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Capítulo 38"¿Qué le pasó?"

Los días adyancentes a la aparición de la madre de Lucas él y yo estuvimos algo distantes. Al parecer mi chico tenía mucho tiempo perdido que recuperar con su madre. O tal vez, Marie le tenía terminantemente prohibido cualquier contacto conmigo. ¿Quién sabe? las suegras son así. Al menos eso han dicho las personas durante decenas y decenas de años. Debe ser verdad.
Como Lucas no aparecía, aproveché ese espacio de tiempo que quedó libre en mi vida para hacer todo lo que había dejado de lado. Lo primero fue concluir la mayoría de los libros que había comenzado a leer. Me comuniqué por el Facebook con Jenna . Ella estaba inmersa en los trámites de la mudanza. Por eso casi no podíamos vernos en persona.
Le textié por WhatsApp a Brenda.
Me divertí mucho con las cosas alocadas que escribía. Me contó de su ex-novio Patric, al cual dejó porque era un desastre en la cama. De su vecina de junto, con la que había discutido porque ponía la música a un volúmen alto durante la madrugada. Comentó además sobre un chico muy lindo que vivía en Inglaterra. Él era su fanático número uno en sus redes sociales. Ella tonteaba y coqueteaba con él cuando estaba aburrida.

Bren, no resaltó nada interesante con respecto a Frank, ni a lo que vi en la fiesta. Era una pena, porque moría de ganas de saber los más escondidos detalles sobre aquello.

Pero bueno, debía conformarme con la poco información con la que contaba y esperar la posibilidad de que las cosas entre ellos se organizacen un poco más.

Hablando de organizar...

Mi cuarto, hacía siglos que no lo acomodaba como es debido. Tenía aún el montón de papeles con apuntes del curso pasado tirados en un rincón. Mi armario estaba patas para arriba con toda mi ropa revuelta.
Hice un desorden mayor al que tenía anteriormente para acomodar, deshacerme de todo lo innecesario y de paso elegir algunas cosas para donarlas a los más necesitados. Soy muy generosa en ese sentido.

Toc, Toc, Toc.

—Natie—La dulce voz de mi madre me hizo voltearme.

La puerta estaba abierta pero ella nunca entra sin llamar. Es una excelente costumbre que ha intentado inculcarnos a Joseph y a mí. Yo sí lo capté rápido, pero mi hermano hace aguas en el asunto. Más de una vez se ha llevado un gran susto por entrar a las habitaciones sin antes llamar a la puerta. Como el día de la lluvia. Me encontró encima de Lucas. Menos mal que teníamos algo de ropa puesta porque si no...

Mi madre traía entre los brazos el cesto donde recolecta las prendas usadas que hay en cada dormitorio.

—Hija, necesito que me des tu ropa sucia.

—Claro mamá—Señalé un rincón de la habitación—Está toda allá, en la caja aquella.

—¡Maravilloso!—Caminó al lugar y comenzó a pasar toda la ropa al envase que ella llevaba en brazos—Al menos tú ya no me das problemas con esto. Tu padre y tu hermano tienen la ropa tirada por todas partes. A veces, tengo que ir oliendo pieza por pieza para saber cual está usada y cual no.

—Son un desastre, pero hay que quererlos.

—Desastre el que tienes aquí-añadió mirando a su alrededor—¿Qué significa todo esto?

—Que estoy haciendo limpieza. El verano casi termina y no quiero iniciar el nuevo curso con desorden en mi habitación.

—Siendo así, te dejo tranquila para que termines—Se dirigió a la puerta—Nat, casi lo olvido—Fue hasta mi cama, se sentó y dejó el cesto con el bulto de ropa sucia a un lado—Necesito comentarte algo.

—¿Qué?—Pregunté mientras doblaba una camiseta blanca deportiva.

—Tu padre, en dos o tres días, tiene que participar en una actividad con su jefe y compañeros de trabajo. Algo así como una parrillada, para celebrar el fin del verano. Es una actividad de adultos. Va a empezar desde temprano y terminará algo tarde.

—¿Y qué necesitas mamá?

—Que cuides la casa y a tu hermano.

—¿Estás completamente segura de que yo y Joseph somos la mejor opción? Quedándonos solos puede que haya algún muerto, incendio o inundación jajaja.— Comenté en tono jocoso.

—No hagas bromas como esa, que me las termino creyendo.

—Perdón.

—Además, me has demostrado que eres responsable. No sólo has cuidado de tu hermano sino que además cuidaste a Jackson, el hijo de Sofía. Y dice ella que todo estuvo bien.

Jackson. Sofía. ¡Qué mal! Los había olvidado por completo. Gracias a mamá recordé mi estancia en aquella casa, a el tierno Jackson, a la abuelita Francisca, y el susto que me dio Lucas y por el cual lo golpee con la sartén. Pero, había algo que necesitaba saber, algo que se quedó en el aire, flotando sin que llegara a concretarse ni a disipar mis dudas.

—Mamá, ¿hace cuánto conoces a Sofía?

Quedó pensativa un momento.

—Tú tenías casi siete años cuando ella comenzó a trabajar en el mismo hospital que yo, así que serían diez años aproximadamente ¿Por qué?

—Es que noté, cuando estaba en su casa y por el contenido de sus fotos en la pared, que ella estuvo embarazada después de tener a Jackson.

—Es verdad. Ella estuvo a punto de tener otro hijo.

—¿Dónde está ese niño o niña?

La mirada de mi madre se perdió por un segundo

—Es una larga historia mi amor.

—Mamá cuéntame, por favor—supliqué—. Si la historia es larga, no te preocupes que me sobra el tiempo.

—Pero a mí no. Tengo que hacer muchas cosas.

—Vamos ma'—Hice un puchero.

Suspiró en señal de rendición—Está bien, pero rápido.

Dejé lo que estaba haciendo y me senté en mi cama. Junto a ella para escucharla con atención.

—Sofía estaba casada con un hombre maravilloso llamado...llamado...¡Ash!No lo recuerdo bien pero era un tipo simpático, alegre y la quería mucho. Pero, cuando ella quedó embarazada de Jackson todo empezó a cambiar.

—¿Cómo que a cambiar?

—Shhh ¡Déjame terminar!—Asentí con la cabeza y mamá prosiguió—Él la empezó a asfixiar con sus celos enfermizos.

—¿Por qué?

—Porque pensaba que el niño era producto de una infidelidad.

—Ah, ya.

—Comenzó a acompañarla al trabajo, la esperaba fuera el día entero y luego la recogía para llevarla a casa. No le permitía hablar con nadie, ni ir a fiestas, ni hacer las guardias médicas. Incluso llegó a golpearla varias veces. Cuando Jackson tenía cuatro años Sofía se embarazó otra vez, de una niña. Resulta que un día su hijo estaba jugando con los juguetes en la sala. Llegó el padre borracho de la calle y cuando tropezó con uno de los carritos quiso abalanzarse con toda su rabia sobre el pobre niño. Sofía se metió en medio para proteger a su hijo y de los tantos golpes que recibió sufrió una hemorragia interna muy seria. Tuvieron que sacarle a la bebé muerta, para salvar la vida de Sofía.

—Pobre bebé—La historia me entristeció mucho.

—Natasha, si los médicos no lo hubieran hecho ahora mismo estaría Jackson huérfano de madre.

—Es cierto, continúa con la historia mamá.

—Sofía sentía tanto dolor y furia que se armó de valor. Denunció a la bestia de su marido por maltratos. Además le pidió el divorcio.

—Ha de ser muy duro pasar por todo eso sola ¿verdad?—Me sentía mal por ella.

—Sí, hija. Pero, ¿por qué me preguntaste hace cuanto la conocía?¿Acaso tuviste alguna experiencia negativa en el apartamento de Sofía? ¿Ella te comentó algo o te maltrató?

Lo único verdaderamente negativo fue el loco que empezó a llamar por teléfono. Ese que puso a Jackson nervioso y a mí me llevó al borde del infarto.

—No madre—No quise preocuparla— ¿Cómo puedes pensar eso? Sofía y su hijo son adorables. ¿Sabes? Estoy algo preocupada por ellos ahora que conozco toda la historia.

—Puedes estar tranquila. Ese sujeto no los molestará nunca más.

—Él está en la cárcel, pero nada asegura que no lo suelten antes por buena conducta o que se escape para vengarse de la mujer que lo denunció.

—El ex-marido de Sofía resultó ser un sujeto que no podía controlar sus impulsos de violencia. Eso lo llevó a buscarse problemas en la cárcel con el tipo equivocado y...

—¿Qué le pasó a ese cerdo?

—Según me confió Sofía, hace una semana a él lo apuñalaron en las duchas. No se sabe con exactitud quien fue, pero hay fuerte razones para pensar que lo mandó a matar el bandidos más peligroso de la prisión porque habían discutido varias veces.

Al escuchar eso me sentí aliviada. Ese hombre no le iba a poner un dedo encima a Sofía ni Jackson nunca más. Podrán vivir sin miedo. Sin que se les salga el corazón por la boca cada vez que suena el teléfono. "Él" ya no existía y Jackson podía dejar de temer.

Pero nunca me alegré de la muerte del hombre. Fue muy trágica. ¿Te lo imaginas? Morir apuñalado. Sentir cómo una hoja metálica fría rompe las capas de tu piel hasta que llega a sus entrañas. Sale de ti dejando un agujero que se convierte en la vía de escape de tu sangre. Comienzas a desangrarte poco a poco. Tu cuerpo se va apagando. Tu mirada se va tornando borrosa y te cuesta mantenerte despierto. Y continúas con esa agonía hasta que se acaba todo, hasta que tu corazón para de latir y mueres.

No, no podría alegrarme de algo así.

—Ahora si tengo que irme, Natasha—Mamá se levantó de mi lado. Tomó el cesto de ropa sucia y caminó hacia la puerta—Tengo muchos quehaceres hogareños con lo cuales cumplir.

—Si termino a tiempo con mi dormitorio voy y te ayudo.

—Eso estaría perfecto, Natie.

Mamá se cerró la puerta al salir. Me dejó otra cosa en la que pensar. Ahora todos los pensamientos estaban girando en mi cabeza: Frank con Brenda, la madre de Lucas, la muerte del ex-marido de Sofía. Pensaba en todo aquello sin dejar de ordenar mi cuarto. Así mi mente y mi cuerpo se mantenían ocupados.

Llevaba un rato en mi labor cuando escuché que el tono de llamadas de mi teléfono había comenzado a sonar.
No veía mi celular. Lo tuve que buscar por todas partes. Registré en mi armario. Rebusqué entre las sábanas. Me agaché para buscarlo debajo de la cama.

—¡Maldito teléfono!¿Dónde estará?— refufuñaba mientras abría mis bolsos.
El ringtone de llamada se detuvo, pero comenzó a reproducirse nuevamente.
—Es algo raro— revisaba debajo de las almohadas—porque se escucha como si estuviese metido dentro de...¡Ya recuerdo!

La noche anterior me había pasado hasta muy tarde, chateando por Whatsapp. Estuve leyendo mensajes antiguos y eliminando algunos para liberar un poco el espacio del almacenamiento. Antes de dormir, (no sé el porqué) lo guardé dentro de una de las gavetas de la mesita de noche.
La abrí y allí estaba él: todavía sonando y vibrando. Rápidamente tomé la llamada:

—Buenos días, niño de oro.

¿Buenos días?—Estaba la voz de Lucas del otro lado—¿Qué tienen de buenos si casi me da un paro cardíaco?

—¿De qué estás hablando?

Te tardaste tanto en contestar que pensé que te había pasado algo.

—No ocurrió nada malo. Estoy en casa sana y salva. Pero no encontraba el celular.

La próxima vez que me des un susto así voy a...—paró de hablar para pensar en algo—¡Lo que sea! ¡No importa! Hoy no me siento inspirado para hacer amenazas.

—Me parece bien. ¿Cómo has estado?

—¡Cómo un culo! Nunca imaginé que mi madre pudiera ser tan estresante.

—¿No crees que estás exagerando?

¿Exagerando, Natasha? Ha pasado estos últimos días reorganizando mi vida y la de mi hermana. Dakota y ella han discutido mil veces. He tenido que ser el mediador que las ha hecho ponerse de acuerdo. Además, Marie quiere hacer una cena en su casa que de seguro va a ser un fastidio.

—¿Por qué?

¿No es obvio? Quiere invitar a sus "amigos" de la altísima sociedad. Ya sabes hay que mantener el estatus y las apariencias.

—Es decir, vivir una vida de plástico, haciéndole creer a los demás que todo está perfecto.

Sí, ese ha sido mi mundo incluso antes de nacer. Creo que ya mi destino estaba dictado desde que estaba en las bolas de mi padre. Es asfixiante.

Recordé aquella vez que me dijo que se interesó en mí porque era diferente a las demás personas con la que estaba acostumbrado a lidiar. Era aquella chica a la cual él no le había despertado ningún interés al inicio, a pesar de ser alto, guapo, popular, inteligente y de tener mucho dinero. La persona a la que tuvo que chantajear para poder acercarse y a la que convirtió en su "mascota" para no dejarla ir. La chica diferente. Con la que se enamoró en serio. Porque soy la parte de la vida de Lucas que es verdaderamente cierta. Soy su "bicho raro".

Natasha, quiero escapar de este tedio al menos una tarde.

—¿Tienes algo pensado?

Quiero hacer algo diferente contigo. Algo para lo que nunca he tenido la oportunidad.

Frucí el ceño turbada—¿Qué?

Mi mente viajó en una milésima de segundo a un universo perverso, lleno de látigos, cuero negro y personas gritando de placer y dolor. Un mundo repleto de torturas. Con chicas colgando del techo con cuerdas mientras las penetraban sin delicadeza, ni control. Un lugar donde reinaba el sadomasoquismo y el sexo se tenía después de haber consumidos sustancias ilegales.

Quiero ir al cine, para besarnos y no enterarnos de lo que trataba la película. Quiero comprar helados y sentarnos en unos columpios a ver como cae la noche. Ya sabes, esas tonterías cursis que no faltan en las series juveniles de televisión.

—¿De verdad?—No me lo creía del todo.

Claro, ¿Acaso pensabas que tenía otra cosa en mente?—Imaginé que torció la sonrisa y alzó una ceja.

—No, no, no.—Mentí para no quedar como la más pervertida de los dos—Solamente me parece extraño que un chico como tú nunca haya hecho esas cosas.

Te juro que es cierto. A las chicas que he conocido siempre las he invitado a cenar, a la playa, a navegar conmigo en el yate de mis padres. No sé lo que se siente hacer una fila para comprar boletos de cine. Tampoco lo que es pasar horas sentados en un parque hablando.

—Bueno, en el fondo siempre supe que lo nuestro sería algo así como un intercambio cultural. Tú nunca has hecho eso, y yo nunca había viajado en limosina, por ejemplo.

Entonces paso por ti a las seis de la tarde.

—Muy bien. Y para que la experiencia sea más realista ven en autobús.

Eso si es nuevo. Ni siquiera sé donde paran.

—No hay ningún problema, con preguntar basta.

Soltó un gran suspiro de profunda serenidad—Será otro reto interesante.

—Nos vemos en unas horas.

Hasta entonces, guapa.

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