nuevo álbum en solitario, evito que pudiéramos reunirnos. Otro de mis conocidos que también había participado en el programa, SungJae-ssi, tampoco pudo apoyarme en ese sentido, estaba en medio de la grabación de un drama fuera de Seúl.

Mi posición era resuelta, debía hacer solo la tarea. Así que, teniendo en cuenta que no conocía las preferencias de mi compañera, ni tampoco la fisonomía de sus manos. Mi elección fue un tanto difícil.

―Y la dependienta de la tienda…¿no le pidió orientación? ―se aventuró a preguntar ManDi.

―No ―contestó Jimin de inmediato―. Debo admitir que me sentía muy abochornado para siquiera intentarlo. Además, no quería que mi identidad e información de la joya fueran reveladas con tanta antelación.

ManDi asintió. Gracias al actuar del artista y las circunstancias mismas, comenzaba a entender porque actualmente la joya gozaba de ese inconmensurable valor sentimental.

―Como le dije anteriormente, el día del especial musical, me encontraba muy nervioso. Particularmente por si mi elección sería del agrado de mi compañera. Quizá algunas personas vean esto como un detalle pequeño e intrascendental, pero para mí (independientemente de quien se trate), la reacción por un presente elegido a ciegas, puede definir, hasta cierto punto, que tan buena resultará la relación de dos personas desconocidas.

Esa misma mañana, entregué la sortija para que fuese llevada a la casa de mi compañera. Esta escena se emitió en el primer episodio. No sé si mi nerviosismo ya se notase, pero gracias al cielo y mi itinerario del día, pude menguar en gran medida esa sensación. Por supuesto, el efecto solo duro hasta que el especial musical (que inició pasado el mediodía) terminó.

Yo y los demás miembros, acabábamos de entrar a nuestro camerino, cuando el staff de la producción me entrego un sobre. En este me indicaban que mi futura esposa estaba en las instalaciones de LBC (cadena televisiva que producía el programa), y que debía buscarla con las pistas que ellos me proporcionaban: una foto de infancia suya y un anillo de su uso personal. A ello se irían sumando más sobres que ayudarían al propósito de encontrarnos.

―Recuerdo que usted estaba muy sorprendido cuando observó el anillo perteneciente a su esposa ficticia ―dijo ManDi, cortándolo. Jimin asintió―. Debo suponer que lo estuvo aún más cuando se enteró que la señorita Helina recibió las mismas pistas, sin contar el anillo del cual solo usted conocía las características, ¿cierto?

―Mi sorpresa fue por dos motivos más ―agregó Jimin, a modo de comentario―. El primero, y muy obvio, fue el que los propios comentaristas del programa alegaron y usted señala ahora mismo: ¿Cómo mis objetos personales habían llegado a manos de producción?, pero esa sorpresa fue pasajera. Intuí casi al instante que ambas cosas se obtuvieron gracias a la complicidad de mis hyungs. Y el segundo motivo, que no fue percibido por muchos, fue el que se me vino paulatinamente conforme hacíamos la grabación: Aparentemente había acertado en el gusto y talla del anillo elegido; esto observando la joya proporcionada.

Aprovechando la nueva pausa que el artista se daba, ManDi llamó su atención alzando su mano. Le pedía permiso para hablar. Jimin se lo concedió.

―Disculpe mi atrevimiento ―comenzó diciendo la joven. Jimin alzó las cejas, expectante y curioso― ¿Podría proyectar fragmentos de algunos episodios del programa?…Me serviría como guía para obtener sus apreciaciones ―se explicó cuando lo vio ladear la cabeza.

Jimin se lo pensó unos minutos, y al final accedió con un “sí” que a ManDi no le resultó muy convincente del todo. Cierta resignación teñía la voz del artista.