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Día 17: día de gala



De los hijos de Kuro, Haiden fue el primero en graduarse de la universidad. Y, aunque en su familia no eran muy expresivos —salvo por Anker—, todos estaban muy felices y orgullosos de él. Cuando se graduó, en la invitación se había dado la indicación de que únicamente podían asistir familiares del graduado. 


Para sorpresa de todos, Haiden invitó a Markkut. Nadie lo pudo ver venir, pero Haiden parecía gustoso de que estuviera allí. 

—Bueno, somos familia ¿No?... Eres mi hermano, bueno, hermanastro. Eres parte de mi familia, me gustaría que estés ahí. 

Eso fue lo que había dicho, sorprendiendo mucho a Markkut. Dado a que el evento era de gala, todos debían ir de traje. Markkut tuvo que conseguir uno con ayuda de su novio, pues nunca se vestía tan elegante para nada. 

El día del evento, Aizen fue a su habitación para verificar que Markkut no necesitara ayuda o algo, pero para su  sorpresa, el joven tenía todo bajo control. Aizen sintió una caricia en su corazón cuando lo miró, nunca antes había visto a Markkut de traje. Se miraba muy... guapo. Demasiado. De pronto se imaginó cómo se vería cuando se casaran, seguramente sería mucho más atractivo. Sabía que aún faltaban algunos años para siquiera proponerle matrimonio, pero a veces le gustaba imaginarse cuando ambos estuvieran frente al altar, mirando sus ojos mientras se dedicaban los votos de amor eterno. Muy probablemente Markkut tendría sus mejillas sonrojadas, quizás para cuando ese momento llegara sería más alto. Pero Aizen le amaría igual que cuando tenía 17 y su amado 15, en plena flor de la juventud, con el amor intenso como el sol. 

Aizen se acercó cuando notó que Markkut iba a ponerse la corbata y le ayudó. 

—Puedo hacerlo —dijo el menor. 

—Lo sé, pero déjame ayudarte.

Markkut sonrió y lo dejó, pero tomó su cadera para acercarlo más. Cuando el mayor terminó, ambos se besaron con amor por un breve momento. La familia aún no sabían de su relación y no planeaban decirlo hasta dentro de muchos años, cuando ya no vivieran allí. 

—El traje se te ve bien. Me gusta. 

—¿Si te gusta?

—Mucho. 

En ese momento Anker se asomó dando un grito para asustarlos desde la puerta. Ambos se separaron de inmediato y Anker los miró acusadoramente. 

—¿Qué demonios estaban haciendo?

—Le estaba atando la corbata, torpe. 

—¡Ja, ja, ja! Markkut es un estúpido. 

—Cierra la boca.

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