Cap7: El baile de rojo
La música de salón resuena dentro de las paredes brillantes en una melodía de tonos bajos y suaves. Esto permite el intercambio entre los invitados mientras los sirvientes se deslizan por todo el espacio con bebidas y aperitivos. Cada uno luce su mejor atuendo de la temporada y se vanagloria de lo nuevo que han podido lograr o lo viejo que sobreexplota, dejando solo un mar de vanidades delante de mí en las conversaciones de las damas.
Victoria acompaña a Lyra en cada presentación y momento de la noche, se les ve como peces en el agua. Siempre ha sido esta la especialidad de ambas, mostrarse como joyas perfectas para la sociedad. Ellas destacan con facilidad sobre todas las mujeres del lugar, no dejan dudas sobre quién lleva el mando social, dado que los halagos son como focos sobre ellas.
Yo, por mi parte, trato de hacer la mayor cantidad de contactos para los negocios de la familia. Varias personas me ven y tocan temas sin cuidado al creerme un niño, sin embargo, logro integrarme con sumo cuidado y soy aceptado en algunas de estas charlas. Tengo varias ideas sobre negocios, aunque no sé cómo Gabriel fue capaz de escribir sobre esto de forma detallada, pero mejor para mí.
Por ahora me creo lo suficientemente capaz como para hacer estudios de mercados en este mundo y sus mejores puntos para explotar. Fábricas, ferrocarriles, inversiones que a largo plazo den una entrada importante de dinero y una fuente de poder. Padre acepta mis sugerencias, es algo que me ha hecho poder estar más a su lado pues aprecia mis observaciones.
Como un recuerdo de mi infierno, dos figuras de cabellos rojos se alzan a lo lejos entablando una conversación con mi familia. Son William y su hijo Oliver. Se ve como un niño inocente en toda regla, pero ese escarlata delata su casta bruja, más aún su pertenencia al aquelarre Walker.
Si mal no recuerdo, la familia Walker proviene de Andorga, una tierra parecida a la Escocia de mi mundo, aunque llevan varias generaciones establecidos en Narciso.
Lyra se ve algo tensa, estoy segura de que quiere clavar sus garras en la garganta de William, pero no es tan fácil, posiblemente él poder de Walker sea superior al de la aborrecible duquesa. Ella es alguien impulsiva, sin llegar por ello a ser idiota. Llega a mostrarse muy hábil leyendo a las personas. Algo dado de su papel principal como la creadora de la imagen que los Roosevelt dan al mundo. Una manipuladora en toda regla, por lo que justo ahora no le queda otra opción que sonreír.
—¿Él es Lewis Roosevelt? —dice William Walker, parece que notó que los miraba.
—Sí, en el que siempre has tenido tanto interés —expone Lyra.
—Ha crecido mucho en este tiempo, todos en la sala están hablando de él y lo bien que está trabajando en ocupar el lugar de su padre. Una lástima que no se parece en todo, ¿o sí? —comenta el brujo.
Él no sabe que soy humano, cree que su misión falló, pero tiene sus sospechas. La verdad, no sé realmente hasta dónde llega el control de la maldición que impuso sobre los Roosevelt. De cualquier manera, lo principal es siempre negar esta realidad.
—Claro que lo está haciendo bien, es un Roosevelt —le responde mi madre junto a una sonrisa en apariencia dulce pero cínica en su contenido.
Quisiera seguir escuchando la conversación, aunque no me interesa. Tengo cosas que hacer y al final, William es el menor de mis problemas, su daño ya está hecho. Mi mayor inconveniente será su hijo y hoy no es el día.
—Mi hermano cumple con todos los requisitos de la familia, puede ver como lo demuestra. Conde Walker, ahora, si me perdonan, iré donde Lewis —dice Victoria aunque yo ya retiré mirada de ahí.
Empiezo a buscar por el área a mi objetivo, logrando encontrarlo sin ningún problema para evaluarlo desde la lejanía. El pequeño posee cabellos rubios y unos ojos esmeralda refinados. Su sirviente parece alguien recto, pero no deja de notarse en ambos la frialdad que esta raza sin corazón desprende.
¿Por qué alguien lo interpretaría como algo atractivo? Seguramente porque no han visto lo que son capaces de hacer por puro placer.
—Lewis —susurra una voz femenina en mi oído.
Victoria apoya la cabeza en mi hombro por unos segundos, dejando a una suave risa apoderarse de mis sentidos. Luego, como si hubiese logrado su objetivo, se coloca al frente mío centrando su atención en mi mirada. Parece que aprovecha ahora que me vio solo.
—¿Qué sucede? —le cuestiono.
El corazón se me acelera por el susto, estaba muy cegado por los pensamientos y ya había quitado mi atención de ellos. Sus pasos esta vez fueron un total silencio.
—Lo harás fatal —dice ella.
Ladea suavemente la cabeza para apoyar su mano en la mejilla, dejándome ver el rojo en su mirada por un segundo. Lo hace como si me restregase mi realidad, pero me parece curioso que sepa que tramo algo.
Evalúo un momento la situación, ¿qué podría saber ella? Lewelyn no es de compartir los planes.
—Tendré que heredar eventualmente los negocios familiares, es normal que los inicie ahora, querida hermana —le digo terminando por concluir que se refiere a mis pláticas sobre negocios.
—Lo sé, espero que vivas lo suficiente —me responde ella tomando mi mano—: Dilo.
—¿Me permitiría su primer baile esta noche? —comento.
No puedo negarme a su petición, las notas para avivar la sala son dadas y debo cumplir mi rol de prometido de Victoria. Ella se mueve como una ligera pluma, yo no me quedo detrás. Sorprendentemente, robamos la atención de todos en la habitación, llegando a catalogarnos como dos jóvenes diamantes que esperan ver crecer con ansias.
Aun así, al finalizar la canción debo marcharme. Ellos pueden vivir de sus sueños y esperanzas, yo debo darlo todo esta noche para seguir respirando cuando caiga el telón.
—Si me perdonas, debo irme —le comento a mí pareja de baile—: volveré antes de la última pieza.
Helios nunca se aleja de su amo y tampoco lo hace la sirvienta de Victoria, pero no creo que sean capaces de saber de qué estamos hablando. Sin embargo, cuando ve que me aparto, él regresa a mi lado justo como un perro traicionero que pretende ser fiel.
Me alejo hacia la oscuridad del jardín dejando a mi hermana y madre siendo el centro de atención en la celebración. No me preocupan esos brujos pelirrojos ahora, a fin de cuentas, el hijo matará al padre y será un problema menos.
Así todos estaremos felices, ¿no?
El sobrino de los Blackburn se mantiene esperándome en las afueras de la casa junto a su sirviente, cerca del río, justo como le pedí. Debe ser este lugar en específico. Al lado de nosotros hay un pequeño lago con una capilla de tonos grises en su arquitectura, sin embargo, no llegamos allí, nos quedamos en la orilla. No les hago esperar mucho, les alcanzo a los dos minutos, junto a Helios. Ya todos estamos reunidos, es hora de empezar a actuar como si Lewis Roosevelt fuera quien realmente creen que es.
—Esperaba al duque Roosevelt, no al hijo mayor —comenta el jovencito, pero aun así hace una reverencia por la diferencia de títulos.
—No era un asunto tan importante como para requerir su presencia —argumento y me mantengo a una distancia de cinco metros de él—. Últimamente, se ha hecho un tema popular en la ciudad los aparecidos con ojos blancos.
—Tema de brujas, según se comenta —completa la historia el niño.
—"Tema de brujas" sería lo más fácil de pensar, pero realmente están encubriendo al culpable. Verá señor Ferry, es causado por un vampiro, uno bastante controlado y en contra de las restricciones de ataques mensuales —le respondo al niño.
—No dejamos los ojos así, comparta conmigo cómo lo hizo —dice el pequeño—. ¿Y qué tiene que ver con mi familia?
—Los cuerpos que llegan desechados por su padre cuentan con esferas blancas en los ojos, ya que se dice que el principal requisito para ser un sirviente de lo Blackburn es sustituir los globos oculares para que no se regeneren y no vean nada de lo que se hace en la mansión. —Decido hablar con un tono autoritario y cordial, pero no deja de tener mi voz el suave sonido de un niño en crecimiento, lo odio—. No se encontraron marcas de mordidas porque se hicieron en el talón, qué lugar más curioso, luego lo cubrían con las mallas o medias.
—Parece una acusación directa a mi padre —comenta el pequeño.
El chico no cambia su postura, esta acusación contra su familia capta su atención y le hace estar a la defensiva, naturalmente.
—No necesariamente, no tiene un motivo para atacar a alguien de fuera, sería de pocas luces. No hay mejor forma de mantener algo en secreto que lo que nunca se investiga. También si le atribuye los crímenes a otro y que no sea por simple espectáculo, ¿no cree? —Hago una pausa y miro a los ojos del sirviente del niño—. Sin embargo, los puntos que visitaban todos eran para nobles, sus víctimas rondaban estos círculos. Era normal pensar que pertenecía a estos, a nuestro criminal le gusta aparentar lo que no es.
—¿A quién proponen como el culpable? —responde el niño.
Dentro de los conocimientos que tengo del destino de esta obra, sé que no fue solo el sirviente. Lewelyn valora mucho el apoyo de poder de los Blackburn en el establecimiento de los Roosevelt como las figuras máximas de Narciso, por lo que golpear directamente a esta otra familia sería algo difícil de manejar para él.
—Nuestros espías dieron con él, era el único que encajaba en todos los sitios. En todos estos eventos, tres familias habían estado, entre ellas los Blackburn, pero a su vez es la única con criaturas sobrenaturales dentro. ¿No es así, señor? —Le muestro mis argumentos.
La verdad a veces no importa, simplemente lo hace el cómo juegas con la mentira que quieres volver una realidad y si están dispuestos a comprártela. ¿La comprarás, joven Ferry?
—¿Fuiste tú? —El chico rechista mientras observa a su sirviente—. Solo tenemos basura incompetente en esta ciudad para el servicio.
Aceptó entrar a mi juego, al menos eso me demuestran sus palabras. Sin embargo, estos ataques en el exterior sí parece ser algo de su servidumbre.
—Son humanos, están hechos para ser devorados, ¿por qué tanto alboroto con las nuevas leyes? Se reproducen como ratones —comenta el mayordomo del niño y deja ver sus colmillos específicos de la especie, parece querer defender a su amo con el diálogo.
—Una basura de baja calidad no lo entendería, al fin y al cabo, no eres ni un vampiro de alta clase. Hijo de una meretriz, la escoria de la sociedad —le digo y sonrío levemente mientras hago un pequeño gesto de desagrado.
—La clase de mi madre no viene al caso —responde el anciano apretando los colmillos y veo sus uñas clavarse en la palma de su mano.
No hace nada porque soy un Roosevelt, venir contra nosotros es igual a desear la muerte. ¿Cuánto vas a resistir?
—Sí, viene, si mal no recuerdo, fue el juguete de mi familia hasta que te entregaron a los Blackburn, ¿no? —Observo sus reacciones antes de continuar con mi mentira—. La prostituta que era de mi madre, también me la dieron de juguete, se rompió muy rápido.
—Cállese...señor Roosevelt —espeta el sirviente.
—Mantén la calma escoria, no le hables así al heredero del duque. —Ferry interviene en busca de la seguridad de su sirviente—. Luego del baile serás castigado.
Castigo, los Blackburn suelen deshacerse de sus empleados de manera fácil, por lo que eso solo significa que será asesinado al llegar. Algo natural, la muerte de un trabajador siempre les es más factible que la del amo. No les conviene perder nuestro favor.
"Ven a mí, si vas a morir, hazlo arrancando mi cabeza."
—Señor, no debería hacerme eso —le dice el hombre a su amo.
—Cállate, estás manchando el nombre de mi familia, sucia escoria —responde el niño.
Yo, en cambio, mantengo mi postura firme para hablar lo último que ese pobre hombre merece escuchar.
—Tendrás el mismo final de tu madre, siendo utilizado, violado y asesinado por nobles. Al final solo sirven para eso. ¿Por qué no me lo entrega, joven Ferry? Puedo usar en él los mismos instrumentos que en su ramera madre. Aún recuerdo sus gritos por piedad, fue delicioso —le respondo dándole el último empujón a su ira y perdiendo el asco por mis propias palabras.
El mayordomo no resiste más y se abalanza sobre mí con toda la velocidad que puede. Es entendible, mejor morir así, que torturado. Hay diferentes niveles hasta en lo que alguien acostumbrado a la sumisión puede recibir. La de momentos en que estuve a punto de tocar fondo y precisamente fue el miedo a sentir la profundidad de ese pozo el que me hizo arañar las paredes para intentar subir.
Yo no soy capaz de verlo, mis ojos no pueden seguirle, pero no es necesario. Su cadáver cae al suelo de rodillas y con la cabeza rodando hasta mis pies con un corte perfectamente recto en el cuello. La sangre no corre, su cuerpo es como el hielo, pero hubiese sido una fuente de no ser así. Su pecho está atravesado a la par por la mano de Ferry, el cual sostiene ya fuera de este su corazón mientras se ríe disfrutando la escena.
—¿Cómo te atreves a levantar una mano contra los Roosevelt? —Todos los rasgos de vampiro del niño salen a la luz dejando ver unas venas hinchadas alrededor de sus ojos.
Helios solo observa la escena sin moverse un solo milímetro. Bueno, era de esperarse, al fin y al cabo, si muero sería una victoria para su jefe. No deja de ser un espía y ahora está en el lugar justo. Su mirada ni siquiera se interesó en la escena, pero por algún motivo su atención se dirigió a los arbustos a lo lejos, observando las hojas caer.
Fuera de todo esto, bien sabe Helios que lo que dije fue mentira, nunca he tomado a alguien como juguete en esta casa. Solamente me dieron a una mujer una vez, una usada ya por mi madre, pero mi solución fue acabar con su vida con el uso de una daga en su corazón.
Ferry se arrodilla ante mí destruyendo el corazón de su sirviente, el cual termina por deshacerse en cenizas para deslizarse por su brazo.
—Perdone la osadía de mi mayordomo —comenta él.
—Ferry Blackburn —digo con total tranquilidad—. Esta afrenta no será olvidada.
—No se repetirá, señor. —Levanta la cabeza sabiendo que ocupa un asunto mucho mayor que solo el agravio de alguien de la servidumbre, ya que al final toda su familia es responsable—. Pero parece que los rumores eran ciertos. El futuro heredero de los Roosevelt tiene poderes que se escapan del raciocinio natural ¿Podría explicarme cuál desarrolló? Ni siquiera movió un músculo y le decapitó. Ser el primero del mundo exterior en saberlo es un honor.
—No es algo que deba compartir, pero si quisiera, podría acabar con vuestra vida ahora mismo, Ferry Blackburn —digo con suma calma.
Ciertamente, no podría hacerlo. Soy al final una figura que se alza en una montaña de engaños.
Las crines de unicornio están atadas a la altura en que estaba el cuello del mayordomo de Ferry, con la velocidad suficiente el mismo se provocó ser decapitado. Tuve que buscar su altura y demás datos, pero colocarlo en la posición exacta y hacer que viniese a una velocidad sobrenatural es una de las trampas sencillas usadas por bandidos en los caminos remotos.
En su lugar, el niño no llega a esa altura y son invisibles para todos, por lo que nadie sabe que están ahí. Dudo que haya un alma pura entre ellos. Aunque me preocupa el hecho de que Helios haya mirado hacia el árbol donde está amarrado. La caída de las hojas es algo que ahora me parece preocupante, pero tendría que ser demasiado observador para descubrirlo. Tampoco creo que sea puro.
—Perdone, señor. Yo me deshago del cadáver —dice Helios, pero debo evitar que se acerque o descubriría el hilo.
Es una lástima no tener aliados.
—Está bien, yo me marcho. Señor Ferry, levante la cabeza. Recuerde que la familia Roosevelt le dejo vivir un día más —digo para darme la vuelta en disposición de regresar al salón con el resto.
—No lo olvidaré —responde el niño para patear el cuerpo de su sirviente hasta los pies de Helios—. Deshazte de la basura.
—En seguida —contesta mi sirviente recogiendo la cabeza y el cuerpo para lanzarlos al lago, pero en el aire estas se vuelven cenizas cayendo sobre el agua—. Joven amo, mi trabajo está listo.
Lo logré, pude demostrarles mis capacidades sin la intervención de Victoria. Aunque desde mi punto de vista es bastante sencillo, para ellos debe ser un misterio. De cualquier forma, la imagen de Lewis Roosevelt ya se está creando una base en esta sociedad y el duque no tendrá que tomar medidas represivas hacia mi persona.
Siento una presencia mientras me alejo de la escena, como si alguien me estuviese mirando, de hecho, es casi tan imponente su presencia como la de mi padre. Helios no reacciona por lo que debe ser de los suyos.
Decido dejar el hilo un poco más hasta quitar los ojos de todos sobre mí. Por ahora solo queda regresar al salón de baile junto a las dos víboras.
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