Capítulo 14: Sombras de desconfianza
Damián se despertó en el sofá de Elena, con la sensación de que el día traería nuevas revelaciones. El primer rayo de luz entraba por la ventana, iluminando los restos de una noche agitada. Mientras se incorporaba, su mirada se posó en su teléfono. La pantalla mostraba un mensaje cifrado de un número desconocido, y un escalofrío recorrió su espalda.
—Elena, mira esto. Es un mensaje cifrado de un número que no reconozco. Creo que es de un antiguo contacto de Giovanni —dijo, mostrándole el teléfono.
Elena se acercó, con la curiosidad y la preocupación reflejadas en su rostro.
—¿Qué dice? —preguntó, intentando descifrar el mensaje con la vista.
—No estoy seguro aún. Necesitamos descifrarlo. Vamos a necesitar la ayuda de Laura —respondió Damián, con seriedad.
Reunieron al equipo en la sala de estar de Elena. La tensión en el aire era palpable. Laura, experta en tecnología, estaba trabajando intensamente en descifrar el mensaje mientras los demás esperaban con ansiedad. En un rincón, Marcos y Javier discutían posibles conexiones y escenarios de riesgo, sus voces en un susurro constante.
—Laura, ¿cómo va? —preguntó Elena, impaciente, sus dedos tamborileando nerviosamente sobre la mesa.
—Dame unos minutos más. Es un cifrado complejo, pero creo que puedo romperlo —respondió Laura, concentrada en su computadora.
Mientras esperaban, Elena no podía dejar de mirar a Damián con desconfianza.
—Espero que no sea otra de tus mentiras, Damián. O Alessio, o como quiera que te llames —dijo, su voz cargada de reproche.
Damián sintió un nudo en el estómago, pero sabía que merecía su desconfianza.
—Entiendo tu enojo, Elena. Pero te prometo que esta vez todo es real. Estoy aquí para ayudarte, no para engañarte —respondió, intentando captar su mirada.
Finalmente, Laura logró descifrar el mensaje.
—Lo tengo. Dice: "Encuentro en el Parque Retiro, mañana a las 10. Información crucial. No confíes en nadie." —leyó Laura, con voz grave.
Elena frunció el ceño, procesando la información.
—¿Crees que es una trampa? —preguntó, su voz llena de desconfianza.
—Podría ser, pero si este contacto fue realmente un aliado de Giovanni, podría ser nuestra mejor oportunidad de avanzar —respondió Damián, con seriedad.
Decidieron investigar más antes de acudir a la reunión. Javier comenzó a buscar información sobre el número de teléfono y posibles conexiones con la Camorra.
—El número pertenece a un teléfono desechable. Es difícil rastrear su origen, pero tengo algunas pistas sobre quién podría ser —dijo Javier, mostrando su pantalla.
—Podríamos estar tratando con alguien que conoce muy bien a Giovanni. Debemos proceder con extrema cautela —dijo Marcos, su voz llena de preocupación.
Planearon la reunión con mucho cuidado. Laura proporcionó dispositivos de escucha y vigilancia para asegurar la seguridad del encuentro.
—Nos dividiremos. Elena y Damián irán al encuentro, pero no estarán solos. Javier y yo estaremos vigilando desde una distancia segura —dijo Marcos, organizando el plan.
Elena asintió, su expresión aún seria.
—Debemos estar preparados para cualquier cosa. No podemos confiar completamente en nadie —dijo, con firmeza.
—Entendido. Mantengamos la calma y actuemos con inteligencia —respondió Damián, intentando ofrecerle apoyo.
En el Parque Retiro, la tensión aumentó mientras esperaban. El parque estaba relativamente tranquilo, pero cada sombra y cada figura se sentían amenazantes. Elena y Damián se sentaron en un banco, fingiendo ser una pareja común.
—Recuerda, mantén los ojos abiertos y no confíes en nadie hasta que tengamos pruebas —dijo Elena, su voz baja pero firme.
—Entendido —respondió Damián, observando los alrededores.
Un hombre con una gorra y gafas de sol se acercó a ellos discretamente, fingiendo estar paseando a su perro. Su mirada era cautelosa, y sus movimientos, medidos.
—Soy Marco, un antiguo aliado de Giovanni. Tengo información que puede ayudarlos —dijo en voz baja, entregándoles un sobre de forma disimulada mientras pasaba junto a ellos.
Elena y Damián lo abrieron rápidamente y encontraron documentos que detallaban transacciones ilegales y nombres de diputados implicados.
—Esto es oro puro. Gracias, Marco —dijo Damián, con gratitud.
—Tengan cuidado. La Camorra no se detendrá ante nada para protegerse —advirtió Marco antes de alejarse rápidamente, mezclándose de nuevo entre la multitud.
Mientras regresaban, Damián no podía dejar de pensar en Marco. Un recuerdo antiguo afloró en su mente, un recuerdo de su hermano Giovanni y su amigo Marcos. Era una tarde de verano, y Giovanni y Marco estaban discutiendo animadamente sobre estrategias para un partido de fútbol.
—Marco siempre fue astuto —murmuró Damián, medio para sí mismo.
Elena lo miró, curiosa.
—¿Cómo sabes que podemos confiar en él? —preguntó.
—Lo recuerdo de cuando era niño. Giovanni siempre decía que Marco era alguien en quien se podía confiar ciegamente. Lo veía como un hermano —respondió Damián, una sonrisa nostálgica en su rostro.
De regreso en la casa de Elena, revisaron los documentos con cuidado. La tensión entre ellos no había disminuido.
—Esto puede cambiarlo todo. Estos documentos son la prueba que necesitamos —dijo Damián, con entusiasmo.
Elena asintió, pero su rostro seguía serio.
—Espero que no sea otro engaño, Damián. No soportaría otra mentira —respondió, con voz helada.
Justo en ese momento, recibieron más mensajes amenazantes. Uno de ellos incluía fotos de sus seres queridos, dejándolos claro que la Camorra los vigilaba de cerca.
—¿Cómo han conseguido estas fotos? —preguntó Elena, sintiendo el terror apoderarse de ella.
—No lo sé, pero significa que estamos demasiado cerca de la verdad. No podemos detenernos ahora —dijo Damián, intentando mantener la calma.
—No podemos dejar que nos intimiden. Debemos seguir adelante —dijo Elena, con voz firme.
—Estoy contigo, Elena. No importa lo que pase —respondió Damián, apretando su mano.
El estrés y las amenazas comenzaron a causar tensiones entre ellos. Esa noche, mientras revisaban los documentos en la mesa de la cocina, la discusión se intensificó.
—¿Y si estamos arriesgando demasiado? ¿Y si nunca logramos desmantelar esta red? —preguntó Elena, su voz llena de frustración.
—No podemos pensar así. Debemos seguir adelante, por Giovanni, por tu padre, y por todos los que han sufrido —respondió Damián, su voz firme pero con un tono conciliador.
Elena golpeó la mesa con el puño, su frustración evidente.
—¿Y qué pasa si todo esto es en vano? ¿Qué pasa si tú también me estás engañando? ¡No puedo soportar más mentiras, Damián! —gritó, sus ojos llenos de lágrimas.
Damián se acercó, intentando calmarla.
—Elena, mírame. Estoy aquí contigo, no contra ti. Te prometo que no hay más mentiras. Solo quiero que confíes en mí, y demostrarte que estoy de tu lado —dijo, su voz quebrándose.
La discusión se intensificó, pero finalmente, Damián la tomó por los hombros y la miró directamente a los ojos.
—Te entiendo, Elena. Pero no podemos permitir que el miedo y la desconfianza nos destruyan. Somos más fuertes juntos. Lo que sentimos el uno por el otro es real, y podemos superar esto —dijo, con una mezcla de desesperación y esperanza.
Elena lo miró, su respiración aún agitada, pero comenzó a calmarse.
—Tienes razón. No podemos rendirnos ahora. Pero, Damián, necesitas saber que me costará tiempo recuperar la confianza en ti —dijo, su voz más suave pero firme.
—Lo sé, Elena. Y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para recuperarla —respondió Damián, con sinceridad.
Se miraron en silencio, la tensión entre ellos palpable. Sus rostros estaban a centímetros de distancia. Ambos sentían la fuerza de la atracción entre ellos, pero también la barrera de la confianza rota.
Al revisar los documentos de Marco, encontraron algo inesperado: una conexión directa entre un diputado y la familia de Elena.
—Mira esto. Este diputado tenía lazos secretos con la Camorra. Esto implica a más personas de lo que habíamos imaginado —dijo Elena, sorprendida.
—Esto es enorme. Si podemos exponer esto, podríamos desmantelar una gran parte de la red de corrupción —respondió Damián, con entusiasmo.
Elena no podía evitar sentir sus emociones en conflicto. Cada vez que sus ojos se cruzaban con los de Damián, la intensidad de su mirada le hacía cuestionarse sus propias defensas. Nadie podía fingir esa mezcla de desesperación y anhelo en la forma en que él la miraba. Sus contestaciones, cargadas de una sinceridad cruda, reflejaban un deseo profundo que no podía ser una actuación.
Elena sabía que Damián estaba arrepentido. Lo veía en cada gesto, en cada intento por acercarse a ella. Pero la herida que su mentira había dejado era profunda. Durante toda su vida, Elena había evitado confiar en los demás precisamente para no enfrentarse a este tipo de dolor. Ahora, se encontraba dividida entre su necesidad de protección y la creciente certeza de que los sentimientos de Damián eran genuinos.
El peso de la traición aún le dolía, pero no podía ignorar la realidad de la conexión que sentía con él. La tensión entre ellos era palpable, un constante recordatorio de lo que podría ser si lograra superar sus miedos. Sin embargo, sabía que este proceso no sería fácil. Necesitaba tiempo para sanar y para aprender a confiar de nuevo.
Mientras Damián continuaba hablando, asegurándole que haría todo lo posible por recuperar su confianza, Elena sintió una chispa de esperanza. Quizás, después de todo, podrían encontrar una forma de reconstruir lo que la mentira había destruido. Pero hasta entonces, debía proteger su corazón, aunque parte de ella ya estuviera entregada.
Elena miró a Damián una vez más, sus sentimientos a flor de piel. Aunque el camino hacia la reconciliación sería largo y arduo, estaba dispuesta a intentarlo. Porque, a pesar de todo, sabía que lo que sentía por él era real, tan real como el dolor que ahora debía superar.
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