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Capítulo 34

¿Qué sucedería si acepto a Axel? No estaría conforme y el pobre de Jacob quedaría mal, sin mencionar que sospechaba que Damián también sentía algo por mí. Ahora, ¿qué sucedería si acepto a Jacob? Lo mismo que la pregunta anterior, dos corazones rotos. Solo me faltaba la confesión de Damián para estar segura en decirle a los tres mi confesión. Aunque, me dolería la cabeza de tanto pensar en no dañar a ninguno.

Los día habían pasado y hace unas horas que volvimos al pueblo, lo primero que quise hacer fue buscar a Camila y contarle de una buena vez los detalles de lo que me estaba sucediendo, exceptuando lo que hice con Damián, no podía saberlo porque me odiaría el resto de su vida. Lo más probable era que se asombrara tanto como yo, pero planeaba agregar el hecho de que me gustaban ambos...

Necesitaba un consejo urgente y no sabía a quién más pedírselo. Caminé hasta llegar a la puerta de su casa, toqué dos veces y me recibió la señora Teresa con una agradable sonrisa.

—Emily, tiempo sin verte, me alegra que estés de nuevo por aquí.

Me indicó que pasara. Busqué a Camila con la mirada, me percaté que la puerta de su cuarto estaba abierta y me dirigí hasta ella. Entré con cuidado de no hacer ruido, Sus oscuros ojos me observaron en cuanto atravesé la entrada, una sonrisa de bienvenida se formó en sus labios y se levantó de la cama para correr en mi dirección, dándome un fuerte abrazo que casi me tumbó.

—¡Emily! Volviste, ¿cómo te fue? Exijo saber los detalles de tu viaje —habló con entusiasmo e invitándome a sentarme.

—Se podría decir que me ha sucedido de todo un poco —resoplé.

—¿Es vergonzoso? Estás más roja que de costumbre, puedo creer que te hicieron algo por allá —preguntó curiosa, se acomodó en una posición que le permitiera verme.

—¡Camila, le gusto a dos chicos! —exclamé llevando ambas manos a mis mejillas—. ¿Cómo puede ser posible? —me cuestioné a mí misma.

—¿De qué hablas? —interrogó confundida, abrió sus ojos al pensarlo mejor—. ¿Se te han declarado? —la sorpresa le invadió el rostro.

—¡Axel y Jacob! La misma noche dijeron que yo les gustaba —solté, al pronunciar ambos nombres, un cosquilleo me revolvió el estómago.

No es tan fácil rechazar a alguien ¡y mucho menos elegirlo! Era complicado, al menos a mí ya que quería quedarme con todos si era posible. Seguía sin poder creer que le gustaba a Jacob mucho más allá del deseo sexual ¡Era imposible porque me trataba mal! Tal vez me estaba jugando una broma, aunque desde ese día me estaba evitando y se sonrojaba cada vez que me veía...

Por otro lado, de Axel sí me lo esperaba por como me había tratado los días anteriores, sobre todo porque no con cualquiera desearías besarte y hacer cositas pecaminosas.

—¡Lo sabía! Aunque, Jacob me sorprende, supongo que es alguien misterioso —colocó una mano en su barbilla, pensativa—. Te quedarás con Axel ¿Verdad? Es el chico bueno de los dos —me lanzó una pícara mirada que provocó una aceleración por parte de mi corazón.

—¡Camila! —exclamé dándole a entender que se calmara.

—Es que si te pones a pensar. Axel es todo lo que una chica desearía, atento, cariñoso, amable, te trata como princesa, se preocupa por tu bienestar —contó cada cosa con sus dedos—. En cambio, Jacob resulta ser más... Malvado, egoísta, te insulta, te trata mal. ¿Entiendes? Si fuera yo me iría por Axel —refutó decidida.

—No es tan fácil como piensas —contesté cabizbaja.

—¿Quién te gusta, Emily? Porque tu corazón lo tuvo que haber robado alguno de ellos —preguntó con seriedad en su expresión, me sorprendió su repentino cambio.

¿Quién me gusta? Buena pregunta, deseaba poder compartir más tiempo junto a los tres porque me gustaban, era una atracción inmensa que empecé a sentir por ellos de la nada, fue como una bomba atómica que explotó dentro de mí queriendo tenerlos a todos, no solo a uno. Tenía que contárselo a Camila si quería sacarme un enorme peso de encima que me atormentaba todas las noches antes de dormir.

—Justo de eso quería hablar contigo, pero por favor, te ruego que no me vayas a juzgar por lo que voy a decir —solté en forma de desahogo y súplica.

Sus ojos se abrieron debido a mi petición. Camila se puso seria y hundió las cejas para prestarme atención.

—Debe ser algo grave ¿Verdad? —habló con un agudo tono de voz, preocupada por mí. Ella se acercó a la ventana a correr las cortinas para que entrara la luz—. Puedes contarme lo que sea, por más fuerte que sea, no te voy a odiar ni nada por el estilo. Somos amigas, estaremos en las buenas y en las malas, no me importa si hasta me dices que te gusta Damián, yo lo entenderé —agregó volviendo a mi lado.

Tragué saliva por lo que iba a soltarle. Me había descubierto en cierta parte, aunque ella todavía no sabía, pero por lo menos me dejó en claro que no le importaba mucho lo de Damián, cosa que era verdad, él también me gustaba mucho.

—En serio, soy la peor amiga, la peor mujer de este planeta al siquiera pensarlo... —comenté, sentí mis mejillas arder por la vergüenza al tener que decírselo a Camila.

—Emily, no pienses eso de ti, somos humanos y cometemos errores, es normal que hagamos locuras —colocó una mano en mi hombro para calmarme—. Te gusta Damián ¿Verdad? —interrogó con los ojos cristalizados.

Por más que me doliera contarle la verdad, tenía que hacerlo o me arrepentiría por el resto de mi vida. Éramos amigas, no teníamos por qué ocultarnos las cosas, los secretos no deberían de estar permitidos entre nosotras. Pero era algo que la iba a lastimar sin importar que dijera lo contrario, por más que me hiciera creer que ella estaría bien, no era cierto.

Eso era lo que más me dolía, que mi egoísmo terminaría dañando a mis seres queridos, a las personas más cercanas a mí por mi estupidez de quererlo todo a la vez sin esperar consecuencias.

—Sí... Pero no es solo Damián —repliqué sintiendo que un peso empezaba a salir de mi cuerpo.

Ella me miró confundida, con el ceño fruncido y cruzada de brazos, sabía que no entendía las palabras que dije porque sonaba muy loco. Pensar que Damián no era el único que me gustaba, seguro le resultaba increíble porque ella me conocía desde que éramos niñas, sabía que yo siempre fui una buena chica, la perfecta de papá y mamá que nunca cometía errores.

—¿A qué te refieres? ¿Cómo que Damián no es el único? —cuestionó incrédula, con la boca abierta debido al asombro.

—Sé que sonará loco e irreal lo que te voy a decir —hablé tomando una pausa antes de soltarlo de una vez—. Soy una egoísta, no soy la chica perfecta y humilde que todos pensaban, tengo pensamientos impuros en mi cabeza y me enamoré de tres chicos al mismo tiempo, no puedo sacarlos de mi corazón, no puedo escoger a uno solo, Camila, creo que me estoy volviendo loca —confesé con la voz ahogada, quebrada por el miedo que tenía.

Camila me miró con sorpresa por mi repentina confesión, era lo menos que ella se esperaba. Tenía los ojos y la boca abierta, sin saber qué decirme. Yo no pude evitar echarme a llorar por la impotencia que sentía al no poder controlar mis emociones.

—Mierda, eso no me lo esperaba —respondió atónita, dándome palmadas en la espalda para calmarme.

Por fin había sacado lo que tanto estaba conteniendo, me había quitado un enorme peso de encima que me carcomía poco a poco. Las lágrimas salía de mis ojos sin parar, no podía evitarlo porque me sentía la peor, aunque Camila seguía procesando la situación.

—Perdóname, de verdad, no merezco tu amistad —sollocé entre sus brazos.

—Hey, hey, no digas eso. Primero respira y deja de llorar para que te pueda responder —siguió con las palmaditas—. Dios, parezco yo la madura y tú la niña —rio.

Pasaron unos minutos antes de que lograra soltar todo el llanto que contuve por tanto tiempo. Camila me esperó mientras me lanzaba palabras de ánimos para que me tranquilizara y pudiéramos hablar con más calma.

—Lo siento. Estoy muy frágil por todo lo que pasa en mi cabeza —murmuré desviando la mirada.

—Comprendo. Ahora, aprovechando que ya soltaste las lágrimas. ¡¿Cómo carajos te enamoras de tres personas a la vez?! —exclamó llevando ambas manos a su boca, recordando que su abuela estaba en casa.

—¡Camila! No lo grites —hablé por lo bajo, nerviosa.

—Disculpa, mi error, es que sigo en shock. Me parece increíble lo que me dices —murmuró pensativa—. ¿Se lo vas contar a los tres?

—No... No lo sé, tengo miedo de perderlos por mi egoísmo —titubeé —. ¿No estás molesta conmigo?

—¿Molesta? ¿Por qué lo estaría? Recuerda que Damián me rechazó porque le gusta alguien más —me recordó.

—Él te dijo quién le gusta ¿Me puedes decir? —supliqué.

—Lo sabrás pronto, ya verás —me guiñó un ojo—. Ahora, lo importante es que debes decirles a todos lo que sientes porque es obvio que te van a pedir una respuesta y tú no quieres escoger a uno solo ¿No?

Asentí.

—Es que no sé exactamente cómo confesarme —expresé preocupada.

—Fácil, puedes sugerir una relación poliamorosa ¿Sabes lo que es, no? Todos deben estar de acuerdo en tener una relación de cuatro, compartirse, disfrutar juntos —comentó.

No sabía cómo es que Camila tenía ese tipo de conocimientos con trece años, la juventud cambió drásticamente.

—No creo que salga bien —inquirí dudosa.

—Tienes que intentarlo —me animó—. Y bueno, deberías ayudar a Axel porque Brisa se lo quiere comer —sus palabras me dejaron confundida.

¿Qué tenía que ver Brisa en la conversación? Ella señaló la ventana para que me acercara y viera lo que sea que quería mostrarme. Mis ojos se abrieron de par en par al ver a Axel no muy lejos de nosotras, estaba hablando con Brisa, ella claramente le estaba coqueteando, insinuándose cerquita de él. ¡Era una fiera! Una punzada se apoderó de mi estómago junto con un sentimiento de rabia.

O bueno, más bien eran celos los que me carcomían.

¡Se suponía que yo le gustaba! ¿Por qué no la apartaba? Ella le susurraba algo al oído mientras se movía de una manera demasiado sensual para mis ojos, como si le estuviera proponiendo algo indebido, pero no pude simplemente ignorar lo que estaba pasando. Camila también se mostraba sorprendida, ambas estábamos espiando a nuestro amigo.

¡Agh, me sentía molesta! Si antes no odiaba a Brisa, esa fue la gota que derramó el vaso para que sí lo hiciera. ¡Quería que se alejara de Axel porque era obvio que tenía malas intenciones! ¿Qué era este sentimiento de intranquilidad? ¿Qué era lo que le estaba susurrando? Me cansé de esperar y salté la ventana abierta con cuidado de no tropezar.

—¡Suerte! —Camila habló quedándose atrás.

Caminé tratando de actuar lo más normal posible, por suerte no habían notado que salí por la ventana de la casa. Pensé en simular que estaba dando un paseo, aunque no aguantaba las ganas de acercarme a ellos y preguntarle a Axel tantas cosas. ¿De verdad me quería? ¡Si era cierto, entonces no debería de dejar que ella lo sedujera así de fácil! Ignoré la presencia de Brisa y tomé a Axel de la muñeca, caminé con una seria expresión que probablemente estaba notando. Nos alejamos de ella, aproveché la sombra que nos brindaba un árbol y me detuve.

—¿Por qué caíste en sus seducciones? —pregunté con autoridad colocando ambas manos en mi cintura.

—Intenté separarla, solo le pregunté por ti y me cayó encima de esa manera —se excusó.

Sabía que eran excusas, pero ¿por qué necesitaba que me diera explicaciones si no éramos nada?

¿Por qué? ¿Por qué la necesidad de saber? No debía de exigir ese tipo de cosas, después de todo, no éramos nada más que amigos. ¿Acaso era un ataque de celos?  Qué vergüenza, me dejé llevar por mis emociones otra vez. Axel podía hacer lo que quisiera con su vida, yo no era nadie para exigirle respeto. No tenía que interferir ¿Verdad? ¡Pero no podía evitar sentirme molesta! Brisa era mala, nunca tramaba algo bueno.

—Lo siento, no sé qué me sucedió —llevé una mano a mi frente, buscando la calma.

—¿Son celos? —cuestionó. Su confusa expresión pareció no poder creerlo.

—¡No, claro que no! —dije en mi defensa. ¡Había arruinado todo! Ya no había vuelta atrás—. Trataba de salvarte de sus garras —mentí para salvarme.

—¿Segura? —se cruzó de brazos, estaba dudando en si creerme o no.

Asentí una gran cantidad de veces hasta que quedó satisfecho. El silencio se apoderó del ambiente y ninguno habló, no era para nada incómodo estar así, Axel se acercó a mí con la intención de hacer algo, se posicionó al frente, empecé a sentir cómo mi cuerpo se tensaba al recordar su confesión. Los latidos de mi corazón aumentaron y mis emociones se desbordaron al observar su constante cercanía, miré sus claros ojos que se entre cerraron debido a la iluminación del sol, su castaño cabello fue  agitado por el viento.

Me tomó de la cintura y yo instintivamente coloqué mis manos en su pecho. Estaba muy nerviosa porque planeaba hacerle caso a Camila de decirle a los tres mis sentimientos. Una parte de mí deseaba volver a probar sus labios, pero necesitaba más tiempo para pensar.

Él se acercó poco a poco con sumo cuidado, sentí su respiración. Cerré los ojos dejándome llevar por el momento, de verdad lo quería mucho, los abrí inmediatamente al sentir sus labios plantar un beso en mi mejilla, cerca de mi boca. Se separó con una sonrisa.

—Tranquila, no haré algo que no quieras porque se nota que sigues confundida —dijo mientras con una de sus manos acarició mi mejilla con delicadeza.

¡Estúpido cosquilleo de mierda!

¡Axel era como un príncipe! Al igual que Damián, en cambio Jacob era más como un ogro. Sus palabras causaron un revoltillo en mi interior como de costumbre. Él se alejó sin prisas, me quedé ahí, observando cómo su figura estaba cada vez más lejos. Estaba pensando en detenerlo, en verdad quería ese beso, pero aún me sentía confundida en cuanto a mi decisión, no es que quisiera herir los sentimientos de Jacob, pero tampoco quería lastimar a Axel. Además, la fuerte chispa me la provocaban todos.

Tenía que decirles que me había enamorado de los tres, sin importar lo loco que sonara, no había vuelta atrás, estaba decidida en hacerlo sin importar el caos que se me viniera encima.

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