Capítulo 23
Narrador
—No puedo creer Gabriela ¿Alguna vez te detienes a pensar en las consecuencias de tus actos? —mientras su padre la mira indignado, ella acaba de colgar a su primo Gianni la única persona que puede ayudarle con Thomas.
A la estación fue enviado Thomas luego de tras derribar al hombre y golpearlo hasta que éste quedara inconsciente. Gabriela lo amó más por lo que hizo, pues pese a no tener idea porque ella quería detener a ese hombre, le bastó que ella quisiera hacerlo para actuar.
—¿Sabes quien es ese animal?—pregunta apoyándose en una pared.
—No viene al caso, insultaste a un hombre que solo seguía mis órdenes, violaste tu seguridad, te escapas como si fueras una ladrona, persigues a un chico en el parque y tu novio lo golpea ¿Olvide algo? —guarda silencio porque no vale la pena razonar con su padre.
Pasa una mano por su pierna derecha, ha empezado a sentir lo más parecido a descargas eléctricas en ella. No debió correr de la manera en que lo hizo, todos reaccionan distintos a situaciones de peligro, ella lejos de huirle lo persiguió. Necesitaba respuestas, porque las que habían no le bastaban igual pasaba con los sueños de ella cayendo al infierno.
—Deberías saber primero quien es y Thomas no tiene porque estar encerrado...
Golpeó a un chico, mucho más joven que él indefenso y en desventaja, escucha a su padre decir. Sería un verdadero milagro si no levanta cargos en su contra, el chico fue llevado al hospital luego de la paliza y hasta no traerlo a la estación no se sabrá que sucederá con Thomas.
—Deberías sentirte avergonzada...
—Pues no lo estoy —le responde de manera altanera.
—Tu y yo tenemos que hablar, sobre esa relación con ese hombre —le advierte.
—Estoy de acuerdo contigo—pasa su mano de nuevo por la pierna y se las arregla para que su padre no note su molestia en ella —me iré a vivir con Thomas, lo haremos oficial en una cena.
Jamás había visto el terror en los ojos de su padre como en esta ocasión. Sus ojos celeste adquieren un brillo peligroso, por un instante no sabe que responder. Si le era difícil verla casada, menos la quería viviendo de manera ilegal con ese individuo.
No le responde y se adentra a la estación molesto, si ella quiere irse a vivir con Mackay que lo haga, pero sin tarjetas de crédito y lujos. Regresaría a casa a la semana, por que Mackay no es un hombre paciente y su hija está plagada de mañas. Es la única manera de separarlos definitivamente, a él le tocará sostener a una mujer mucho más costosa de lo que cree y a ella vivir en un ambiente ajeno al suyo.
Pasa el cerco policial sin problemas, nadie le dice a dónde se dirige, encuentra a su hijo charlando animado con el doctor, como si este hubiera hecho la mejor de las hazañas. Una vez nota su presencia su hijo se aleja del hombre quien regresa a una cama pestilente y sucia en la que se acuesta como si fuera el mejor de los objetos.
—Baja el enojo, te aseguro que cuando sepas quien es ese hombre...
—Salió del castillo sin protección ¿Es que no ha aprendido nada? —interrumpe a su hijo y observa al hombre causante que su hija desobedezca todas las órdenes que le da —¿Ella corre detrás de un hombre y tu lo atacas solo por eso?
—¿Dónde está Gaby? —le pregunta sin responderle y eso no hace más que enojarlo aún más.
—Mackay es un hombre racional—niega alejando a su hijo de la celda.
Es un hombre con una debilidad fuerte por el alcohol, que puede ser víctima de alucinaciones producto de la abstinencia. Este comentario hace a su hijo reír, pues simplemente debería saber quien es ese miserable para entender todo.
—Quiere irse a vivir con él y planea darnos la maldita noticia en una cena —explota de mal humor, ante la quietud de su hijo pregunta —¿Me escuchaste? Porque no parece importarte.
—Ya perdí a Gabriela una vez papá, la vi morir en mis brazos y me prometí no volver a repetir esa experiencia, ni con ella o ninguno de los míos—se hace a un lado al pendiente que un oficial le abra las puertas a su cuñado.
Thomas por su parte, insiste en querer ver a Gabriela, la última vez que la vio iba abrazada a Claid, lloraba porque lo llevaban arrestado. Sentado en la banca encerrado en una celda observa a padre e hijo discutir como si él no estuviera allí. Los mira sin decir nada y luego a su hijo quien le sonríe con orgullo. Él también hubiera hecho lo mismo y todos los Doyle igual, hasta el terco de su suegro, pero el orgullo le impedirá aceptarlo. Un oficial se mofa de él diciendo que ni al más peligroso de los mafiosos vio con tantos abogados, algo que no alcanza a entender y tampoco le importa.
—Te hice una pregunta muchacho —insiste en saber el padre de su novia. —¿Por qué atacaste a ese hombre? Solo porque a mí hjja se le ocurrió perseguirlo.
Él tenía al custodio del castillo como un tipo inteligente, si vez una actitud extraña en alguien no te detienes a pensar porque hace aquello, reaccionas. Por lo menos es lo que Thomas hace, Gabriela no es una chica que pierda los estribos con facilidad y la actitud en ese parque con ese chico le hizo ver que algo raro ocurría con él.
—¿Sabes que vi señor Doyle? —le pregunta acercándose a las rejas y apoyando sus manos en ella —ví a una mujer con una lesión en dos vértebras y que hasta hace un año estaba en silla de ruedas, correr detrás de alguien. Que segundos antes había señalado como Luke Smith Harris estaba aterrada. —quita sus manos de los barrotes y se abre de brazos, su casi cuñado sonríe al ver el rostro molesto de su padre. —no necesite explicaciones, ni en ese instante ni ahora.
—¿Qué dirá tú padre de saber qué fuiste apresado? —insiste en reprenderle y él sólo quiere saber dónde está ella.
La llegada de Gianni, Guido lo hace callar, no tiene idea quien es ese miserable solo que Gaby estaba asustada. El oficial quien sigue burlándose, le abre las rejas y al ver a los recién llegados descubre porque la mención de abogados. William , Gael y Gerald permanecen en pie en medio de la estación. No están juntos, marcan distancia del hombre a quien no parece molestarle el antagonismo de los Doyle.
—¿Necesita algo doctor Mackay? —la pregunta la hace William y niega tras pensarlo un poco recuerda algo.
—Espero no deberle la fianza —le responde, en respuesta el abogado sonríe negando.
Da media vuelta saliendo de la estación y al llegar justo a la puerta se detiene. Gira hacia él recordándole que tiene una reunión pendiente.
—Lo tengo presente abogado.
—No demore Dr. O enviaré por usted y tengo que decirle, Ángelo no es muy paciente —sonríe una última vez, burlándose abiertamente de Gino Doyle quién lo ve con rabia contenida. —¿Debo arrodillarme o pedir su bendición? No tengo muy claro quienes son y realmente no es algo que me interese saber.
—¿Debo sentirme ofendido por su comentario? —le responde Gino sosteniendo su mirada —Porque no es así, en realidad que no este interesado en nosotros me alaga lejos de ofenderme.
Tras escuchar la respuesta y con una sonrisa en sus labios gira despidiéndose de Thomas. Sin dejar de sonreír se queda a las afueras de la estación atendiendo una llamada y escucha partes de la que el nuevo custodio tiene con quien imagina es uno de los escoltas de su hermana. La llegada de otro grupo lo hace detener, una chica de cabello rojo que parece llamas se acerca a la Gabriela quien la abraza. Le recuerda a la familia de Rogers, aunque debe admitir que en esta mujer hay cierto aire distinto. Sonríe en todo momento y sus ojos azules brillan al besar las mejillas de la Doyle.
Mientras se reprende a si mismo porque se ha quedado husmeando en un territorio que no es el suyo y tampoco debe interesarle no puede evitar escuchar la historia que el custodio le cuenta al recién llegado grupo. Nada es al azar, ese chico no estaba en ese parque por casualidad y esa bang negra tampoco. El auto negro, la moto y el jodido auto que entró a la mansión, seguro no es uno de los suyos quienes querían secuestrar a la chica. Hay personal contratado por días y muy probablemente sea uno de ellos.
Entra a la estación a buscar a Claid y ponerlo al día de sus sospechas escuchando que le cuentan a Thomas la identidad del hombre a que golpeó. Thomas solo se lamenta no golpearlo más fuerte, algo que causa risas en los Doyle.
—¿A quién le debo la fianza? —insiste en saber Thomas, un poco más relajado
—La pagó Guido, —responde Gerald — se peleó con Gianni y Gael por pagarlo—todos atinan a decir que harían exactamente lo mismo por el causante de la caída de su prima la primera vez. —Yo pago las que siguen, porque si piensas comprometerte con ella debes acostumbrarte a estos casos.
—¿Te estás escuchando? —le reprende su tío y asiente tranquilamente.
—No es la primera vez que estoy aquí por ella —confiesa a su tío y este solo lo ve enojado —Tanned pagaba bien por mi silencio, ella y el pequeño Guido se metían en problemas siempre. —Thomas no le sorprende, Gabriela dio gritos pidiendo ayuda en todas la direcciones y nunca fue escuchada.
—No llamé a tu padre, porque se la vergüenza que sería —le advierte su próximo suegro.
Ahora más que nunca sabe que debe sacarla de ese lugar la sobre protección la hará caer en depresión o que haga una locura. Su chica sólo estudia y duerme, las pocas veces que vive es cuando está a su lado y el tiempo duele ser corto. Sale a la salida con Gerald y su hermano pisando sus talones. La ve a ella abrazada a su prima Belliz y corre en su dirección al notar su presencia.
—Lo siento mucho... No pude contenerme.
—Ni yo —confiesa abrazándola y puede sentir el temblor en su cuerpo. —¿Estas bien? —niega apoyando su cuerpo en el suyo.
La gran mayoría de los allí presentes, saben en ese momento la identidad del hombre a quien Thomas golpeó. Los detalles de lo ocurrido en esa época no los conoce en su totalidad, él no ha estado interesado en desempolvar la mayor vergüenza para ella.
Recuerda que en su persecución tres hombres le apoyaron en apresar al tipo de la bici. Los hombres de Duncan probablemente custodiaban a Gabriela y quiere creer que es a ella, si es a él empezaría a preocuparse. Sigue escuchando a padre e hijo enfrascados en la misma disputa. Mientras que uno pensaba que la mejor forma de recuperar a su hermana era dándole libertad, su padre pensaba todo lo contrario.
—La vas a perder —alcanza a escuchar a su hijo tomando el móvil en sus manos — tu afán de protegerla estas logrando lanzarla a sus brazos .
—¿Sientes dolor verdad? —susurra al ver que ella sigue temblando y lanza un sollozo —Has corrido un largo camino, tu columna no está preparada para estas cosas.
—Me invitaste a trotar Thomas... —le advierte y sonriente.
—En el parque y no era a trotar en sí, quería alejarte de ese lugar por unos momentos... —aclara y se acerca a su hermano para decirle que la llevara a la clínica.
—¿Qué sucede? —pregunta preocupado.
—Corrió un trayecto largo... Su columna —le recuerda y le dice que el los llevara.
Su padre a impedido que se acerque a la mansión Duncan por las personas que la habitan. El tío Claid le ha advertido lo mejor es mantenerse al margen, porque el tema es mucho más complicado de lo que se cree.
Dos horas después, Claid recibe al chico quien ha sido traído de la clínica. Odia iniciar el día con una disputa sin embargo, lo ocurrido el día de hoy es diferente. El chico que supuestamente había sido novio virtual de su sobrina, bastante joven en comparación con su sobrina, pese a ello logró responder a varios golpes del Dr. Mackay. Fue llevado al hospital donde fue revisado y atendido, tras constatar que estaba bien, quiso acompañarles voluntariamente.
Negó cualquier participación en los hechos hubo que contarle lo delicado de la situación para que quisiera colaborar. Aseguró la cuenta no era suya y eso Claid sabia era cierto, no obstante, quería saber que lo llevó a ese grupo.
—Estaba aburrido, necesitaba dinero quería ir de vacaciones ese verano a casa de mis abuelos... la historia es súper sencilla. —empieza a hablar sacando ambas manos de su regazo y apoyándolas en el escritorio. —puse un anuncio en la prensa en donde ponía a disposición mis servicios. Escribí que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, siempre que fuera legal y pagaran bien. Una mujer llamó me dijo que tenía algo para mí.
Desempolvar el caso de Gabriela es difícil, teniendo en cuenta que nunca hubo uno en realidad, la muerte de Izan, Beft y todos los demás hizo imposible saber la verdad. Es un hombre precavido y tiene sus propios registros, ingresa la llave a su cajón de donde saca todo lo que recolectó del caso se su sobrina. El orden que lo caracteriza le permiten encontrar rápidamente las fotos de quienes participaron y las deja encima del escritorio.
El chico señala a Mia Sophia Moore, como la mujer que lo citó en una cafetería. El anuncio de prensa tiene como demostrarlo, aún conserva copia de su mayor estupidez. Nunca se le dijo lo que haría con ese chat en esa red de solteros. Solo le pidieron abrir uno, cambió su fecha de nacimiento y año, un correo que ella previamente le entregó. Le dio el nombre del usuario a seguir Lady D y fue ella quien le dio el seudónimo que debía utilizar.
—Me dejaban en el buzón de mensajes lo que debía preguntarle, trucos de las conversaciones, gustos y demás —le comenta y Claid asiente —inicialmente cargaban monedas para que yo pagará por fotos privadas... No hice nada malo...
—Yo decido eso—dice indicándole seguir —¿Qué pasó después?
Se remueve incómodo y le dice que no le creerá, pero una noche intentó ingresar a ese chat y no pudo. Habían cambiado la clave y por más que intento ubicar a la mujer y dejó cientos de mensajes a la cuenta que le enviaban información no obtuvo respuestas. Él había estado hablando con ella y mostrando a su familia, no estaba de intercambio, vivía aquí con sus padre, una hermana dos hermanos.
—No me pagaron, no me buscaron nunca más y solo me dejaron este mensaje —saca de su bolsillo el móvil que desbloquea y va a la bandeja de su correo electrónico.
Se lo alcanza a Claid quien lee atento y descubre que son los datos personales de él, su padre, hermanos y hasta su familia en América. Había tenido suerte al alejarse nunca supo la verdadera identidad de Gabriela, eso lo descubrió después cuando supo de su asalto y su estado en coma.
—¿Llegaste a ver las fotos de ella? —le pregunta y aclara —con poca ropa ¿Hasta donde hablaste con ella?
—No lo recuerdo...
—Si lo haces —le interrumpe y el chico palidece —conservas este mensaje, la prensa, estoy seguro que es por un motivo ¿Me equivoco?
El estrecho cuarto, la poca luz, la ausencia de aire o el nerviosismo le hacen transpirar fuerte. Lo recuerda, para él era y que juego de chicos, la chica era hermosa, divertida y solidaria. Llegó a sentir cosas por ella, aunque nunca la vio personalmente. Le contó a uno de hermanos todo, después de reprenderlo lo enviaron a América una temporada. Antes de irse buscaron a un abogado y este les recomendó guardar todo lo que pudiera constatar esa historia. Cierra los ojos y busca en su cabeza el chat de esa noche, una vez lo recuerda abre los ojos y le comenta.
—Llevaba un vestido rosa, dijo que venía de la universidad y que había sido aceptada —Claid asiente, abre el expediente y busca el chat.
Una vez lo encuentra se da cuenta que es de los primeros y lo muestra al chico, este le señala el lugar exacto de su último ingreso. Claid ve que es muy joven, debe tener unos 20 años o 21 siendo optimistas.
—¿Qué edad tenías cuando hiciste esto? —su respuesta es buscar la identificación y entregársela.
Quince años...
Esa era su edad en aquella época, buscar a un menor de edad a quien no podían juzgar y menos por chatear con otra mejor fue un buen truco. Gabriela nunca fue coaccionada enviar esas fotos, ambos eran menores de edad ella mayor que él. Se aseguraban no fuera encarcelado de saberse la verdadera identidad del chico. Pasa el dedo pulgar por los apellidos y suspira triunfante.
—¿Levantaras cargos contra el doctor Mackay? —le pregunta permitiéndole ver el chat sin imágenes, porque no quiso que su sobrina fuera humillada una vez más.
Niega levantándose de la silla lentamente y Claid se lo permite, retrocede de espaldas ala puerta y Claid no mueve un musculo. Solo cuando el chico toma el pómulo de la puerta y la abre se anima a hablar. Amo en su rostro la satisfacción de haberse salido con la suya, burlar a un oficial es sin duda, el mayor logro para un criminal.
—Necesitarás un buen abogado —aconseja y sonríe al verlo apoyar su cabeza en la puerta —Hace cuatro años te hubieras salido con la tuya.. ambos eran menores de edad, eso sí tu historia es cierta.
—Es cierta —susurra y Claid se levanta.
—Me has demostrado que lo ocurrido hace cuatro años es cierto —le comenta sacando las esposas de su pretina —lo que no me has explicado, es que hacías a las 4:40 am, en ese parque siguiendo a Thomas Mackay y a Gabriela Doyle. Pero sobre todo, quiero saber porque si estabas limpio vuelves a caer en el mismo error.
—ñ No es lo que parece y no hice algo ilegal —de defiende y Claid alza las esposas para que las vea —me dijo que fuera al parque, me dejara ver y luego me fuera...
—¿Para que alejarlos? —se encoje de hombros y asegura no saberlo. —¿Quién te ordenó hacerlo?
—Christopher Kelly...
Helen Harris Smith camina de un lado a otro dentro de la mansión Kelly, observa la hora por enésima vez y suspira. Algo está mal su hermano ya debería haber llegado ¿Cómo se dejó convencer? ¿Qué le diría a su padre? Ha usado a su hermano por años, se valió del error que cometió y su inocencia para eso. Cuando Michael, se acercó hace años y le confesó el problema en que se había metido supo que hacer. Michael sentía terror de decirle a su padre por sus violencia en sus castigos. Habló con sus amigos y estos fueron los que le indicaron que hacer, dando dinero para irse a América y asegurándose le debía un favor.
Entró a la universidad porque su jefe pagó la carrera, la policía estaba tras ello y querían disminuir las aguas turbulentas. Una vez supo la identidad de la chica con la que su hermano chateaba y al comprobar que esta estudiaba en la misma universidad que ella, supo que hacer. Se hizo amiga de ella, solo para estar al pendiente si se debelaba la identidad de la persona con que chateaba, aunque yo se que era solo diversión
Hace diez días llegó a casa de sus padres buscó a su hermano y le dijo que era hora de pagarle el favor o le diría a sus padres. El plan era sencillo alejar a Thomas de Gabriela, retener a esta un largo tiempo. El plan original era presionar al policía para que desistiera de sus investigaciones. Nunca imaginaron que la chica podría estar tan bien custodiada y que el plan se iría al carajo.
La policía allanó la mansión y no encontró nada, en el hospital tampoco hasta ahora, pero era cuestión de tiempo. El sonido del timbre le hace detener y es Christopher Kelly quien sale del estudio para abrir la puerta. No es su hermano quien está detrás de ella, es la persona dentro de la mansión Duncan quien era su informante.
—No tengo mucho tiempo —susurra agitado e intenta entrar, pero Christopher se lo impide —será mejor que me dejes entrar, tengo cosas importantes que contarte.
—Habla y decido si vale la pena arriesgarme...
—El hermano de Helen está en la estación lo tiene Claid y la prueba que la policía son unos coches de juguetes que Duncan le envió al pequeño.
—Entra —le indica Christopher al ver que la información es importante y peligrosa que la diga en la puerta.
Los coches tienen cámaras y micrófonos que captaron conversaciones entre ellos. Se cree que el niño podía estar cerca cuando ellos hablaban, porque algunos audios se escuchan con claridad y en otras hay registros de imágenes. Christopher le comenta que los juguetes y cosas del niño le fue enviado a su padre.
—No importa, ya ellos tienen esa información —le comenta el hombre.—tu nieto está vivo —el ruido de un cristal caer al suelo los hace girar y Christopher maldice al descubrir que su hija a escuchado esto último —es el paciente que tienen dentro de la mansión Hermes lo proteje. No recuerda a su madre, pero si a Helen.
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